LOS SECUESTROS DE ABRIL DE 2003
PIRATERÍA AÉREA – ¿HACIA OTRA EXPLOSIÓN MIGRATORIA? –
EL SECUESTRO DE LA LANCHA DE REGLA – LA NEGOCIACIÓN –
ACTITUD DE LAS AUTORIDADES NORTEAMERICANAS – REVOLUCIÓN,
SOCIALISMO Y DELINCUENCIA – EJECUCIÓN DE TRES
SECUESTADORES – UNA DECLARACIÓN DE JOSÉ SARAMAGO
A propósito de todo esto, yo le quería preguntar
sobre esas tres ejecuciones últimas que se
produjeron en abril de 2003. Sorprendió que se
hubiese condenado a muerte y hubiesen sido
ejecutadas tres personas que, a pesar del secuestro
de una embarcación y de lo que hicieron, en realidad
no mataron, ni hirieron a nadie. Entonces también
realmente sorprende que se les haya aplicado la pena
de muerte a
esas
personas.[1]
Este secuestro es uno de esos casos. Había el riesgo
bien peligroso de que se desatara una ola de
secuestros, asociada al pretexto seguro de agresión,
de guerra al país, dentro de toda esa filosofía de
la "guerra preventiva". Ya se habían producido los
actos terroristas de Nueva York del 11 de septiembre
de 2001 v se había declarado una filosofía
guerreristas que nosotros calificamos de nazi
fascista. Es bueno que hayamos hablado del 5 de
agosto de 1994, recuerdo el caso aquél, porque
entonces habíamos llegado a una situación en que se
produce la ola migratoria, porque va no había
embarcaciones seguras, lanchas seguras en la Bahía
de La Habana, actividad marítima segura de turismo,
de pesca, de lo que fuera.
Había una situación económica apretada, ya
llevábamos como tres años de período especial, en
1994, escaseces muy grandes; el espíritu de la gente,
ampliamente mayoritario, era defender la Revolución,
pero el número de los que se sentían incitados a
viajar hacia Estados Unidos —ya le dije que había un
acuerdo migratorio que no se cumplía— era mayor. Le
dije que los que querían emigrar por otras vías lo
podían hacer y que, en general, los que hacían este
tipo de actividad eran gente lumpen, personal
delictivo y siempre la mayoría con antecedentes
penales.
Entonces, ¿qué querían provocar esta vez, en abril
de 2003? Una situación como la que se produjo en
agosto de 1994, cuando ellos mandan los barcos,
cuando no daban visas. ¿Cómo? No dando visas —desde
septiembre de 2002 no se daba una visa—, sin cumplir
el acuerdo. Se estaba creando una situación...
Como de una olla de presión.
Sí, sí. Tenían que haber dado 10 mil visas en una
fecha yi habían dado alrededor de mil; habían
reducido un 90 por ciento las visas. Y los
extremistas, los Otto Reich, los Roger Noriega y
todos esos bandidos, habían concebido un programa de
crear las condiciones para que tuviera lugar una oía
migratoria.
Ésas eran las ideas que teníamos, aunque no
conocíamos todavía muchos detalles o cómo iban a
provocar eso. De modo que ellos tenían un plan de
estas características. A mi juicio, moralmente, son
más graves los delitos de los llamados "disidentes"
que conspiran y reciben salario de Estados Unidos,
que el delito de esas personas que fueron sometidas
a la pena capital, que es lo que usted quiere saber
por qué, porque dice que no había habido sangre, no
había habido muertos.
Ese secuestro de la embarcación, en ese momento,
estaba asociado a la situación que le estoy
explicando, era muy grave, era gravísimo; pero no
tan grave, fíjese bien, no tan grave si no hubiese
ocurrido lo que ocurrió con anterioridad. Dos horas
antes de iniciarse la guerra en Irak, a las 7:00 de
la noche, ocurre algo que no había ocurrido en diez
años, casi desde que se habían firmado los acuerdos
migratorios.
¿No había secuestros desde hacía diez años?
Aquí, durante mucho tiempo, hubo robos de barcos,
delitos, robos de naves de fumigación, de naves
productivas... Pero hacía diez años, desde los
acuerdos de 1994, que no se producía un secuestro de
avión con pasajeros a bordo. Y, de manera extraña,
aproximadamente dos horas antes de comenzar la
guerra en Irak, el miércoles 19 de marzo de 2003, un
avión de Isla de la Juventud, que está entre 80 y
100 kilómetros al sur, haciendo el último viaje del
día, llegando al aeropuerto de Boyeros, informa que
ha sido secuestrado. Seis individuos con armas
blancas penetran en la cabina y al piloto y al
copiloto le ponen el cuchillo en el cuello; lo
secuestran de una forma exactamente igual que
secuestraron los aviones que se estrellaron contra
las Torres Gemelas de Nueva York. Es bastante
extraño eso.
¿Querían marcharse a Estados Unidos?
Sí. Bueno, el avión llevaba combustible para
aterrizar en Cavo Hueso, Estados Unidos —en
principio era combustible para su viaje, porque son
aviones de cuarenta y tantos pasajeros—; llegan allá,
aterrizan. Tenían varios cómplices, lo habían
planeado hacía meses: hicieron viajes, vinieron,
mucha observación, cómo burlar la vigilancia, las
medidas, tirando fotos. Había un poco de descuido,
porque era lo normal, la rutina, porque hacía, ya le
digo, diez años que no ocurría eso.
Los reciben en Estados Unidos, ¿qué hicieron las
autoridades? Arrestaron a los seis de los cuchillos;
a los cómplices les dieron de inmediato residencia,
en virtud de la Ley de Ajuste Cubano. Se inician
investigaciones, retuvieron a una parte de la
tripulación nuestra mientras hacían investigaciones;
dejaron el avión allí y allí están todas las
condiciones para que toda la mafia ésa confiscara el
avión; y confiscaron el avión. Todo fue maltrato al
resto de los pasajeros, formas groseras, incitación
a que se quedaran, todas las porquerías que se
podían hacer las hicieron con relación a ese avión.
Aviones norteamericanos no se secuestran desde una
medida que tomó Cuba hace más de veinte años y que
resolvió para siempre los secuestros de aviones
norteamericanos, que a veces llegaban aquí con 200 y
hasta 300 pasajeros. Los secuestraban con una
botella de agua, a la que ponían una mecha y decían
que era un coctel Molotov; gente desequilibrada, no
era ni siquiera por cuestiones políticas..., algunos
que huían de la justicia, o algún aventurero, o
enfermos psicológicos. A veces pasaban varias
semanas sin que se produjera un hecho, se producía
uno y en esa misma semana se producían tres o cuatro,
como una especie de contagio psicológico entre los
que tuvieran algún problema de ésos.
