En la mañana del lunes 4 de agosto continúa el cerco, establecido cinco días
antes, al Batallón 17 estacionado en Las Mercedes, así como emboscadas en espera
de los refuerzos que en auxilio de la tropa sitiada debía enviar el mando
enemigo.
Durante esos días permanecí la mayor parte del tiempo en el puesto de mando
radicado en un alto al costado del aserrío de Luis González, en Jobal Arriba.
Allí estuve acompañado solamente por Celia, algunos mensajeros y la pequeña
escuadra de la Comandancia, integrada, entre otros combatientes, por Manuel
Fajardo Sotomayor, Universo Sánchez y Marciano Arias Sotomayor. No recuerdo si
ya para esa época contábamos con el cocinero Miguelito Milanés, cuya sazón a
veces no era la mejor, pero sus simpáticas ocurrencias siempre nos
entretenían.
A las 6:45 de la mañana de ese día envié un mensaje a Eddy Suñol, quien
continuaba emboscado con su tropa en Sao Grande:
[...] yo sé que la gente está cometiendo
muchos errores, pero esta vez las faltas no van a quedar impunes. Adviérteles a
los tenientes y a todos los hombres que por ahí no pueden dejar pasar los
guardias, vengan con lo que vengan. Que no admitiré ningún género de excusa. Si
hacen falta más hombres, yo los mando pero lo único que no admitiré es que
rompan esa línea. Si la posición es descubierta, hay que abrir nuevas trincheras
más adelante, pero nunca retroceder una pulgada.
Yo tengo 20 hombres cerca del Cerro, con la
misión de atacar por el flanco a cualquier tropa que choque con ustedes y si
logro bajar hoy el tanque vamos a armar un desguazo. Camilo está posesionado en
Cuatro Caminos.
Los 20 hombres cerca de Cerro Pelado eran,
como se recordará, la patrulla al mando de Pungo Verdecia.
Se puede inferir claramente, por el tono de ese mensaje, que yo no estaba
satisfecho con el desempeño del personal rebelde destinado a la emboscada
principal contra el probable refuerzo enemigo. Esa era la pieza clave para
definir el desenlace de toda la batalla. ¡Qué falta nos hubiera hecho en
ese momento un Paz o un Cuevas! Sin embargo, tal como quedaron planteadas las
cosas, me parecía que ya era tarde para hacer nuevos movimientos. De ahí mi
insistencia en fortalecer la moral de Suñol y de los hombres bajo su mando, y
hacerles adquirir plena conciencia de su papel fundamental en toda la estrategia
trazada para impedir la fuga de esta última tropa enemiga.
Las fuerzas rebeldes participantes de manera directa en el cerco de la tropa
en Las Mercedes continuaban bajo la dirección inmediata del Che, quien
había demostrado ser acreedor de toda la confianza que había depositado en él.
Yo estaba seguro de que entre el Che y los decididos capitanes que actuaban en
el cerco, entre ellos Guillermo, Lalo y Raúl Castro Mercader, no había peligro
alguno de que algo saliera mal en ese frente.
Batalla de Las Mercedes del 31 julio al 6 de agosto de
1958. Tras 74 días de combate, la ofensiva enemiga de verano es definitivamente
derrotada en el punto por donde se inició.
Batalla de Las Mercedes del 31 julio al 6 de agosto de
1958. Tras 74 días de combate, la ofensiva enemiga de verano es definitivamente
derrotada en el punto por donde se inició.
Esa mañana, el Che me informó:
El mulo lo localicé ayer, con lo que se me
pasó algo una racha fidelista de mal humor. Aquí todo tranquilo, estoy haciendo
trincheras por el camino para abajo, cosa de ir acercándonos a Las Mercedes. La
50 es el bicho necesario para tumbar el explorador.
Poco después de recibir esta nota le contesté con una información sobre los
infructuosos esfuerzos por poner de alta la tanqueta capturada en las Vegas,
asunto que se había convertido para mí prácticamente en una
frustrante obsesión durante los últimos días, pues estaba consciente de lo
que podría significar la entrada en acción de esa arma:
Tú con tu mulo y yo con “mi” tanque. Se buscó gasoil, vino el gasoil y el
tractor siguió sin fuerza. El tanque que venía ya bien con su propia fuerza le
cayó un aguacero y se puso a patinar. Hoy he mandado a enyugar bueyes para
sacarlo. Es desesperante el tiempo que se está perdiendo.
En ese mismo mensaje le expliqué, como siempre, algunas nuevas disposiciones
que pensaba tomar y le di respuesta al tema de la ametralladora 50:
Estrada Palma parece ser el punto de
concentración enemigo. Esta noche la mando a bombardear con el [mortero] 81 y
voy a colocar una emboscada entre Cerro y Estrada Palma. Vamos a fortalecer
además la línea de la Herradura y Sao Grande. Estar en posesión de Cuatro
Caminos es muy ventajoso para nosotros, pues amenaza el flanco del refuerzo que
venga por Sao Grande. Con el tanque, si acaba de llegar, hay otros
planes.
Manda a preparar una posición con trincheras
buenas para colocar la 50 y junto con la 50 coloca la antiaérea del tanque que
es la de Joel [Iglesias] y que tira según tengo entendido a una velocidad
fantástica.
Con ambas ametralladoras en una buena posición
se puede acabar el relajo de los paracaídas. Pero tienen que protegerse con
buenas trincheras. Ordena ese trabajo esta misma noche.
Ya teníamos la información de que, durante varios días, el mando del Ejército
se había dado a la tarea de concentrar hombres, tanques y otros medios de guerra
en el central Estrada Palma, a una hora de distancia de Las Mercedes, a lo largo
de caminos llanos y despejados donde los tanques podían operar sin dificultad.
La certeza de que el enemigo lanzaría todos esos medios, en un intento por
lograr al menos la menguada victoria de rescatar al batallón cercado en Las
Mercedes, creó en mi mente la convicción de que sería muy difícil contener y
rechazar este especial despliegue de fuerzas. No obstante, aún mantenía la
esperanza de que con la bazuca emplazada en Sao Grande y unas minas que iba a
enviar para allá, y con un buen desempeño de nuestros combatientes en esa línea
de defensa contra el refuerzo, algo se podría hacer.
