Capítulo VII
SAN VICENTE DEL CAGUÁN
El
7 de enero de 1999 se instaló en ese punto la mesa de
negociación entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP
[Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército
del Pueblo].
Era una noticia pública. Personalidades invitadas y cientos
de
representantes de la prensa nacional e internacional se dieron
cita allí. Se trataba de un hecho político poco común, resultado
de
largos contactos entre ambas fuerzas antagónicas. Por la parte
gubernamental acudió el presidente Pastrana, el Comisionado de
la
Paz y otros importantes funcionarios; por las FARC-EP, la Comisión
de
Diálogo, integrada por Raúl Reyes, Jorge Briceño, Joaquín
Gómez y Fabián Ramírez. La esperada presencia de Marulanda no
se
produjo. Como más adelante se verá, no estaba muy lejos y disponía
de
fuerzas suficientes para controlar la zona. Su silla permaneció
vacía. Joaquín Gómez leyó por él su mensaje.
Pastrana pronunció su discurso. No intentaré sintetizar lo que
expuso; tomo párrafos textuales de su intervención:
“Colombianos:
”Sabemos que los ojos de todos, de cada trabajador, de
cada empresario, de cada campesino, de cada madre
de
familia, de cada desplazado, de cada soldado, de
cada insurgente, están pendientes de nosotros”.
“La
ausencia de Manuel Marulanda Vélez no puede ser
razón para no seguir adelante con la instalación de la Mesa
de
Diálogo para acordar una agenda de conversaciones
que
nos deben conducir a la paz.
”El
gobierno nacional, bajo mi liderazgo, llega al inicio de
la
Mesa del Diálogo con una agenda abierta, sin intención
de
vetar ni de imponer temas. Estamos dispuestos
a
discutir, estamos dispuestos a disentir, estamos dispuestos
a
proponer, a evaluar, pero por sobre todo a construir.
Esa
es la esencia misma de una democracia. En ella las Fuerzas Armadas de Colombia cumplen lealmente
la
noble tarea que la Constitución Nacional les ha señalado,
y
debo destacar con justicia la voluntad manifiesta
con
la que han colaborado en este proceso en el que
estamos empeñados [...]. Sé que están comprometidos
a
trabajar en el logro de la paz, sé para dónde vamos, sé
que
la travesía será difícil, sé que hay un camino dispendioso
por
delante. En él encontraremos sobresaltos y oportunidades. Los colombianos somos conscientes de
que
un conflicto de muchas décadas no se va a terminar
en
unos pocos meses, pero yo estoy seguro de que al
culminar la ruta que nos hemos trazado, lograremos la
reconciliación nacional.
”Como Presidente de todos los colombianos, quiero una
nación próspera y optimista, sin violencia, comprometida
contra la corrupción, progresando contra la pobreza y
con
sus mejores esfuerzos dedicados al bienestar de mis
compatriotas. En esa tarea de cambio se encuentra empeñado
mi
gobierno. He liderado este proceso con seguridad
y
dirección.
”Luchamos de manera infatigable contra la pobreza y
contra la corrupción, buscamos crear las condiciones
para dar empleo seguro y confiable, diseñamos un plan
de
desarrollo para construir la paz y fortaleceremos la
imagen de Colombia en el exterior”.
“Mi
querido amigo, el Presidente de Sudáfrica y Premio
Nobel de la Paz, Nelson Mandela, en sus memorias, dice
que
al comienzo la gente puede no creer que el proceso
se
ha iniciado en serio, pero sin la paz todo está perdido.
Sólo es creíble una paz que supera las razones que
generan la violencia”.
“Retomemos las palas y los azadones, los libros y los
cuadernos, los martillos y los ladrillos para construir el
país que todos queremos. Hay quienes no han visto que
la
‘guerra de la paz’ se gana en el empleo, en la vivienda,
en
la nutrición, en la salud, en la educación, en el respeto
a
la ecología, en la certeza del respeto a la supervivencia
siempre abierta a la felicidad”.
