Capítulo I
LA PRIMERA DECLARACIÓN DE LA HABANA
Desde el triunfo mismo, la Revolución Cubana se caracterizó
por
la honestidad de sus hechos, haciendo lo que había
prometido. Conocía desigualdades, injusticias, discriminación,
sufrimientos, humillación. Estaba decidida a poner fin a la
explotación del
hombre por el hombre y alcanzar la justicia en una nación
por
la cual se habían sacrificado generaciones enteras de cubanos.
En
la búsqueda de tales objetivos históricos se entabló la dramática
lucha que muy pronto cumplirá medio siglo.
La
Revolución proclamó verdades que son mucho más evidentes
que
las consignadas en la Declaración de Filadelfia, el 4 de julio
de
1776. A medida que las 13 colonias sublevadas se convirtieron
progresivamente en el más poderoso imperio que jamás existió,
mediante la expansión, el genocidio y la conquista, los derechos
políticos y económicos que la isla de Cuba enarboló se
universalizaron cada vez más.
La
Revolución apenas tenía 20 meses de vida cuando los ministros
de
Relaciones Exteriores de América Latina, convocados por el
Consejo de la Organización de Estados Americanos, se reunieron
con
el Secretario de Estado yanqui en San José de Costa Rica, entre
el
22 y el 29 de agosto de 1960, para juzgar y condenar a Cuba.
Obsérvese bien la palabrería hueca e hipócrita y el estilo pedante
y
leguleyesco que emplearon.
El acuerdo de Costa Rica
“Condena enérgicamente la intervención o amenaza de intervención,
aun
cuando sea condicionada, de una potencia extracontinental en asuntos de las repúblicas americanas, y
declara que la aceptación de una amenaza de intervención
extracontinental por parte de un Estado americano pone en
peligro la solidaridad y la seguridad americanas, lo que
obliga a la Organización de los Estados Americanos a
desaprobarla y rechazarla con igual energía.
”Rechaza asimismo la pretensión de las potencias chino-
soviética de utilizar la situación política, económica o
social de cualquier Estado americano, por cuanto dicha
pretensión es susceptible de quebrantar la unidad continental
y
de poner en peligro la paz y seguridad del Hemisferio.
”Reafirma el principio de no intervención de un Estado
americano en los asuntos internos o externos de los demás
Estados americanos, y reitera que cada Estado tiene
el
derecho de desenvolver libre y espontáneamente
su
vida cultural, política y económica, respetando los derechos
de
la persona humana y los principios de la moral
universal y, por consiguiente, que ningún Estado americano
puede intervenir con el propósito de imponer a otro
Estado americano sus ideologías o principios políticos,
económicos o sociales.
”Reafirma que el sistema interamericano es incompatible
con
toda forma de totalitarismo.
”Proclama que todos los Estados miembros de la organización
regional tienen la obligación de someterse a la
disciplina del sistema interamericano, voluntaria y libremente
convenida, y que la más firme garantía de su soberanía
y
su independencia política provienen de la obediencia
a
las disposiciones de la Carta de la Organización
de
los Estados Americanos.
”Declara que todas las controversias entre Estados
miembros deben ser resueltas por los medios pacíficos
de
solución que contempla el sistema interamericano.
”Reafirma su fe en el sistema regional y su confianza en
la
Organización de los Estados Americanos, creada para
lograr un orden de paz y de justicia que excluye toda posible
agresión, fomentar la solidaridad entre sus miembros,
robustecer su colaboración y defender su soberanía,
su
integridad territorial y su independencia política,
ya
que es en esta Organización donde sus miembros encuentran
la
mejor garantía para su evolución y desarrollo.
”Resuelve que esta declaración sea conocida con el nombre
de
‘Declaración de San José de Costa Rica’.”
La respuesta de Cuba
Tres días después de esta declaración, el 2 de septiembre
de
1960, ante una enorme multitud de cientos de miles de cubanos
enardecidos, se proclama la Primera Declaración de La Habana.