Por su parte, las líneas de cerco en el sector del cementerio de Las
Mercedes, donde estaban Guillermo y Lalo, y la línea de apoyo en La Herradura,
donde estaba Huber Matos, contribuirían, sin duda, a que la huida del Batallón
17 y su refuerzo no fuese el paseo militar que el enemigo calculaba.
El Che en la Sierra Maestra
Al igual que en la Batalla de Jigüe, yo había concebido la idea de utilizar
el equipo y los altoparlantes de Radio Rebelde como presión psicológica
contra los soldados sitiados, y sobre ello también le informé al Che en este
mensaje:
Hace dos días mandé a buscar el altoparlante
con su personal. A dos mujeres les ocupamos un lote de cartas para los guardias
sitiados que podemos utilizarlas con éxito, leyendo los nombres de los soldados
a quienes se dirigen, los familiares que le escriben e invitando a que manden
uno a recogerlas.
Poco antes del mediodía del 4 de agosto, Lalo Sardiñas me comunicó que
mantenía cerrado el sector oeste del cerco y que, algo más a la derecha,
Guillermo tenía abierta una brecha hacia La Herradura, con el firme tomado. Si
la tropa sitiada intentaba salir por allí podría ser dividida en dos, y Lalo por
la retaguardia podría tomar sus trincheras. Pero hasta el momento los soldados
no habían intentado salir. Esa mañana Lalo observó cómo la avioneta lanzaba sus
paracaídas sobre la posición enemiga y un helicóptero descendía al campamento,
por lo que solicitaba autorización para dispararle si regresaba.
En mi respuesta a este mensaje de Lalo, le decía:
La llegada del Helicóptero es señal segura de
que los guardias creen que nos hemos ido, que la aviación acabó, etc., etc.
Ahora hay que esperar a que salgan para darles un buen leñazo. No importa
que el helicóptero vaya y venga las veces que quiera, excepto que intente
evacuar a la tropa por aire. Cuando vuelva a haber combate tendremos la 50 y la
antiaérea del tanque para evitar que le llegue nada ni por paracaídas. Mientras
tanto ya tenemos gente lista para proseguir la ofensiva en el llano. Cuida bien
de que no pasen por tu línea y aprovecha el tiempo para hacer trincheras de
noche.
Cerca del mediodía fue detenido en la emboscada de Eddy Suñol en Sao Grande
un individuo sospechoso, quien decía ser de Gabiro, y aseguró que los soldados
avanzaban hacia Las Mercedes. Suñol lo envió, bajo la custodia de un
combatiente, a la casa donde se encontraba El Vaquerito, pero al no estar este
allí lo dejó en la posición que ocupaba Rubén Fonseca, a quien no se le advirtió
que era un detenido. Minutos después el sujeto se fugó, al parecer en dirección
al Cerro. Era de suponer que delataría las posiciones rebeldes. Sobre las 6:00
de la tarde, Suñol y Duque me informaron de lo ocurrido. Entonces, dispuse el
relevo de Suñol y ordené a Duque hacerse cargo de la emboscada de Sao
Grande.
La aviación enemiga siguió ametrallando durante el día las posiciones
rebeldes. Esa tarde, en Sao Grande, una ráfaga hirió en el vientre a un
combatiente de la escuadra de Dunney Pérez Álamo, de la tropa de Duque.
Radio Rebelde desde la Sierra Maestra
Finalmente, el mando enemigo decidió, con ayuda del Batallón 17 cercado,
lanzar a la más poderosa agrupación creada hasta ese momento. Desde Estrada
Palma comenzó a avanzar en dirección a El Caney, Sao Grande y Las Mercedes un
batallón de asalto provisto de armas automáticas, que traía en la vanguardia
tres tanques medianos Sherman; lo seguía el Batallón 12, al mando del comandante
Pedraja Padrón, que llevaba al frente dos tanquetas T-17, y en la retaguardia se
movía el Batallón 25. Eran alrededor de 900 guardias. Detrás, y más al Oeste,
desde Cerro Pelado, en dirección a Cuatro Caminos y Arroyón, avanzaba el
Batallón 10 del comandante Nelson Carrasco Artiles, con unos 300 hombres. En
total, por tanto, el refuerzo enemigo contaba con cuatro batallones, tres
tanques Sherman y dos tanquetas T-17, que conformaban una agrupación de
alrededor de 1 200 hombres.
Esa tarde, el refuerzo enemigo acampó a mitad de camino, aproximadamente a la
altura de los terrenos que hoy ocupa la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en El
Caney de Las Mercedes, con la intención de proseguir su avance al día siguiente.
Desde su posición en las lomas de Cuatro Caminos, Camilo me comunicó:
Me llegan noticias que por el camino de Las
Mercedes va una tropa; está acampada en un palmar, vienen 2 Tanques o tanquetas,
delante unos 150 guardias, detrás otro carro, 2 tanques o tanquetas más y
otro grupo de 100 a 150 soldados, mas hace como dos horas están parados. Tengo a
Verdecia vigilando los movimientos para que se mueva y los ataque por un flanco
o la retaguardia cuando les abran fuego.
Nosotros esperamos algunos mañana. Es una
lástima no vengan hoy, la fiesta estaba completa con el mortero 81. Pedro
[Miret] sale temprano hacia el objetivo.
Y a las 7:15 de la tarde, Camilo, impaciente, informaba de nuevo:
Hay una tropa de quizás 300 hombres acampada
cerca. Sería una gran cosa, me parece, bombardearlos esta noche. Pedro tiene la
misma idea.
Esperamos nos diga qué hacer. Esa tropa está
en camino a las Mercedes. Tienen algunos Tanques, creo son 3 ó 4. Creo mañana
hagan el avance [...] Verdecia está a unos 300 metros de ellos.
Inmerso aún en el esfuerzo por mover la tanqueta ocupada al enemigo, esa
noche le respondí a Camilo escuetamente:
He movilizado hoy hasta bueyes para mover el
dichoso tanque. Si llega, esta misma noche te lo mando. A Pedrito, que
permanezca ahí apoyándote.
