CUBA HOY
DERECHOS HUMANOS – EL EMBARGO ECONÓMICO –
LA PRENSA Y LA INFORMACIÓN – LOS ATENTADOS DEL 11 DE
SEPTIEMBRE
DE 2001 – LA AGRESIVIDAD DEL PRESIDENTE BUSH –
LA GUERRA DE IRAK – ¿UNA “GUERRA PREVENTIVA” CONTRA
CUBA? – SOBRE EL TERRORISMO
¿Cuáles son las principales preocupaciones que,
coino Jefe e Estado, tiene usted actualmente?
Hoy
nuestra atención se concentra en la lucha contra el
terrorismo, en la lucha contra el espionaje. Se
concentra nuestro país en la lucha por la liberación
de los Cinco Héroes. presos en Estados Unidos. En lo
interno, estamos enfrascados en una lucha contra
diversas manifestaciones de corrupción, en una
fuerte campaña por promover el ahorro energético y
por transformar todo el sistema de generación de
energía en el país —lo que hemos calificado de una
verdadera revolución energética—, por mejorar aún
más la calidad y eficiencia de nuestros sistemas de
educación y de salud. Hemos dedicado mucha atención
y energías al desarrollo de nuevos programas de
colaboración internacionalista, como la presencia de
miles de médicos y personal cubano de la salud en
muchos lugares del mundo. En Pakistán, por ejemplo,
después del terremoto que ha provocado tanta muerte
y destrucción. O la Operación Milagro, que ha
alcanzado ya asultados espectaculares.
[1]
Se
preocupa el país por la crisis económica
internacional; se preocupa por los problemas del
petróleo, por contrarrestar todas las medidas de
guerra económica y de guerra política; se
concentra el país en las batallas, allá en Ginebra,
en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, donde
todo el mundo sabe el show que tiene lugar
año tras año, las mentiras y las calumnias que allí
se dicen contra nosotros. Al mundo no se le cuenta
que el 80 por ciento de las medidas en defensa de
los derechos humanos que aprueba esa Comisión son
propuestas de Cuba.
¿En
la Comisión de Derechos Humanos, de Ginebra?
Sí.
Propuestas hechas por Cuba, apovadas a veces por
todos los países menos Estados Unidos, siempre por
30, 35, 40 votos. Hay un sólo tema en que
Estados Unidos se empeña, presiona, Amenaza.
El de Cuba.
El
de Cuba. Para condenar a Cuba por “violaciones de
los derechos hurnanos”. Y se produce allí todos los
años una batalla diplomática fuerte.
Otra tiene lugar en la Asamblea General de Naciones
Unidas, donde cada vez Cuba cuenta con más votos
contra el bloqueo. Este año [2005] rebasó la
cifra de 180; sólo cuatro países votaron en contra
de la resolución de condena al bloqueo: Estados
Unidos, por supuesto, Israel, su incondicional
aliado, y dos de los minúsculos Estados
insulares del Pacífico cuya subsistencia misma
depende enteramente de Estados Unidos. Es decir; más
del 90 por ciento de los miembros de Naciones Unidas
condenan el bloqueo.[2]
¿El 90 por ciento de los países de la ONU apoyan la
denuncia de Cuba contra el embargo económico?
Sí.
Algunos pocos se abstienen y sólo tres apoyan a
Estados Unidos: las Islas Marshall,
[3] unas islitas
—yo respeto el tamaño de cualquier país, pero ésas
son unas islitas del Pacífico que eran un
protectorado yanqui—, Palau, otra islita en la misma
situación, e Israel que, desgraciadamente, incurre
en el inglorioso papel de socio de Estados Unidos,
apoyando el bloqueo contra Cuba y contra la
opinión de la inmensa mayoría de los países del
rnundo. Los pocos que se abstienen realmente lo
hacen no porque estén de acuerdo con el bloqueo,
sino por los problernas que se buscarían con Estados
Unidos.
Hay que ver con admiración a decenas y decenas de
países que tienen pendiente un crédito en el
Fondo Monetario, o en el Banco Mundial, o
alguna necesidad económica, que dependen de Estados
Unidos, y allí votan contra el bloqueo. No es una
votación secreta, es votación pública; si todas las
votaciones en Naciones Unidas fueran secretas, si en
Ginebra las votaciones fueran secretas, no ganarían
ninguna en ningún tema.
Desde luego, hay que decir “en honor de Europa”, que
siempre vota en Ginebra como una mafia junto a
Estados Unidos. Debo decirlo, es mi deber. Pero
nunca se ha cuestionado. La OTAN entera vota, y
quienes no son de la OTAN. Cuando el campo
socialista existía no prosperaba ninguna maniobra de
ésas en Ginebra; pero hubo cambio de
camisa, cambio de bando, se pasaron al lado de allá,
y aun así hace cinco años se descuidaron un poco y
quedaron en minoría.
Nunca había
ocurrido lo que le paso a Estados Unidos: los que
eligen precisamente a los miembros de la Comisión de
Derechos Humanos no eligieron a Estados Unidos. Se
han pasado meses averiguando quiénes demonios podían
ser los que, en votación secreta, votaron en contra,
pero se quedaron en minoría,
y ahora no se arriesgaron a una votación secreta,
sino buscaron un candidato que renunciara para que,
de facto, el candidato propuesto ganara. Es decir,
tuvieron que pedir la renuncia de un candidato.
Así
es como se hacen las cosas allí, y todas estas
campañas se han venido realizando, y son muchas; no
ha faltado una a lo iargo de 46 años, una y otra,
otra y otra.
El reproche que más frecuentemente le hacen a Cuba
es de encarcelar a los opositores políticos.
¿Quién ha puesto en libertad, antes de cumplir la
sanción, a miles y miles de contrarrevolucionarios?
El gobierno de Cuba. No fue el gobierno de Estados
Unidos. Estados Unidos ha utilizado cualquier
arresto que se produce aquí en virtud de la
aplicación de leyes, simplemente, para hacer
campañas de propaganda contra nosotros.
Ustedes en Europa tienen leyes muy duras, mucho más
duras que las nuestras, contra los delitos políticos.
En Inglaterra. las cárceles estaban llenas de presos
irlandeses que tenían
motivación política y patriótica. Recuerdo que hubo
una vez una huelga de hambre en la que los ingleses
dejaron morir a numerosos presos irlandeses. Los
españoles utilizan leyes muy duras contra los presos
vascos que luchan allí por razones políticas. El
gobierno italiano aún tiene encarcelados a miembros
de las Brigadas Rojas que actuaron hace rnás de
treinta años. Sabemos cuán duro fue el gobierno
alemán con los miembros del grupo de Baader;
[4] casí
todos murieron en prisión. En Francia, cuántas
decenas hay de prisioneros corsos, que luchan por
razones políticas.
Y
Estados Unidos, ¿por qué no pone en libertad a los
puertorriquenos que luchan por la independencia de
Puerto Rico?[5] ¿Por qué no pone en libertad al
periodista Mumia Abu-Jamal, que lleva más de 23
años preso? ¿Por qué no libera al dirigente indígena
Leonard Peltier, que lleva en prisión más de
25 años?
Ya
le conté que nosotros, después de Girón, pusimos en
libertad de una sola vez 1.200 prisioneros. Entonces
existían alrededor
de 300 organizaciones contrarrevolucionarias y era
la época del terrorismo y del sabotaje a
montones, y llegó a haber en el país alrededor de
quince mil presos.
¿Quince mil presos políticos, después de la
Revolución?
Llámeles usted políticos, si quiere. Ya le hablé de
los años aquellos de Girón, la Crisis de Octubre, la
Operación Mangosta. Hubo decenas de planes de
operaciones contra nosotros que dieron lugar a miles
de sabotajes y actos terroristas, bandas armadas,
guerra sucia, que nos costaron más vidas que las
perdidas en la propia guerra.
Hubo también aquel atentado en 1976 contra un avión
civil cubano que estalló en el aire.
Y
todos murieron. Las fotos de entonces muestran a un
millón de personas protestando. Y el autor de ese
crimen, un terrorista internacional convicto y
confeso, Luis Posada Carriles, ha sido acogido en
marzo de 2005 en Estados Unidos. ¡En plena
pretendida “guerra contra el terrorismo
internacional” le han dado asílo a uno de los más
grandes terroristas internacionales! ¿Habrá acaso
dos terrorismos? ¿El bueno y el malo? Nosotros le
hemos formulado muchas veces al presidente Bush, a “Bushecito”,
una sana pregunta bien sencilla: ¿Por dónde entró
Posada Carriles a Estados Unidos? ¿En qué barco? ¿Por
qué puerto? ¿Cuál de los príncipes
herederos de la corona lo autorizó? ¿Sería
el hermano gordito de la Florida [el gobernador Jeb
Bush]? Y que me perdone lo de “gordito”, no es una
crítica, sino la sugerencia de que haga ejercicios y
guarde dieta, lo digo por la salud del caballero. ¿Quién
recibió a Posada Carriles? ¿Quién le dio permiso? ¿Por
qué quien tan desvergonzadamente lo llevó a Estados
Unidos se pasea por las calles de la Florida y de
Miami? Y el muy desvergonzadito de “Bushecito” no ha
querido responder todavía,
está ahí calladito.
Las autoridades de nuestro hermano país, Mexico,
tampoco han tenido tiempo —parece que tienen mucho
trabajo— de responder a la pregunta.