Fue
una merecida réplica. Transcribiré párrafos que expresan
textualmente la
esencia de su contenido.
“Junto a la imagen y el recuerdo de José Martí, en Cuba,
Territorio Libre de América, el pueblo, en uso de las potestades
inalienables que dimanan del efectivo ejercicio
de
la soberanía [...], se ha constituido en Asamblea General
Nacional.
”En
nombre propio, y recogiendo el sentir de los pueblos
de
nuestra América, la Asamblea General Nacional del
Pueblo de Cuba:
”PRIMERO: Condena en todos sus términos la denominada
Declaración de San José de Costa Rica, documento
dictado por el imperialismo norteamericano, y atentatorio
a
la autodeterminación nacional, la soberanía y la dignidad
de
los pueblos hermanos del Continente.
”SEGUNDO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
de
Cuba, condena enérgicamente la intervención abierta
y criminal que durante más de un siglo ha ejercido el
imperialismo norteamericano sobre todos los pueblos de
América Latina, pueblos que más de una vez han visto
invadido su suelo en México, Nicaragua, Haití, Santo
Domingo o Cuba, que han perdido ante la voracidad de
los
imperialistas yanquis extensas y ricas zonas, como
Texas, centros estratégicos vitales, como el Canal de
Panamá, países enteros como Puerto Rico, convertido
en
territorio de ocupación [...].
”Esa intervención, afianzada en la superioridad militar,
en
tratados desiguales y en la sumisión miserable de gobernantes
traidores, ha convertido, a lo largo de más de
cien años a nuestra América, la América que Bolívar, Hidalgo,
Juárez, San Martín, O’Higgins, Tiradentes, Sucre
y
Martí, quisieron libre, en zona de explotación, en traspatio
del
imperio financiero y político yanqui [...]”.
[...]
“TERCERO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
rechaza asimismo el intento de preservar la Doctrina de
Monroe, utilizada hasta ahora, como lo previera José
Martí, ‘para extender el dominio en América’ de los imperialistas
voraces, para inyectar mejor el veneno también
denunciado a tiempo por José Martí, ‘el veneno de los
empréstitos de los canales, de los ferrocarriles’.
”[...] frente al hipócrita panamericanismo que es solo predominio
de
los monopolios yanquis sobre los intereses de
nuestros pueblos y manejo yanqui de gobiernos
prosternados ante Washington, la Asamblea del Pueblo
de
Cuba proclama el latinoamericanismo liberador que
late en José Martí y en Benito Juárez. Y al extender la
amistad hacia el pueblo norteamericano —el pueblo de
los
negros linchados, de los intelectuales perseguidos,
de
los obreros forzados a aceptar la dirección de
gángsters—, reafirma la voluntad de marchar ‘con todo
el
mundo y no con una parte de él’.
”CUARTO: [...] que la ayuda espontáneamente ofrecida
por
la Unión Soviética a Cuba, en caso de que nuestro
país fuera atacado por fuerzas militares imperialistas, no
podrá ser considerada, jamás, como un acto de intromisión,
sino que constituye un evidente acto de solidaridad,
y
que esa ayuda, brindada a Cuba ante un inminente ataque
del
Pentágono yanqui, honra tanto al gobierno de la
Unión Soviética que la ofrece, como deshonran al gobierno
de
los Estados Unidos, sus cobardes y criminales
agresiones contra Cuba.
”[...] La Asamblea General Nacional del Pueblo declara
ante América y el mundo, que acepta y agradece el apoyo
de
los cohetes de la Unión Soviética [...]”.
(La
URSS había declarado que, si Cuba era atacada militarmente,
podía apoyarla con sus cohetes estratégicos. Tales armas
estaban ubicadas en territorio soviético.)
“QUINTO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba, niega categóricamente que haya existido pretensión
alguna por parte de la Unión Soviética y la República
Popular China de ‘utilizar la posición económica, política
y
social’ de Cuba, ‘para quebrantar la unidad
continental y poner en peligro la unidad del hemisferio’.