Nosotros tratábamos de cuidar los aviones y a los
pasajeros; se les abastecía de combustible si hacía
falta y se les devolvía inmediatamente el avión y
los pasajeros. Fueron decenas y decenas. Mientras
que ellos inventaron esa técnica contra Cuba en los
primeros años de la Revolución: acoger a los
secuestradores de aviones, y divulgarlo mucho. Para
provocar imitaciones. Así se inicia el fenómeno de
los secuestros de aviones cubanos.
Cuba les había resuelto a ellos el problema. En
cambio, ellos no castigaban al que se robaba un
avión o un barco nuestros. Pero nadie concebía que
un avión de pasajeros, existiendo el acuerdo
migratorio de 1994, se lo llevaran e hicieran lo que
hicieron.
Se creó aquí mucha indignación con el secuestro de
ese? avión; pero lo grave fue que, a los pocos días,
un juez de Miami decreta la libertad provisional de
los seis secuestradores, no sé si mediante una
fianza. ¡Ah!, porque no los consideraban peligrosos.
Además, creen que aquí esos secuestradores son como
"disidentes", cuando su motivación no tiene nada que
ver con la política. Utilizan la situación política,
pero no suelen ser activistas políticos. Usted
analiza la motivación de muchos secuestradores y se
encuentra gente con antecedentes penales en casi
todos los casos, o con problemas legales, o gente
que por vagancia o porque le han llamado la atención
o por crear reyertas, no todos, pero hay gente
sancionada. Es de ese tipo de gente que no trabaja,
que vive de actividades antisociales; en fin, tienen
el lugar ideal para eso. Son aventureros. Y sin
embargo estamos haciendo un trabajo, lo hemos venido
haciendo en los últimos tiempos, con los
trabajadores sociales, para que los que salen de las
prisiones se reinserten en la sociedad, puedan
conseguir un trabajo, que les den un empleo, y que
lo mantengan allí, porque en realidad si alguien le
dice que tiene tal y más cual delito, tal
antecedente, es difícil buscarles un empleo...
¿Qué pasó cuando aquí la gente se entera que han
soltado en la Florida a los seis secuestradores del
avión?
Se conoce esa noticia el día 29 de marzo —ya la
guerra de Irak tenía diez días— y muy pronto, el día
secuestran
un avión con mayor número de pasajeros, también
venía de la Isla directo, pero éste tenía una
capacidad un poco mayor, como de 45 pasajeros.
Un individuo con una granada —simulaba tener una
granada— decía que la iba a hacer estallar, estaba
en la cola. Quería que lo llevaran a Miami, el
combustible no alcanzaba y el piloto aterriza —no
quería llevarse el avión, él decía que cualquier
cosa, pero no perder el avión y aterriza—, pero
aterriza en medio de la pista, interrumpida la pista,
desde ese momento, toda la noche. Entonces pudimos
comprobar que en Estados Unidos había gente que no
quería que el avión fuera a la Florida. Estaban
interesados, se movieron; nosotros les informamos en
el acto lo que estaba ocurriendo, y entonces
mandaron una declaración en la que decían que se
oponían, hasta pidieron que se publicara, hablaron
con nosotros.
Ese segundo avión fue secuestrado más o menos a la
misma hora que el otro, durante el último viaje que
viene de la Isla de la Juventud. Pero ahí se
buscaron los datos y se trató de persuadir al
individuo, se le informó al Departamento de Estado,
se despertó al responsable de fa Oficina de
Intereses. Entonces enviaron un mensaje bastante
positivo, que se oponían, que estarían en contra.
Cuando ellos dijeron eso, nosotros les dijimos,
incluso, que enviaran a alguien para que se lo
dijera al
secuestrador. Enseguida enviaron al jefe de la
Oficina de Intereses, el tal James Cason, a que se
lo comunicara, y, cosa extraña, a pesar de que eran
conocidos todos los antecedentes de este hombre,
Cason cumplió las instrucciones. En el aeropuerto lo
recibieron y se comunicó con el piloto. La única
forma de comunicarse era con el piloto, el
secuestrador no quería hablar —el de la granada—,
dijo que no, que cómo se demostraba que era
verdaderamente Cason y éste le dijo que estaba
dispuesto a mandarle su pasaporte como
identificación e hizo todo lo posible por
identificarse y parar aquello.
Entonces, se manejó la idea incluso de que no
aterrizaran en la Florida, sino que aterrizaran en
otro estado, porque en la Florida ellos sabían el
problema que se creaba, porque allí la mafia
anticubana domina todo, el poder judicial, etcétera.
Pero el problema es que el avión no tenía el
combustible suficiente y el que se le podía añadir
no daba para aterrizar en otro estado. Fue una lucha
larga, eso duró toda la madrugada.
¿Usted personalmente estuvo en las operaciones?
Sí. Yo no estuve cuando vino el señor Cason, yo no
quería ver a ese señor ni a una legua de distancia,
pero los compañeros del IACC [Instituto de
Aeronáutica Civil de Cuba] estaban por allá, los que
tienen que ver con la aviación, haciendo esfuerzos
en eso; los de Relaciones Exteriores también, un
funcionario de Relaciones Exteriores acompañó a
Cason cuando los de Washington le dijeron que fuera
—todo esto, creo que el hombre estaba durmiendo, era
como la 1:00 de la mañana o 1:30—; fue hasta al lado
del avión, porque allí había una posibilidad de una
comunicación directa que no fuera a través del
piloto, y el secuestrador, el hombre de la granada,
lo rechazó, dijo que no y que no.
Se veía que había dos tendencias. El "embajador"
norteamericano como a las 2:30 se fue a dormir; yo
me quedé allí en la tarea de persuadir.
¿Usted no habló con el secuestrador?
No, hablé con el piloto; con el secuestrador no. En
un momento dado le digo al piloto que me conecte por
los altoparlantes interiores del avión y le hablo a
la tripulación; les dije que no se dejaran llevar
por el pánico, porque el tipo mandaba, y acuso al
tipo. Digo: "Ése es un irresponsable", porque hacía
cosas que uno está viendo ya, que es bueno conocer
psicológicamente. El secuestrador echa a los hombres
delante, a un compartimento de carga, y a las
mujeres y los niños los lleva para atrás. Él estaba
atrás.
¿Él estaba solo, o tenía algún cómplice?
Era uno solo, pero llevaba dos granadas, las tenía
apretadas ahí y amenazaba. Decía: "En tantos minutos,
si no me echan la gasolina, vuelo el avión."
Entonces hacía cosas, yo le daba instrucciones al
piloto: "Dile esto, dile lo otro" Cuando amenazaba,
entonces yo le respondía fuerte: "Usted está
absolutamente loco si hace eso", una cosa de ésas.
Si eran veinte minutos, entonces los esperaba. Todas
las preguntas eran dirigidas a estudiar el grado de
peligrosidad del individuo.
Bueno, amaneció. Cason dormía, pero mientras tanto
el avión tenía que llegar a la Florida cuando lo
dejáramos salir, no podía ir a otro lado. Larga
lucha. Hay un momento en que se abre una puerta para
que los hombres pudieran salir, pero como había
algunas mujeres y ellos tenían eso de caballeros,
dijeron que no. También había que ver cómo se echaba
la gasolina, buscar la forma de echar la gasolina.