“Yo
sé que la paz solo es posible si se tiene conciencia
de
la dignidad del ser humano. Yo sé que cada persona
debe ser respetada por sí misma, yo sé que la paz empieza
con
el derecho a la vida y que se les da su dimensión
tanto a los derechos civiles y políticos como a los
económicos, sociales y culturales.
”Mi
gobierno, así como la comunidad internacional, aspiran
a
que el proceso que hoy iniciamos nos permita humanizar
el
conflicto. En ese sentido debemos propiciar
el
respeto pleno al Derecho Internacional Humanitario
para comportarnos como una nación civilizada”.
“No
debemos olvidar que la diferencia entre la guerra y la
paz
es que ‘en la guerra los padres entierran a sus hijos y
en
la paz son los hijos los que entierran a sus padres’.”
“Colombia no puede seguir dividida en tres países irreconciliables,
donde un país mata, el otro país muere, y un
tercer país, horrorizado, agacha la cabeza y cierra los
ojos.
”El
futuro de un pueblo bueno, noble y generoso, que
anhela cambiar el miedo por la esperanza, que sueña a
cada hora de cada día con la paz, depende de ustedes y
de
nosotros [...].
”Los hijos de ustedes y de nosotros tienen derecho a vivir
en
un país en paz. Tenemos el deber de entregárselo, la
historia nos juzgará y su veredicto será implacable. Nada
ni
nadie nos debe impedir el derecho que tenemos a
construir un país en paz, en donde la bandera patria se
iza
orgullosa [...].
”Colombianos, la hora de la paz ha llegado, y nada podrá
detenernos”.
Con
estas palabras dio fin a su discurso.
El
mensaje de la Comisión de Diálogo de las FARC-EP, leído
en
la instalación de las Mesas de Diálogo por Raúl Reyes, se inicia
con
un saludo a numerosas personalidades presentes, entre ellas
ex
presidentes y otras prestigiosas figuras que hasta allí llegaron.
A
continuación expresa:
“La
presencia nuestra en este encuentro con la nación,
con
la participación de invitados internacionales, ratifica
una
vez más la decidida voluntad de paz y la invariable
decisión política de las FARC-EP de no ahorrar esfuerzos
en
la búsqueda de salidas políticas al conflicto social,
económico, político y armado que afecta a Colombia
por
más de 50 años.
”Contra nosotros se han desencadenado en el curso de
los
últimos 45 años cinco guerras: una, a partir de 1948;
otra, a partir de 1954; otra, a partir de 1962; otra, a partir
del
18 de mayo de 1964 cuando los altos mandos declaran
oficialmente que ese día empezaba la Operación
Marquetalia, y esta que enfrentamos a partir de diciembre
de
1990, cuando el dictador Gaviria y los altos mandos
militares iniciaron la operación de exterminio contra
el
Secretariado de las FARC en Casa Verde, y de agresión
militarista contra el movimiento popular en todo el
país”.
“En
vísperas de la agresión militar a Marquetalia en 1964,
hicimos distintos llamamientos a la opinión pública nacional
e
internacional, encaminados a evitar la agresión
contra los 48 campesinos de esa región; luego, en 1984,
acudimos a firmar con el gobierno de Belisario Betancur
los
históricos acuerdos de paz de La Uribe. En 1991,
después del artero ataque a Casa Verde el 9 de diciembre
de
1990, ordenado por el gobierno neoliberal de
César Gaviria Trujillo —día en que los colombianos participaban
de
las elecciones para elegir la Asamblea Constituyente—
estuvimos en los diálogos de Caracas, Venezuela,
y
posteriormente en Tlaxcala, México, en 1992,
hasta cuando el gobierno unilateralmente decide cancelarlos,
ilusionado en doblegar la combatividad del movimiento
guerrillero. Porque la clase política gobernante siempre
ha
preferido invertir mayores recursos en la guerra que
en
la paz.