”Desde el primero hasta el último disparo, desde el primero
hasta el último de los 20 mil mártires que costó la
lucha para derrocar la tiranía y conquistar el poder revolucionario,
desde la primera hasta la última ley revolucionaria,
desde el primero hasta el último acto de la Revolución,
el
pueblo de Cuba ha actuado por libre y absoluta
determinación propia, sin que, por tanto, se pueda culpar
jamás a la Unión Soviética o a la República Popular
China, de la existencia de una Revolución, que es la respuesta
cabal de Cuba a los crímenes y las injusticias
instaurados por el imperialismo en América.
”[...] La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba
entiende que la política de aislamiento y hostilidad hacia
la
Unión Soviética y la República Popular China, preconizada
por
el gobierno de los Estados Unidos e impuesta
por
éste a los gobiernos de la América Latina, y la conducta
guerrerista y agresiva del gobierno norteamericano,
y
su negativa sistemática al ingreso de la República
Popular China en las Naciones Unidas, pese a representar
aquella la casi totalidad de un país de más de 600
millones de habitantes, sí ponen en peligro la paz y la
seguridad del hemisferio y del mundo.
”[...] La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba
ratifica su política de amistad con todos los pueblos del
mundo, reafirma su propósito de establecer relaciones
diplomáticas también con todos los países socialistas y
desde este instante, en uso de su soberanía y libre voluntad,
expresa al gobierno de la República Popular China,
que
acuerda establecer relaciones diplomáticas entre
ambos países y que, por tanto, quedan rescindidas las
relaciones que hasta hoy Cuba había mantenido con el
régimen títere que sostienen en Formosa los barcos de
la
Séptima Flota yanqui.
”SEXTO: La Asamblea General Nacional del Pueblo reafirma
—y
está segura de hacerla como expresión de un
criterio común a los pueblos de América Latina— que
la
democracia no es compatible con la oligarquía financiera,
con
la existencia de la discriminación del negro y
los
desmanes del Ku-Klux-Klan, con la persecución que
privó de sus cargos a científicos como Oppenheimer;
que
impidió durante años que el mundo escuchara la
voz
maravillosa de Paul Robeson, preso en su propio
país, y que llevó a la muerte, ante la protesta y el espanto
del
mundo entero, y pese a la apelación de gobernantes
de
diversos países y del Papa Pío XII, a los esposos
Rosenberg.
”La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba, expresa
la
convicción cubana de que la democracia no
puede consistir solo en el ejercicio de un voto electoral,
que
casi siempre es ficticio y está manejado por latifundistas
y
políticos profesionales, sino en el derecho de
los
ciudadanos a decidir, como ahora lo hace esta Asamblea
General del Pueblo de Cuba, sus propios destinos.
La
democracia, además, solo existirá en América
cuando los pueblos sean realmente libres para escoger,
cuando los humildes no estén reducidos por
el
hambre, la desigualdad social, el analfabetismo y los
sistemas jurídicos, a la más ominosa impotencia.
”[...] Condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino
y
sistema de producción agrícola retrógrado e
inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación
inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados
intereses; condena el analfabetismo, la ausencia
de
maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales;
la
falta de protección a la vejez que impera en los países
de
América; condena la discriminación del negro y del
indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer;
condena las oligarquías militares y políticas que mantienen
a
nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo
democrático y el pleno ejercicio de su soberanía;
condena las concesiones de los recursos naturales de
nuestros países a los monopolios extranjeros como política
entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena
a
los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus
pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena
el
engaño sistemático a los pueblos por órganos
de
divulgación que responden al interés de las oligarquías
y a
la política del imperialismo opresor; condena el monopolio
de
las noticias por agencias yanquis, instrumentos
de
los trusts norteamericanos y agentes de Washington;
condena las leyes represivas que impiden a los
obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales,
a
las grandes mayorías de cada país, organizarse
y
luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas;
condena a los monopolios y empresas imperialistas
que
saquean continuamente nuestras riquezas, explotan
a
nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen
en
retraso nuestras economías, y someten la política
de
la América Latina a sus designios e intereses.
