Desarrollo del conflicto del Medio Oriente
y de la resistencia palestina
Una nueva situación surgió después de la guerra; de lo que iba a ser
el Estado árabe de Palestina según la Resolución 181 de las Naciones
Unidas, sólo quedaron fuera de la ocupación israelita los
territorios de Gaza y Cisjordania; el primero ocupado por Egipto y
el segundo, -también conocido como la Margen o Ribera Occidental
(del Jordán)-, que también incluía a la parte este de Jerusalén,
ocupado por Jordania.
En abril de 1950 se declaró oficialmente establecida la jurisdicción
de Jordania sobre la Margen Occidental, incluida Jerusalén este, su
ley declaraba:
"(...) su reiteración de su intención de preservar en su plenitud
los derechos árabes de Palestina, defender esos derechos por todos
los medios legítimos en el ejercicio de sus derechos naturales pero
sin perjuicio de la solución final de la justa causa de Palestina en
la esfera de las aspiraciones nacionales, la cooperación entre los
árabes y la justicia internacional".
El Rey Abdullah, quien había sido la única voz del campo árabe en
aceptar el Plan de Partición de Palestina, fue otro de los ganadores
con la división de Palestina al alcanzar parte de sus sueños de
constituir el gran reino árabe, proclamándose además "guardián de
los santos lugares" (Jerusalén). Personalidades y notables
palestinos reunidos en Jericó esperanzados en que su Legión Árabe
impidiera la ocupación de más territorio por Israel y considerando
esto como el mal menor, lo habían reconocido como rey. Sin embargo,
la Legión bajo mando británico, no había casi opuesto resistencia al
avance de los sionistas y Abdullah había actuado pasivamente de
acuerdo a sus compromisos y entrado en Cisjordania más con el
propósito de ocuparla y anexarla que de defenderla. Gran Bretaña
reconoció oficialmente la anexión, pero ésta fue rechazada por la
mayoría de los países árabes con la conciencia de que se trataba de
un arreglo entre Abdullah y los líderes sionistas, lo que se reflejó
en la reunión de la Liga Árabe de abril de 1950 en la cual
prácticamente Jordania fue condenada por su actuación.
Al año siguiente, en un atentado cuando entraba en la mezquita de Al
Aqsa en Jerusalén, moriría el Rey Abdullah. Lo acompañaba su nieto
Hussein -quien lo sustituiría años más tarde- el que fue levemente
herido.
Israel, después de la primera guerra con los árabes, consolidó su
poder interno y abrió las puertas del nuevo Estado a la inmigración
de judíos de cualquier parte del mundo, que por el mero hecho de
profesar esa religión y sin tener vínculos probados de que sus
antepasados al menos en los últimos 2 000 años hubieran tenido
alguna relación con Palestina, adquirieron el derecho de ocupar
tierras y propiedades de la población árabe que había sido expulsada
de allí por la fuerza.
Los sionistas se apresuraban por promover la colonización y asimilar
completamente los territorios ocupados a la vez que insistían en la
idea de la no existencia del pueblo palestino, la misma que
reiteraban desde principios de siglo de que "Palestina era una
tierra sin pueblo,"
y que ahora era expresada de forma cínica, por la dirigente sionista
Golda Meir:
¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a
quien devolverlo. No hay tal cosa llamada palestinos. No era como se
piensa que existía un pueblo llamado palestino, que se consideraba
él mismo como palestino y que nosotros llegamos, los echamos y les
quitamos su país. Ellos no existían".
En contradicción con este razonamiento, Ben Gurión, reconociendo los
verdaderos propósitos sionistas, por ese entonces también declaraba:
"Si yo fuera un dirigente árabe nunca firmaría un acuerdo con
Israel....
Hemos cogido sus tierras. Es verdad que Dios nos prometió esta
tierra pero a ellos qué le importa tal promesa. Nuestro Dios no es
el de ellos (...).
Ellos podrán olvidar dentro de una o dos generaciones, pero por
ahora no hay señales de que olviden. Tenemos que ser fuertes,
desarrollar un poder devastador. Esa es nuestra política, de lo
contrario los árabes nos aniquilarán".
