EMPIEZAN LAS CONSPIRACIONES
PRIMERAS LEYES REVOLUCIONARIAS – EL CHE EN EL GOBIERNO –
LA REFORMA AGRARIA – CHE GUEVARA Y EL TRABAJO VOLONTARIO –
PRIMEROS SABOTAJES – RUPTURA CON LOS ESTADOS UNIDOS –
TERRORISMO – ATENTADOS CONTRA FIDEL CASTRO
Cuando se termina la guerra, el 2 de enero de 1959,
tiene usted apenas 32 años, y ninguna experiencia de
gobierno. ¿Cómo empezaron a poner en marcha la
Revolución? Me imagino que habría cierto desorden.
¿Qué hicimos primero? Se cumple la promesa de juzgar
a los criminales, cosa que no había ocurrido,
realmente, en este hemisferio. Se cumple la promesa
de confiscación de todos los bienes malhabidos y
malversados en los años de Batista. No lo extendimos
más para atrás porque en la época de lucha hubo que
lograr cierta unidad, y si hubiéramos incluido los
bienes malhabidos de los gobiernos anteriores no
quedaba casi propiedad por ahí. Se hizo como una
especie de amnistía de facto en aras de la unidad.
Todo el mundo acató, en definitiva, al Movimiento 26
de Julio, que era nuestro movimiento, el del
Ejército Rebelde victorioso. Así que nosotros
defendíamos esa idea.
¿Qué hicieron luego?
Otra cosa hicimos: restablecimos en sus puestos a
todos los trabajadores que habían sido expulsados en
la época de Batista, de todas las fábricas. Las
cuentas nuestras no eran muy ecónomas ni estaban muy
ajustadas a los conceptos de los Chicago Boys y de
los neoliberales. También hicimos una rebaja de
alquileres fuerte, una rebaja de alquileres que
después se convirtió en una nueva reforma de
alquileres que convirtió a los inquilinos en
propietarios. Claro, indemnizamos a los propietarios
que tenían pocas viviendas. Todo esto es hasta mayo
de 1959. Luego hicimos las leyes de reforma
agraria.
Tuvimos que actuar frente a estupideces, a cada rato
un problema, porque, por ejemplo, Urrutia dijo de
repente que había que cerrar todos los hoteles —todavía
había juego y algunas de esas cosas—, y la reacción
había sido bastante fuerte.
¿Los trabajadores de los casinos protestaban, salían
por la calle?
A cada rato había una bronca porque estábamos
haciendo todas estas cosas. Y la creación de 10 mil
aulas en la educación. No había dinero, Batista se
había llevado casi todo el dinero. Hubo por parte
del Partido Socialista Popular [comunista] algunas
medidas anárquicas, debido a que había la manía de
las rivalidades, de hacer repartos por la libre de
tierra. Ahí sí yo tomé una posición y dije que eso
no se podía permitir. Hasta hicimos un decreto: "La
ley no reconocerá derecho sobre la tierra a los que
por su propia cuenta las tomen." Iban a caotizarlo
todo, en una Revolución que tenía el respaldo de más
del 90 por ciento de la población según las
encuestas. Porque había competencia, y, además,
algunas diferencias.
Eso fue en los primeros tiempos; y, en mayo, la Ley
de Reforma Agraria, el 17 de mayo, la proclamamos,
simbólicamente, allá en la Sierra Maestra, en la
Comandancia de La Plata. En el avión yo le introduje
más cosas, porque le introduje la idea de las
cooperativas, y puse esa idea en la Ley. Yo era
partidario de las cooperativas y no simpatizaba
mucho con el minifundio, porque te limita la
productividad del trabajo, la gente aislada.[1]
Nosotros procurábamos desarrollar las cooperativas.
También ahí éramos partidarios de las empresas
estatales; porque aquellos enormes latifundios, bien
desarrollados, ¿cómo los vas a repartir, en cuántos
pedazos?