Y luego, a las 8:25 de la noche, envié un mensaje al Che en el que le informé
de estas noticias sobre el refuerzo y las nuevas acciones por emprender:
Estoy tomando medidas para conjurar la
situación. Entre otras, ordené que Duque tomara el mando de la tropa que cuida
ese camino. El maldito tanque está todavía enmarañado; ahora es que me hace
falta de verdad para meterlo con Camilo por detrás de los guardias.
La 50 va a amanecer en la posición de Guillermo, que parece la más próxima
para entre Jíbaro y Purial, con instrucciones de ir a reforzar a Silva, si
tratan de salir por esa dirección. Toda esa gente debe preparar buenas
trincheras en puntos estratégicos y estudiar bien el terreno pues hay un camino
por allá que va a Cayo Espino sin pasar por Jíbaro, aunque creo que tiene que
pasar antes por la Herradura.
A continuación, trasladé al Che algunas consideraciones sobre la distribución
de las fuerzas realizada hasta el momento:
Ha sido un error situar tanta gente en el
cerco; han gastado balas sin control alguno; gente de Guillermo hay con 15 tiros
solamente y esto puede ser gravísimo ahora y luego. No quiero pensar en Crespo y
Raúl [Castro Mercader] cómo andarán. Le di orden a Ramirito de no entregar una
sola bala sin autorización mía expresa. Preferible es sufrir los inconvenientes
del trámite a las consecuencias de quedarnos sin balas.
Y más adelante, en el mismo mensaje, volví sobre este asunto:
Otros inconvenientes del numeroso personal en
el cerco además del gasto excesivo de balas es la concentración ante los
bombardeos y la debilidad de las posiciones ante los refuerzos.
La línea del cerco no tiene que ser fuerte,
pues tropa sitiada empuja muy poco y puede ser atacada desde todas partes apenas
lo intente. Poco a poco tenemos que ir desplazando el personal.
Desgraciadamente, había llegado a esta convicción demasiado tarde. Si me
preguntaran ahora la razón por la cual dediqué tantas fuerzas al cerco, no
hallaría una explicación coherente. En Jigüe, las fuerzas destinadas al cerco
eran mucho menores que las asignadas al rechazo de los refuerzos, y esa
había sido la lógica aplicada, con excelentes resultados, en todas nuestras
operaciones anteriores. Quizás esta vez influyó en mi ánimo, de manera
subconsciente, el hecho de que el cerco de Las Mercedes se desarrollaba en un
terreno de características diferentes, donde la tropa sitiada tenía más
posibilidades de maniobra. Pero a estas alturas de la batalla había cambiado de
opinión. El problema era que ya no había nada que hacer.
En ese mismo mensaje, le decía al Che:
En cuanto al uso de los morteros 60 debemos
incluirlos en el alto al fuego. De lo contrario no podemos darles la impresión
de una retirada, aunque más importante que esto todavía es el ahorro de parque,
y me parece que si los morteros continúan disparando van a crear confusión entre
los nuestros y no van a cumplir la consigna.
Corre de tu cuenta abrir fuego con los
morteros y demás armas si lo consideras conveniente caso de que se estén
organizando para una batalla de retirada en regla; no sería lo mismo, si ellos
movilizan solamente un pelotón o dos de tanteo, en cuyo caso lo mejor es esperar
a que choquen con la línea.
Si nosotros proseguimos las acciones ofensivas
el tiempo estará de nuestra parte y atacando o amenazando otros puntos
distraeremos los aviones en otras direcciones. El día del combate inventado
por ellos cerca de Estrada Palma, los aviones que venían para las Mercedes
descargaron allí todas sus bombas. Yo veo al Ejército acobardado más de la
cuenta y tenemos que aprovecharlo.
Hoy por la mañana llegó al fin el gasoil para
el tractor, se podrá mover el tanque y creo que podremos hacer algo. Ha sido una
verdadera pérdida de tiempo, pero por fortuna el enemigo está realmente
grogui.
Por último, insistí en la necesidad de situar una fuerza cuidando el probable
avance del enemigo desde Cienaguilla:
Se me pasó decirte que estando situado Fonso
por el Aguacate, cerca de Cienaguilla, puede hostigar por el flanco o por la
retaguardia a cualquier tropa que avance desde Cayo Espino a las Mercedes,
tomando un camino que va del Aguacate a Purial por Cupeyal en una hora y media
todo lo más. Esto, desde luego, teóricamente, pues en la práctica la gente ha
perdido cada oportunidades que son para lamentar toda la vida.
Esa noche, le informé a Camilo:
Hace un rato te envié comunicación
comunicándote que Pedrito, no hiciera nada esta noche y permaneciera contigo
para apoyarte con el mortero. Yo sería partidario de que si los guardias avanzan
y chocan con nuestra gente en Sao Grande, se les hiciera un buen desguazo por la
retaguardia con apoyo de la bazooca y tener el mortero listo para seguir la
fiesta si vienen más refuerzos o [si] los casquitos retroceden.
Tú debes actuar conforme te lo aconsejen las
circunstancias. Mando los obuses de mortero que quedaron aquí. No sabes lo que
estoy luchando por poder mandar el tanque; pero si no llega hoy llega mañana por
la noche seguro, pues voy a recoger cuantas yuntas de bueyes haya por
aquí.
A la mañana siguiente, 5 de agosto, como era de esperar, la poderosa
agrupación que venía en auxilio del Batallón 17 continuó su avance por el camino
de Sao Grande en dirección a Las Mercedes. Desde el amanecer, la aviación
bombardeó y ametralló con particular violencia las posiciones que suponían
ocupadas por los combatientes rebeldes. Alrededor del mediodía, los pelotones de
Félix Duque y Eddy Suñol, emboscados en Sao Grande entablaron combate contra la
vanguardia enemiga que avanzó con los tanques. La potente mina que envié la
noche anterior para ser colocada en el camino no explotó, al parecer por
una deficiencia en el detonador eléctrico, y el primer tanque se salvó de ser
volado.