La resistencia de los palestinos se tornó muy difícil en estas
nuevas condiciones y en los primeros años de la década del 50 sólo
se llevaron a cabo acciones aisladas que no obedecían a una
organización y provenían fundamentalmente de pequeños grupos que se
infiltraban desde Gaza y Cisjordania.
Por esa época, muchos palestinos que se encontraban refugiados en
distintos países árabes se integraron en diferentes partidos y
organizaciones políticas: el Partido Baas, que se había fundado en
Siria en 1947 con una gran fuerza nacionalista; el Partido Comunista
Jordano, que existía desde 1943; el Movimiento de los Nacionalistas
Árabes, que surge durante 1951-1952, integrado por un grupo de
jóvenes de distintos países de la región con ideas nacionalistas y
que recibirían las influencias de la Revolución de Gaamal Abdel
Nasser que llega
al poder en Egipto en julio de 1952. La militancia de los palestinos
en estos partidos y organizaciones constituiría un antecedente
importante para la posterior formación de las organizaciones de la
resistencia y de la propia Organización para la Liberación de
Palestina (OLP).
En 1955, el gobierno de Nasser organizó los primeros grupos de
comandos palestinos en la zona de Gaza y se incrementaron las
actividades y acciones armadas contra Israel. La línea patriótica y
las medidas nacionalistas y progresistas tomadas por él le valieron
la creciente hostilidad de las potencias occidentales, las cuales se
negaron a concederle créditos para los planes de desarrollo del país
y a venderle armas para la defensa. En julio de 1956 el gobierno
decide la nacionalización del Canal de Suez en justa medida de
defensa de la soberanía, de los intereses nacionales, y solicita la
colaboración de la Unión Soviética y otros países socialistas.
Un grupo de jóvenes palestinos que estudiaban en Egipto, entre ellos
Yasser Arafat, influenciados por las ideas nacionalistas y
patrióticas de la Revolución de Nasser, se integran al ejército de
ese país y participan en la que se considera como Segunda Guerra del
Conflicto del
Medio Oriente, cuando el 30 de octubre de 1956, Francia e Inglaterra
atacan a Egipto con el apoyo de las fuerzas armadas sionistas que
avanzó por el Sinaí hacia el Canal de Suez.
Aunque esta guerra no afectó directamente la cuestión palestina, sí
constituyó la confirmación de las misiones que le tenían destinadas
las grandes potencias a Israel y la vocación que ya había anunciado
Chaim Weizman, Presidente del Congreso Judío Mundial en 1914 de que
"(...) un estado judío se encargaría de formar una guardia efectiva
para el Canal de Suez".
La inicial victoria se transformó en fracaso para los gobiernos de
Francia e Inglaterra que ante el amplio repudio y condena
internacional, debieron retirar rápidamente sus fuerzas de Egipto.
Israel, sin embargo, hizo todo lo posible por quedarse con el Sinaí,
el cual ya había anexado y cambiado el nombre del golfo de Aqaba por
el de Salomón.
El gobierno norteamericano, disgustado porque la operación
británico-francesa fue organizada a sus espaldas e interesado en
ganar más influencia entre los gobiernos moderados árabes de la
región y con la ambición de consolidarse como potencia predominante
por encima de Inglaterra, presionó a Israel para su retirada, lo
cual hizo en marzo del año siguiente, aunque antes los sionistas
lograron que se le autorizara el paso libre por el Estrecho de Tiran
y que fuerzas de la ONU se interpusieran para tratar de impedir las
acciones de las guerrillas que operaban desde Egipto, además, de que
los Estados Unidos, al igual que otras potencias occidentales, se
comprometieran a otorgarle mayor ayuda militar al demostrar su
carácter de aliado incondicional y base de apoyo en esa estratégica
zona. Así comienza a erigirse como
una gran potencia militar regional en momentos en que el Conflicto
del Medio Oriente ya se encontraba insertado en la confrontación
este-oeste o en el marco de la llamada Guerra Fría, que en esta
parte del mundo nunca llegó a ser realmente fría.
Ben Gurión se referiría a esto poco después en carta que le escribe
a Dwight David Eisenhower, Presidente de Estados Unidos, en 1958
ante el crecimiento del nacionalismo árabe y ofrece a su país para
constituirse en base esencial de contención del comunismo y el
nacionalismo en la región: "(...)
con la ayuda (de los Estados Unidos de América) podemos detener a
Nasser y al expansionismo soviético (...). Podemos hacer lo que
ustedes como gran potencia no podrían pues sería considerado como
colonialismo".