Hicimos cooperativas en áreas de caña. Cuando llegó
la caña, que estaba en plena zafra, he tenido que
pararme delante de una multitud de dirigentes
obreros que estaban pidiendo un cuarto turno, he
tenido que hablarles en los primeros meses; todo el
enorme teatro de la CTC [Confederación de
Trabajadores de Cuba] lleno, donde los del 26 de
Julio estaban agitando la consigna de los "cuatro
turnos" y nosotros, que teníamos la idea —yo no
tenía la menor duda— de que en su momento íbamos a
nacionalizar aquella industria, teníamos que
explicarles que debíamos crear nuevos empleos y no
repartir los que había. No podía decir: "Miren, lo
que van a dejar son empresas e industrias arruinadas",
pero los persuadí con argumentos: "No conviene por
esto, por esto v por esto." Hubo que hacer un
trabajo de argumentación, en los mismos militantes
del 26 de Julio. También había competencia entre
líderes y usted tenía que estar muy atento a todo
eso. En esos primeros meses firmamos todas estas
leyes.
¿Usted qué función ejercía en aquel momento?
Yo tuve dos cargos, pero atendía nada más que las
cosas de Comandante de las Fuerzas Armadas. Yo
andaba arreglando problemas. Entonces, se sublevan
los ministros, se cansan de Urrutia. Pero antes, a
Urrutia le da por entrar en la onda del
anticomunismo, y se le suben los humos a la cabeza.
A Machadito,[2] viejo guerrillero, que estaba de
ayudante, Urrutia lo mandaba a hacer compras en las
tiendas de lujo para su esposa. El hombre, de
Presidente, ha creído que estaba en no sé qué
república bananera y toma todo aquello así...
También empezaron las conspiraciones. Hay una de
Hubert Matos en Camagüey; él era de derechas y tenía
ciertas relaciones... Había problemas de todo ese
tipo. El Che, por supuesto, estaba contra todo eso.
Che no era ministro, él estaba recuperándose de la
salud y participando en todos aquellos programas; él
era jefe militar, porque había que permanecer alerta.
En cuanto se anunciaba algún peligro de invasión,
Raúl para Oriente, Che para Pinar del Río, Almeida
para el Centro y yo para La Habana, nos dividíamos
los mandos. Cuando Girón igual: Che para Pinar del
Río; yo en La Habana, Almeida y Raúl en Oriente.
Bueno, cuando Girón, o la Crisis de Octubre, cada
uno tenía su lugar; y cada uno iba,
independientemente de lo que estuviera haciendo.
Una vez la victoria obtenida, ¿Che Guevara insiste
en que quiere marcharse, que quiere hacer la
revolución en Argentina?
Ese compromiso existía, y yo siempre le dije: "No te
preocupes, que ese compromiso se cumple." Pero el
Che tenía un gran entusiasmo con la Revolución.
Incluso, él va a unas playas, cerca de Cojímar, por
el asma, está restabieciéndose en un balneario;
estábamos en una casa, allí, en Tarará, Núñez
Jiménez, [3] Carlos Rafael Rodríguez, los demás, y
estaba yo, discutiendo la Ley de Reforma Agraria.
Realmente todos eran partidarios de una reforma más
moderada.
Debo decir, con toda honestidad —deja ver quiénes
están vivos y pueden testimoniar—, que el Che se
sorprende porque yo planteo una reforma agraria
mucho más radical. Aquí había latifundios que tenían
200 mil hectáreas y eran latifundios norteamericanos.
Algunas empresas norteamericanas poseían 200 mil
hectáreas. Había un montón de países donde
tenían tierra; pero aquí eran, históricamente,
empresas muy poderosas y muy influyentes. Nosotros
tuvimos que nacionalizar. El proceso se acelera, en
realidad, no porque tuviéramos ideas de acelerarlo o
crear conflictos con los norteamericanos, es que la
primera Ley de Reforma Agraria era muy fuerte.
Se planteaba un máximo de 100 caballerías, v había
latifundios de 10 mil, y de más de 10 mil
caballerías.[4] Si eran productivas y estaban en
producción, entonces se respetaba hasta 100
caballerías; de lo contrario, el máximo eran 30.
Esas eran las características. Es decir, ninguna
podía tener más de 100 caballerías. Y eso, a
condición de que fueran grandes v productivas; es
decir, ninguna podía tener más de 1.340 hectáreas; y
si no era de esas productivas, ninguna podía
tener más de 30 caballerías, o sea, 402 hectáreas.
De todas maneras, les habían dejado 200 y yo dije:
"100 el máximo." Después me dio por observar mucho y
tal vez nosotros pecamos de idealistas. No se puede
negar que cometimos errores de idealismo. Yo
participé v me hago responsable de errores de
idealismo, porque a mí me parece que
estábamos dando un salto muy grande, cuando en la
agricultura, en vez de desarrollar las formas
cooperativas, desarrollamos las empresas estatales.