La bazuca operada por Felipe Cordumy falló dos disparos contra el primer
tanque. Los guardias se desplegaron ante el fuego rebelde, que causó las
primeras bajas a la vanguardia enemiga.
Los combatientes de Duque y Suñol resistieron durante más de una hora el
avance de los guardias, aun bajo la presión del tanque que encabezó el ataque y
del despliegue de la infantería. Desde su trinchera, Felipe Cordumy disparó de
nuevo con su bazuca tres cohetes contra el tanque, y finalmente logró
inutilizarlo. Pero otro tanque lo descubrió y le disparó varios cañonazos. Un
impacto directo pulverizó al bravo combatiente, destrozó su bazuca e hirió a
Suñol y a otros dos rebeldes que ocupaban la misma trinchera.
Ante la superioridad enemiga y sin poder contar ya con la bazuca para detener
el avance de los tanques, los combatientes de Duque y Suñol, así como las
escuadras de El Vaquerito y Rubén Fonseca, se vieron obligados a replegarse en
dirección a la loma de La Herradura.
A la 1:30 de la tarde, envié el siguiente informe al Che:
Desde las 12 se entabló el combate con los
refuerzos que venían por Sao Grande. Previamente habían estado bombardeando y
ametrallando mucho la zona. Desde mi observatorio pude apreciar distintos
focos de fuego a lo largo de la ruta. En lo que más confío es en el ataque del
pelotón al mando de [Rafael Pungo] Verdecia que anoche acampó a 300 metros de
los guardias siguiéndoles la ruta.
A Hubert le recomendé que situara distintos
grupos por los flancos. A primera vista es evidente que el avance se paralizó.
Uno de los tanques se quedó sin gasolina. Creo que traen dos más.
A Camilo le dije que lanzara un grupo a la
retaguardia con la bazooca, y dispusiera otra fuerza con el mortero 81 para
atacar cualquier nuevo refuerzo.
No puedo asegurarte nada en este momento
todavía.
Y una hora después, le comuniqué a Camilo: “En Sao Grande parece que los
guardias han ganado algún terreno. Solo un ataque esta noche contra los
refuerzos puede definir la situación. Infórmame qué medidas has tomado por
ahí”.
El poderoso refuerzo enemigo continuó avanzando por el camino en dirección a
la loma de La Herradura, aprovechando las condiciones del terreno para
desplegarse en un frente de varios centenares de metros. Las fuerzas rebeldes
que defendían esa posición, junto a las que se habían retirado hasta allí desde
Sao Grande, ofrecieron poca resistencia. La aviación continuó peinando el firme
con bombas y metralla. Huber Matos ordenó la retirada de sus hombres a lo
largo del firme de La Herradura en dirección a Bajo Largo. En vista de ello, a
Duque no le quedó otra alternativa que retirarse hacia las posiciones de
Guillermo.
En esta fase del combate fueron varias nuestras bajas. Resultaron muertos los
combatientes Lorenzo Véliz y Gaudencio Santiesteban. Ese día murieron también el
combatiente Nicolás Ul y el colaborador campesino Ibrahim Escalona, al intentar
desarmar un proyectil disparado por uno de los tanques enemigos contra las
posiciones de la tropa de Raúl Castro Mercader en el alto de El Moro, y que no
estalló.
Tras la retirada de los rebeldes de La Herradura, los guardias continuaron su
avance, se aproximaban cada vez más a las posiciones que defendía el pelotón de
Guillermo, del otro lado del firme.
A las 4:05 de la tarde, el Che envió un mensaje urgente a Guillermo:
Se escuchó una conversación entre dos grupos
del ejército donde decían que iban a mandar dos grupos de basucas a atacar una
posición que estábamos preparando “a lo descarado”. Creo que debe ser tuya la
trinchera y te aviso para que tomes las medidas necesarias.
Piensan atacar con una mientras cargan la
otra. Más tarde, a las 5:15, el Che me informó:
Pescamos una conversación en que al
comandante le avisaban que había un grupo haciendo trincheras “a lo
descarado” que le iban a meter dos basucas para allí. Interpreté que era para
Guillermo y le mandé un mensaje volado, pero al rato llegó la noticia (por la
misma vía) que los tiros habían sido efectivos. El puesto de mando preguntaba
dónde estaba “la caravana del refuerzo” pero no pudimos pescar la
respuesta. Si hace falta gente puedo mandar dos escuadras, una de
Camilo y otra de Lalo que tengo aquí en previsión para caerles detrás.
[...] Yo estoy en mi primitivo lugar, en la
loma del Jigüe abajo. Aquí me puedes mandar las comunicaciones. Tengo la trípode
y unas 20 armas.
Guillermo y sus hombres dieron vuelta a sus posiciones y, con el apoyo de
combatientes del pelotón de Lalo Sardiñas y los de Duque, ya incorporado,
resistieron firmemente el avance enemigo. En la violenta acción, la tropa
rebelde sufrió algunas bajas, entre ellas la muerte del combatiente Luciano
Tamayo.
Hacia el Norte, en Cuatro Caminos, Camilo Cienfuegos y sus hombres lograron
contener el intento enemigo de ocupar las alturas cercanas al camino. A las
5:00 de la tarde, Camilo me informó:
[...] por aquí todo bien. El ejército subió y
como acordamos Verdecia salió detrás de ellos, cuando el aguacero logró llegar
cerca de ellos, pero solo con 7 hombres. Otro grupo tomó otro rumbo y están
aquí, no hicieron nada. De los que fueron con Verdecia hay un herido en un brazo
pero leve, Verdecia no ha llegado. No sé qué pudo hacer. La bazoocka no la moví
porque sentí ruido de carros, más tarde pasó un Tanque y un grupo grande de
guardias. Ahora están tratando -un grupo que queda, no sé cuántos- de tomar un
firme que tenemos a mano izquierda donde estaba Verdecia, estoy moviendo gente
en ese rumbo. Si toman ese lugar dominan fácilmente todo esto. Creo [que] la
gente llegue antes que ellos. Hace un rato estaban ametrallando y mortereando
ese firme.