Poco después de esta guerra se producen grandes manifestaciones de
protestas por refugiados palestinos que habían establecido
campamentos en Gaza cercanos a la frontera con Egipto, e Israel
interviene para reprimirlos causando casi 400 muertos. Los que
habían llegado allí, después de ser desplazados de sus tierras en
1948, se ven rebasados por los acontecimientos, por el poder del
Estado sionista y por el apoyo internacional que éste continúa
recibiendo. La resistencia activa de los que quedaron dentro de
Israel, así como los de Gaza y Cisjordania decae y se neutraliza.
Fueron los jóvenes y estudiantes palestinos, algunos que habían
salido muy pequeños de Palestina y otros nacidos en los campamentos
de refugiados, quienes participaron desde Egipto en esta Segunda
Guerra, decepcionados por la actitud del ejército egipcio y con la
convicción de que la reconquista de la patria palestina debía ser en
primer lugar responsabilidad de los propios palestinos, los que
comenzaron a formar grupos políticos y a discutir la creación de un
movimiento de resistencia independiente.
En este clima de confrontación y en condiciones muy difíciles para
los palestinos refugiados, surgen, en 1957, las primeras células de
lo que sería posteriormente la organización Al Fatah, palabra
formada con las iniciales de Movimiento Nacional de Liberación
Palestino -Harakat Al
Tahrir Al Watani Al Falastini-, la cual realmente se concreta en
octubre de 1959, en Kuwait, con la participación de Yasser Arafat,
Abu lyad, Farouk Kadoumi, Kamal Adwan, Mohamed Abou Maizer, Khaled
al Hassan, Mahomoud Abbas y Khalil al Wasir (Abu Jihad).
Antes de esta fecha, y desde principios de los años 50, sejiabía
venido estructurando la rama palestina del Movimiento de los
Nacionalistas Árabes (MNA), que en la segunda mitad de ese decenio
ya poseía organización en Palestina, su ala en el MNA, tenía, por
ese entonces, el peso fundamental en la dirección del movimiento,
cuyos militantes contaban con importante influencia política en la
resistencia palestina y en la región.
Al Fatah, sin embargo, fue la única organización de la resistencia
palestina que se creó antes de que en mayo de 1964 se fundara la
Organización para la Liberación de Palestina (OLP), impulsada por
Nasser y otros dirigentes árabes. Posterior a esta fecha, y
provenientes del Movimiento de los Nacionalistas Árabes y de algunos
partidos o corrientes políticas existentes en los países de la
región, al calor de la lucha, se formarían las demás organizaciones
palestinas que fueron integrándose paulatinamente en la OLP.
A finales de 1963 el Consejo de la Liga Árabe -que había encargado
al representante palestino en esa organización el dar los primeros
pasos y hacer las coordinaciones para crear la OLP- anunció, en un
comunicado, que era necesario adoptar medidas prácticas para
organizar al pueblo palestino a fin de permitirle desempeñar su
papel en la liberación de su patria y en la determinación de su
destino. Ahmed Shuqairi, personalidad palestina y antiguo
representante de Arabia Saudita y Siria en la ONU a quien el Consejo
había nombrado representante en la Liga Árabe, hizo un recorrido por
los países de la región para anunciar que en mayo de 1964 se
convocaría el Consejo Nacional Palestino en Jerusalén. A los comités
y subcomités preparatorios, creados por Shuqairi, se les encargó la
tarea de proponer y preparar la lista definitiva de miembros que
asistirían al Consejo, puesto que era imposible elegirlos debido a
la situación especial prevaleciente en aquel momento. En total se
reunieron 422 miembros en el Consejo Nacional, que si bien no
representaban equitativamente a todas las categorías y clases
sociales, al menos reflejaban en forma bastante precisa la
distribución geográfica de los palestinos.