Así se va discutiendo. Nosotros habíamos dicho que
no queríamos. El mismo piloto se negaba a volar,
porque él decía que no estaba dispuesto a que le
confiscaran el avión. Yo, por supuesto, le decía: "Oye,
tú vas a cumplir las órdenes que te demos", con toda
la energía posible, él cortaba eso, y yo repetía: "Usted
hará lo que se le diga", porque estaba en huelga el
piloto.
En un momento dado —yo voy ya estudiando bien bien
al individuo, las cosas que va haciendo, y cuando
mete a las mujeres y al hijo para allá, y a los
otros para acá—, le digo a Rogelio Acevedo [presidente
del IACC]: "Acevedo, dirige por el altoparlante ése
una arenga a la gente, diles que ése es un
criminal." Que les explicara calmándolos, pero era
un mensaje más bien atacándolo a él.
Desde luego, el mensaje que tenía que dar Acevedo
tenía que ser un mensaje en medio minuto, y le digo:
"Oye, todo lo que has dicho y la forma en que lo has
dicho, era lo más propicio para que el hombre
hiciera todo lo contrario." ¡Ah!, pero, ya le digo,
tengo que decidirme a hablarle a a la tripulación, a
toda la gente, a los pasajeros.
¿Usted se dirigió a los pasajeros?
Sí, les digo: "Ustedes conocen mi voz, la han
escuchado" —desde luego, calmado, sosegado—; "este
individuo pone en peligro la vida de mujeres y niños,
y se ha empecinado en eso. Hay el riesgo", y los
exhortaba a que, si percibían un riesgo de lanzar la
granada, le quitaran la granada, se lo impidieran.
Yo estoy exhortándolos y dándoles instrucciones a
ellos, que no les estábamos prometiendo nada, pero
que estábamos discutiendo una solución; que los
norteamericanos no querían que ese avión fuera para
allá, todo lo que habían dicho sobre eso; que el
secuestrador se negó a hablar, incluso, con el jefe
de la Oficina de Intereses; que tenía una posición
miserable. Pero duro, para ablandarlo a él y alertar
a estos pasajeros para que, a última hora, ante un
peligro... Todo el problema era estudiar bien la
peligrosidad del individuo, para seguir una línea en
la idea.,.
De que soltara a la gente, ¿no?
Sí, que soltara a la gente, echarle gasolina y que
aterrizara en otras regiones. A esa hora de la
madrugada tuvimos que llamar hasta a geógrafos para
que vieran los mapas, pero los mapas de aviación no
dan para eso. Llamamos: "Busquen los mapas y llamen
a ver cuál es la distancia exacta a tal punto, a tal
aeropuerto", para saber a dónde podía llegar. Le
faltaba por lo menos como 100 kilómetros o más, para
llegar al bordecito de la frontera donde estaba el
otro aeropuerto. No había forma, hicimos todos los
cálculos.
Hay un momento en que el tipo, desesperado, le dice
a Acevedo: "Diles que dejen ir el avión". Y él le
contesta: "La gasolina no llega a Bahamas." A
Bahamas sí podía llegar, y nosotros podíamos llamar
a los responsables allí. No sabíamos cómo
reaccionarían, pero Bahamas es tan vulnerable y
significa mucho para ese país un acuerdo que tenemos
sobre los inmigrantes ilegales... Ellos los
devuelven, pero tienen un montón de islas, y esta
gente no respeta ninguna soberanía...
Ahora, se podía llamar —no hacía mucho que había
habido una reunión de los dirigentes del Caribe—, y
pedir que si el avión iba para allá arrestaran al
secuestrador y lo devolvieran. Pero, ¿qué
inconveniente tenía aquello? Primero, localizar al
Primer Ministro, ver si estaba, persuadirlo y demás;
segundo, no tenía ningún sentido lo que estábamos
haciendo porque lo que valía realmente es que los
norteamericanos cumplieran, que no dejaran el avión
allí, que no retuvieran la tripulación, no queríamos
¡a confiscación del avión, y no queríamos que un
cómplice, si lo tenía, se quedara. Claro, todas esas
condiciones estábamos poniéndolas nosotros,
estábamos planteándolas, y ellos se veían con la
disposición de que no ocurriera lo que ocurrió.
En Bahamas había otra cosa, en Bahamas le echaban
gasolina y tampoco podía llegar, porque se podía
haber resuelto en Bahamas el problema. Podíamos
decir: échenle gasolina para que siga a uno de esos
estados, pero, ¿qué es lo que temíamos aquí? Que a
pesar de llenarlo de gasolina en Bahamas no llegara
a ninguno de esos estados, y se cayera al mar. Se
planteó que quizá podía llegar hasta Jamaica, a
duras penas, porque los pilotos siempre tienen una
reserva, ahorran un tiempo; a duras penas llegaban a
Jamaica, y el lío entonces era para los jamaicanos,
que iban a reclamar, y se decidió que no. A él se le
dijo que no, porque en Bahamas había que resolver un
problema, y eso no se podía resolver en unos minutos;
y en Jamaica por el riesgo de caerse.
Bueno, teníamos el carro cisterna, carros de
bomberos también, todos los medios, por si estallaba
la granada.
¿Ustedes habían identificado al secuestrador?
Bueno, estuvimos buscando quién era el supuesto tipo
entre los distintos pasajeros, porque había una
mujer y una niña... Vaya, hay un error inicial,
aparecía una persona razonable, un médico con su
esposa que venían de viaje, y por un momento la
apreciación de quién era el secuestrador del avión
fue errónea, Durante tres o cuatro horas se trabajó
sobre la teoría de que era otro, y entonces llega
por la mañana la información de que no era ése, que
era otro.
Se identificó su domicilio. Y se descubrió que él
tenía en su casa hasta unos moldes de granadas, para
fabricar las granadas en yeso; pero ésa podía haber
sido la operación antes de fundir una granada, y no
sabíamos si el tipo las fundió o no... Y también
creo que se descubrieron unas cosas como de plástico
que tenía, que se podía sospechar, no teníamos
ciento por ciento la seguridad de si tenía o no una
granada de verdad. Cada vez yo me inclinaba por que
no la tenía, analizando todas las respuestas, todas
las reacciones y todas las circunstancias.
Descubrimos que el hermano de él era un hombre del
Ministerio del Interior, que fue también al
aeropuerto y ayudó. Digo: "Que venga también a ver
si convence al hombre." Vino a ver si podía hacer un
arreglo con él, una sanción. A todos se les dijo que
sería sancionado, y ahí, con el hermano se podía
haber buscado... Luchábamos por eso. Mientras tanto,
esperábamos noticias de Estados Unidos.
¿Entretanto, Cason había vuelto al aeropuerto?