”El
insigne comandante Jacobo Arenas solía decir: ‘El fin
de
Colombia no puede ser la guerra’, para significar lo
injusto de someter al pueblo de Colombia a la guerra
por
la desigual distribución de las riquezas y del ingreso,
consecuencia del profundo abismo entre el puñado de
los
más ricos y la inmensa mayoría de los más pobres”.
“Las FARC nuevamente llama a todo el pueblo de Colombia
a
unirse para ser invencibles en la lucha por los
cambios, condición indispensable para que todos podamos
decir con orgullo que hemos conseguido ser ejemplo
de
desarrollo, dignidad y grandeza, porque resolvimos
los
problemas de los campesinos con una Reforma
Agraria auténtica y democrática, que entregó la tierra gratuitamente
a
quienes querían trabajarla; con vías de comunicación,
créditos baratos, asistencia médica, mercadeo
para vender sus productos a precios justos; donde
los
campesinos recibieron del Estado educación, salud
y
seguridad para sus familias”.
“Queremos una Colombia que ofrezca y garantice vivienda
digna para los que no la tienen, sin más niños
ni
ancianos durmiendo bajo los puentes, en las alcantarillas o expuestos a las lluvias, ni obligados a trabajar para
subsistir y expuestos al vicio de la droga, la prostitución
o
la delincuencia, donde la mujer como el hombre tengan
los
mismos derechos”.
“El
Estado colombiano y la clase política gobernante tienen
a
sus espaldas una impagable deuda política, económica
y
moral con la Unión Patriótica, el Partido Comunista,
con
los familiares y las demás organizaciones a
que
pertenecían los miles de luchadores populares que
recibieron la muerte para castigarles el pecado de atreverse
a
disentir de las políticas oficiales de la casta gobernante,
consecuencia directa de la infame aplicación y
práctica de la Teoría de la Seguridad Nacional, impartida
a
nuestros militares en la Escuela de las Américas”.
“Hoy tenemos más de 25 millones de colombianos en la
pobreza y al borde de la miseria, mientras 10 millones
escasamente pueden subsistir sin muchas dificultades y
solo unos 5 millones disfrutan de todas las ventajas de la
injusticia del sistema económico impuesto desde los
centros del poder mundial.
”Los perversos designios del modelo neoliberal solo conllevan
más
atraso, dependencia y subdesarrollo para los
pueblos del continente [...].
”Por ello, las políticas encaminadas al combate cierto al
narcotráfico como fenómeno social del sistema necesariamente
deberán pasar por una revisión sustancial de
su
contenido económico, político, social y cultural. No es
avasallando la soberanía y la dignidad de nuestras naciones
con
certificaciones de buena o de mala conducta,
amenazas y chantajes para presionar gobiernos; ni destruyendo
los
cultivos de los campesinos y sus precarios bienes de subsistencia, con millonarias ayudas en dólares,
flotillas de helicópteros y aviones para la guerra, con
sofisticados sistemas de comunicaciones y centenares
de
asesores en apoyo al ejército y la policía colombianos”.
“Para concluir, agradecemos la honrosa presencia de la
comunidad internacional en este histórico encuentro por
la
paz y la convivencia entre los colombianos.
”Los diálogos oficialmente iniciados hoy son el comienzo
de
un esperanzador y nada fácil proceso de entendimiento
entre los colombianos y pueden llegar a constituirse
en
la paz definitiva y duradera, si se cuenta con el
concurso de toda la Nación, para lo cual convocamos al
pueblo, a las organizaciones de masas, a sus dirigentes,
a
los partidos políticos, a las fuerzas democráticas, a los
militares patriotas, a los progresistas y a la izquierda, a
las
negritudes, a los pueblos indígenas, a las iglesias,
para el aporte consciente y decidido en la lucha necesaria
primero por lograr las conquistas, luego para hacerlas
cumplir, y finalmente para defenderlas.
”Comisión de Diálogos: Raúl Reyes, Joaquín Gómez
y
Fabián Ramírez”.