Nosotros vimos los guardias por Sao Grande y
como le digo anteriormente pasó otro gran grupo y aún quedan más en el lugar
donde acamparon anoche. (Este grupo pasó un gran rato después de comenzado el
fuego).
La gente que salió por la retaguardia, 8 de
ellos que han llegado no tiraron un tiro, dicen no sabían dónde estaban los
guardias ni dónde nuestros hombres. Todo lo hicieron al revés, porque cuando uno
vino [a] avisarme que saldrían tras el enemigo, en vez de esperarse, ya que yo
estaba colocando una escuadra en el camino que viene de Sao Grande al lugar
donde murió Daniel se fue sin esperarme y me dejó sin práctico.
[...] Estamos vigilando el camino y no hemos
visto regresar los soldados.
A pesar de la resistencia de los combatientes de Guillermo, el
potente refuerzo continuó avanzando y al caer la tarde, después de casi cinco
horas de combate, el batallón de asalto y los tanques, finalmente, entraron en
Las Mercedes, no sin antes sufrir numerosas bajas. El resto de las fuerzas
enemigas tomaron posiciones a lo largo del camino desde Las Mercedes hasta Cerro
Pelado, para cubrir la retirada y evitar que el refuerzo fuese también cercado,
como ocurrió antes en las Vegas de Jibacoa.
Por la parte nuestra, se reportaba este día la muerte de cuatro combatientes
y resultaban heridos unos 10, algunos de gravedad. A media tarde recibí un
informe muy crítico de Guillermo sobre la actuación de la tropa rebelde situada
en La Herradura:
En estos momentos llegó Huber a tratarme de la
retirada. Me dice que mandó a retirar la gente de Suñol con un balance de 12
bajas hasta lo que él pudo ver. Yo le ordené resistir al máximo en el firme de
Herradura, pero según el ánimo que le veo no van a resistir nada.
Creo que ha sido una cagazón todo lo que han
hecho. Dice que los tanques están limpiando con los cañones y cincuenta, y el
ejército viene regado por todos los potreros.
Yo iré a la noche por esa según vea la
situación.
Salvo el comportamiento reportado por Guillermo de los hombres situados en el
firme de La Herradura hay que decir que, por lo demás, nuestras fuerzas
combatieron ese día con valor y tenacidad. No podía culpárseles de que la
vanguardia del refuerzo hubiese logrado su objetivo. Era muy fuerte la
agrupación que el mando enemigo reunió. No obstante, nuestros hombres le
hicieron pagar un alto precio en bajas. Aunque las fuerzas rebeldes, a lo largo
del camino desde Estrada Palma, efectuaron repliegues tácticos, lo cierto es que
se mantuvo el asedio al campamento enemigo, se ofreció una resistencia que
seguramente los guardias no esperaban y, lo más importante, permaneció casi
intacto el dispositivo para actuar en el momento de la retirada del batallón
sitiado y del que vino en su auxilio. Aunque no se logró el objetivo de impedir
la entrada del refuerzo, podíamos sentirnos satisfechos, en general, con el
desempeño de nuestros hombres ese día 5 de agosto.
No tenía la menor duda de que al día siguiente se produciría el intento de
huida de las fuerzas enemigas concentradas en Las Mercedes. Estaba convencido de
que el mando enemigo había gastado sus últimos cartuchos y ya no podría
reunir nuevas fuerzas para recuperar alguna iniciativa. Por otra parte, para el
Batallón 17 y su refuerzo mantenerse en Las Mercedes, aparte de ser una conducta
suicida, no iba a tener ya a estas alturas ningún objetivo desde el punto de
vista militar.
A las 7:45 de esa noche le envié un largo mensaje al Che, en el que, después
de comentar con bastante detalle el desarrollo de las acciones hasta el momento,
le informaba sobre las medidas inmediatas a adoptar, con la certeza de que el
enemigo intentaría retirarse al día siguiente:
Los guardias pasaron. A las 12 aproximadamente
chocaron con la emboscada que por supuesto no era un secreto para ellos. La
mina, una grande que mandé anoche, no explotó. Parece que el detonador estaba
deficiente, pues todo lo demás iba preparado de aquí. El muchacho encargado de
explotarla fué herido después de haber intentado en vano hacerla
estallar.
Cordobí [se refiere a Felipe Cordumy] disparó
cinco cohetes con la bazooka, inutilizó un tanque. Pero otro tanque lo atacó a
cañonazos, matándolo y destruyendo también la bazooka. Suñol, Wizo y otro
muchacho que estaba en la misma trinchera fueron heridos: Suñol grave, aunque no
de muerte, Wizo y el otro no graves. Hay siete heridos más y uno de
Guillermo y otro de la 50 heridos en el cerco. De estos heridos hay tres por lo
menos bastante graves. Las bajas son pues de 13 a 14.
La gente al quedarse sin bazooka frente a los
tanques se retiró. La gente fué valiente, sin llegar a prodigios, y se retiró en
orden. La moral está alta. Duque y Hubert, se retiraron por el alto de La
Herradura hacia el lado de allá.
Guillermo se movió algo para cubrirse mejor
pero se mantiene en posición de cerco próximo al enemigo. Lalo sigue en el mismo
lugar. Lo importante es que Hubert mantenga el alto de La Herradura del lado
oeste del camino. Tienes que tratar de comunicarte con él esta misma noche para
que mantenga todo lo posible la parte del firme, del lado de allá, que es la más
alta. Si Hubert no aparece, hay que mandar cualquier otro pelotón. La cuestión
es mantener el cerco para que ellos se tengan que retirar por el corredor que
tienen bajo el fuego.
Las cosas de este lado quedan así: Lalo en su
posición, Guillermo en la suya y la gente que estaba en la emboscada de Sao
Grande, será situada en una línea que cubre la espalda de Guillermo contra
cualquier rodeo desde Sao Grande o de la parte que ocupan los guardias del alto
de La Herradura.
Lalo y Guillermo atacarán desde este lado
cuando intenten retirarse.
Reforzaré a Camilo con 40 hombres que tenía
aquí en reserva y su objetivo será atacarlos por abajo cuando se retiren, aparte
de cualquier otra acción si las circunstancias se presentan propicias.