[6]
Vea
si son descarados, dicen todas las mentiras del
mundo, y cuando les hacen una ingenua preguntica,
una sencilla preguntica, pasan meses y no responden
una palabra. Así que, en Cuba, frente a tantas
agresiones y tantas complicidades, en todos estos
años, ¿qué podíamos
hacer nosotros? Y había
leyes, las leyes eran rigurosas, sí,
pero lo que no se ha producido nunca aquí
es la muerte de un prisionero, una ejecución
extrajudicial. Mas teníamos
que defendernos. Yo no creo que sea un delito
defenderse. No hay ningún proceso histórico que no
se haya defendido, de una forma o de otra. Es lo más
legítimo que pueda
hacerse, porque si no, renuncie usted y váyase para
el diablo, conviértase en un predicador, hagase
pastor, predique exclusivamente los Evangelios,
contra los cuales no estoy porque contienen muchas
cosas positivas, pero nosotros no escogimos una
carrera de pastor o de predicador, sino de política
revolucionaria dentro de una ética.
Al presidente Chávez, de Venezuela, también lo han
atacado.
Usted lo sabe bien, y lo sabe el mundo. Al Estado
que no se defienda lo hacen trizas. Mire lo que está
pasando en Venezuela. Ya hablamos de eso. No hay
hombre que haya respetado tanto los derechos
democráticos y humanos como Chávez. Han dado un
golpe de Estado, han secuestrado al Presidente, ha
corrido peligro su vida. Los golpistas habían
nombrado a un hombre que a las pocas horas pisoteó
todos los derechos políticos, humanos, las
libertades, disolvió el Parlamento, el poder
judicial, cerró radios, arrestó a patriotas, un
fascista, Carmona, que era el presidente de
Fedecámaras, la camarilla patronal de la oligarquía.
Despue orquestaron una huelga petrolera. Y allí
no hay un sólo pre político.
¿A usted le irrita particularmente la acusación de
violación de los derechos humanos que regularmente
se
formula contra Cuba?
Mire, creo que no hay un país con un historial más
limpio en materia de derechos humanos que Cuba. Lo
que la Revolución ha hecho por nuestra población se
puede expresar en cifras que ningún otro Estado es
capaz de exponer. En estos 46 años desde la
Revolución, se les ha salvado la vida a no menos de
450 mil niños, que habrían
muerto aquí sin los
progresos aportados por la Revolución. La
perspectiva de vida de los ciudadanos en Cuba ha
alcanzado casí 18 años por encima de la que tenía
en 1959, al triunfo revolucionario.
Hemos brindado posibilidad de alfabetizarse, de ir a
la escuela, a todos los niños, y la
posibilidad de estudiar a todos los ciudadanos. En
el terreno de la educación y de la salud no hay
ningún país, en el Tercer Mundo y hasta en el mundo
capitalista desarrollado, que haya hecho lo que
nosotros hernos logrado en esos campos, para el
bienestar de la población. La mendicidad, el
desempleo fueron erradicados. Los vicios, el consumo
de droga, el juego fueron también erradicados. Usted
no encontrará aquí niños pordioseros o limosneros, o
niños durmiendo en la calle, o niños descalzos o
desnutridos, o niños sin escuela.
Y
no quiero extenderme sobre la ayuda aportada a
decenas de países del Tercer Mundo. Hay médicos
cubanos trabajando gratuitamente en más de cuarenta
países, que han salvado miles de vidas humanas.
Nosotros hemos atendido y dado tratamiento gratuito
a miles de niños de Chernóbil que ningún otro país
acogió. Creo que en ningún otro lugar del mundo se
ha igualado la generosidad con el ser humano como en
Cuba. ¿Y éste es el país al que se pretende condenar
por violación de derechos humanos? Sólo con la
mentira y con la calumnia se pueden formular
acusaciones tan profundamente deshonestas.
No pienso que se critique a Cuba por su política de
salud; es quizá, al contrario, algo que se valoriza
generalmente. Aunque sí creo que se conocen mal las
cifras, y también lo que dice usted de la ayuda a
países del Tercer Mundo. ¿Podría usted dar algunos
datos?
En
política de salud,
Cuba muestra un índice
de mortalidad infantil menor de 6 por cada mil
nacidos vivos en su primer año de vida, debajo de
Canada por escaso margen. Se encamina a menos de 5
y tal vez a menos de 4 en un futuro no lejano,
para ocupar el primer lugar del continente. A su vez
tardará la mitad del tiempo que emplearon Suecia y
Japón para elevar de 70 a 80 años su perspectiva de
vida, que hoy alcanza los 77,5 años. Sus servicios
médicos han elevado esas perspectivas en casí 18
años, a partir de aproximadamente 60 al triunfo de
la Revolución en enero de 1959.
Hoy
nuestro pueblo tiene a su disposición, por lo menos,
15 médicos por cada uno de los que quedaron aquí en
el país en 1959, y mucho mejor distribuidos. Otras
decenas de miles se encuentran en el exterior
prestando servicios solidarios. Cuba cuenta ya con
más de 70 mil médicos. Hay en este momento —le doy
la cifra exacta— 25 mil estudiantes de Medicina. No
le hablo de las decenas de miles que cursan estudios
de otras ciencias médicas. Si se incluye a todos los
que estudian actualmente licenciatura en enfermería,
y a todos los que cursan carreras relacionadas con
la salud, el resultado es que están preparándose, en
el área de la medicina, airededor de 90 mil jóvenes.
Habrá muchas escuelas de Medicina, en otras ciudades
de Cuba, de 400 o 450 alumnos, alojados en casas de
familias serias, con preparación profesional y
cultural, cuyo perfil psicológico ha sido estudiado,
así como el perfil del estudiante y de la farnilia
del estudiante; una experiencia nueva y única.
Escuelas con excelentes condiciones materiales, el
equipamiento necesario para los estudios, medios
audiovisuales, programas interactivos. Esto
significa que un médico, en seis años de estudios,
va a disponer de los conocimientos que, a través de
los métodos tradicionales, para adquirirlos habría
necesitado veinte años.
Estamos luchando por crear el mejor capital médico
del mundo. Y no sólo para nosotros, sino para los
pueblos de América Latina, y otros pueblos del mundo.
La matrícula de la
ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina) rebasa ya
los 10 mil estudiantes. Hay, por ejemplo, 2 mil
jóvenes bachilleres bolivianos aquí. Y muchos países
nos solicitan que les formemos médicos; podemos
hacerlo, y nadie los podrá formar mejor. Hemos
desarrollado métodos pedagógicos con los que ni
siquiera soñábamos. Ya lo veremos, y rápido.
Tendremos decenas de miles de estudiantes
latinoamericanos en escuelas de Medicina. Cuba
deberá formar; en los próximos diez años, unos 100
mil médicos latinoamericanos y caribeños, bajo los
principios del ALBA (Alternativa Bolivariana para
las Américas), suscritos entre Cuba y Venezuela, que
aportará igual cifra, en marcha decidida hacia la
integración de nuestros pueblos.
Con
el presidente Hugo Chávez, en nombre de los dos
pueblos, nos hemos comprometido con importantes
programas sociales y económicos de gran contenido
humano e integrador en nuestra área. En particular,
el apoyo a la alfabetización, la educación,
Petrocaribe, Electrocaribe, la lucha contra el virus
VIH del SIDA, y la salud.
También decidieron lanzar la Operación Milagro.
Sí.
En este marco se lanzó la Operación Milagro, la
ingente tarea, sin precedentes en el mundo, de
preservar y devolver la vista a no menos de seis
millones de latinoamericanos y caribeños en diez
años. Se empezó por Venezuela, y decidimos extender
la Misión Miiagro a los países del Caribe. En
septiembre de 2005, el número de caribeños operados
de la vista en nuestro país ascendía
ya a 4.212, y el de venezolanos a 79.450, cifra que
crece día a día.[7]
Y Cuba está enviando también brigadas de médicos a
lugares donde se producen catástrofes, ¿no es así?
Así
es. Hemos creado un Contingente Internacional de
Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y
Graves Epidemias, el contingente “Henry Reeve”.
Ningún otro país podría enviar a un hermano pueblo
de Centroamérica golpeado por un ciclón mil médicos,
como los que enviamos a Guatemala en el otoño de
2005. O como los que en este momento [invierno de
2005], se hallan al otro lado de la Tierra, a 18
horas de vuelo de La Habana, enfrentándose en
Cachemira, Pakistan, al dolor y a la muerte, frente
a la más grande tragedia natural ocurrida en nuestro
mundo en mucho tiempo. No recuerdo otra de tal
magnitud, por el lugar en que se produce, por el
pueblo humilde que golpea, pueblo de pastores que
viven en altísirnas
montañas, y en vísperas
de un invierno, allí, donde el frío
es muy intenso y la pobreza muy grande.
Una
por una, a cada una de esas brigadas les he hablado,
las he despedido. Conocemos lo que están haciendo
nuestros compatriotas en todas partes, estamos en
permanente comunicación con ellos, los del
contingente “Henry Reeve” y otros muchos. Se está
escribiendo toda una hermosa historia, que en este
momento se desarrolla como nunca antes en la vida de
nuestra Revolución.
Usted me mostró la impresionante documentación que
lee y consulta cada mañana para seguir de cerca los
acontecimientos del mundo; decenas de cables y de
artículos traducidos de la prensa internacional. Y a
este respecto quisiera que hablásemos de la
información en Cuba. La impresión que se tiene es
que, aunque hay excelentes periodistas, hay muy poca
información crítica sobre lo que pasa en Cuba. ¿Cuál
es su opinión al respecto?
Mire, sinceramente, nuestros órganos de prensa no
están en manos de los enemigos de la Revolución, ni
en manos de agentes de Estados Unidos. Están en
manos de revolucionarios. Nuestra prensa es
revolucionaria, nuestros periodistas, en la radio,
en la televisión, son revolucionarios. Nosotros
tenernos muchos periódicos, cada organización tiene
su órgano de prensa: los trabajadores, la Juventud,
el Partido, los campesinos, las Fuerzas Armadas. Hay
decenas de periódicos, y todos son revolucionarios.
La impresion que se tiene al leerlos, o al escuchar
la
radio o ver el noticiero de televisión, es que
todo va bien. que sólo se consiguen éxitos,
victorias, que no hay problemas, que nadie está
descontento. Es un poco extraño. porque me imagino
que en el propio seno del Partido debe haber
debates, discrepancias y discusiones con mayor
fuerza crítica.