Después de Raúl Reyes, Joaquín Gómez hace uso de la palabra
y
pronuncia el discurso suscrito por Marulanda.
“Reciban de las FARC-EP nuestro agradecimiento por
su
presencia en este trascendental acto público que hoy
nos
congrega aquí, en la plaza de San Vicente del
Caguán, por primera vez en 34 años de confrontación
armada declarada por el Estado en 1964 a 48 hombres,
con
la asesoría militar y ayuda económica del gobierno
de
Estados Unidos, quien le entregó 500 millones de
pesos al Presidente de ese entonces, Guillermo León
Valencia, para acabar con las supuestas ‘Repúblicas
Independientes’... el
Congreso facultó al Presidente y a los Altos Mandos Militares para que nos pasaran la cuenta
de
cobro por haber enfrentado las dictaduras de Laureano
Gómez y el General Rojas Pinilla, a pesar de haber sido
nosotros amnistiados e indultados por una ley del Parlamento.
Huyendo a la represión oficial, nos radicamos
como colonos en la región de Marquetalia (Tolima), donde
el
Estado nos expropió fincas, ganados, cerdos y aves
de
corral, extendiendo esta medida a miles de compatriotas
por
no compartir con la política bipartidista del Frente
Nacional”.
“Mientras tanto, aumentaba el presupuesto para la guerra
y
se creaban los primeros batallones de contraguerrilla,
por
mandato del Parlamento, reduciendo gracias a esta
medida la inversión social destinada a mejorar el bienestar
de
la población. Las manifestaciones, movimientos
cívicos, paros laborales y estudiantiles fueron ilegalizados
y
sus líderes detenidos, algunos de ellos fueron posteriormente
asesinados por agentes de la Inteligencia del
Estado.
”La
instalación de Mesa de Diálogos por 90 días, a partir
del
despeje militar, ha despertado gran expectativa en
todo el país y el mundo, para buscarle una salida con justicia
social y soberanía al conflicto social y armado que
está desangrando al país hace más de cuatro décadas.
Las
FARC, en condición de movimiento revolucionario
en
lucha por los cambios, pondrá sobre la mesa la Plataforma
de
los diez puntos para el estudio y análisis de los
tres Poderes, los partidos políticos, intelectuales, industriales,
ganaderos, agricultores, comerciantes, profesores,
estudiantes, clase obrera, campesinado, juntas comunales,
desempleados, desplazados por la violencia,
la
insurgencia y otras organizaciones, para el debate fundamental
sobre la solución política y la transformación
radical de las viejas estructuras del Estado [...].
”Por ello, los representantes de las FARC-EP están dispuestos
a
escuchar y a ser escuchados. Las FARC informarán a la opinión pública acerca de los resultados de
las
deliberaciones Gobierno e Insurgencia durante los tres
meses”.
“Hoy la lucha contra el narcotráfico viene siendo otro caballito
de
batalla utilizado por algunos gobiernos para
ocultar sus verdaderos fines de acción contra la insurgencia,
para impedir que se hagan los cambios que están
reclamando las mayorías, donde los gobernantes
norteamericanos invierten grandes sumas de dinero haciendo
víctima a la población civil por intermedio de la
fuerza pública colombiana, con bombardeos, ametrallamientos
y
fumigaciones indiscriminadas, acabando con pastos, sementeras y aves de corral, dejando una buena
parte de la tierra estéril, en desmedro de miles de familias
agobiadas por la pobreza y sin ninguna protección
de
parte de los poderes del Estado. Es necesario que
los
poderes elaboren planes de erradicación de los cultivos
de
coca y amapola, partiendo de que el problema de
la
siembra de cultivos ilícitos por el campesinado colombiano
obedece a profundas raíces económico-sociales
y
por lo tanto su tratamiento no puede ser represivo”.