Poco antes, Guillermo me había informado sobre un grupo de acertadas
decisiones que adoptó en vista de la entrada del refuerzo:
Huber lo situé una parte en el mismo camino de
Herradura y Duque está por todo el firme hasta topar con Reinaldo Mora que está
en el río rumbo a Jíbaro; yo estoy en el firme frente al Ejército con la mayor
fuerza concentrada a la orilla del Cementerio para cuando ellos avancen y topen
con Huber yo los ataco por el centro para dividirlos en dos columnas; tengo
preparados algunos hombres de Lalo para mandarlos cuando empiece el fuego por
los potreros del lado de acá de la carretera para todo el que [se] disperse o
intente irse entre Cuatro Caminos y Sao Grande. Lalo se encuentra situado por el
flanco derecho con el fin de tomarles las trincheras cuando ellos
salgan.
En el mismo mensaje que le envié al Che, a las 7:45 p.m., le comuniqué mi
intención de llegarme esa noche hasta las posiciones de Camilo para cambiar
impresiones con él, y le añadí:
Los planes están lejos de haber salido como lo
deseábamos, pero, hay que seguir luchando.
Nuestra situación en general no ofrece
peligro, ni esto tiene trazas de batalla decisiva, que en caso adverso pueda
frustrar los éxitos obtenidos. Nos queda todavía la posibilidad de complicarles
la situación.
Todavía en esos momentos, tenía la esperanza de contar con la
tanqueta ocupada al enemigo, pues 10 yuntas de bueyes estaban en camino para
sacarla. Si así fuese, al día siguiente podríamos dar a las tropas una
desagradable sorpresa. Pero un aviso de último momento echaba por tierra de una
vez y por todas mi deseo. En la posdata de este mensaje al Che, le decía:
Acabo de recibir la ingrata noticia de que
lograron desatascar el tanque, pero en la operación se descompuso el timón y
está por tanto sin dirección. Anuladas las esperanzas. Hacía tiempo que no me
hacía tantas ilusiones vanas.
No es hasta las 9:10 de la noche, después de recibir mi mensaje, cuando el
Che me escribió:
Esperé hasta esta hora para escribirte
esperando poder darte noticias un poco más frescas. A las 7 de la noche pescamos
la última conversación en que le informaban a Corzo que había llegado la
vanguardia con 2 tanques “sangandongos”, con cañones muy grandes. Corzo preguntó
por las bajas y le dijeron que habían tenido 5 muertos, entre ellos un teniente
y varios heridos, que habían peleado 4 horas. Tiene un batallón y lo comanda el
Coronel Merob Sosa. Después quedaron en ampliar detalles a las 8, pero no lo
hicieron y ahora, a las 9 tampoco.
A continuación, el Che me informó sobre las medidas tomadas en su sector ante
la posibilidad de que el enemigo prosiguiera su avance hacia las Vegas de
Jibacoa al siguiente día:
Hice hacer dos fosas antitanques en este
camino y una en el de Raúl [Castro Mercader], por las dudas. Si intentan subir
las Vegas está casi desguarnecida; yo haría la segunda resistencia en la Loma
del Hoyo y la tercera antes del Desayuno, pero no veo la forma de pasar los
tanques; tú dirás si las cosas por ese lado indican pronto hacer fosas en
ese camino o no.
A las 11:00 de la noche, le contesté al Che:
Creo que están muy bien las medidas de
precaución contra los tanques que has tomado. Yo no creo sin embargo que ellos
intenten ir más adelante; mucho menos si el que viene ahí es Meroc [Merob] Sosa.
Si mañana por la noche no se han ido les podemos meter un bombardeo intenso de
mortero para que el batallón nuevo reciba también su cuota.
Por el informe de Camilo que te mandé debe haber otro batallón en camino.
Para que ellos puedan realizar una retirada cómoda tendrían que tomar por
asalto nuestras posiciones de cerco y eso no es tan fácil porque a campo
traviesa no pueden avanzar con tanques. La gente por acá han hecho buenas
trincheras.
Seguidamente, apuntaba:
Es de suma importancia que nosotros tengamos
ocupada la parte del firme de la Herradura que está en el lado de allá; bien
atrincherada se podría defender con éxito y a ellos les quedaría solo un
estrecho corredor de salida y tendrían que abandonar las Mercedes bajo el
fuego. En vista de las nuevas circunstancias yo podría trasladar el mortero 81
para acá, pues al no poder contar con el tanque es difícil tomar la ofensiva
desde Cuatro Caminos como tenía pensado y el mortero sería ahora más útil aquí
que allá. Después que hable con Camilo decidiré sobre esto.
Es una verdadera lástima que no haya volado
uno de esos tanques con la mina que se le puso.
No andamos con mucha suerte estos
días.
Hacía varias noches que no podía dormir, al tanto de los acontecimientos. Y
esa noche tampoco lo haría ante la expectativa del combate definitivo al día
siguiente y por la decisión de trasladarme hasta la posición de Camilo, en las
alturas de Cuatro Caminos, con el propósito de coordinar con él las operaciones
en ese sector para tratar de cortar la retirada al enemigo hasta el Cerro.
Camilo me informó personalmente que había mandado a Pungo Verdecia a tomar un
alto cerca del Cerro, a unos 300 metros del camino donde permanecía una tropa
enemiga, y emplazar en ese alto una bazuca y el mortero de 81 milímetros.
Además, de acuerdo con Camilo, dispuse el envío de 50 hombres a cortar el
camino por el paso de un arroyo, y también la colocación allí de dos minas.
Poco después de regresar al amanecer a mi puesto de mando, recibí un mensaje
de Camilo en el cual me informaba que la emboscada prevista no había podido ser
preparada:
Regresó Verdecia y dice [que] el ejército está
en el lugar de la emboscada y que no se puede hacer nada. La bomba no se pudo
colocar, hay dos carros en el camino y ningún otro lugar según Pinar se presta
para la emboscada. Mandé un grupo a reforzar el firme donde tengo la bazooca, el
resto está cuidando el flanco paralelo al camino de las Mercedes. Les di
instrucciones de explorar y mover un grupo por un punto [donde] él considere
favorable para atacar al enemigo, cuando se rompa el fuego en la loma si
intentan tomar el firme donde están los basuqueros. Ahora se sienten ruidos de
motores, según noticias de ellos, algunos soldados más se están moviendo hacia
Las Mercedes.