En "La historia me absolverá" yo meto las
cooperativas, la repoblación, la industrialización,
y menciono los "becerros de oro", yo hablo con un
lenguaje simbólico. Entonces nadie creía en ningún
programa de ningún revolucionario, porque muchos
habían hecho programas y ninguno los había cumplido..,
Nosotros, en realidad, lo que hicimos fue
sobrecumplirlos.
Ahí entran ya otros fenómenos de la reforma agraria,
cientos de miles de gente sin tierra, porque había
muchas decenas de miles de campesinos que pagaban
rentas; otros eran precaristas, no tenían derecho
sobre la tierra y los podían expulsar —ocuparon,
sobre todo, tierras del Estado en las
montañas—; otros eran aparceros, ésos estaban
peor, sembraban y los propietarios les cobraban una
tercera parte de la cosecha. Todas esas tierras
estaban repartidas ya, no había tierras que repartir,
lo que había que hacer era legalizarlos y darles la
propiedad de las tierras que ya ocupaban, y lo que
se hizo fue intervenir.
Sin embargo, no quisimos desbaratar la industria
azucarera. Las últimas que intervinimos fueron las
tierras azucareras, los más grandes
latifundios eran los azucareros...
Las grandes empresas las dejamos como empresas
colectivas estatales. Hoy son cooperativas.
Incluso en algunos cultivos es conveniente
darles a los trabajadores agrícolas unos pedacitos
de tierra para cultivos
familiares, ayudan al abastecimiento. No hicimos
como en la Unión Soviética,
donde realizaron una colectivización forzosa,
costosísima y sangrienta.
Que además no dio resultados. En la Unión Soviética
la penuria alimentaria se mantuvo
mucho tiempo.
Nosotros nunca hemos obligado a unirse dos personas.
La Revolución Cubana estableció, desde el
primer día, que siempre se respetaría la
voluntad de los campesinos y que jamás ningún
campesino sería presionado
para unificar sus tierras para crear unidades
agrícolas de mayor tamaño. Las cooperativas
surgieron de las empresas estatales, a los
trabajadores les entregamos las tierras estatales.
Las otras eran las cooperativas que crearon algunos
campesinos individuales que se unieron, hacían
la casa, la escuela, tenían un montón de
ventajas y funcionaban.[5] A los campesinos
individuales que quedaron,
les dimos las tierras y vivían en cooperativas de
créditos y servicios, es decir, están unidos para
pedir créditos, pero la producción es individual. En
esas cooperativas de créditos y servicios, son
productores individuales que se han mantenido los 46
años. Por ejemplo, en el tabaco, la vida ha
demostrado que, en nuestro país y para el tipo de
tabaco que nosotros cosechamos, en el que hay que
recoger las hojas una por una, lo ideal es el
pequeño productor independiente.
Eso no ocurrió en la Unión Soviética, iban al cero o
al todo; cero colectivización durante los años de la
NEP,[6] y colectivización total en dos o tres años que
causó terrible violencia, abusos, conflictos y daños.
Nosotros aquí discutimos mucho esa la ley, y el Che
y los otros un poco se asombran.
¿Porque era usted el más radical?
En la reforma agraria yo era bien radical, para qué
le voy a decir otra cosa. Bueno, si usted no es
radical no hace nada, se pone a organizar un partido,
hace veinte elecciones y no pasa nada. Pero yo sí,
yo creía que había que dar un golpe con la Ley de
Reforma Agraria.
¿Y lo siguió el Che?
No había ningún problema en absoluto, él estaba
feliz. Él se cuidaba, porque tenía todavía un
poquito aquel freno de ser extranjero, a pesar de
sus méritos...
¿De ser extranjero?
El había tenido iniciativas de industrias y cosas en
la Sierra. Entonces el INRA [Instituto Nacional de
la Reforma Agraria] se convierte en una institución
muy poderosa que interviene todas las tierras. En el
INRA había un poco de desorden. Había un compañero
que era jefe de zona agrícola, por allá por Moa, que
sin consultar con nadie interviene Nicaro, una
empresa de níquel del gobierno norteamericano. Sin
encomendarse a Dios ni al Diablo, porque había una
buena dosis de anarquía en esos tiempos, no se vaya
a creer que fue fácil. Ésa fue una bronca seria.