Mire, aquí ha habido durante bastante tiempo la
tendencia a suponer que los señalamientos críticos,
la denuncia de las cosas mal hechas, hacían
el juego al enemigo, ayudaban al enemigo y a la
contrarrevolución. A veces hay el temor de informar
sobre algo. porque se piensa que puede ser útil al
enemigo. Y nosotros hemos descubierto que en la
lucha contra los hechos negativos es muy importante
el trabajo de los organos de prensa. Y hemos
estimulado el espíritu
crítico. Llegamos a la convicción de que es
necesario desarrollar mucho más el espíritu
crítico. Yo lo he estimulado al máximo porque
constituye un factor fundamental para perfeccionar
nuestro sistema.
Sabemos que hay inconvenientes, pero queremos una
crítica responsable. A pesar de las posibles
consecuencias, todo es mejor que la ausencia de
críticas.
Claro está que hay que ser sumamente responsable en
el manejo de los temas y no ofrecer al
enemigo información sensible que pueda ser útil a
sus planes de destruir la Revolución. De ahí
lo difícil de la
tarea de un revolucionario.
¿Ese deseo de crítica responsable podría ir hasta la
autorización de la libertad de prensa que muchos
reclaman?
Si
usted llama libertad de prensa al derecho de la
contrarrevolución y de los enemigos de Cuba a hablar
y a escribir libremente contra el socialismo y
contra la Revolución, calumniar, mentir y crear
reflejos condicionados, yo le diría
que no estamos a favor de esa “iibertad”. Mientras
Cuba sea un país bloqueado por el imperio, víctima
de leyes inicuas como la Helms-Burton o la Ley de
Ajuste Cubano, un país amenazado por el propio
Presidente de Estados Unidos, nosotros no podemos
dar esa “libertad” a los aliados de nuestros
enemigos cuyo objetivo es luchar contra la razón de
ser del socialismo.
¿Unos medios libres serían considerados
incompatibles con la Revolución?
En
esos medios “libres”, ¿quién habla? ¿De qué se habla?
¿Quién escribe? Se habla lo que quieren los dueños
de los periódicos o de las emisoras de televisión. Y
escribe quien ellos deciden. Usted lo sabe bien. Se
habla de “libertad de expresión”, pero en realidad
lo que se defiende fundamentalmente es el derecho de
propiedad privada de los medios de difusión masiva.
Aquí, en Cuba, se lo digo con franqueza, no existe
la propiedad privada de esos medios. Pero las
distintas organizaciones de masas disponen de sus
propios medios: los estudiantes tienen el suyo, los
obreros, los sindicatos, los campesinos, hasta los
militares. Todo el mundo tiene su órgano de
inforrnación, y créame que publican con mucha
libertad lo que creen conveniente publicar.
En
vez de cuestionar nuestros modos, que son el
resultado, la consecuencia de más de cuarenta años
de resistencia contra nuestro poderoso vecino, valdría
la pena preguntarles a nuestros ciudadanos si se
sienten o no se sienten libres.
Hay periódicos extranjeros que también están
censurados y no se difunden en Cuba.
Mire, aquí se difunden muchos periódicos extranjeros,
nortearnericanos y europeos. Periódicos importantes,
serios. En eso nosotros somos rnás tolerantes de lo
que se dice. Se encuentran en muchos puntos de venta
y se pueden comprar con divisas. Los turistas los
compran y todo cubano que dispone de divisas los
puede comprar y difundir. Eso no es un delito. Nadie
le tiene miedo aquí a lo que puedan decir contra la
Revolución esos periódicos, o los canales de
inforrnación, como CNN, que mucha gente capta sin
problemas.
Pero no podemos gastar nuestros recursos —porque
tenemos otras prioridades como son el ahorro de
energía, la alimentación, la salud— en importar esa
prensa extranjera. Ese tipo de importación no es en
absoluto una prioridad para nosotros. Y puede
ocurrir que se limite la circulación de tal o cual
publicación porque sistemáticamente está haciendo
campañas contra nosotros, campañas
contrarrevolucionarias. Está difundiendo calumnias,
mentiras y falsedades, está tratando de dividir, de
crear enfrentamientos. Eso no lo toleramos. ¿Por qué
vamos a aceptar que circule aquí un periódico
contrarrevolucionario?
Porque ellos, que tanto hablan de libertad de prensa,
cuando no conviene que se sepan algunas de las cosas
que denuncia Cuba tampoco las publican. Usted sabe
que cada órgano se debe a una línea,
y las líneas las
trazan los que controlan, los que son propietarios
de esos medios, unos con más libertad, otros con
menos; aunque hay también, no se puede negar, mucha
gente independiente.
¿Usted está satisfecho con el nivel crítico de la
información aquí?
Bueno, no sé si usted ha podido seguir en detalle
nuestros órganos de información, pero yo le digo que
mi más importante fuente de inforrnación sobre lo
que pasa en el país, mejor que los informes que me
envían el Partido o
los órganos del Estado, la que a veces más ayuda, es
la de los periódicos. Me mantienen al día
de cualquier cosa que ocurra. Los leo todos los días,
al final del día.
Usted me habla de espíritu
crítico, pero yo me pregunto: ¿dónde está el espíritu
crítico en la prensa de tantos países que pretenden
ser más democráticos que nosotros? ¿Dónde está el
espíritu crítico
de esos periodistas y de esos canales de televisión.
En Estados Unidos, que han apoyado, como verdaderos
voceros de propaganda, la guerra del presidente Bush
contra Irak?
La
verdad, la ética, que deberían
ser el primer derecho o atributo del ser humano,
ocupan cada vez menos espacio en esos medios. Los
cables de prensa, la radio, la televisión, los
teléfonos celulares y las páginas de Internet
descargan un torrente de noticias de todas partes a
cada minuto. No es nada fácil para un ciudadano
Seguir el curso de los acontecimientos. Apenas si la
inteligencia humana puede orientarse en ese vendaval
de noticias.
A
aquellos órganos de información que se pretenden
libres y críticos pero que dependen de la publicidad,
que nunca crítican a sus anunciantes, les digo: ¿Por
qué el sistema político y social que defienden gasta
tan fabulosa suma de dinero en publicidad? ¿Cuánto
se podría hacer con
el millón de millones de dólares que se despilfarran
en publicidad? Aquí
usted tiene un país en cuyo
PIB [Producto Interno
Bruto] no aparece el aporte de un centavo por
publicidad, ni en los periódicos, ni en la
televisión, ni en la radio. En Cuba no se gasta ni
un centavo en publicidad comercial.
¿Qué papel han desempeñado esos medios de difusión
masiva, desgraciadamente, en Estados Unidos y en otros mucho
lugares del mundo? Y no los estoy atacando. Los que
conocen como usted, el efecto que tienen en las
mentes los medios de alcance masivo, pueden
comprender que aquí son usados para enseñar, para
educar, para crear valores. Yo tengo la convicción
plena, por la experiencia vivida, de que los valores
pueden ser sembrados en el alma de los hombres, en
la inteligencia y en el corazón de los seres humanos.
Nosotros no andamos con hipocresías de ninguna
índole al hablar de la “libertad” de la prensa
europea. Nosotros soñamos con otra libertad de
prensa, en un país educado e informado, en un país
que posea una cultura general integral y pueda
comunicarse con el mundo. Porque quienes temen el
pensamiento libre no educan a los pueblos, no les
aportan, no tratan de que adquieran el máximo de
cultura, de conocimientos históricos y políticos
profundos, y aprecien las cosas por su valor en sí y
porque saquen conclusiones de sus propias cabezas.
Para sacar las cosas de sus propias cabezas, deben
poseer los elementos de juicio necesarios.
Cuando surgieron, los medios de difusión masiva se
apoderaron de las mentes y gobernaban no sólo sobre
la base de mentiras, sino de reflejos condicionados.
No es lo mismo una mentira que un reflejo
condicionado. La mentira afecta el conocimiento; el
reflejo condicionado afecta la capacidad de pensar.
Y no es lo mismo estar desinformado que haber
perdido la capacidad de pensar, porque en tu mente
predorninen los reflejos: “el socialisrno es malo,
el socialismo es malo, te quita la patria potestad,
te quita la casa, te quita la mujer.” Y todos los
ignorantes, todos los analfabetos, todos los pobres,
todos los explotados repitiendo: “El socialismo es
malo, el socialismo es malo.” Así se enseña a hablar
a los loros, a bailar a los osos e inclinarse
respetuosos a los leones.
No
enseñan a leer y a escribir a las masas, gastan un
millón de millones en publicidad cada año para
tomarle el pelo a la inmensa mayoría de la
humanidad, convirtiendo a los seres humanos en
personas que, al parecer, no tuvieran siquiera
capacidad de pensar, porque las hacen consumir
productos que son el mismo con diez marcas
diferentes, y tienen que enganarlas, porque ese
millón de millones no lo pagan las empresas, lo
pagan aquellos que adquieren los productos en virtud
del impacto enajenante de la publicidad. Aquél
compró Palmolive, el otro Colgate, el otro jabón
Candado, sencillamente porque se lo dijeron cien
veces, se lo asociaron a una imagen bonita y le
fueron sembrando, tallando el cerebro. Ellos, que
tanto hablan de “lavado de cerebro”, lo tallan y lo
lavan de forma tal que privan al ser humano de su
mayor tesoro: la capacidad de pensar.
¿Van a hablar de “libertad de expresión” en países
que tienen un 20 o un 30 por ciento de analfabetos
totales, y un 50 por ciento de analfabetos
funcionales? ¿Con qué criterio, con qué elementos
incluso, opinan, y dónde opinan? Si cuando mucha
gente culta e inteligente quiere publicar un
artículo, no hay manera de que salga a la luz, lo
ignoran, lo aplastan, lo desacreditan. Se han
convertido esos grandes medios en instrumentos de
manipulación.