En su sesión de clausura, el 1ro. de junio de 1964, el Consejo
aprobó algunas resoluciones importantes que creaban una estructura
para ocuparse de los asuntos políticos, financieros, militares y
administrativos. Se proclamó oficialmente la Organización para la
Liberación de Palestina (OLP) y el Consejo Nacional Palestino, que
se reuniría periódicamente, para convertirse en el organismo supremo
de dicha organización. Se aprobaron la Carta Nacional, los Estatutos
de la OLP, se creó el Fondo Nacional Palestino y se eligió un Comité
Ejecutivo compuesto por 13 miembros además de Shuqairi, que quedó
como presidente. También se creó un Ejército de Liberación Palestino
bajo el control de la OLP, aunque en la práctica las unidades que se
constituyeron en algunos países árabes se subordinaron a las
jefaturas militares de éstos.
Entre 1964 y 1967, la OLP comenzó a ganar representatividad en los
países árabes y algunos medios internacionales, pero a la vez
comenzaron a soplar vientos de cambios debido al control que algunos
gobiernos querían ejercer sobre ella y al curso muy oficialista que
se le daba a la organización, la cual había sido creada
institucionalmente desde arriba y con los mismos problemas y
debilidades que caracterizaban a muchos gobiernos árabes de entonces.
Diversos sectores palestinos, cuyas actividades se unificaron en el
marco de lo que entonces se conocía como Buró Político de Acción
Unida de las Fuerzas Revolucionarias Palestinas, habían expresado el
temor de que algunos gobiernos árabes utilizasen a la OLP para
frenar el pujante sentimiento nacional palestino al
institucionalizarla y evitar que perturbase el status quo árabe
israelí existente.
A nivel regional árabe e internacional también se habían
desarrollado acontecimientos que influyeron en la radicalización del
movimiento popular y revolucionario palestino. Túnez, Marruecos e
Iraq habían alcanzado la independencia en los años finales de la
década del 50;
la Revolución Argelina, tras violenta y heroica lucha, se había
sacudido de la opresión colonial y había alcanzado el poder en 1962;
en Siria se había producido la Revolución del Partido Baas en 1963;
los revolucionarios yemenitas luchaban duramente por derrotar a los
colonialistas ingleses en el sur de ese país y otros aires e ideas
revolucionarias e independentistas soplaban en Asia y África o
fluían desde la lejana Cuba.
En esta atmósfera, la organización Al Fatah había mantenido
distancias con la OLP y exhortaba a la acción unida dentro de
Palestina y no en las oficinas. Aunque las organizaciones palestinas
favorecían en general la existencia de la OLP, disentían en cuanto a
su estructura y funcionamiento. Mientras Shuqairi y los notables que
la dirigían se mantenían en el ámbito oficial de las relaciones
gubernamentales árabes, los demás grupos políticos palestinos
trataban de lograr una fórmula organizativa más militante. Al margen
de la OLP, la organización Al Fatah había abierto en 1963 una
representación en Argelia donde también se habían iniciado los
entrenamientos guerrilleros, fue allí, donde dos años más tarde, en
abril de 1965, se produciría el primer contacto directo conocido
entre dirigentes revolucionarios cubanos y palestinos: el Che
Guevara se entrevista con Abu Jihad, uno de los líderes de Al Fatah
que posteriormente fue Jefe del Departamento Militar de la OLP.
Ya en abril de 1964, bajo la influencia de todas estas ideas
revolucionarias, se había reunido en Beirut, Líbano, la Conferencia
del Movimiento de los Nacionalistas Árabes, que agrupaba en su seno
a dirigentes progresistas de diferentes países de la zona. George
Habash y Wadih Haddad entre otros, integran el ala palestina de este
movimiento de cuyo seno surgirían numerosas personalidades políticas.
Habash, junto a otros compañeros, crea en 1967, el Frente Popular
para la Liberación de Palestina (FPLP), una de las organizaciones
que posteriormente integrarían la OLP.
El 1ro. de enero de 1965 guerrilleros palestinos de Al Fatah
realizan su primera operación militar para volar un canal mediante
el cual los sionistas querían desviar las aguas del Río Jordán,
acción que conmemoran como la fecha del inicio de la lucha armada
por la Resistencia
Palestina.
A partir de ese año 1965 y hasta comienzos de 1967 las actividades
guerrilleras, que se realizaban independientes de la OLP, comenzaron
a hacerse más frecuentes, los incidentes en la frontera
sirio-israelí y en la jordana se multiplicaban.