Si hasta la noche no hay problemas, dígame si
podemos morterarlos y atacarlos desde el firme, tengo la seguridad [que] podemos
hacerles algunas bajas.
Desde mi puesto de mando, en Jobal Arriba, observé esa mañana bien temprano
movimientos en el campamento enemigo que indicaban la intención de los
guardias de abandonar el campo de batalla. Con respecto a esta situación,
respondí a Camilo a las 8:45 de la mañana:
En estos momentos que recibo tu mensaje los
guardias de las Mercedes están evidenciando su propósito de marcharse dándole
candela a todas sus trincheras.
De ocurrir esto, se iniciará desde aquí
intensa lucha de persecución que no debe tener tregua alguna.
Misión de tus fuerzas: mantener vigilancia
sobre el punto señalado para la emboscada a fin de ocuparlo si en cualquier
momento del día el enemigo lo abandona y dar allí la primera batida fuerte
contra los guardias en retirada. Si no se logra ocupar esa posición, el grueso
de tus fuerzas, la bazooca y el mortero, deben estar alertas para atacar con la
mayor intensidad, desde la loma pelada y a lo largo de todo el flanco, a las
fuerzas enemigas en retirada, tan pronto asomen por allí.
En el estado que están las cosas no debe
atacarse ni bombardearse al enemigo desde ahí hasta que las tropas sitiadas y
los refuerzos no estén en plena retirada, pues si descubrimos antes la posición
y hay que abandonarla luego en consideración a sus pocas defensas, la ruta le
quedará libre al enemigo. Hay que atacar, pues, cuando se estén retirando y
atacarlos, en ese caso, con la mayor violencia posible.
Y en una posdata al mismo mensaje, le reiteré que el objetivo esencial de su
posición, en esos momentos, no era otro que “tratar de cortar o hacer lo más
difícil posible la retirada del enemigo que será perseguido desde aquí por otras
fuerzas”.
No consideré necesario enviar, en ese momento, ninguna indicación al Che,
pues él seguramente se habría percatado de las intenciones de los guardias, y en
ese caso sabía que su misión, y la de todas sus fuerzas en el cerco, sería
iniciar una persecución implacable al enemigo en fuga.
A las 11:45 de la mañana, el Che me informó desde Las Mercedes sobre la
situación en torno al campamento enemigo, donde había resultado muerto por un
obús de mortero un combatiente de la tropa de Raúl Castro Mercader:
Por aquí nos estuvieron bombardeando con
morteros y ametrallando sin que hasta ahora haya bajas, pero sigue la fiesta.
Raúl perdió un hombre en un morterazo, en un bohío.
Esta mañana un grupo [de soldados] le preguntaba al otro qué iban a hacer, y
este le contestaba:
“supongo que iremos para el cayo”. Después
dieron instrucciones para la retirada comunicando que salían todos juntos y los
tanques al final, en la vanguardia mandaron una basuca y dijeron que iba a salir
“por un lado”. Le mandé aviso urgente a Silva y al Guajiro [Luis Crespo] que
estuviera listo a ayudarlo [...].
Todavía no ha sido posible determinar con certeza la identidad del
combatiente muerto esa mañana, pero todo indica que se trató de Ángel Silva
Socarrás.
Proseguía comentando el Che en su mensaje:
[...] sospecho que Huber no debe tener la
posición (no recibí respuesta al mensaje urgente que le mandé anoche) y los
guardias saldrán cómodos sin que yo les pueda hacer mucho con la gente que
tengo.
En efecto, Huber Matos se había retirado con sus hombres y algunos de los de
Duque hasta Gabiro Arriba, lejos del escenario del combate.
A las 2:45 de la tarde, le envié respuesta al Che. Luego de relatarle mi
visita, la noche anterior, a la posición de Camilo y las disposiciones tomadas,
le informé:
No he recibido más noticias; pero después de
las 12 se ha sentido por allá fuerte tiroteo, mortero, etc.
De Guillermo y Lalo tampoco he recibido
noticias todavía. Todo el mundo estaba listo para atacar tan pronto comenzaran a
retirarse.
En cuanto a un confuso mensaje de Luis Crespo recibido por el Che, sobre la
presencia de guardias en la zona de Cayo Espino, le comenté:
La noticia que me das ahora del Guajiro [Luis
Crespo] me preocupa mucho, sobre todo por su falta de datos. Es posible que esa
tropa hubiese ido por Sao Grande hasta Cayo Espino, utilizando el camino de que
te hablaba hace poco. Pero Hubert y Duque, tienen que estar en alguna parte.
Aunque sea una esperanza tengo de que hayan ocupado el alto. Si no es así, [los
guardias] tienen el camino casi franco.
Y finalmente, agregaba:
Por aquí ha llovido mucho durante dos horas.
Yo no sé cómo se las van a arreglar para sacar los tanques.
Si no pueden irse hoy, vamos a abrirles un
bombardeo intenso de mortero durante toda la noche. Manda a pedirle a Ramirito
30 ó 40 obuses 60. Trata de apuntar los tuyos al anochecer cuando
todavía pueda observarse el tiro. Yo pienso trasladar el 81 esta noche para
acá para dispararle el mayor número de obuses posibles, como una despedida.
¿Será posible que no podamos cogerles ni las mochilas?
Pero a estas alturas, los últimos soldados del Batallón 17 y del refuerzo
recién llegado abandonaban las trincheras de Las Mercedes en plena huida,
apoyados por el fuego de los otros dos batallones apostados a lo largo del
camino y de la aviación. Sin embargo, la retirada de las tropas enemigas no fue
fácil, pues fuerzas rebeldes las persiguieron y hostilizaron en todo su
trayecto; aunque se facilitó, por otra parte, al no estar cubierta La
Herradura por las fuerzas de Huber Matos que debían haber cerrado allí la
salida.