Entonces decido ir a discutir esto, pero ya la
habían intervenido; era incluso un inconveniente
retroceder, y entonces entramos en discusiones y
negociaciones. Hubo cosas como ésa. También el
Ministro del Trabajo, muy radicalizado, y a veces
intervenían, no se crea que había un orden.
Ya el INRA interviene no sólo tierras, tiene una
serie de industrias, y crea un Departamento de
Industrias e Industrialización, y yo llamo al Che
para que se haga cargo del Departamento de
Industrias. Seguía siendo una figura política y
militar, y en cualquier situación, cualquier peligro
de invasión, estaba él de jefe militar, jefe
político, miembro de la Dirección Nacional de las
Organizaciones Revolucionarias Integradas.
Las ORÍ.
Sí. Una integración que hicimos en 1961 de tres
organizaciones: el Movimiento 26 de Julio, el
Directorio Revolucionario y el Partido Socialista
Popular. Nos reuníamos todas las semanas,
discutíamos los problemas fundamentales, y el Che
estaba en la Dirección Nacional y estaba Raúl. Ahí,
en el Departamento de Industrialización del INRA, se
fue creando el embrión del Ministerio de
Industrias.
Ésa fue una etapa, en un momento dado, en que él
estuvo en eso. Después viene una segunda etapa en
que el Banco Nacional no tenía fondos, los recursos
con que contaba eran muy pocos, porque las reservas
las había robado Batista, y hacía falta un jefe del
Banco Nacional. Hacía falta un
revolucionario en aquel momento. Y por la
confianza en el talento, en la disciplina y en la
capacidad del Che, es nombrado director del Banco
Nacional.
De ahí han surgido bromas. Los enemigos bromeaban,
siempre bromean, también nosotros bromeamos; pero la
broma, que tenía una intención política, se refería
a que un día yo había dicho:
"Hace falta un economista". Entonces se habían
confundido y creyeron que yo había dicho: "Hace
falta un comunista". Por eso habían llevado
al Che, porque el Che era comunista, se habían
equivocado... Y el Che era el hombre que tenía que
estar allí, no le quepa la menor duda, porque el
Che era un revolucionario, era un comunista y
era un excelente economista.
¿Excelente economista?
Sí, porque ser excelente economista depende de la
idea de lo que quiera hacer quien dirige un frente
de la economía del país y quien dirige el
frente del Banco Nacional de Cuba. Así que, en su
doble carácter de
comunista y economista, él era excelente. No es
porque hubiera llevado un título universitario, sino
porque había leído mucho y observaba mucho.
Dondequiera que el Che ejerció
responsabilidades, tenía que estar allí. Ya
mencioné su tesón, su voluntad. Cualquier tarea que
se le asignara era capaz
de desempeñarla.
Después, el Banco ya arregló cuentas, no tenía mucho
dinero, y era mucho más importante lo de la
industrialización, y ya eran centrales
azucareros, industrias y fábricas, porque empezaron
nuestros adversarios a
tomar medidas, y nosotros contramedidas, y cuando
vinimos a ver, todas las principales industrias
habían sido nacionalizadas... A cada medida contra
nosotros, la repuesta que
nosotros teníamos era intervenir un gran número de
industrias, el níquel, los centrales azucareros,
todas las industrias, y ahí tenía que estar el Che.
Qué trabajo hizo el Che, ¡excelente! ¡Qué disciplina,
qué vocación, qué estudioso, qué abnegado, qué
ejemplar, qué austero! A cualquier tarea que le
dabas se entregaba por entero.
Era un líder político, y un líder militar, pero
tenía como trabajo concreto el Ministerio de
Industrias,
¡Cómo estudió! Ahí fue donde estudió los métodos de
dirección.
¿Tuvo discrepancias con Carlos Rafael Rodríguez, que
era partidario de aplicar los métodos
experimentados en la Unión Soviética?
Bueno, allí es donde surgen algunas polémicas entre
el Che y otros compañeros, una discusión que
parecía medio bizantina —yo no estaba todavía
tan consciente—, pues el Che defendía el método de
financiamiento presupuestario v otros compañeros
empiezan a defender el método de autogestión
financiera.[7]
El método del Che no es el puramente presupuestario;
siempre advertía contra los riesgos que supone, y
planteaba que había que estar en permanente guardia
y que no fueran a prevalecer los estímulos
materiales por encima de la conciencia, por encima
de los valores morales. [8]
Se entablan aquellas especies de polémicas y
discusiones, que no llegaron a ser de mucha
profundidad. Yo digo: "Bueno, cada uno defienda sus
posiciones, discutan entre unas ideas y otras."