Nosotros los poseemos y usamos tales medios para
educar, para desarrollar los conocimientos de los
ciudadanos. Esos instrumentos desempenan un papel en
la Revolución, han creado conciencia, conceptos,
valores, y eso que no los hemos empleado de forma
optima. Sabemos, sin embargo, lo que pueden, y
conocemos lo que puede lograr la sociedad en
conocimientos, cultura, calidad de vida y paz con el
empleo social de esos medios.
No
vamos a creer la fábula de que esos medios en
Occidente están destinados a crear valores de
solidaridad, sentimientos de hermandad, fraternidad,
espíritu de justicia. Exponen los valores de un
sistema que por naturaleza es egoísta e
individualista. Mientras más preparación tiene una
persona mejor comprende que los problemas de este
mundo, cada vez más complicados, no se resolverán
mediante formas de sociedad enajenantes e
irracionales.
Aunque usted es hostil al culto de la personalidad,
y lo ha denunciado a menudo, los medios en Cuba
evocan con frecuencia su persona, ocupa usted un
lugar importante en el contenido de los medios. ¿Eso
le molesta?
Mire, le voy a decir lo siguiente: contrariamente a
lo que algunos piensan, yo no aparezco mucho en
público. No tengo costumbre de salir en el noticiero
de televisión cada día, y pueden pasar hasta quince
días sin que aparezca en los medios de prensa una
noticia relacionada conmigo. Salgo cuando se trata
de algún acto conmemorativo en el que tengo que
participar. O cuando llega a Cuba algún visitante,
un Jefe de Estado. O cuando ocurre algún
acontecimiento extraordinario, como un ciclón
devastador, por ejemplo.
Le
aseguro que no me agrada mucho estar saliendo en la
prensa escrita, en la televisión o en la radio. Aquí
no se le rinde culto a la noticia sobre el Jefe de
Estado. Se escribe de manera bastante natural. Yo
diría que los medios hablan de mí con respeto, pero
con familiaridad. Nadie me ve como una figura
encaramada en el Olimpo. Mucha gente me trata como
un vecino, conversan conmigo.
Por
naturaleza, soy hostil a todo lo que pueda parecer
un culto a la persona, y usted puede constatar, ya
se lo he dicho, que en Cuba no hay una sola escuela,
fábrica, hospital o edificio que lleve mi nombre. Ni
hay estatuas, ni prácticamente retratos míos. Aquí
no se producen retratos oficiales. Es posible que,
en alguna oficina, alguien haya puesto una foto mía,
pero es una iniciativa personal y en ningún caso se
trata de un retrato oficial. Aquí ningún organismo
del Estado gasta dinero y pierde tiempo realizando y
repartiendo fotos oficiales mías o de cualquier otro
dirigente. Eso en nuestro país no existe.
Es
conocido que hago lo posible por no aparecer en los
medios de prensa o en los noticiarios. Sólo me
resigno a ello cuando es estrictamente
indispensable. Usted observará que uno de los jefes
de Estado del mundo que menos sale en los medios de
su país, soy yo. Tampoco me gusta que mi nombre vaya
acompañado de titulos y cargos. A mí,
afortunadamente, la gente me llama Fidel.
Los
que me conocen y conocen mis discursos y mis ideas,
saben que soy crítico y autocrítico, y que he
combatido con intransigencia toda manifestación del
culto a la personalidad o del endiosamiento.
Los medios de comunicación masiva, en manos del
Estado, han servido muchas veces para difundir
propaganda.
Aparte de informar al pueblo de los acontecimientos
en el país y en el mundo, nosotros queremos usar
esos medios para elevar los conocimientos y el nivel
cultural general del pueblo, luchar contra la
mentira y rendir culto a la verdad. Creamos para eso
nuevos canales educativos. A través de ellos, el
programa “Universidad para Todos” imparte cursos de
idiomas y otros muchos de variadas materias aparte
de los programas escolar En el año 2003 inauguramos
el tercer canal televisivo, que es para la
educación, y en el 2004 hemos ianzado el cuarto
canal, también educativo. La televisión es una
magnífica y no bien utilizada forma de transmitir
masivamente conocimientos.
Usando los medios audiovisuales, y empleándolos
exhaustivamente, entramos en la etapa de la
masificación de la información y los conocimientos,
no para sembrar veneno o difundir propaganda, no
para que otros piensen por uno; porque si se usan de
forma atrozmente incorrecta, como ocurre en la
sociedad capitalista, le suprimen al ciudadano la
opción de pensar, porque piensan por él y le dicen
de qué color es el traje que tiene que vestir, la
falda larga o corta que debe usar, la tela de moda,
absolutamente todo lo que tiene que hacer desde que
se levanta hasta que se acuesta, incluida la marca
de pasta para cepillarse los dientes y la pastilla a
ingerir para dormir tranquilo. La publicidad sí es
propaganda, y muchas veces enajenante y nociva.
Nadie quiere que sus hijos se entretengan o se
recreen aprendiendo a consumir bebidas alcohólicas y
comida chatarra, o viendo violencia y cosas
absurdas, que envenenan la mente de los niños.
¿Cree usted que los Estados, en el mundo de hoy de
las nuevas tecnologías, aún pueden controlar la
información?
Cada vez menos. Hoy hay nuevas formas de transmitir
y de recibir mensajes. Hay satélites que pueden
bajar una señal; hay Internet que permite enviar un
mensaje a cualquier rincón del mundo porque,
realmente, en general, los que tienen Internet
tienen también electricidad, teléfono y
posibilidades de comunicarse.
Y
no debemos subestimar los sectores intelectuales,
que en el mundo son decenas y decenas de millones de
personas, las cuales no integran necesariamente una
clase explotadora y rica. Recuerde, por ejemplo, a
Seattle; recuerde Québec, recuerde Génova,
Florencia, Porto Alegre; recuerde las movilizaciones
contra la globalizacion neoliberal en cualquier
parte del mundo, impulsadas a través de Internet por
personas que tienen cultura y conocimientos. Hay
muchos fenómenos que amenazan hoy la vida del
planeta, aparte de las guerras: los cambios de
clima, la destrucción de la capa de ozono, el
calentamiento de la atmósfera, el envenenamiento del
aire que respiramos, de los ríos y de los mares, que
ponen en riesgo nuestras vidas. Contra eso todos los
pueblos del mundo se movilizan y tienen una causa
común con los latinoarnericanos, con los
nortearnericanos y con los europeos.
Hoy
existen medios de comunicarse con el mundo que nos
hacen menos víctimas o menos dependientes de los
grandes medios de difusión masiva, sean cuales sean,
privados o del Estado, porque hoy, con la red de
Internet, todos los que tienen una aspiración, un
objetivo, sean de países subdesarrollados o ricos,
harán causa común. También se puede utilizar con las
peores intenciones del mundo, como lo provectan la
CIA y el Pentagono, o como al parecer lo hicieron
los autores del atentado del 11 de Septiembre.
¿Ustedes condenaron esos atentados del 11 de
septiembre del 2001?
Nosotros condenamos sin vacilaciones el crimen del
11 de Septiembre. Y hemos reiterado nuestra condena
al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones.
El gobierno de Estados Unidos ha incluido
cínicamente a Cuba entre los “países que propician
el terrorismo”, pero Cuba no permitirá que su
territorio sea utilizado jamás en acciones
terroristas contra el pueblo de Estados Unidos o de
cualquier otro país. Y condenamos también el
terrorismo de Estado. Le hemos propuesto al gobierno
de Estados Unidos la adopción de un programa de
lucha contra el terrorismo en nuestra área, que
ellos rechazaron.
¿Usted está de acuerdo en considerar que el
terrorismo es la mayor amenaza del mundo actual?
Yo
estoy de acuerdo en que el terrorismo es una grave
amenaza del mundo actual. Pero considero que la
humanidad enfrenta otras amenazas de igual o mayor
gravedad: la destrucción acelerada del medio natural
y de las condiciones mismas para la supervivencia de
la especie, la profundización de la pobreza, la
insalubridad, el hambre, de incontables millones de
seres humanos en el mundo..., hay muchos otros
problemas serios en nuestro mundo de hoy aparte del
terrorismo. A todo lo cual habría que añadir las
pretensiones hegemónicas de la única superpotencia
que aspira a erigirse en dueña del planeta y su
política arrogante de dominación.
En
lo que respecta al terrorismo, la administración
norteamericana habla constantemente de “guerra
mundial contra el terrorismo”, pero yo sería muy
cuidadoso al emplear el concepto de terrorismo.
Porque una cosa son los atentados de Nueva York. o
los de Madrid, de Londres u otros, y la necesaria
lucha contra esos actos abominables, y otra es que,
sobre la base de esa legítima preocupación, se
produzcan algunas extrapolaciones dudosas.
Desde el 11 de septiembre de 2001, estamos viendo
cómo muchas luchas nacionales —como la de Irak, o la
de Irán por el uso pacífico de la energía nuclear—
tienden a ser calificadas de “terroristas”. Ya en
los años 1980, en la época de Reagan, los
norteamericanos emplearon indiscriminadamente la
palabra “terrorismo”. Calificaban de “terroristas” a
los combatientes del ANC, como Nelson Mandela, que
se enfrentaban al apartheid en Suráfrica. O a los
que luchaban en Namibia por la independencia; o a
los palestinos que ya luchaban por un Estado propio,
independiente, o a los patriotas salvadoreños.
Reagan comparaba a los contrarrevolucionarios de
Nicaragua con los padres fundadores de Estados
Unidos, o con los voluntarios de La Fayette, o con
los maquis franceses que lucharon en la Resistencia
contra la ocupación de su país por los nazis.
