Carta de Napoleón Bonaparte a los israelitas. 1798
"De
Napoleón Bonaparte, comandante supremo de las fuerzas armadas de la
República francesa en África y Asia., a los legítimos herederos de
Palestina".
Israelitas, pueblo sui generis, que las fuerzas de la conquista y el
despotismo no han podido usurparles su linaje y existencia nacional,
aunque les usurparon solamente la tierra de los ancestros.
Los
conscientes y neutrales observadores de los destinos de los pueblos
aunque no tienen la capacidad de los profetas tales como ISAÍAS y
JOEL se han percatado de las profecías que esos últimos hicieron con
su sublime fe, en el sentido de que los siervos de Dios (la palabra
Israel quiere decir en hebreo cautivo o siervo de Dios) volverán
cantando a Sión, y serán colmados de felicidad cuando construyan su
reino sin miedo.
Ustedes que están desamparados en la diáspora, levántense con fuerza.
Tienen ante ustedes una horrible guerra que su pueblo está librando
después de que sus enemigos creyeran que su tierra heredada de los
ancestros, fuera un botín a repartir entre ellos a su libre antojo
(...) Es indispensable olvidar aquella deshonra que los hizo caer
bajo el yugo de la esclavitud, y aquella desvergüenza que paralizó
su voluntad por dos mil años.
Las
circunstancias no les permitían proclamar o expresar sus demandas.
Incluso esas mismas circunstancias les obligaron coercitivamente a
renunciar a su derecho. Por eso, Francia les tiende su mano ahora
llevándoles la herencia de Israel. Lo hace precisamente en este
momento, pese a los síntomas de frustración e incapacidad.
El
ejército con que la providencia me envió, marcha con la victoria
delante y con la justicia detrás, ha escogido a Jerusalén como sede
de su mando, y dentro de unos días se trasladará a la vecina Damasco,
que viene despreciando y humillando la ciudad de David desde hace
mucho tiempo.
Legítimos herederos de Palestina...
La
nación francesa no comercia como otras naciones con los hombres y
las patrias, y les convoca a (recuperar) su herencia, contando con
su garantía y apoyo contra todos los intrusos.
¡Levántense!
Y demuestren que la fuerza implacable de los tiranos no ha sofocado
la valentía de los nietos de aquellos héroes, cuya alianza fraternal
fue un honor para Esparta y Roma, y que el trato de esclavos por dos
mil años no ha podido matar esa valentía.
¡Apresúrense!
Este es el momento oportuno- que quizás no se repita en miles de
años- para exigir la recuperación de sus derechos y prestigio entre
los pueblos del mundo, que se les fueron arrebatados por miles de
años, que son su existencia política como una nación entre
las
naciones, y su absoluto derecho natural a adorar a su Dios, Jehová,
según su fe,
¡Háganlo
públicamente de una vez y para siempre!
Bonaparte
[Título]
[El Autor]
[Presentación]
[Indice]
[Introducción]
[Prologo]
[Capítulo I]
[Capítulo II]
[Capítulo III] [Capítulo IV]
[Epílogo]
[Notas]
[Post Scriptum]
[Documentos]
[Cronología]
[Glosario]
[Bibliografía]
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