El 16 de mayo del 1967 las tropas egipcias son puestas en estado de
alerta en respuesta a la concentración de tropas israelíes en la
frontera siria y el presidente Nasser pide a la ONU el retiro de las
fuerzas de esa organización situadas en Gaza. Días después Egipto y
Jordania firman un pacto de ayuda mutua militar. El 5 de junio
estalla la Tercera Guerra Árabe Israelí con resultados desastrosos
para los países árabes involucrados y especialmente para los
palestinos.
Al final de la contienda Israel había ocupado la península del Sinaí
a Egipto, hasta las márgenes del Canal de Suez, las Alturas del
Golán a Siria, y lo que quedaba de territorio palestino bajo control
jordano y egipcio, Gaza y Cisjordania, incluida la parte árabe u
oriental de Jerusalén. Un nuevo éxodo palestino aumenta las filas de
los refugiados, de una población total calculada en 2,7 millones de
palestinos, quedaron en territorios ocupados 1,2 millones y 1,5
millones se encontraban ahora como refugiados en países vecinos,
fundamentalmente en
Jordania, Líbano, Siria y Egipto.
Tan pronto como se logró un alto al fuego el Consejo de Seguridad
aprobó la Resolución 237, el 14 de junio, llamando a Israel a
facilitar el regreso de los nuevos refugiados que habían huido, y
que todavía lo estaban haciendo, de las nuevas zonas ocupadas y
también lo llamaban a garantizar la seguridad y el bienestar de sus
habitantes. Numerosas gestiones internacionales se llevaron a cabo
para tratar de buscar un arreglo al conflicto que ya tenía 19 años.
El 19 de julio una reunión de emergencia de la Asamblea General de
la ONU reiteró el llamado del Consejo y declaró no válida la
decisión de anexarse el sector árabe de Jerusalén.
Israel rechazó todos los llamados a la retirada, alegando razones de
seguridad y otros pretextos, estaba muy claro que la ocupación de
nuevos territorios árabes era parte del proyecto de expansión
colonial que el sionismo se había propuesto desde mucho antes. Lo
ocurrido durante los años posteriores lo ha venido confirmando
ampliamente.
El Consejo de Seguridad de la ONU, reunido el 22 de noviembre,
aprobó la Resolución 242, que llamaba a Israel a retirarse a los
límites anteriores al estallido de la guerra y que se convertiría en
uno de los documentos básicos para futuras negociaciones. El hecho
de que la resolución no mencionaba explícitamente a Palestina y que
hiciera únicamente referencia a la cuestión como un problema de
refugiados, motivó el rechazo de algunos países árabes y de los
propios palestinos que no aceptaron, durante mucho tiempo, se
obviara la esencia del conflicto, el despojo de su tierra y la
consideración de sus derechos. Nada se mencionaba del no
cumplimiento de la Resolución 181. Los árabes tampoco aceptaban la
creación del estado de Israel erigido sobre la base de la usurpación
de los derechos del pueblo palestino.
Además, en el plano territorial, la Resolución 242 -al pedir a
Israel que se retirara a los límites anteriores al inicio de la
guerra-, apoyaba implícitamente su jurisdicción sobre los
territorios ocupados en la guerra de 1948 rebasando las líneas
establecidas por la resolución 181. Siria y otros países árabes
rechazaron la resolución, mientras Egipto y Jordania, que sí la
aceptaron, exigieron el retiro de los territorios ocupados como
condición para cualquier negociación, Israel
se negó adoptando la posición de que estas cuestiones sólo podrían
arreglarse mediante negociaciones directas con las estados árabes y
la concertación de un amplio acuerdo de paz.
En la Cumbre Árabe celebrada casi inmediatamente después de la
guerra en Jartum, Sudán, se adoptaron acuerdos muy firmes que se
resumían en los TRES NO: no a la paz con Israel; no al
reconocimiento a Israel; y no a las negociaciones con Israel. Se ha
escrito, sin embargo, que Nasser percibiendo el propósito de Israel
de anexarse a toda costa los territorios ocupados y especialmente la
Cisjordania palestina, recomendó al Rey Hussein de Jordania que
estableciera negociaciones con Estados Unidos y que utilizara
cualquier medio para evitar que esto sucediera. Aunque los acuerdos
de Jartum apuntaban en otra dirección, se abría por primera vez a
consideración la fórmula de "paz a cambio de tierra".