Pero cuando las fuerzas armadas israelíes han
bombardeado barrios civiles de Gaza y causado
muertes inocentes, a eso no lo califican de acción
terrorista; o cuando el propio ejército
norteamericano en Irak dispara misiles
indiscriminadamente y mata niños y mujeres, a eso
tampoco se le llama terrorismo.
Nosotros, en nuestra guerra contra Batista —usted lo
sabe, ya hablamos de esto— siempre evitábamos en lo
posible todas aquellas acciones en las que pudieran
caer personas no combatientes. Nosotros fuimos
violentos, pero déjeme decirle que en nuestra
violencia revolucionaria jamás utilizamos estos
métodos.
Aunque debo añadir que las autoridades constituidas
utilizan, a su vez, bastante violencia, bastantes
métodos represivos, en muchas partes, represiones
muy sangrientas, y a ellas nadie las llama
terroristas, hagan lo que hagan.
¿Le preocupa a usted la actitud del presidente Bush?
Mire, vivimos tiempos difíciles. Hemos escuchado, no
hace mucho, palabras y conceptos escalofriantes. En
el discurso pronunciado en junio del 2002, en la
academia militar de West Point,
[8] el presidente de
Estados Unidos declaró textualmente a los militares
—le cito—: “Nuestra seguridad requerirá que
transformemos a la fuerza militar que ustedes
dirigirán en una fuerza militar que debe estar lista
para atacar inmediatamente en cualquier oscuro
rincón del mundo.”
Ese
mismo día proclamó la doctrina de la “guerra
preventiva y sorpresiva”, algo que jamás hizo nadie
en la historia política del mundo. Meses después, al
referirse a la acción militar contra Irak, afirmó:
“...Si nos obligan a la guerra, vamos a luchar con
el pleno poderío de nuestras fuerzas armadas.”
Quien esto declaraba no era el gobierno de un
pequeño Estado; era el jefe de la potencia militar
más poderosa que jamás existió, poseedora de miles
de armas nucleares suficientes para liquidar varias
veces la población mundial, y de otros temibles
sistemas militares convencionales o de destrucción
masiva.
Según el señor Bush, eso somos: “Oscuros rincones
del mundo.” Así ven algunos a los países del Tercer
Mundo. Nunca nadie nos definió así ni lo hizo con
más desprecio. Antiguas colonias de potencias que se
repartieron y saquearon el mundo durante siglos, hoy
constituimos el conjunto de países subdesarrollados.
Para ninguno existe independencia plena, trato justo
e igualitario, ni seguridad nacional alguna; ninguno
es miembro permanente del Consejo de Seguridad,
ninguno tiene derecho a veto, ni decide algo en los
organismos financieros internacionales; ni retiene
sus mejores talentos, ni puede protegerse de la fuga
de sus capitales, de la destrucción de la naturaleza
y el medio ambiente, ocasionada por el consumismo
despilfarrador, egoísta e insaciable de los países
de economía desarrollada.
En
el Consejo de Seguridad, Estados Unidos voivió a
anunciar que se reservaba el derecho de decidir por
su cuenta atacar en el futuro a otras naciones. Y en
violación del espíritu y de la letra de la Carta de
las Naciones Unidas, se habla ahora de “guerra
preventiva”.
Las Naciones Unidas no pudieron evitar la guerra de
Irak. ¿Piensa usted que la ONU debe reformarse?
Sí,
es urgente. Hay que enfrentar, sin más dilación, una
reforma real, y sobre todo, un proceso profundo de
democratización de las Naciones Unidas. La situación
es ya insostenible. Lo prueba esa vergonzosa
incapacidad del Consejo de Seguridad para impedir la
guerra en Irak.
Yo
creo que en el desenlace de la crisis internacional
creada por la guerra en Irak se decide el futuro de
las Naciones Unidas. El más grave peligro que hoy
nos acecha es que persista un mundo donde impere la
ley de la selva, el poderío de los más fuertes, y
los peligros de agresión, el subdesarrollo y la
desesperanza para la gran mayoría. Se impondrá una
dictadura mundial sobre nuestros pueblos o se
preservarán las Naciones Unidas y el
muitilateralismo? Esa es la cuestión.
Creo que el papel de Naciones Unidas, en este año
2005 en que cumple 50 años de su fundación, es hoy
irrelevante o, al menos, va en camino de serlo. Pero
unos lo decimos con preocupación y queremos
fortalecer la organización. Otros lo dicen con
secreta satisfacción y alientan la esperanza de
imponerle al mundo sus designios. Yo lo digo con
franqueza: ¿qué papel desempeña hoy la Asamblea
General de la ONU? Casí ninguno, ésa es la verdad.
Es apenas un foro de debate sin influencia real ni
papel práctico alguno.
Yo
pregunto: ¿Se rigen las relaciones internacionales
por los propósitos y principios consagrados en la
Carta de las Naciones Unidas? No. ¿Por qué ahora,
cuando la filosofía, las artes y las ciencias
alcanzan niveles sin precedentes, se proclama otra
vez la superioridad de unos pueblos sobre otros, se
llama a otros pueblos, a los que debiera tratarse
como hermanos, “oscuros rincones del planeta”, o
“periferia euroatlántica de la OTAN”?
¿Por qué algunos se sienten con derecho a lanzar
unilateralmente una guerra si en la Carta de
Naciones Unidas se proclama que no se usaría la
fuerza armada “sino en servicio del interés común” y
que para preservar la paz se tomarían “medidas
colectivas”? ¿Por qué ya no se habla de emplear
medios pacíficos para la solución de controversias?
Cuando se aprobó la Carta, en la Conferencia de San
Francisco en 1945, se estabieció el principio de la
igualdad soberana de los Estados. ¿Acaso somos
iguales y disfrutamos de similares derechos todos
los Estados miembros? Según la Carta, sí; pero según
la cruda realidad, no. El respeto al principio de la
igualdad soberaña de los Estados, que debería ser la
piedra angular de las relaciones internacionales
contemporáneas, sólo podrá establecerse si los
países más poderosos aceptan respetar los derechos
de los otros, aunque éstos no tengan la fuerza
militar y el poderío económico para defenderlos.
¿Están listos los países más poderosos a respetar
los derechos de los demás, aunque ello lesione,
Siquiera mínimamente, sus privilegios? Me temo que
no.
La guerra de Irak, ¿a usted le parecía inevitable?
En
febrero de 2003, unas semanas antes de la guerra,
estuve en Malasía en la Cumbre de los No Alineados y
allí, en Kuala Lumpur, converse largamente con los
miembros de la delegacion iraquí, y con el entonces
vicepresidente Taha Yassin Ramadan. Les dije: “Si en
realidad tienen armas químicas, destrúyanlas para
facilitar el trabajo de los inspectores de la ONU.”
Era para ellos la única posibilidad de evitar el
ataque. Y creo que lo hicieron, si es que realmente
alguna vez las tuvieron. El ataque estaba ya
decidido, aunque no poseyeran esas armas.
¿Que opinión le merece Saddam Hussein?
En
1991, dcspués de la invasíon a Kuwait, se encerró en
una logica que conducía a una seria crisis. Nosotros
votamos ia resolución de la ONU que condenaba esa
invasíon. Le envié dos cartas con emisarios
personales, recomendándole negociar retirarse a
tiempo de Kuwait.
En
la primera misiva, fechada el 2 de agosto de 1990,
le escribí:
Me dirijo a usted con gran dolor por las noticias
recibidas hoy acerca del ingreso de tropas de su
país en el Estado de Kuivait.
Independientemente de los motivos que condujeron a
tan dramática decisión, no puedo menos que
expresarle nuestra preocupación por las graves
consecuencias que pueda acarrear para Iraq y para
Kuwait, en primer lugar,y para todos los países del
Tercer Mundo. Cuba a pesar de los lazos amistosos
que la unen a Iraq, no puede menos que oponerse a
una solución militar del conflicto surgido entre
Iraq y Kuwait.
La reacción inmediata de la opinión pública
internacional informada par las transnacionales de
las noticias, crea una situación muy peligrosa y
vulnerable para Iraq.
Considero muy probable que los Estados Unidos y
otros aliados aprovechen la ocasíón para intervenir
militarmente en el conflicto y golpear fuertemente a
Iraq. Washington, además, buscará afianzar su
autodesignado papel de gendarme internacional y en
el Golfo.
En esta situación, el factor tiempo es decisivo, y
apelo a usted para que utilizando los buenos oficios
de la Liga Árabe o del Movimento de Países No
Alineados, a quien nos dirigimos con ese propósito,
exprese su disposición a retirar las tropas iraquíes
de Kuiwait y buscar de inminediato una solución
política y negociada al diferendo. Tales pasos
contribuirían o fortalecer la posición internacional
de los países del Tercer Mundo frente al papel de
gendarme de Estados Unidos y fortalecerán a la vez
la posición de Iraq ante la opinión internacional.
La esencial en este instante es evitar la
intervención imperialista con el pretexto de
defender la paz y la soberanía de un pequeño país
del área. Tal precedente sería funesto tanto para
Iraq como para el resto del Tercer Mundo.
Una posición clara de Iraq y sus pasos decididos e
inmediatos
a favor de la solución política, nos ayudará a prevenir y
frustrar los planes agresivos e intervencionistas de
Estados Unidos.
Cuba está en la
disposición de cooperar en cualquier gestión que
coadyuve al logro de esa solución.
Estoy seguro de que estos puntos de vista que le
transmito expresan el sentir en estos instantes de
decenas de países en el mundo que siempre han mirado
con respeto y estimación a su país.
Así
concluía aquella exhortación nuestra para una justa
y razonable solución.
Poco después, el 4 de septiembre del propio año
1990, en respuesta a un mensaje enviado desde Irak,
ratifiqué la posición de principios expresada
anteriormente y llamé a un arreglo político de
aquella difícil coyuntura que podía tomarse aún más
compleja, sombría y de graves consecuencias para el
mundo.