Le habíamos dicho a Cason, casi al amanecer, que la
gasolina no alcanzaba para ir a ningún otro estado
más que la Florida, que pensara en un lugar, una
base aérea, donde pudieran llevarlo, que le diera
más facilidades, para devolver el avión con los
pilotos y con la gente. Estuvieron analizando,
parece ser que esa mañana discutieron bastante.
Esos argumentos se iban utilizando, pero ya se
negociaba con el tipo para que bajara, después de
las arengas y todas esas cosas. Empezamos a negociar
sobre la base de que se !e iba a dar el combustible
para que siguiera, pero se le explicaron distintas
dificultades, tratando de ganar tiempo, esperando la
respuesta del Departamento de Estado, y eso tenía
que ser como a las 11 :00. Mientras tanto, nosotros
ganando tiempo para lograr bajar un número de
personas v echar la gasolina. En esa lucha, el
tiempo y el cansancio del tipo y todas esas cosas,
agua para los niños, en un momento dado se logra que
bajen. Se bajaron 22 personas, Al bajarse 22, con
menos peso ya teníamos toda la gasolina.
En un momento dado, cuando ya tenía el combustible,
se llama a Cason: "¿Hay noticias?" "No." De nuevo:
"¿Hay noticias?" "No", sobre el lugar definitivo
donde le iban a autorizar a aterrizar. Entonces, le
informamos que habíamos conseguido bajar a 22, y ya
podía ir a cualquiera de los estados. "Consulte, que
puede llegar, que ya no hay riesgo," Entonces, se le
dio bastante tiempo, porque este arreglo —la bajada
de los 22— lo logramos como a las 9:00 de la mañana,
le damos dos horas más y todavía nada... Esperamos:
"¿Ya hay respuesta?" "No." "¿Hav respuesta?" "No."
Llegaban las 11:00, y con el hombre se había
negociado acercar el carro de combustible y después
echar; se tenía calculado el tiempo que se podía
estar echando gasolina, que podían ser veinte
minutos o una hora o una hora y media, todo el
tiempo, para eliminar el riesgo de la cuestión de la
granada, y lograr el objetivo de que fuera a otro
estado, y ver si había realmente voluntad por parte
de las autoridades norteamericanas de cambiar de
política. Y creo que se veía que allí había dos
políticas.
¿Dos tendencias
se oponían en Washington?
Sí. Allí había sin duda dos líneas y no sabíamos
cuál se iba a imponer. Mientras tanto, el hombre
tenía que arrancar como a las 11:00, hubo que buscar
pretextos y cosas, el hermano que llegaba, que viene
también, que ya se ha llamado, están todas las
gestiones en camino. El avión que traía al hermano
salió de Varadero, un avión o un helicóptero, no
recuerdo, y yo mirando con impaciencia la hora; se
tardaron un poco más, pero llegaron, creo que llegó
casi a esa hora el hermano. ¡Ah!, ya el secuestrador
estaba pidiendo agua, todo lo necesario para él y
para la gente; dinero, vaya —¡era una mentalidad!—
que necesitaba que le hiciéramos un préstamo de mil
dólares para darle algún dinerito a la gente allí
cuando se bajara... Y nosotros esperando la
respuesta de Washington. Ayudó que el avión del
hermano llegó retrasado, y al fin llegó el hermano.
Habla con él, pero el otro muv desconfiado de todo.
Así se fue ganando tiempo, y aquéllos, a las 10:55:
"¿Tienen respuesta?" "No." ¿Dónde aterrizar? No se
sabía.
¿A Cason lo tenían ustedes informado de todo el
proceso, de la evolución de la situación?
Cada paso que dábamos se lo explicábamos a Cason.
"Mire, hemos hecho esto, se ha hecho esto, se ha
hablado, se ha logrado bajar a tantos, ya llega el
hermano..." Toda la información. Ahora, se cumplió
la hora de salida. "Vamos a ganar un poco más de
tiempo", con el hermano, con el otro, unos
sandwiches que había que hacer, el dinero. El jefe
de la aviación, Rogelio Acevedo, tenía muy pocas
ganas... Le digo yo: "¿Tú tienes ahí dinero?", él
estaba sublevado. Vaya, no es que estuviera
sublevado, sino sufriendo. Le digo: "Mira, ¿tienes
dinero en efectivo ahí?" "Sí." Digo: "Bueno, vamos a
mandarle 500 dólares. No vamos a darle mil,
vamos a darle 500 dólares", para que él siguiera ahí,
para ganar tiempo. Se le entrega el dinero. Pero él:
"¿Ya terminaron? ¿Cuándo salimos?", se veía enérgico.
"No, que ya."
Entonces le dijimos al de la pista: "Mira, ve
despacito." Iban despacito. Pusimos dos pilotos, dos
copilotos. Entraron por la puerta delantera, por
donde los pilotos se bajan, de manera que no los
viera. En realidad había dos pilotos que llevaban
toda la noche y el viaje. No llegaba la respuesta.
Bueno, les dijimos a los pilotos: "Prepárense", y
vinieron a arrancar como a las 11:54, una hora
después del compromiso, y los de la Oficina de
Intereses no tenían respuesta. Digo, bueno, esperen
un poco en el aire. Y cuando está en el aire el
avión, Cason recibe la respuesta: que aterrice en el
aeropuerto de Cayo Hueso... ¡el peor de todos! Era
peor que cualquiera otra base corriente.
Allí maltrataron de nuevo a nuestra gente
tremendamente. Al tipo lo arrestaron. Ah, también él
llevaba una mujer v un hijo, que no era de él, un
hijo que tenía la señora; pero al otro día soltaron
a la señora y al niño. No era buena, porque era
cómplice, había participado en la introducción de la
granada o determinados componentes plásticos de la
granada, los mecanismos estos no de acero.
¿Para que no se detectase?
Sí. Pero ellos sueltan a la señora al día siguiente.
El secuestrador permanece allí. Investigación
abierta, maltrato a todos los pasajeros, esfuerzo
porque se quedara en Estados Unidos alguna gente,
presión; quedan de la tripulación gente esperando
allí las investigaciones pertinentes, dejan el avión,
confiscan el avión, Y hacen todo lo contrario de lo
prometido[2]
Al día siguiente, Io de abril de 2003, se produce,
en la bahía de La Habana, el secuestro de un barco
lleno de pasajeros y hasta con algunos turistas a
bordo.
Cosa muy extraña, en efecto. Al día siguiente,
noticia por la mañana: la lancha que va a Regla ha
sido secuestrada por unos tipos con pistola y
cuchillos... Bueno, aplicamos el principio: nadie
trate de
interceptarla. Y salen. Pero se comunicaban por la
fonía, y cuando estaban todavía como a seis o siete
millas exigen un barco para llevar a La Florida a
toda aquella gente. Dicen: "Llevamos cincuenta
pasajeros — dijeron cincuenta, eran un poco menos—
Llevamos equis niños, llevamos..."