El monarca jordano fue más allá de lo sugerido por Nasser, se reunió
secretamente un mes después en New York con Abba Eban –Ministro de
Relaciones Exteriores de Israel- y se encontraron de nuevo en
Londres, pero en los dirigentes sionistas predominó el criterio de
no establecer compromisos que perjudicaran sus intereses
expansionistas.
Durante esta confrontación, la Unión Soviética y los países
socialistas de Europa, excepto Rumania, rompieron relaciones con
Israel insertándose todavía más el conflicto en el contexto del
enfrentamiento Este-Oeste. Los países árabes petroleros utilizaron
por primera vez el arma del petróleo y durante un tiempo mantuvieron
un embargo a los suministros a Estados Unidos y los países europeos
que habían apoyado a Israel.
Los verdaderos propósitos de los sionistas sobre los territorios
ocupados en esa guerra los había expresado claramente el general
Moshe Dayán, Jefe del Ejército de Israel:
"Nuestros padres lograron las fronteras reconocidas en el Plan de
Partición. Nuestra generación alcanzó las fronteras del 49.
Ahora la generación de la guerra de los seis días (1967) se las
arregló para llegar a Suez, Jordania y las Alturas del Golán. Esto
no es el final. Después de las actuales líneas del cese al fuego,
habrá otras nuevas. Se extenderán más allá de Jordania, quizás hacia
el Líbano y el centro de Siria también ".
Si uno posee la biblia y uno se considera a sí mismo como pueblo de
la Biblia, uno debe también poseer las tierras de la Biblia,
aquellas de los Jueces y los Patriarcas, de Jerusalén, de Hebrón, de
Jericó y otros lugares. El forastero debe comprender que aparte de
toda la importancia estratégica del Sinai o el Estrecho de Tiran y
las montañas al oeste de Jordania, estas regiones están situadas en
el corazón de la historia judía.
Cuando todavía estaban huyendo los palestinos de los lugares
atacados en Gaza y Cisjordania, Israel llevaba a cabo, como en 1948,
la destrucción de pueblos y aldeas palestinas y procedía a la
instalación de colonias o asentamientos militares. Fue notable la
destrucción de Imwas, Beit Nuba y Yalu en la región de Latrun y la
expulsión de sus habitantes, cerrando inmediatamente las fronteras
para impedir el regreso de aquellos que querían hacerlo, a pesar de
la demanda de la ONU.
Los resultados de la guerra de 1967, un verdadero desastre y
humillación para los árabes y los palestinos, crearon nuevas
condiciones para la actividad de la resistencia palestina. Las
acciones militares de las organizaciones, a las que antes se oponían
casi todos los regímenes
árabes, ahora parecían ser inevitables. El presidente de la OLP,
Shuqairi, renunció en diciembre de 1967 y la nueva dirigencia de la
organización con Yahya Hammouda como presidente, formuló una
declaración encaminada a acercarse a las organizaciones guerrilleras
que ya se habían organizado.
En enero del 68 se reunieron en El Cairo representantes de ocho
organizaciones de comandos para coordinar las acciones contra el
ocupante sionista. Después, en otra reunión celebrada en Beirut en
marzo, la OLP, Al Fatah, y el Frente Popular para la Liberación de
Palestina, acordaron dar a estos la mitad de los escaños en el nuevo
Consejo Nacional Palestino, cuya sesión se celebró en febrero de
1969 y culminó con la elección de Yasser Arafat como presidente de
su nuevo Comité Ejecutivo. En esa reunión se precisó la estructura y
funcionamiento de la organización sobre nuevas bases.
A partir de esta época se incrementa la actividad político-militar
de los palestinos en los países donde residen como refugiados,
especialmente en Jordania, donde la mayoría de la población es
palestina, y en el Líbano. Al Fatah intentó desarrollar operaciones
en la Cisjordania ocupada, pero la represión israelí no le dio
posibilidades de hacerlo en gran escala, sin embargo, se instalaron
decenas de bases guerrilleras en la margen oriental del Río Jordán y
en marzo de 1968 se produjo el primer gran enfrentamiento entre
guerrilleros y las fuerzas israelíes en el campamento de Karameh. A
pesar de que los combatientes palestinos tuvieron fuertes bajas, la
acción sirvió para consolidar la posición y la influencia de Al
Fatah en Jordania, contribuyó a elevar el reconocimiento de otros
países árabes y Yasser Arafat se consolidó como vocero oficial de la
Resistencia Palestina.