“El
paramilitarismo como modalidad del terrorismo de
Estado es financiado por un considerable número de
ganaderos, latifundistas e industriales, y tiene como política
exonerar al Ejército de la responsabilidad que a este
le
compete en la eliminación física de todos aquellos verdaderos
opositores al Establecimiento, a cuya cabeza
figura Carlos Castaño. Estos señores, por ser hijos legítimos
del
Estado y defensores del mismo, no pueden recibir
tratamiento político, como lo pretenden algunos líderes
políticos, haciendo creer a la opinión pública que
el
enfrentamiento es entre guerrilla y paramilitares, y no
entre guerrilla y el Ejército oficial”.
“Es
innegable que con esta concepción de Estado y el
comportamiento de las Fuerzas Estatales durante los intentos de paz con gobiernos anteriores, se ha sembrado
la
desconfianza en nuestros combatientes, quienes han
visto caer abatidos por balas oficiales hasta a los mismos
reinsertados. Y esto se ha dado desde los mismos
inicios de la lucha insurgente en Colombia.
”Durante los Acuerdos de La Uribe, los mandos militares
elaboraron y ejecutaron un plan de infiltración al interior de
nuestro Movimiento, con agentes del Estado, para asesinar
a
comandantes, guerrilleros y auxiliares nuestros, en
las
áreas de orden público, causándonos pérdidas tanto
humanas como económicas. En este proceso con el ex
presidente Betancur también murieron a manos de la Fuerza
Pública centenares de ciudadanos del Barrio Siloe, en
Cali. La violenta represión contra los trabajadores
bananeros en Urabá (Antioquia) y posteriormente el asalto
al
Palacio de Justicia, donde un Poder mató al otro, para
vergüenza de la democracia del sistema [...].
”A
cuatro meses de posesionado, el ex presidente Gaviria
nos
dio un ultimátum a través de Álvaro Vázquez, el Senador
Motta y Carlos Romero, para que nos demovilizáramos
y
nos incorporáramos a la vida civil, a cambio de
una
curul en la Asamblea Nacional Constituyente. Días
después creó otra Brigada Móvil de Contraguerrilla y nos
atacó a mansalva y sobreseguro en los campamentos
de
Casa Verde, sede de los diálogos con los Gobiernos
de
Betancur y Barco, acabando totalmente con la posibilidad
de
continuar la política de paz”.
“Los distintos gobiernos durante tres décadas han manejado
al
país con métodos represivos, siempre aplicando
el
Estado de Sitio, hoy día llamado Conmoción Interior,
pretextando cualquier circunstancia política, económica o
social. Han declarado la guerra al pueblo para someterlo
a
la política neoliberal y antidemocrática, impidiendo el
surgimiento de nuevas fuerzas productivas y la presencia
de
nuevos partidos en el escenario político”.
“Queremos paz sin hambre, sin leyes represivas, sin mordaza
a
la prensa; con tierra, salud, vivienda, bienestar,
empleo, crecimiento económico con desarrollo social,
derecho a la vida y soberanía, para lo cual se requiere de
grandes inversiones del Estado, con el aporte económico
de
la comunidad internacional, sin que esto signifique
injerencia en los asuntos internos de nuestro país.
”No
siendo otro el motivo de la presente, me despido de
ustedes haciendo un cordial y fraternal llamamiento a todos
los
colombianos a fortalecer la unidad en torno a la
Plataforma de los diez puntos, base fundamental de la
Solución Política, la Reconciliación y la Reconstrucción
del
país.
”Atentamente,
”Manuel Marulanda Vélez
”Enero 7 de 1999”
Sexta Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. Recibe Fidel
Castro a Michael Manley, Primer Ministro de Jamaica; Maurice Bishop,
Primer Ministro de Granada y KurtWaldheim, Secretario General de la
ONU. La Habana, 7 de septiembre de 1979.
Fidel Castro y Maurice Bishop en la misión cubana en Estados Unidos,
en ocasión de laAsamblea General de la ONU. NuevaYork, 11 de octubre de
1979.
Fidel Castro, Daniel Ortega y Maurice Bishop durante el primer
aniversario de la Revolución Sandinista. Nicaragua, 18 al 25 de julio de 1980.
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