Insistimos nuevarnente. Uno de los párrafos de la
segunda carta decía:
Me decido a escribirle este mensaje, que ruego usted
lea y medite, aunque por su contenido me veo en la
obligación de compartir con usted mis reflexiones
sobre realidades seguramente amargas, pero con la
esperanza de que puedan ser de utilidad en este
momento en que usted debe tomar dramáticas
decisiones.
Más
adelante señalaba:
En mi opinión, la guerra se desatará inexorablemente
si Iraq no está dispuesta a lograr una solución
política negociada sobre la base de retirarse de
Kuwait. Esa guerra puede ser sumamente destructora
para la región, y en especial, para Iraq,
independientemente de la valentía con que el pueblo
de Iraq esté dispuesto a luchar.
Los Estados Unidos han logrado formar una gran
alianza militar, que incluye además de la OTAN
fuerzas árabes y musulmanas, y en el terreno
político han configurado ante la gran mayoría de la
opinión internacional una imagen sumamente negativa
para Iraq por la sucesión de los hechos mencionados,
cada uno de los cuales produjo profunda reacción y
hostilidad en las Naciones Unidas y en gran parte
del mundo. Es decir, se han producido las
condiciones ideales para los planes hegemonistas y
agresivos de Estados Unidos. No podría en cambio
Iraq librar una lucha en peores condiciones
militares y políticas. En esas circunstancias, la
guerra dividiría a los árabes por muchos años;
Estados Unidos y Occidente mantendrían una presencia
militar indefinida en la región y las consecuencias
serían desastrosas no solo para la nación árabe,
sino para todo el Tercer Mundo.
Iraq se expone a una lucha desigual, sin una
justificación política sólida y sin
el apoyo de la opinión mundial, con excepción,
desde luego, de las simpatías mostradas en muchos
países árabes.
Así se resumía nuestra percepción del asunto y no
dejamos de conminar a Saddam para que cambiara su
posición:
No debe permitirse que todo lo que el pueblo de Iraq
ha construido en muchos años, así como sus grandes
posibilidades futuras sean destruidos por las armas
sofisticadas del imperialismo. Si existieran razones
justificadas e irrebatibles para ello, yo sería el
último en pedirle que evitara ese sacrificio.
Acceder a la demanda de la inmensa mayoría de los
países miembros de las Naciones Unidas que solicitan
la retirada de Kuwait, no debe considerarse jamás
una deshonra, ni una humillación para Iraq.
Independientemente de las razones históricas que
Iraq considera le asisten con relación a Kuwait, lo
cierto es que la comunidad internacional de forma
casi unánime se opone al procedimiento utilizado. Y
en ese amplio consenso internacional se ampara el
designio imperialista de destruir a Iraq y
apoderarse de los recursos energéticos de toda la
región.
Pero ninguno de esos esfuerzos dio resultado.
¿Conoció usted personalmente a Saddam Hussein?
Sí, en septiembre de 1973. Yo estaba en Argel, en
una Cumbre de los No Alineados, e iba hacia Hanoi
invitado por el gobierno vietnamita. Aún Viet Nam no
estaba totalmente liberado. Saddam Hussein vino a
recibirme al aeropuerto de Bagdad. En aquella época
él era vicepresidente, aún no era presidente de
Irak; era jefe del partido Baas. Me pareció un
hombre correcto, estuvo amable, recorrimos la
ciudad, muy bella, con amplias avenidas, los puentes
sobre el Tigris y el Éufrates. Me quedé allí
solamente un día. En Bagdad me entero del golpe
militar en Chile contra Allende...
Desde un punto de vista militar, ¿cómo juzga usted
el sistema de defensa utilizado por las fuerzas
iraquíes en esa guerra?
Hemos seguido con mucha atención esa guerra de marzo
a mayo de 2003. ¿Por qué Irak no resistió? Misterio.
¿Por qué no hizo volar los puentes para retrasar el
avance de las fuerzas norteamericanas? ¿Por qué no
hicieron volar los depósitos de municiones, los
aeropuertos, antes de que cayeran en manos de los
invasores? Todo eso es un gran misterio. Sin duda
hubo jefes que traicionaron al propio Saddam.
Todos los países cerraron sus embajadas en Irak en
vísperas de la guerra menos ustedes. ¿Hasta cuándo
se quedaron en Bagdad?
Nuestra Embajada fue la última que se quedó en
Bagdad. Bueno, con la del Vaticano. Hasta los rusos
se fueron. Sólo después de la entrada de las fuerzas
norteamericanas en la capital de Irak dimos orden de
salir de Bagdad. No les podíamos pedir a las cinco
personas que estaban en nuestra Embajada que
defendieran los locales contra dos ejércitos.
Nuestros diplomáticos obtuvieron salvoconductos y
pudieron salir de Irak sin problema. Los documentos
fueron entregados por una organización
internacional, no por los norteamericanos.
¿Cómo ve usted la evolución de la situación en Irak?
A mi juicio, la resistencia popular va a seguir
intensificándose mientras no cese la ocupación de
Irak. Aquello va a ser un infierno, y va a seguir
siéndolo. Por eso, el primer objetivo debe ser el
traspaso inmediato del control real a Naciones
Unidas, y el comienzo del proceso de recuperación de
la soberanía de Irak y el establecimiento de un
gobierno legítimo, fruto de la decisión del pueblo
iraquí. Pero de una decisión auténtica, legítima, y
no de elecciones realizadas en plena ocupación
militar neocolonial. Debe también cesar de inmediato
el reparto escandaloso de las riquezas de Irak.
En su “guerra mundial contra el terrorismo”, la
administración del presidente Bush utiliza la base
de Guantánamo en Cuba como prisión de alta seguridad
para “prisioneros del campo de batalla”. ¿Que
reflexión le inspira eso?
Ha pasado más de un siglo, y todavía Estados Unidos
ocupa por la fuerza ese pedazo de territorio cubano,
hoy vergüenza y espanto del mundo, cuando, en
efecto, se divulga la noticia de que fue convertido,
desde enero de 2002, en un antro de torturas, donde
cientos de personas, recogidas en cualquier lugar
del mundo,
permanecen
allí.
Las
autoridades norteamericanas no los llevan a su
territorio porque en él pueden existir algunas leyes
que les creen dificultades para retener ilegalmente,
por la fuerza,
secuestrados —y durante años—, sin ningún trámite,
sin ninguna ley, sin ningún procedimiento, a
aquellos hombres, que, además, para asombro del
planeta, han estado siendo sometidos a sádicas y
brutales torturas.
De eso se entera el mundo cuando allá en una cárcel
en Irak, en Abu Ghraib,
torturan
a cientos de prisioneros del país invadido con todo
el poder de ese colosal imperio, y
cuando
cientos de miles de civiles iraquíes han perdido la
vida. En Guantánamo se ha tratado a unos 500 hombres
—desde adolescentes hasta a ancianos— con un
desprecio absoluto y total que nadie, nunca, debería
verse obligado a soportar.
Han
sido privados de toda protección que consagra el
Derecho Internacional, y recluidos en condiciones
crueles,
inhumanas y degradantes.
Y cada día se descubren cosas nuevas. Hace poco se
divulgaron noticias de que el Gobierno de Estados
Unidos tenía cárceles secretas en los países
satélites del Este de Europa, esos que votan en
Ginebra contra Cuba y la acusan de violación de
derechos humanos. A esas cárceles secretas envían
secuestrados con el pretexto de la lucha contra el
terrorismo. Ya no sólo en Abu Ghraib, no sólo en
Guantánamo, sino en cualquier parte del mundo se
encuentra una cárcel secreta donde
aplican
torturas los “defensores de los derechos humanos”.
Pero la cosa no termina ahí. Han llegado también
noticias acerca del uso del fósforo vivo en
Fallujah, allí donde el imperio descubrió que un
pueblo, prácticamente desarmado, no podía ser
vencido. Se vieron los invasores ante tal situación
en ese iugar que no podían irse ni quedarse: si se
iban, volvían los combatientes; si se quedaban,
necesitaban esas tropas en otros puntos. ¡Fósforo
vivo en Fallujah! Cuando se denunció ese crimen, el
gobierno de Estados Unidos dijo que el fósforo vivo
era un “arma normal”. Si era normal, ¿por qué no lo
publicaron? Por qué nadie sabía que estaban usando
esa arma prohibida por las convenciones
internacionales? Si el napalm está prohibido, el
fósforo vivo está todavía mucho más prohibido.
Ya
han muerto más de dos mil jóvenes soldados
norteamericanos, y algunos se preguntan, ¿hasta
cuándo seguirán muriendo en una guerra injusta,
justificada con groseras mentiras?
Hasta los altos oficiales nortearnericanos reconocen
ya que esa guerra está perdida, y que deben
retirarse. Esto será beneficioso para Estados
Unidos, cuyos jóvenes mueren allí mientras libran
una guerra injusta y sin gloria, con actos
bochornosos, inmorales, como las torturas; y será
beneficioso para Irak, cuyo pueblo podrá comenzar
una nueva etapa de su historia; será herieficioso
para Naciones Unidas, que ha sido víctima también de
esta guerra; y será beneficioso para todos
nuestros países, que han debido sufrir la recesión
económica internacional y la creciente
inseguridad que nos amenaza a todos.
¿Teme usted que pueda haber una invasíon o una
“guerra preventiva” contra Cuba?
Si el presidente Bush decidiera invadir a Cuba, habría
una guerra terrible. Ellos tendrían
que enfrentar a toda nuestra población organizada y
armada, una resistencia popular interminable. A
nosotros, esa invasíon nos costaría
mucho, pero para invadir a Cuba y mantener la
ocupación del país, calculamos que serían necesarios
millones de soldados. En Irak, ellos tienen unos 150
mil hombres y ya ve, controlan muy poca cosa. Si
usted analiza la correlación de fuerzas que existía
cuando nos enfrentamos a Batista —ochenta mil
hombres contra tres mil— constata que ellos
representaban más de 25 veces nuestras fuerzas. Por
eso le digo que tendrían que invadirnos y
ocupar la isla con millones de soldados, que no
tienen.