El jefe de los secuestradores dice que lleva un
número de niños y que lleva un número de turistas
extranjeros. De seis a ocho niños y de cinco a seis
turistas. Exageraron un poquito; niños realmente, al
final, era solo uno. Es raro que no hubiera habido
más, siempre hay un grupo de niños.
¿Ese barco adonde iba?
Es un barco transbordador, tiene una capacidad de
cien asientos, y lleva, a través de la bahía, gente
que vive en la zona de La Habana Vieja y viaja del
otro lado de la bahía.
¿Al barrio de Regla?
Sí. Es un barco para aguas tranquilas. Son de fondo
plano esos barcos, no pueden navegar en aguas
agitadas. Entonces lo secuestran, dicen que llevan
cincuenta pasajeros, y se lo llevan de madrugada. Yo
vine a saber eso ya a media mañana; ya habían
lanzado la primera amenaza. Piden un barco más
rápido, y amenazan, si no le mandan el barco, de ir
lanzando rehenes al agua. Es una primera amenaza,
además la reiteran, hablan por fonía abierta.
Pregunto, y me informan que les han avisado, como
siempre, a los guardacostas.
¿Eso era cuánto tiempo después del avión del que
hablábamos?
Veinticuatro horas después.
Usted acababa de salir de la precedente negociación
del avión.
El avión fue secuestrado el 30 de marzo, el 31 son
todas las negociaciones y en las primeras horas de
la madrugada del Io de abril se produce este
secuestro de la lancha en virtud del mismo mecanismo...
Ya de lo del avión se había informado, posiblemente
el día 31, a la población. Es probable que cuando se
difundió la primera noticia de que en la Florida
habían decretado la libertad condicional para los
secuestradores del primer avión, aquellos de los
cuchillos, el 19 de marzo, tienen éstos que haber
empezado a planear el secuestro de la lancha. Porque
tuvieron una reunión la noche previa, se reunieron
en una casa todos ellos, improvisaron bastante. No
le puedo decir exactamente, pero seguro que ya
aquella noticia del avión los indujo al plan, pero
esta vez era la lancha de Regla,
¿Ellos eran nueve?
Era numeroso el grupo, realmente, todos cómplices.
Pueden haber sido de once a doce, había algunas
mujeres. La mujer que iba con el niño estaba en la
conspiración.
¿Usted pensaba que estos acontecimientos, el
secuestro de la lancha, añadido a los dos secuestros
precedentes de aviones y demás, podía desencadenar
una nueva ola migratoria, una nueva crisis
migratoria?
Era obvio, era probado, porque al robarse la lancha
de Regla, ése es el símbolo de que no se puede
viajar, y eso las autoridades norteamericanas lo
estimulan.
El 19 de marzo es el primer secuestro, y los
norteamericanos reciben a los secuestradores y hacen
todo lo que hicieron; más no han podido decir: "Vamos
a ponerlos en la calle". Se vio también que mientras
el juez decretaba eso, la Fiscalía —a no ser que sea
una gran hipocresía—, planteaba que no se les
liberara, recurre al tribunal de Atlanta, que tiene
jurisdicción superior sobre los de Miami; pero
Atlanta concede los derechos pertinentes a los
jueces. Es decir, ahora, después de los atentados
del 11 de septiembre, se ven algunos esfuerzos...
porque están en una situación muy embarazosa, para
que a los piratas los puedan soltar. Pero a la larga
no lo pueden ni impedir...
Aquí, ya le dije, el 90 por ciento de los que salían
ilegalmente eran personas que las venían a buscar de
la Florida. Sólo un 10 por ciento buscaba una balsa,
o se robaba un barco. Y eso ha costado muchas vidas,
por lo que le conté de que esas embarcaciones iban
sobrecargadas de personas, haciendo tráfico de
inmigrantes ilegales... Y cuando llegaban allá, las
autoridades norteamericanas no sancionaban. Nosotros
tuvimos que tomar medidas duras, sanciones duras.
Luego ellos, los presidentes, ya han ido cambiando
los métodos.
Con el presidente Bush, ¿se ha vuelto a degradar el
problema migratorio?
¿Qué hicieron? Suspenden la entrega de visas, lo
mismo que había pasado en la época de Reagan, con
pretextos, siempre hay pretextos, pero la suspenden.
Y poco después es que viene james Cason y se produce
el extraño hecho del 19 de marzo —dos horas antes de
empezar la guerra en Irak— que aquellos con unos
cuchillos secuestran un avión lleno de pasajeros. Y
empiezan a ocurrir toda una serie de hechos...
El día Io de abril, en horas de la madrugada, lo de
la lancha de Regla. Y días después, ya hasta asaltan
a un soldado, le quitan el arma... Se impidió un
tercer secuestro, y más de treinta proyectos,
cometidos por gente que no alega motivos políticos,
Todos los casos, todos, eran del potencial delictivo
del 5 de agosto de 1994, cuando se crearon los
disturbios en La Habana y se originó una situación
que nos obligó prácticamente a decirles a los
norteamericanos: "No les vamos a cuidar la frontera",
y nos declaramos en huelga. Que es cuando se produce
entonces el éxodo masivo de los balseros, al que
temen. Ahora, en las circunstancias de aquel momento,
con la guerra de Irak empezando, lo han considerado
el mejor pretexto para crear una situación que
justificara la agresión.
¿Cómo se termina el secuestro de la lancha de Regla?
A los que se llevaron el barco en un momento dado se
les acaba el combustible. Nosotros, ¿qué hicimos?:
mandamos para allá al Ministro del Interior,
Abelardo Colomé Ibarra. El jefe de guardafronteras
va para allá también. Hablo con un ayudante, y le
digo: "Mira, localiza y que envíen para allá un
transportador de combustible, equis lanchas más..."
Para evitar cualquier naufragio trágico como el del
13 de julio de 1994. Porque se ha producido una
situación que hay que tomar en cuenta. Los
guardacostas de la Florida dicen que mandan unos
barcos, como siempre... Siempre venían a acercarse
cada vez que les informábamos que alguien se iba
ilegal. Y de repente informan que han dado órdenes
de que sus barcos viren, que hay una ley de no sé
qué año —no sé si hablaban de 1988— que establece
que, en esos casos, es el país de la bandera del
barco secuestrado el que tiene que resolver el
problema. Dicen que tiene que resolverlo Cuba.
Ellos saben que hay una lancha secuestrada, rehenes,
y unos tipos peligrosos allí, y ellos podrían haber
dicho: "Bueno, no los vamos a dejar entrar, enviamos
un barco y los vamos a devolver con la garantía que
les hemos dado a todos", a pesar de que nunca han
cumplido, a veces dejan el 20 por ciento allá,
cuando les da la gana, un poco para satisfacer a los
de la mafia de allá, que se opone a toda
devolución.
Nos envían una comunicación en la que dicen que
ellos no harán lo que hacen siempre: esperar, venir,
irlos escoltando, y ya en aguas norteamericanas
decidir. Se supone que ellos quieren cumplir un
convenio, y lo que hacen es decir: "Ocúpense ustedes."