Y yo, comunista utópico, le confieso que me gustaban
más las ideas del Che en torno a la forma de
construir la economía;6 además, el nuestro es un
país chiquito.. Me gustaba más la apelación moral
del Che, francamente.
Él era bastante opuesto a la cuestión de los
estímulos materiales, era partidario de esos
estímulos, pero limitados, y era muy partidario de
la educación y la formación de una conciencia
comunista, creía mucho en la conciencia y en el
ejemplo.
El Che era partidario del trabajo voluntario, ¿verdad?
El Che impulsó mucho el trabajo voluntario. Fue el
creador, el promotor del trabajo voluntario en Cuba.
Todos los domingos se iba a hacer trabajo voluntario,
un día en la agricultura, otro día a probar una
máquina, otro día a construir.
Mantenía estrechos contactos con los centros de
trabajo, conversaba con los obreros, a veces iba a
los muelles, a las minas, a veces iba a los
cañaverales a cortar caña... Tú lo veías: si se
hacía una combinada y había que subir a la combinada,
él montaba en la combinada de caña; si había que
construir, él con una carretilla ; si había que
cargar sacos, él cargando sacos. Nos dejó la
herencia de aquella práctica que, con su ejemplo,
conquistó la simpatía v la adhesión a esa práctica
en millones de nuestros compatriotas. ¡Un verdadero
ejemplo! Todas esas son cosas admirables. En esas
situaciones, me gustaban esas características del
Che.
¿Se llevaba bien con Raúl?
Estaban muy unidos Raúl y el Che, aunque a veces
discutían, tenían ellos sus discusiones. Pero el Che
nunca discutió conmigo, nunca tuvo ningún desacuerdo,
ni Raúl tuvo desacuerdo. Y en algunas cosas fueron
un poco, digamos, radicales, más Raúl que el Che,
debo decirlo; pero radicales en cuanto a alguna
medida en concreto o relacionado con algo en
particular. Bueno, en aquel reparto de tierras un
poco rápido —no sé si estoy calumniando—, sospecho
que tanto el Che como Raúl eran partidarios de eso;
pero acataron completamente la idea de que no se
podía hacer así, con desorden, la reforma agraria.
Hicimos una reforma agraria muy radical, y hubo
elementos de idealismo. Yo pude haber compartido con
el Che, y él conmigo, elementos de idealismo, pero
no estoy en absoluto arrepentido. Porque mientras
más he conocido los vicios del capitalismo, la
importancia del ejemplo, las ideas y la conciencia,
más me persuado de que son esos factores
fundamentales los que preservaron la Revolución.
Pero quizá hubo exceso de idealismo porque,
realmente, cuando se acabaron las mercancías, que
parecía que eran eternas, las divisas ya se las
habían robado, y empezaron a robarse lo que podían —vendían
los exportadores, dejaban una parte del dinero allí,
subfacturaban, si la vendían en 200 aparecían en la
factura con 150 y ésa es la que traían para
acá—, y también hubo una pequeña pifia, que se
quedaron con algunos millones en Estados Unidos,
eran unos 40 ó 50 millones de dólares, y los
norteamericanos nos los congelaron.
Usted me dijo antes que, inmediatamente después del
triunfo de la Revolución, "empezaron las
conspiraciones". ¿A qué se refería?
Empezaron los sabotajes, la infiltración de hombres,
de pertrechos de guerra, para sabotear y promover
levantamientos y actividades terroristas. Nuestro
país ha sido objeto de la más prolongada guerra
económica de la historia, y de una incesante y feroz
campaña de terrorismo que dura ya más de 45 años.
Empezaron a enviar aviones que bombardeaban con
materiales incendiarios las plantaciones de caña...
Secuestraban a nuestros aviones, y los llevaban a
Estados Unidos, y muchos los destruían. Los dueños
de los periódicos, como hacen hoy en Venezuela
contra Chávez, alentaban los ataques contra la
Revolución. El Diario de la Marina y otros
publicaban declaraciones de gente que se había
marchado a Miami.