Nosotros poseemos medios para hacerle la vida muy
dura a un invasor. Además del ejército regular y de
las reservas, disponemos de las milicias de tropas
territoriales. Millones de personas, hombres y
mujeres, todos dispuestos a luchar sin tregua en
defensa de la patria. Calculando que el ejército
yanqui, para liquidar este país, tuviese que emplear
dos militares por cada combatiente nuestro, ellos
necesitarian una fuerza de no menos de cinco
millones de soldados. Y sufrirían muchas bajas, se
lo aseguro. Nosotros les podemos garantizar que aquí
están reunidas todas las condiciones para que Cuba
se transforme, para ellos, en un infierno, en una
trampa mortal.
Ellos lo saben, porque entrarían en una lucha de
hombre contra hombre, no de divisiones mecanizadas
contra divisiones mecanizadas, o de fuerza aérea
contra fuerza aérea, o de armada contra armada. En
una guerra convencional, ellos tendrían muchas
ventajas. Pero en una guerra de resistencia popular.
organizada en todo el país, donde no habría ni
frente ni retaguardia, toda su tecnología se
reduciría a nada. Mire lo que está pasando en Irak.
De qué les sirve a los norteamericanos su
superioridad en armamento pesado y sofisticado?
Cualquier hombre o cualquier mujer en Cuba prefiere
la muerte a vivir bajo la bota de Estados Unidos.
¿Calificaría usted la política exterior de la
administración del presidente George W. Bush de
“belicista”, o de “peligrosa” para el mundo y para
Cuba?
Cuba, que, como le dije, fue el primer país en
solidarizarse con el pueblo nortearnericano el 11 de
septiembre del 2001, fue también el primero en
advertir que la política de la extrema derecha de
Estados Unidos —que asumió fraudulentamente el poder
en enero del año 2001—, amenazaba al mundo. No surge
esta política del presidente Bush como consecuencia
del ataque terrorista contra el pueblo de Estados
Unidos cometido por miembros de una organización
fanática que en tiempos pasados sirvió a otras
administraciones norteamericanas. Yo estoy
convencido de que era un pensamiento fríamente
elaborado, que explica el rearme y los colosales
gastos en armamento cuando va la guerra fría no
existía y lo que ocurrió el 11 de septiembre estaba
lejos de producirse. Los hechos del día 11 de ese
fatídico mes del año 2001 sirvieron de pretexto
ideal para poner en marcha ese proyecto.
El
20 de septiembre de ese año, el presidente Bush lo
expresó abiertamente en Washington ante un Congreso
conmocionado por los trágicos sucesos ocurridos
nueve días antes. Utilizando extraños términos habló
de “justicia infinita” como objetivo de una guerra
al parecer también infinita: “El país no debe
esperar una sola batalla, sino una campaña
prolongada, una campaña sin paralelo en nuestra
historia.” “Vamos a utilizar cualquier arma de
guerra que sea necesaria.” “Cualquier nación, en
cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decision:
o están con nosotros o están con el terrorismo.”
“Les he pedido a las Fuerzas Armadas que estén en
alerta, y hay una razón para ello: se acerca la hora
de que entremos en acción.” “Esta es una lucha de la
civilización.” “Los logros de nuestros tiempos y las
esperanzas de todos los tiempos dependen de
nosotros.” “No sabemos cuál va a ser el derrotero de
este conflicto, pero si cuál va a ser el desenlace
[...] y sabemos que Dios no es neutral.”
¿Hablaba un estadista o un fanático incontenible?
Dos días después, el 22 de septiembre, Cuba denunció
ese discurso como el diseño de la idea de una
dictadura militar mundial bajo la egida de la fuerza
bruta, sin leyes ni instituciones internacionales de
ninguna índole.
Meses más tarde, al cumplirse el aniversario 200 de
la Academia Militar de West Point, en el acto de
graduación de 958 cadetes celebrado el 1° de
junio de 2002, ya le mencioné que el presidente Bush
profundizó en su pensamiento a través de una
encendida arenga a los jóvenes militares que se
graduaban, en la que están contenidas sus ideas
fijas: “Nuestra seguridad requerirá que
estemos listos para el ataque preventivo cuando sea
necesario defender nuestra libertad y defender
nuestras vidas.” “Debemos descubrir células
terroristas en sesenta países o más...” “Los
enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, a donde
ustedes sean necesarios.” “No dejaremos la seguridad
de América y la paz del planeta a merced de un
puñado de terroristas y tiranos locos. Eliminaremos
esta sombría amenaza de nuestro país y del mundo.”
“A algunos les preocupa que sea poco diplomático o
descortés hablar en términos del bien y el mal. No
estoy de acuerdo. [...] Estamos ante un conflicto
entre el bien y el mal, y América siempre llamará al
mal por su nombre. Al enfrentarnos al mal y a
régimenes anárquicos, no creamos un problema, sino
que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en
la lucha contra el problema.”
Pero estas declaraciones tenían por objetivo, en
nombre de la guerra contra el terrorismo, preparar
las intervenciones militares contra Afganistán y
contra Irak. ¿Por qué cree usted que Cuba está
amenazada?
Mire, es tan provocadora la política del gobierno de
Estados Unidos, que el día 25 de abril de 2003
—después de los secuestros de aviones, del secuestro
de la lancha de Regla y de los arresto de los
“disidentes”—, el señor Kevin Whitaker, entonces
jefe del Buró Cuba del Departamento de Estado, le
dijo al jefe de nuestra Sección de Intereses en
Washington que la Oficina de Seguridad Doméstica,
adscrita al Consejo de Seguridad Nacional.
consideraba que los “continuados secuestros desde
Cuba constituían “una seria arnenaza para la
seguridad nacional de Estados Unidos”, y solicitaba
al gobierno cubano tomar todas las medidas
necesarias para evitar hechos de esta naturaleza.
¡Como si no fueran ellos quienes provocaron y
estimularon esos secuestros! Y como si no fuéramos
nosotros los que, para proteger la vida y la
seguridad de los pasajeros y conociendo desde hace
rato los criminales planes de la extrema derecha
contra Cuba. adoptamos medidas drásticas para
impedirlos. Filtrado por ellos. ese contacto del día
25 de abril creó gran alboroto en la mafia
terrorista de la Florida. En Miami y en Washington
se discute hoy dónde, cómo y cuándo se atacará a
Cuba o se resolverá el problema de la Revolución.
En
lo inmediato han tornado medidas económicas que
endurecen el brutal bloqueo.
[9] Si la formula fuese
atacar a Cuba como a Irak, me dolería mucho por el
costo en vidas y la enorme destrucción que
significaría para nuestro país. Pero tal vez fuera
ése el último de los ataques de esta Administración,
porque la lucha duraría mucho tiempo, ya le digo, y
se enfrentarían los agresores no sólo a un ejército
sino a miles de ejércitos que constantemente se
reproducirían y harían pagar al adversario un costo
en bajas tan alto que estaría muy por encima del
presupuesto de vidas de sus hijos que el pueblo
norteamericano estaría dispuesto a pagar por las
aventuras y los caprichos del presidente Bush.
La administración norteamericana ha hecho algunas
declaraciones acusando a Cuba de preparar armas
biológicas. ¿Qué contestaron ustedes?
Esas acusaciones son tanto más cínicas, tanto más
nauseabundas cuanto que nosotros hemos conocido en
came propia el empleo de virus y bacterias para
atacar a nuestra agricultura, e incluso a nuestra
pobiación. Se lo aseguro y no exagero, no tendría yo
un átomo de vergüenza si le digo a usted una sola
mentira. Nosotros sabemos algunas cosas y de casí
todas tenemos pruebas, cuando hablamos de algunos de
estos problemas.
Nuestro país no posee armas nucleares, ni armas
químicas, ni obviamente armas biológicas. Las
decenas de miles de científicos y médicos con que
cuenta nuestro país han sido educados en la idea de
salvar vidas. Estaría en absoluta contradicción con
su concepción poner a un científico o a un médico a
producir sustancias, bacterias o virus capaces de
producir la muerte a otros seres humanos.
No
han faltado, en efecto, las denuncias de que Cuba
estaba haciendo investigaciones sobre armas
biológicas. En nuestro país se hacen investigaciones
para curar enfermedades tan duras como la meningitis
meningocócica, la hepatitis, a través de vacunas que
se producen por técnicas de ingeniería genética o,
algo de suma importancia, la búsqueda de vacunas o
de fórmulas terapéuticas a través de la inmunología
molecular —perdóneme si he empleado esta palabra
técnica, quiere decir a través de métodos que atacan
directamente las células malignas—; y lo mismo unas
pueden prever y otras pueden, incluso, curar, y
avanzamos por esos caminos. Ese es el orgullo de
nuestros médicos y de nuestros centros de
investigación.
Decenas de miles de médicos cubanos, como ya le
conté, han prestado servicios internacionalistas en
los lugares más apartados e inhóspitos. Un día dije
que nosotros no podíamos, ni realizaríamos nunca
ataques preventivos y sorpresivos contra ningún
“oscuro rincón del mundo”, pero que, en cambio,
nuestro país era capaz de enviar los médicos que se
necesiten a los más “oscuros rincones del mundo”.
Médicos y no bombas, médicos y no armas
inteligentes, de certera puntería, porque, al fin y
al cabo, un arma que mata traicioneramente no es
absolutamente un arma inteligente.
¿Piensa
usted que Estados Unidos, con la administración
Bush, puede derivar hacia un régimen de tipo
autoritario?