Tenemos que ocuparnos nosotros.
Bien, han sido secuestrados una serie de ciudadanos,
hay niños, hay extranjeros. Las instrucciones mías
son: "Envíen más; medios". El mar fuerza tres, cada
vez peor. Yo, antes de que llegaran a 22 millas, más
o menos, ya dije: "Envíen varias lanchas, el
combustible y todo." Claro, no íbamos a asaltar la
lancha, era estúpido; había que asegurar que no se
hundiera. Por eso mandamos al Ministro... Las
instrucciones eran —teníamos allí como tres barcos—:
"Uno a la derecha, a 100 metros; otro a 100 metros a
la izquierda y coloquen uno detrás, a un kilómetro
aproximadamente; vayan escoltándola por si se
produce algún accidente inmediatamente socorrerlos,
y mantienen esa situación, lo escoltan hasta que
llegue a aguas jurisdiccionales norteamericanas.
Cuídenla hasta que lleguen allí."
Las autoridades norteamericanas, con bastante
cinismo, declararon que eso era cosa nuestra, que
ellos sabrían lo que¡ harían cuando ¡legaran allá,
pero que ésta era cosa nuestra, es lo que mandaron a
decir. Cuando al barco se le acaba el combustible,
queda al pairo. Habíamos mandado creo hasta un
remolcador. No era un equipo de combustible, era un
equipo de auxilio, un remolcador.
Los secuestradores seguían amenazando a un grupo de mujeres con cuchillos al cuello. Siempre ponían el
cuchillo en el cuello de algunas de las mujeres, y
de las turistas también; ellos sabían bien, estaban
conscientes de que hacían daño con todo eso. Cuando
se quedan sin combustible, aceptan que los remolquen.
Aquello no se hundió de milagro, si usted ve la
escena... Era un barco plano, para aguas interiores;
eso lo sabían los del lado de allá también, y se
niegan a aceptarlos. Al acabarse el combustible, los
secuestradores se comunican con nosotros y aceptan
que un remolcador le ponga una soga a la lancha en
la proa, pero ellos no deponían su actitud... Y así
llegan al puerto de Mariel, arribaron a un muelle,
pero no se arriman al muelle, se amarran al muelle
con una soga de varios metros.
Claro, vienen a buscar combustible, igual que el
avión que pidió combustible, con una desconfianza
tremenda.
¿También eso lo siguió usted personalmente?
También me ocupo del asunto. Le voy a decir por qué.
En medio de todo el trabajo, ya iban siendo como a
las 11:00 de la noche y ya estaban todas las fuerzas,
los guardafronteras... Lo que hacen en todas partes
cuando hay un avión secuestrado, que usted sabe que
ha habido un montón de casos, en Europa y en todas
partes, y sabe lo que hacen con un avión secuestrado,
no se andan con limitaciones de ninguna clase, y
asaltan, disparan, matan.
Ahí había gente de tropas especiales y
guardafronteras, y la idea que tenían era liberar el
barco. Yo lo primero que hago es decirles que no
procedan a ninguna acción.
¿Usted se desplazó allí a Mariel?
Les mando decir por teléfono, y cuando terminé con
otras actividades, me moví rápido, antes de la hora
en que se suponía que iban a tomar medidas allí para
liberar a los rehenes. Entonces, cuando estoy
llegando — falta como media hora para las 12:00 de
la noche—, me piden que nos detengamos, casi
coincidía con el momento en que iban a proceder.
Ellos tenían las instrucciones que íes habíamos
dado, que se pusieran a los lados, los refuerzos;
pero ya estaba el barco... Bueno, tenían la
esperanza de que una vez allí los secuestradores
entraran en razones. Por eso yo decido ir,
preocupado... Doy la orden de que no hagan ninguna
de esas acciones, por las consecuencias que suelen
tener para pasajeros, para secuestradores y para
todo el mundo.
Un poco antes de las 12:00, ya tenían parado el
barco, A todo esto, estoy comunicando con un
telefonito celular de esos; para las comunicaciones
uno tiene que cuidarse mucho, en cuanto hago una
comunicación, en Estados Unidos todo lo saben.
Le oyen todo.
Digo: "Díganles que no hagan nada." Están preparando
las condiciones de qué hacer, las medidas a tomar,
cómo iban a liberar a los rehenes, están más bien
planificando, y yo llego, y observo toda la
situación aquella, y les recomiendo que no hagan
nada. No había llegado aún la lancha, había hasta
algún mercante en el muelle, y les digo: "No hagan
ninguna acción", porque es peligroso, cualquier
accidente...; hay que buscar una solución que no sea
cruenta, para que no se produzca ninguna víctima.
Realmente, esa noche y a través de la fonía de uno
de los patrulleros, estuvimos estudiando el
personaje que estaba de jefe; el personaje era
peligroso, al revés del otro, el de la granada en el
avión.
¿Ustedes conocían la identidad de ellos?
Nunca se conoce al principio, hay que mandar a
averiguar; ahí lo que tú estás viendo es el
comportamiento, cómo habla, qué dice, cómo argumenta,
qué nivel tiene. Se veía una gente primitiva. Y la
posición donde tenía las pistolas, pegadas a los
rehenes... Escogía, precisamente, a las francesas,
eran dos nórdicas y dos francesas, cuatro mujeres.
Cuatro turistas.
Ese jefe era peligroso, es la conclusión que se sacó,
y entonces se fue abordando todo el problema. Estuve
allí observándolo todo; era gente que estaba agotada,
no habían dormido desde la 1:00 de la madrugada, ya
habían pasado 24 horas, y no se sabía quién
necesitaba más descanso, si los secuestradores o la
gente nuestra. Digo: "A descansar todo el mundo." Se
logró una especie de tregua para que ellos durmieran.
Se íes mandó agua a los niños, hablaban como de "cuatro
o seis niños chiquitos"; se les mandó leche, agua
para los rehenes, v se logra comprometerlos en una
negociación para buscar una solución.
Yo me voy y duermo unas pocas horas, siguiendo el
problema. El que estaba de jefe de los
secuestradores ha acordado que iba a mandar a uno de
sus compañeros a tierra. Fueron negociando.
El hombre que mandó llegó en un plano muy insolente,
muy endurecido, cuando se había logrado cierto
aflojamiento. Se ponen duros y exigentes, y
amenazantes dando ultimatos. En aquella situación
cambiamos de táctica, no se le respondió más a las
llamadas y se empezó a pensar en cómo resolver el
problema, porque ya no había forma de establecer
siquiera una negociación. Había que buscar variantes,
porque los rehenes estaban sufriendo mucho. Ahí
empiezan una serie de tácticas, más bien de tipo
psicológico. Había procedimientos de fuerza que se
podían utilizar, pero rechazamos utilizar algunos, a
pesar de que el jefe principal, el más peligroso,
era vulnerable...
¿Pensaban ustedes en una intervención?