Aproximadamente a las 4:00 p.m., fuerzas enemigas trataron de tomar el alto
que defendían las tropas al mando de Camilo cerca de Cuatro Caminos y, luego de
una hora de intenso combate, se vieron obligadas a replegarse. Durante esta
acción murió el combatiente rebelde José Díaz, El Gallego Pinín.
Ocurrió lo que temía. Todo lo que aprendimos en la Batalla de Jigüe lo
olvidamos. Cuando traté de rectificar era ya demasiado tarde. Estaba triste,
porque fue tal y tan rápido el golpe asestado al enemigo que la guerra estuvo a
punto de concluir. Así habría ocurrido si al Batallón 11 del coronel Sánchez
Mosquera le hubiéramos aplicado la misma receta que al 18 de Quevedo; no solo
por la fama de su jefe y la combatividad de sus tropas, sino también por
las casi 400 armas automáticas y semiautomáticas que poseía. Los demás
batallones que permanecían en la Sierra Maestra, con un mínimo de presión,
habrían depuesto las armas. Por errores nuestros pudo escapar. Fue derrotado
pero no aniquilado.
El exceso de hombres en el cerco de Las Mercedes significaba más gente
localizada para los ataques aéreos, más gastos de balas cada día, más blancos
para los morteros, ametralladoras y fusiles enemigos; menos pelotones, escuadras
y jefes para combatir los refuerzos. Con Camilo debían estar no solo las
bazucas, los morteros y las minas, sino hasta la calibre 50 de Curuneaux.
La batalla se ganaba combatiendo los refuerzos enemigos y sus tanques pesados
en pleno llano. Eso no lo sabíamos entonces; lo aprendimos después, cuando no
nos quedó otra alternativa.
A las 6:15 de la tarde, le escribí a Camilo:
Oímos por radio que los guardias están
atascados por ahí, pidiendo tractores y que “desde la retaguardia les han tirado
un millón de tiros”. Trata de aguantarlos, que por la retaguardia van cien
hombres nuestros y por aquí irán otros cien, para ver si les cogemos los
tanques. Pedrito que espere ahí.
Ahora lo importante es no dejarlos moverse,
para caerles arriba cuando salga la luna.
A esa hora del 6 de agosto, las tropas del Ejército se alejaban en fuga
precipitada. Las fuerzas rebeldes habían vuelto a tomar el alto y abrían fuego
al enemigo en retirada, acelerando su huida y causándole nuevas bajas.
A las 6:00 de la tarde, Camilo me informaba en otro mensaje que recibí
después:
Los guardias intentaron tomar el firme pelado,
la gente se retiró sin orden cuando llegó la aviación: los viré, pero como a la
hora, por ser insostenible la situación, se retiraron.
Ordené a la gente moverse un poco hacia atrás.
Nos mataron al gallego. Hace como una hora y media volvimos a subir al firme,
cuando me dijo un hombre que tenía arriba con un grupo que se estaban retirando,
se le abrió fuego cerrado, creo [que] no quedan más.
Se ocupó un Springfield, 3 peines de
Cristóbal, 1 revólver 45, 1 dispositivo de Springfield.
Parece cayeron algunos, pues había rastros de
sangre y vendas.
Estamos en el mismo lugar, hay una “tonga” de
hombres de Fiallo, Pinar y Verdecia que no aparecen, me llega un recado de
Williams [Gálvez] que dice están pasando por allí dispersos.
[...] Verdad que el firme estaba duro de
resistir, entre la aviación, los tanques y las balas.
Tenía la bazooca en el firme pero solo tiró un
tiro, después me dice el basuquero [que] se cansó de rastrillar y no hizo
fuego.
La persecución del enemigo en fuga se prolongó más allá de Cerro Pelado,
hasta apenas cuatro kilómetros del central Estrada Palma. Esa misma tarde,
nuestras tropas ocuparon Las Mercedes.
A las 11:00 de la noche, le comunicaba al Che:
Ante la posibilidad de que ya no quede nadie
por ahí, no me siento con estímulo para hacer el camino a pie sin haber dormido
un minuto hace dos días. Le pido a Almeida que haga un esfuerzo para hacer
contacto con Camilo, cerciorarse de la situación y comunicarse contigo.
Caso de no quedar guardias por el camino, como
estimo, damos por terminada la contraofensiva.
Y a Camilo le informé, en otro mensaje a las 11:15 p.m.:
Iba para allá, pero suspendo el viaje después
de tu mensaje comunicándome tu impresión de que ya se han ido todos.
Caso de estar todavía en camino y existir
posibilidades indudables de éxito, atacándolos, comunícate con Che que
viene por Sao Grande y combinen el plan.
Si ya se han ido, la contraofensiva ha
concluido.
Terminaba así, el 6 de agosto, la Batalla de Las Mercedes (mapa p.830),
después de siete días de acción prácticamente ininterrumpida. Para nosotros, el
saldo de la batalla había sido costoso: ocho muertos y 17 heridos. En el curso
de las acciones se pudieron contabilizar 24 cadáveres enemigos e incontable
número de heridos; fueron hechos dos prisioneros, ocupados varios fusiles e
inutilizados un tanque y una tanqueta.
Si bien esta batalla no dejó, como otras, el saldo de un cuantioso botín de
guerra, constituye, sin duda, uno de los más hermosos triunfos de las fuerzas
rebeldes. Fue un enfrentamiento desigual contra tanques y contra la aviación, la
cual durante siete días consecutivos ametralló y bombardeó las posiciones
rebeldes. Todos los recursos bélicos de la tiranía fueron puestos en juego, pero
no lograron que los combatientes rebeldes cedieran en su tenaz empeño.
Otra unidad enemiga, el Batallón 17, quedaba desarticulada. Pero el resultado
estratégico más significativo era que el último pedazo de territorio en la
Sierra Maestra ocupado por el enemigo quedaba definitivamente liberado.
Como les dije a Camilo y al Che en los mensajes citados, nuestra
contraofensiva para derrotar de manera aplastante la gran ofensiva enemiga había
concluido.
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