La
humanidad conoció, hace apenas dos tercios de siglo,
la trágica experiencia del nazismo. Hitler tuvo como
aliado inseparable —usted lo sabe— el miedo que fue
capaz de imponer a sus adversarios. Ya poseedor de
una temible fuerza militar, estalló una guerra que
incendió el mundo. La falta de visión y la cobardía
de los estadistas de las más fuertes potencias
europeas de aquella época dieron lugar a una gran
tragedia.
No
creo que en Estados Unidos pueda instaurarse un
régimen de tipo fascista. Dentro de su sistema
político se han cometido graves errores e
injusticias —muchas de las cuales perduran—, pero el
pueblo norteamericano cuenta con determinadas
instituciones, tradiciones, valores educativos,
culturales y políticos que harían aquello casí
imposible. El riesgo está en la esfera
internacional. Son tales las facultades y
prerrogativas de un presidente norteamericano, y tan
inmensa la red de poder militar, económico y
tecnológico de ese Estado, que de hecho, en virtud
de circunstancias ajenas por completo a la voluntad
del pueblo norteamericano, el mundo está amenazado.
¿Teme usted que atenten contra su vida?
Un
mal llamado Lincoln, y Díaz-Balart como apellido,
íntimo amigo y consejero del presidente Bush,
declaró en 2003, refiriéndose a mí, a una cadena
televisiva de Miami, las enigmáticas palabras
siguientes: “No puedo entrar en detalles, pero
estamos tratando de romper este círculo vicioso.”
¿A
cuál de los métodos para “romper el círculo vicioso”
se refiere? ¿Eliminarme físicamente a partir de los
sofisticados medios modernos que han desarrollado,
tal como el señor Bush les prometió en Miami antes
de las elecciones?
[10] Si fuese eso, no me preocupa
en absoluto. Aunque sí creo que van a volver a los
atentados. Es sabido que quieren asesinar a Chávez.
Y piensan también que si me asesinan a mí solucionan
el problema. Las ideas por las cuales he luchado
toda la vida no podrán morir y vivirán durante mucho
tiempo. Las precauciones han sido reforzadas. Yo
estoy aquí conversando con usted... Bueno, hemos
tomado medidas, pero yo me mezclo con todo el mundo
en todas partes.
En
cuanto a una invasíon a este país, hoy día, contra
eso tú no puedes hacer la guerra, de ninguna manera,
como la habrías hecho en el año 1959 o en el año
1961, o cuando la Crisis de Octubre, o después.
Cuando la lucha era de divisiones contra divisiones.
Nosotros vinimos recordando, y llegamos al concepto
de la “guerra de todo el pueblo”; porque con el
viejo concepto académico, tú tienes seis divisiones
y el ejército norteamericano tiene cien, las que
quiera. Y en ese tipo de enfrentamiento clásico, el
pueblo contempla la lucha como contempla hoy las
guerras por la CNN, y no participa en nada. Aquéllos
tienen más divisiones, te destruyen las tuyas,
tienen rnás tecnoiogía, superioridad aérea,
etcetera, y entonces ponte a aplicar en la defensa
del país las tácticas académicas y estás perdido.
Es
una de las cosas que más sabemos, y que ya le
comenté. Volvimos mucho a las ideas aquellas, porque
nosotros sabíamos hacía mucho rato, después de la
Crisis de Octubre, que frente a una invasíon de Cuba
tendríamos que luchar sólos, y que aquí no entraba
una bala. Esa es una verdad que nosotros sabíamos
hacía mucho rato y se impulsó la “guerra de todo el
pueblo”, la organización de todo el pueblo; porque
también está probado que a un pueblo que lucha no lo
aplasta nadie...
¿Se refiere usted a Vietnam?
Bueno, hay otros casos también muy notables, como
puede ser el del Sahara Occidental: a los
saharauíes, en pleno desierto, donde no había ni
bosques, no los derrotó nadie.
Se ve en Chechenia también, hoy.
Sí,
también hay esa otra realidad que vemos en
Chechenia. Tú no puedes estar de acuerdo con sus
procedimientos y sus métodos, porque han sido
despiadados con el noble pueblo ruso, pero un
ejército bien poderoso y experimentado no ha podido
derrotar a los extremistas chechenos.
Mire lo que paso en Kosovo. Los serbios fueron
admirables en su resistencia y sus fuerzas estaban
prácticamente intactas cuando se acabó la guerra.
¿Ustedes
han analizado estas guerras recientes?
Las
hemos estudiado todas. Y muy atentamente. De la
guerra de Vietnam a la última guerra de Irak,
pasando por la del Golfo, la de Bosnia, Kosovo y
otras.
En estas últimas guerras, los que resisten a una
ocupación —en Palestina, en Chechenia, en
Afganistán, en Irak— han hecho un uso frecuente y
bastante criticable de acciones terroristas.
¿Podrían ustedes recurrir a ese tipo
de métodos?
No.
Ya le dije y le vuelvo a repetir que nosotros ni
abandonamos las concepciones que teníamos como
soldados, y le he dicho que nunca aplicaremos
métodos que sacrifiquen a personas inocentes. En la
lucha contra el adversario, contra el soldado,
contra el militar, seguiremos nuestra política de
siempre, y nunca contra un ciudadano de un país de
donde procedan lo invasores; nosotros siempre
lucharemos fundamentalmente contra combatientes.
Bueno, hay un arma a la que nosotros no hemos
renunciado, la única que tenemos, que es el pueblo,
no vamos a renunciar a la guerra de todo el pueblo.
En
cambio, le dije y le repito, nosotros no nos vamos a
dejar llevar por la locura o la tontería de fabricar
armas biológicas. Lo que hemos enseñado a la gente
es a fabricar vacunas y a luchar contra la muerte y
las enfermedades. A esos científicos los hemos
educado en una ética, no les vamos a decir: “Oigan,
pónganse a fabricar viruela” o cosas parecidas, y,
además ¿para qué?, contra un adversario que tiene
cien veces más.
Y
tampoco nos vamos a poner a fabricar un arma
química. ¿Cómo vas a transportarla? ¿Contra quién
vas a usarla? ¿Contra el pueblo norteamericano?
¡No!, sería injusto y absurdo. ¿Vas a hacer un arma
nuclear? Te vas a arruinar. Un arma nuclear es buena
para suicidarse en un momento dado, muy bien:
“Señores, ha llegado el momento, vamos a inmolarnos
y es muy buena esta arma nuclear.” ¿Hacer un arma
nuclear para arruinar el país? Contra un país que
debe tener por lo menos treinta mil. Ya no hablo de
las armas estratégicas; armas tácticas, nucleares,
Estados Unidos debe tener hasta en maletines, porque
en la guerra fría tanto los soviéticos como los
norteamericanos fabricaron hasta maletines de bombas
nucleares para sabotajes... No hubo barbaridad que
no inventaran.
¿Bombas atómicas portátiles?
Sí.
¿Que? ¿Vas a fabricar tres? Te vas a arruinar, te
vas a echar en contra la opinión pública del mundo.
Nosotros no habíamos firmado...
El Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares.
Pero era que no nos daba la gana de renunciar a un
derecho; no pensábamos nunca, nunca, fabricar armas
nucleares, pero decíamos: “Bueno, ¿pero por qué esta
desigualdad, que unos se reservan el derecho de
tener tales armas?” Y ahora hasta nos olvidamos de
eso.
¿Lo firmaron?
Sí,
hemos firmado. Como clara señal de nuestro
compromiso con un proceso efectivo de desarme que
garantice la paz mundial, y deseamos que finalmente
pueda concretarse la eliminación total —y bajo
estricta verificación internacional— de todas las
armas nucleares. También hemos firmado y ratificado
los doce convenios internacionales relativos a la
lucha contra el terrorismo que están allí en
Naciones Unidas. Y también hemos decidido ratificar
el tratado para la proscripción de las armas
nucleares en América Latina y el Caribe, conocido
como el Tratado de Tlatelolco, que ya habíamos
rubricado en 1995...
Pero el tratado que prohíbe el uso de minas
antipersonales no lo han firmado.
No,
el de las minas no. Nosotros hicimos la guerra con
minas y fusiles; ellos tenían aviones, artillería,
tanques, de todo. Pero las nuestras eran minas
antitanques, o contra personal que avanzaba,
dirigidas eléctricamente, no eran automáticas.
Pero las minas pueden matar a civiles...
No
recuerdo un sólo civil herido por nuestras minas,
las usábamos contra las tropas en movimiento.
Esperemos que no tengan que volver a usarlas. Y de
todas maneras, en caso de eventual invasíon de Cuba,
me imagino que ustedes contarían con la solidaridad
de miles de personas en el mundo que se
movilizarían.
La
Revolución Cubana tiene muchos amigos, en muchos
países; cuenta con grandes simpatías, que ya han
expresado su solidaridad después de las amenazas
contra nosotros anunciadas por el presidente Bush.
En cambio, nos gustaría saber cuántos de los que
desde supuestas posiciones de izquierda y humanistas
han atacado recientemente a nuestro pueblo por las
medidas legales que —en acto de legítima defensa—
nos vimos obligados adoptar, han podido leer esas
amenazas contra nosotros, tomar conciencia, y
denunciar y condenar la política anunciada contra
Cuba en los discursos pronunciados por el señor
Bush...
Nadie, sin embargo, luchará por nosotros. Sólo
nosotros mismos, con el apoyo de los pueblos del
Tercer Mundo y de millones de trabajadores manuales
e intelectuales de los propios países desarrollados
—que ven caer también sobre sus pueblos la
catástrofe de la globalizacion neoliberal—,
sembrando ideas creando conciencia, movilizando a la
opinión pública del mundo y del propio pueblo
norteamericano, podremos ser capaces de resistir.
(Tomado del libro "Cien Horas con Fidel,
conversaciones con Ignacio Ramonet", editado por
Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, Tercera edición, La
Habana, 2006, páginas 595-630) ©
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