Sí. El tenía a las turistas con la pistola pegada a
la cabeza, el gatillo levantado y sin seguro. Eso lo
supimos después porque cuando en el agua se encontró
la pistola, al buzo que la está sacando se le
dispara un tiro. Toda la situación era peligrosa,
realmente, era un individuo que podía usar el arma.
Pero a él no se le castiga por eso, ése no era el
problema; realmente era peligroso, hubo que
adaptarlo todo. No se usó ninguna violencia, se
usaron métodos psicológicos de distintos tipos. Ya
estaban todas las condiciones tomadas, de forma que
casi se reduce a cero el riesgo. Pero dio resultado.
Había una tropa delante, como elemento psicológico,
y una de las francesas entra como en comunicación,
le hace seña a la tropa nuestra de que ella.... A
ella la tenían encañonada con una pistola. El tipo,
además, estaba un poco agotado, exaltado, porque las
comunicaciones se habían cortado, hacía una hora que
no había comunicaciones.
Para estudiar su comportamiento, se hizo entonces
una comunicación... Le digo al Ministro: "Dile que
la única garantía que tiene es que suelten a los
rehenes." Llega un momento ya, en horas de la tarde,
y próximo a utilizar otro de los recursos posibles,
para garantizar una solución sin violencia, cuando
ocurre lo de la francesa.,. La muchacha le hace seña
a una escuadra de hombres de Tropas Especiales que
están allí, consultan, y decimos: "Sí, sería lo más
inteligente. Estimulen la fórmula de tirarse al agua."
Y entonces las dos francesas se tiran al agua. Hay
una más decidida, que era la que más peligro corría;
hay otra que está un poco más amedrentada. Las dos
fueron audaces, no sé qué pretexto usan, se tiró una
y después se tiró la otra, e inmediatamente hasta
uno de los que estaba con el jefe de los
secuestradores, un poco oportunistamente; el jefe se
mueve con la pistola para ver lo que está pasando
allá. Uno de los que estaban allí entre los
secuestrados, era miembro del Ministerio del
Interior, se abraza con él, forcejean y caen al agua,
cae primero, incluso, la pistola; los dos caen al
agua, y es por eso que la pistola hay que buscarla,
y apareció, como treinta horas después la sacaron.
En el agua se dispara la pistola. El la tenía
cargada, era peligroso dominarlo; pero él cayó al
mar y todo el mundo hizo así: para el agua.
¿Nadie resultó herido?
No, nadie. Claro, nosotros hicimos operaciones
psicológicas. El se intimidaba mucho cuando una
lancha se acercaba. Ahora no tenía de qué quejarse,
la lancha daba vueltas; de todo hacíamos, todas
aquellas medidas en que lo poníamos en situación de
tensión, estaba agotándose ya; pero la muchacha
francesa es la que promueve el desenlace y se lanzan
todos al agua, y ellos también, todos se lanzaron al
agua y fueron recogidos.
Yo después los vi, hablé con las turistas francesas,
les pregunté todo, hablé con los distintos rehenes.
Con él no hablé sino con los demás y fui
preguntándoles algunas cosas. Entre los cuarenta
había algunos cómplices, ellos tenían alrededor de
doce había algunas mujeres; la propia señora que
tenía el niño era cómplice, pero no tenían
implicación alguna por lo menos 2 pasajeros.
¿Ustedes, en las negociaciones con ellos, le
prometieron algo, no sé, la libertad, un visado para
Estado Unidos, o algo así, si soltaban a los rehenes
sanos y salvos Mire, ya ellos habían creado el
problema. Incluso el intento de persuadirlos era muy
complejo. A mí no me gusta y dije: "Diles que serán
castigados en dependencia de su comportamiento", s
ellos cooperaban para resolver el problema, y
sinceramente se íes habló de priorizar la solución
de aquella situación en concreto mientras se buscaba
cómo resolver la que ya se había creado con la
posición adoptada por las autoridades de Estados
Unidos.
Ya en esa situación era realmente indispensable
buscar una solución, como la que se adoptó cuando
los secuestros de los aviones norteamericanos. Al
devolver a aquellos secuestradores que se traían
aviones de Estados Unidos. En 24 años no se ha
vuelto a producir un solo secuestro. Ahora todo el
mundo, los locos, los medio locos, tienen en cuenta
que no consiguen el objetivo, porque los devolvemos,
y es lo que no quisieron hacer las autoridades
norteamericanas con ninguno de estos casos, que con
sencillamente devolverlos se podía tener la
esperanza de resolver el problema.
No bastaba, incluso, una sanción drástica, eso no
era suficiente, había que asumir riesgos
adicionales, advertir que bajo ninguna circunstancia
un secuestrador de barco o de avión recibiría una
gota de combustible y que no recibirían petróleo ni
ninguna cooperación, ni barco ni avión.
Lo tercero es que quienes realizaran tales hechos
serían sometidos al mismo procedimiento, y que el
Consejo de Estado no tendría clemencia.
Así que de hecho, a causa de la actitud de las
autoridades norteamericanas, se arriesga aquí a
eventuales rehenes. Entonces, yo digo: Bueno, ¿quién
tiene la responsabilidad si un avión de línea, un
avión con cien pasajeros, es víctima de una
explosión en el aire? ¿Quién tiene la
responsabilidad de esas muertes? Los que están
estimulando desde allá ese tipo de acciones. Por eso
yo digo a muchos de nuestros amigos que a veces nos
critican que traten de comprender las circunstancias
en que el país tiene que defenderse.
Pero, aun en esas circunstancias, los autores podían
haber sido castigados a penas severas. En cualquier
otro
país lo hubiesen sido. Pero ¿por qué a la pena
capital y con una ejecución tan imniediata?
No bastaba de hecho ni siquiera ía sanción ejemplar.
Habría sido para nosotros muy complicado y estábamos
dispuestos, no obstante, a hacer con éste, con el
que estaba de jefe, si tenía )a jefatura de verdad,
algún compromiso de sanción, y se íes dijo: "Serán
sancionados, pero la sanción dependerá de que
cooperen o no." Realmente se hicieron grandes
esfuerzos para que el hombre cooperara. Pero de
todas formas nos colocaba ya en una situación muy
difícil; porque cuando se está celebrando el juicio,
ya se había producido el intento de robar un arma
para secuestrar otro avión; ya eran decenas, eran
más de treinta proyectos, por todas partes llegaban
noticias de intentos de secuestro de aviones y de
secuestro de barcos por parte de ese tipo de gente,
que son audaces, que no temen.
En ese momento el problema ya los norteamericanos lo
habían creado. Y uno sabe, por las circunstancias en
que operan, que ésa es una prueba de que el problema
no se resuelve de ninguna manera. Bastaría con que
dijesen que devuelven todo avión que se secuestre;
el día que devolvieran un solo secuestrador, el
problema se acababa. Nosotros les resolvimos a ellos
el problema, pero ellos no nos lo resolvieron a
nosotros. Quedó la Ley de Ajuste Cubano, quedaron
los secuestros de naves, robos, piratería de naves
agrícolas, pero no naves de pasajeros. Nadie pensaba
siquiera que se podía producir, fue realmente una
gran sorpresa.