”La
Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena,
en
fin, la explotación del hombre por el hombre, y la
explotación de los países subdesarrollados por el capital
financiero imperialista.
”En
consecuencia, la Asamblea General Nacional del
Pueblo de Cuba, proclama ante América:
”El
derecho de los campesinos a la tierra; el derecho del
obrero al fruto de su trabajo; el derecho de los niños a la
educación; el derecho de los enfermos a la asistencia
médica y hospitalaria; el derecho de los jóvenes al trabajo;
el
derecho de los estudiantes a la enseñanza libre,
experimental y científica; el derecho de los negros y los
indios a la ‘dignidad plena del hombre’; el derecho de la
mujer a la igualdad civil, social y política; el derecho delanciano a una vejez segura; el derecho de los intelectuales,
artistas y científicos a luchar, con sus obras, por un
mundo mejor; el derecho de los Estados a la nacionalización
de
los monopolios imperialistas, rescatando así
las
riquezas y recursos nacionales; el derecho de los
países al comercio libre con todos los pueblos del mundo;
el
derecho de las naciones a su plena soberanía; el
derecho de los pueblos a convertir sus fortalezas militares
en
escuelas, y a armar a sus obreros, a sus campesinos,
a
sus estudiantes, a sus intelectuales, al negro, al
indio, a la mujer, al joven, al anciano, a todos los oprimidos
y explotados, para que defiendan, por sí mismos, sus
derechos y sus destinos.
”SÉPTIMO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
de
Cuba postula: El deber de los obreros, de los campesinos,
de
los estudiantes, de los intelectuales, de los negros,
de
los indios, de los jóvenes, de las mujeres, de los
ancianos, a luchar por sus reivindicaciones económicas,
políticas y sociales; el deber de las naciones oprimidas y
explotadas a luchar por su liberación; el deber de cada
pueblo a la solidaridad con todos los pueblos oprimidos,
colonizados, explotados o agredidos, sea cual fuere el
lugar del mundo en que estos se encuentren y la distancia
geográfica que los separe. ¡Todos los pueblos del
mundo son hermanos!
”OCTAVO: La Asamblea General Nacional del Pueblo de
Cuba reafirma su fe en que la América Latina marchará
pronto, unida y vencedora, libre de las ataduras que convierten
sus
economías en riqueza enajenada al
imperialismo norteamericano, y que le impiden hacer
oír
su verdadera voz en las reuniones donde cancilleres
domesticados, hacen de coro infamante al amo despótico
[...].
”NOVENO: La Asamblea General Nacional del Pueblo
de
Cuba resuelve: que esta Declaración sea conocida
con
el nombre de ‘Declaración de La Habana’,
”La
Habana, Cuba, Territorio Libre de América. Septiembre
2
de 1960”.
“Sometemos esta Declaración de La Habana a la consideración
del
pueblo, es decir, que los que apoyan la
Declaración, levanten la mano”.
La
multitud levantó la mano y aplaudió durante varios minutos.
Pregunté de inmediato: “Y con la Declaración de San José,
¿qué
hacemos?” El pueblo exclamó: “¡La rompemos!”
Rompí la declaración. Era la misma basura que repitieron durante
decenas de años en la OEA, a la que nuestro brillante ministro de
Relaciones Exteriores Raúl Roa García calificó como Ministerio
de
Colonias Yanqui.
Casi año y medio después, una nueva y cínica declaración de
los
cancilleres de la OEA nos obligó a suscribir la Segunda Declaración
de
La Habana.
El
Comandante en Jefe Fidel Castro en la Plaza de la Revolución durante
la
Primera Declaración de La Habana, el 2 de septiembre de 1960. |