Era parte de una guerra: ataques piratas a nuestras
costas, a nuestros barcos pesqueros, a los
transportes que venían a Cuba. Mataron a
diplomáticos, mataron a compañeros nuestros, hasta
en Naciones Unidas... Traían dinamita de Estados
Unidos —¡y hasta fósforo vivo!—la metían en
cajetillas de cigarros, las tiraban en un teatro, en
una tienda, provocaban muertes, incendios, problemas
serios... desde los primeros años del triunfo de la
Revolución, a lo largo y ancho del territorio
nacional fueron también diseminados grupos armados
que asesinaron a campesinos, obreros, maestros y
alfabetizadores; quemaron viviendas y destruyeron
centros agrícolas e industriales.Nuestros puertos,
buques mercantes y pesqueros fueron objeto de
constantes ataques. El 4 de marzo de 1960, en un
muelle de La Habana, hicieron explotar un barco
francés, el vapor "La Coubre", y hubo más de 100
muertos, y entre ellos seis marinos franceses,
cientos de heridos... En marzo de 1961, hicieron
saltar una refinería, el 13 de abril de ese mismo
año sabotearon e incendiaron los almacenes "El
Encanto" de La Habana. Lo más repugnante fué el
atentado de octubre de 1976 contra un avión de línea
cubano en vuelo, repleto de pasajeros, cuyos restos
irrecuperables fueron a parar al fondo del mar, a
cientos de metros de profundidad, en el que murieron
73 personas.
¿Todo eso estaba organizado por los Estados Unidos?
Bueno, en los primeros días esas actividades
terroristas eran más bien organizadas por elementos
batistianos, antiguos policías y gente de Batista
mezclados con algunos contrarrevolucionarios. Pero
ya la administración estadounidense estaba
trabajando intensamente contra Cuba, ya empieza el
bloqueo económico, estamos a unos cuantos meses de
la invasión de Girón, y la CÍA empieza a crear
organizaciones contra nosotros, llegó a crear más de
300 organizaciones... Y hoy se sabe que, en marzo de
1960, ya el presidente Eisenhower firma una orden
que autoriza una "poderosa ofensiva de propaganda"
contra la Revolución y un plan de acción encubierta
para el derrocamiento del gobierno de Cuba.[9]
De noviembre de 1961, después de Playa Girón, hasta
enero de 1963, o sea en catorce meses, hubo un total
de 5.780 acciones terroristas contra Cuba, y de
ellas 717 ataques serios contra nuestros equipos
industriales. Todo eso causó la muerte de 234
personas. Aquel terrorismo, en total, provocó más de
3.500 víctimas y más de 2.000 mutilados. Cuba es uno
de los países de mundo que más ha tenido que
enfrentar el terrorismo.
También les hicieron guerra biológica, mandándoles
virus desconocidos, ¿no es cierto?
Bajo la presidencia de Nixon.en 1971, se introdujo
en Cuba —según una fuente de la CÍA mediante un
contenedor— el virus de la peste porcina. Y tuvimos
que sacrificar más de medio millón de cerdos. Ese
virus de origen africano era totalmente desconocido
en la isla. Y lo introdujeron dos veces.
Y hubo algo peor que eso: el virus de tipo II del
dengue, que produce fiebres hemorrágicas mortales
para el ser humano. Eso fue en 1981, y más de 350
mil personas resultaron contaminadas, murieron 158
personas, de ellas 101 niños... Ese virus de tipo II
era entonces completamente desconocido en el mundo,
había sido creado en laboratorio. Un dirigente de la
organización terrorista Omega 7, basada en la
Florida, reconoció en 1984 que ellos habían
introducido ese virus mortal en Cuba con la
intención de causar el mayor número posible de
víctimas...
Y no le hablo de los atentados contra nosotros.
¿Atentados contra usted?
Fueron decenas de planes, algunos estuvieron muy
cerca de tener éxito. Suman en total, registrados,
entre planes elaborados y en distintas fases de
ejecución, más de 600.[10] Planes bien organizados,
desde incipientes hasta planes avanzados... Planes
en distintos grados. Se hicieron muchas de esas
cosas. Lo hacían de tres maneras: una, directa; otra,
organizando grupos supuestamente independientes, con
todos los recursos, para hacerlo por su cuenta, sin
intervención directa de las instituciones
norteamericanas; la tercera es la incitación, que
tiene mucha fuerza, crear psicología de cazadores,
de que hay alguien que debe ser cazado, plena
franquicia para la cacería, recolección de recursos,
amplios recursos a grupos supuestamente políticos,
como era la famosa Fundación.