Y piense usted que el secuestro del avión se produce
en vísperas de iniciarse la guerra contra Irak, de
donde surge la cuestión de la necesidad imperiosa,
desde nuestro punto de vista, de parar aquello, y
para nosotros había que parar aquello y no veíamos
otro camino de parar la ola de secuestros. Hubo que
hablar después y explicar, pero es que había que
decir: "Política: ni una gota de gasolina." Así que
podían aterrizar de una forma o de otra, y no habría
una gota de gasolina; es decir, nadie obtendría
gasolina hiciera lo que hiciera. Y, además, las
otras medidas.
De modo que, al desaparecer, realmente, la
posibilidad de que puedan obtener el objetivo con
eso —aunque sí podían llevarse una lancha por ahí—,
de esa manera el secuestro de barcos y aviones con
toma de rehenes, esa posibilidad ya no la tienen, no
existe en este momento.
Ahora, fíjese, los elementos que le doy: desde
septiembre de 2002 los norteamericanos cortan el
convenio de un acuerdo que venía cumpliéndose
durante diez años. No fue después que les hablamos
del moni toreo, fue seis meses antes de que se
produjera la prohibición de viajar, seis meses antes
—vaya a saber por qué—, cortan la entrega de visas y
crean ya la misma situación que se había producido
en el mes de agosto de 1994; crean una situación de
caos si aquí empiezan a robarse barcos y aviones.
Figúrese la importancia que nosotros teníamos que
darle a eso, casi por encima de todo.
Entonces, secuestran el avión de una manera extraña,
que nadie se explica; ni siquiera la guerra contra
Irak había comenzado, y eso estaba planeado de
antes, porque hicieron varios viajes. Nadie sabe
quiénes son esos tipos, lo que saben, si los
indujeron, que es posible y creo que hasta probable,
porque basta uno, basta un jefe, no va a ser una
enorme casualidad. Ya tienen planeado eso, ya vienen
suspendiendo las visas hace un montón de meses, ya
tienen planes para hacer algo. Ya han logrado el
secuestro de un primer avión, y ellos, los
norteamericanos, saben, igual que nosotros, qué
potencial hay.
Cuando volvió Oliver Stone,[3] nos reunimos Oliver y
los que venían con él, Felipe Pérez Roque también
estuvo, y los ocho tipos que asaltaron a un soldado
y le quitaron el fusil con la intención de ocupar un
avión y secuestrarlo. Ésos están sancionados, aunque
se pudo evitar el secuestro. Ya estaban en el
aeropuerto, tenían todo el plan. Desde luego,
ninguno por motivos políticos. Todos contaron su
historia; cada uno, sus motivaciones. Estábamos
todos conversando, casi como estamos conversando
aquí: "¿Ustedes por qué hicieron esto?" "Por tal
cosa." Todos con noveno grado, porque todos tienen
el noveno grado —hay uno que tenía un poquito más—,
porque ésta es una población que lee y los
delincuentes aquí, la mayoría, tienen noveno grado.
Ahí están todos tomados y filmados, una conversación
donde está Oliver y su gente, Oliver preguntando
además, y yo también les pregunté, y hasta les
expliqué: "Ustedes tendrán que ser castigados; pero,
afortunadamente, ustedes no lograron realizar el
secuestro."
Ellos explicaron, uno por uno, por qué habían
decidido ese secuestro y cuándo. Un día dijimos: "Vamos
a verlos," Estaban aquí, porque el lugar del delito
está en la jurisdicción del tribunal de La Habana.
Nada de esto se ha publicado, y ellos hablaron como
hablamos usted y yo.
¿Y dijeron por qué se querían marchar?
Todo, explicaron eso. Pero es que hay, además, más
de treinta casos...
Que se estaban produciendo ya.
Sí, treinta proyectos de secuestro, y ahora casi han
desaparecido.
¿Usted considera, por consiguiente, que la
aplicación de la pena capital ha sido en este caso
eficaz?
Este es el caso en que yo digo que una medida de
esta naturaleza corta el problema. Y el antecedente
lo tenemos en el hecho de que en 25 años, de ese
país, de Estados Unidos, donde hay tantos locos y
todo tipo de desquiciados, nadie se ha llevado un
avión, cuando antes se llevaban decenas de aviones
cargados de pasajeros, a pesar de las sanciones que
nosotros les íbamos poniendo. Solo una: devolverlos.
Si ellos devolvieran, se acababa el problema. Si
ellos quitan su Ley de Ajuste Cubano, no hay ningún
problema de este tipo, Ramonet. Ésa es la historia,
se la he contado entera, me he olvidado de que
estábamos en una entrevista.
¿Qué sentimientos le inspiran todos aquéllos que han
protestado contra esas tres ejecuciones?
Respetamos totalmente las opiniones de los que por
razones religiosas, filosóficas o humanitarias se
oponen a la pena capital. Los revolucionarios
cubanos también la aborrecemos, por razones más
profundas que las que han sido abordadas por las
ciencias sociales sobre el delito, hoy en proceso de
estudio en nuestro país. Llegará el día en que
podamos acceder a los deseos de todos aquellos
amigos, y usted entre ellos, que nos aconsejan
abolir esta pena. Debo decir que hemos sufrido, en
particular, por no haber podido responder
positivamente a la noble intervención del Papa Juan
Pablo II.
Hacia ese Papa sentía un sincero y profundo respeto.
Comprendí y admiré su noble lucha por la vida y por
la paz.j Nadie se opuso tanto v tan tenazmente como
él a la guerra contra Irak. Estoy absolutamente
seguro de que nunca habría aconsejado a los iraquíes
dejarse matar sin defenderse; tampoco hubiera
aconsejado algo parecido a los cubanos. Él sabía
perfectamente bien que éste no es un problema entre
cubanos; es un problema entre el pueblo de Cuba y el
gobierno de Estados Unidos. Ni siquiera Cristo, que
expulsó a latigazos a los mercaderes del templo,
dejaría de optar por la defensa del pueblo.
¿Le sorprendió la declaración de José Saramago?[4]
Sí. Nos dolió bastante. Creo que se precipitó un
poco. Sin conocer a fondo la situación, ni las
circunstancias. Pero respeto sus convicciones.
Muchos amigos nuestros se molestaron por esas
ejecuciones. Nosotros respetamos sus principios.
Pero ha habido mucha propaganda y eso ha creado una
gran confusión. Algunos amigos, que habían hecho
declaraciones críticas, como Eduardo Galeano, han
rectificado luego su primera actitud. Nosotros hemos
apreciado mucho que algunos amigos nuestros hayan
tenido en cuenta, por lo menos en parte, nuestras
explicaciones.
(Tomado del libro
"Cien Horas con Fidel, conversaciones con Ignacio
Ramonet", editado por Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, Tercera edición, La Habana,
2006, páginas 523-548)
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