¿La Fundación Nacional Cubano Americana?
Sí. Su línea fue de trabajo político y de lobby,
hasta el momento en que, después del derrumbe del
campo socialista y de la URSS, creó un grupo de
acción.[11] El que lo dirigía, Jorge Más Canosa, era
hijo de uno de los peores esbirros de Batista. Allí
los que más influencia tenían fueron, primero, los
batistianos, que se llevaron mucho dinero, y
dirigían esa Fundación. Después ellos sufragaban a
todos estos grupos, les daban dinero; lo que no
tenían era un grupo institucional de ellos, hasta
que, al principio del "período especial", en 1992,
lo crearon; pero ellos trabajaban con todos los
terroristas aquellos que entrenó la CÍA, y les
pagaban los planes de atentado de todo tipo, planes
terroristas.
Así que para ellos la última forma es la incitación,
a mucha gente le han metido en la cabeza la idea de
que hay que hacer una gran cosa, como es asesinar a
este diablo. Son "atentados por inducción", yo los
llamo. Entre todos, los distintos grupos, suman, ya
te digo, más de 600 planes, v algunos estuvieron
bastante cerca del éxito. Ahí es cuestión de azar,
que también influye.
Hay un agente que tuvo en su poder una pastilla de
cianuro y estuvo a punto de echársela a un batido de
chocolate en un lugar donde yo iba, una cafetería
del hotel Habana Libre. Se le congeló, por suerte;
en el momento en que la iba a echar, estaba
congelada. Porque aquí había una mafia del juego y
del contrabando, gánsteres, que estaban aquí, que
fueron afectados por la Revolución, y después fueron
utilizados en los planes de atentados y en los
planes de contrarrevolución.
Ellos tenían, en algunos hoteles, gente que habían
colocado allí, amigos; aunque la inmensa
mayoría fuera gente buena, ejemplar, siempre había
algún elemento dispuesto, que utilizaron,
exhaustivamente. Eso lo comprobó el propio Senado de
Estados Unidos.[12]
En otro atentado, pensaban utilizar un agente
químico que producía efectos similares a los del LSD
para infectar el aire de un estudio de televisión
donde yo iba a hablar. Otra vez rociaron con veneno
letal una caja de cigarros que yo me iba a fumar.
En un momento, cuando visité Chile en 1971, me
tuvieron en la mirilla con una cámara de televisión
que ocultaba un arma de fuego. Ahora, ellos
seguramente iban a morir allí si disparan con
aquella arma; y cuando su vida estaba en peligro, no
disparaban. El último plan de atentado fue en la
reunión aquella de Panamá, en que estaba Luis Posada
Carriles, el autor de la voladura del avión cubano
en el año 1976, y que había mandado estos grupos...
¿En una reunión de la Cumbre iberoamericana?
Sí, la del año 2000. Lo capturaron. Bueno, ahora la
lucha es que Washington se niega a extraditar a
Posada Carriles,[13] Y todo eso fue pagado desde
Estados Unidos.
Según usted, ¿qué responsabilidad tiene Posada
Carriles en todos estos atentados contra Cuba?
Posada Carriles y su cómplice Orlando Bosch son los
más sanguinarios exponentes del terrorismo
imperialista contra nuestro pueblo.
Realizaron decenas de atroces acciones en numerosos
países del hemisferio,
incluido el territorio de Estados Unidos. Miles de
cubanos perdieron la vida o quedaron
mutilados como consecuencia de estas cobardes
y abominables acciones.
Las mismas instituciones y servicios norteamericanos
que entrenaron a estos terroristas de origen cubano
entrenaron también, como es conocido, a los que
organizaron el brutal ataque contra las Torres
Gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001,
en el que varios miles de norteamericanos perdieron
la vida.
Posada Carriles no sólo participó, junto a Orlando
Bosch —entonces jefe de la CORU [Coordinadora de
Organizaciones Revolucionarias Unidas], organización
creada por la CÍA—, en la destrucción del avión de
Cubana, sino que después, durante muchos años,
organizó decenas de planes de atentados contra la
vida de los más altos dirigentes de la Revolución
Cubana, e hizo estallar numerosas bombas en hoteles
de turismo en Cuba. Mientras Orlando Bosch,
aparentemente prófugo de las autoridades
norteamericanas, fue partícipe, junto a los cuerpos
represivos de Augusto Pinochet, en el secuestro y
asesinato de importantes personalidades chilenas,
como Carlos Prats y Orlando Letelier, o la
desaparición de numerosos luchadores contra el
fascismo en Chile, c incluso el secuestro y la
muerte de diplomáticos cubanos. Desde la propia
prisión en Venezuela, donde estuvo once años preso,
Orlando Bosch ordenó a sus sicarios la realización
de planes terroristas.
Tan tenebrosos personajes actuaron siempre bajo las
órdenes de los gobiernos y los servicios especiales
de Estados Unidos, o eran (y han sido) ilegalmente
exonerados de todo cargo y castigo, como es el caso
del perdón otorgado a Bosch por el presidente George
Bush padre, o tolerada su presencia durante semanas
enteras en territorio norteamericano, como ha hecho
el actual presidente de Estados Unidos con Posada
Carriles, lo cual constituye una flagrante violación
de las propias leyes del país por parte de quienes
tienen la máxima responsabilidad de proteger al
pueblo norteamericano de ataques terroristas.
Todos los actos terroristas de Posada Carriles,
incluidas las bombas en los hoteles de turismo de La
Habana y los planes de atentados, fueron financiados
por los gobiernos de Estados Unidos a través de la
tristemente célebre Fundación Nacional Cubano-Americana,
desde que fue creada por Reagan y Bush en 1981. Todo
eso fue pagado desde Estados Unidos. Jamás se actuó
con tanto engaño e hipocresía.
¿Los Estados Unidos estuvieron siempre detrás de
esos atentados?
Desde el primer momento, la administración
norteamericana estuvo tratando de crear una imagen
desfavorable de la Revolución Cubana. Hicieron
grandes campañas publicitarias contra nosotros,
grandes intentos por aislar Cuba. Para frenar la
influencia de las ideas revolucionarias. Rompieron
las relaciones diplomáticas en 1960 y adoptaron
medidas de bloqueo económico.
Ya lo habían hecho con la revolución mexicana en la
época de Lázaro Cárdenas, cuando éste nacionalizó el
petróleo en 1936. Decían horrores de aquella
revolución. Lo hicieron también en 1954 contra la
revolución de Jacobo Árbenz en Guatemala porque hizo
una reforma agraria. También hicieron una gran
campaña contra Salvador Allende y sus reformas en
Chile, y contra la revolución sandinista en
Nicaragua. Lo han hecho con todas las revoluciones,
y hoy lo hacen con la revolución bolivariana de Hugo
Chávez en Venezuela.
Pero, contra ustedes, Washington pudo contar con la
ayuda de cubanos antirrevolucionarios.
Sí. Mire, le voy a decir una cosa: lo que vimos y lo
que aprendimos es que muchos de los que se
iban para Miami, muchos de los que estaban en
actividades terroristas, no estaban pensando, ellos,
en derrotar a la Revolución. Todos ellos vivían con
la convicción de que Estados Unidos y su fuerza
serían los que derrotarían a la Revolución. Muchos
de los que se fueron y abandonaron su residencia y
abandonaron todo —no es que los expulsáramos o les
quitáramos la residencia—, decían:
"Esto dura cuatro o cinco meses, ¿cómo va a durar
una revolución en este país?", y se marchaban. Pero
también los contrarrevolucionarios tenían la
convicción —y eso ha pasado también en otros
procesos— de que su causa triunfaría por una razón o
por otra, y en este caso muy especial, porque
la lucha era con Estados Unidos y era
cuestión de hacer un poco de méritos, acumular
méritos en un sentido o en
otro, estar en las prisiones —aunque esto no era tan
importante— o en alguna guerrilla
contrarrevolucionaria en la que no tenían
espíritu ofensivo alguno.
Ellos esperaban la intervención de los
norteamericanos para derrotar a la Revolución.
(Tomado del libro
"Cien Horas con Fidel, conversaciones con Ignacio
Ramonet", editado por Oficina de
Publicaciones del Consejo de Estado, Tercera edición, La Habana,
2006, páginas 273-289)
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