A finales de 1969 se celebra en El Cairo una reunión entre Arafat y
el Comandante en Jefe del Ejército libanés y llegan a acuerdos sobre
las bases en que debe mantenerse la resistencia de los palestinos en
suelo libanés. Ya el año anterior, en represalia por la presencia y
el desarrollo
de las bases de la Resistencia Palestina en El Líbano, unidades
helitransportadas de comandos israelíes habían atacado el aeropuerto
de Beirut y destruido, en operación terrorista, 13 aviones civiles.
Por esa misma fecha la Asamblea General de la ONU aprueba, por
amplia mayoría, la Resolución 2535-D, la cual reconoce que el
problema de los refugiados palestinos tiene su origen en que los
derechos inalienables, tales como son enunciados en la Carta de
Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre, le son negados al pueblo palestino.
Los Estados Unidos, por su parte, habían tratado de llevar adelante
el llamado Plan Rogers que, basándose en aspectos de la Resolución
242, buscaba atraer a los árabes a negociaciones con Israel. Sin
embargo, saboteaban las posibilidades de paz suministrándole al
estado judío 50 modernos aviones Phantoms, lo cual constituyó un
importante paso en la carrera de armamentos que se produciría en la
región.
Para mediados de 1970 las relaciones entre las organizaciones de la
resistencia y el gobierno jordano se complican y se hacen tensas y
el VII Consejo Nacional Palestino reunido en El Cairo analiza la
situación. Arafat es nombrado Comandante en Jefe de todas las
fuerzas palestinas. En agosto se producen violentos enfrentamientos
entre guerrilleros palestinos y soldados jordanos, y se convoca de
forma extraordinaria, en Ammán, otra reunión del Consejo Nacional,
en la cual se reitera el rechazo a la Resolución 242.
A principios de septiembre, guerrilleros del Frente Popular para la
Liberación de Palestina secuestran varios aviones de líneas
comerciales internacionales y los hacen aterrizar en el desierto,
cerca de Ammán, reteniendo a un grupo de rehenes y pidiendo a cambio
la liberación de prisioneros palestinos en Israel.
El gobierno jordano estaba, por ese entonces, enfrentando una
difícil disyuntiva, debido al fortalecimiento y desarrollo de la
Resistencia Palestina y a las acciones que desde allí lanzaba contra
Israel sin poder controlarla. Recibía a cambio contundentes
respuestas de éste por aire y tierra que había hecho huir a una
parte importante de los habitantes a lo largo del Río Jordán y
causado bajas en las ciudades de Salt e Irbid. Si los palestinos,
que eran mayoría dentro de la población jordana, continuaban
fortaleciéndose, podrían poner en crisis el poder de la monarquía
hachemita, si reprimía las acciones guerrilleras había la
posibilidad de que se desatara la guerra civil, Pero optaron por
este último riesgo.
Los enfrentamientos se incrementaron en septiembre de 1970 y el
régimen jordano establece la ley marcial y reprime violentamente la
resistencia. Las fuerzas jordanas, con recursos muy superiores,
logran hacer grandes bajas y expulsar a los guerrilleros palestinos,
los cuales se ven obligados a trasladar sus bases de actividades al
Líbano y otros países, acontecimientos serían conocidos para la
posteridad como "septiembre negro".
Se produce, además, la muerte repentina de Nasser en Egipto,
abanderado del nacionalismo árabe y personalidad de reconocido
prestigio internacional; su desaparición constituyó una sensible
pérdida para la lucha de los pueblos palestino y árabes.
Poco después de la muerte de Nasser se suscribieron en El Cairo y
Ammán, acuerdos para regular las relaciones entre la Resistencia
Palestina y el gobierno de Jordania. Un año después, en la misma
capital egipcia, es asesinado, en un atentado, el primer ministro
jordano Wasfi Tall, en operación reivindicada por una organización
llamada "septiembre negro".
Paralelamente, en los primeros años de la década del 70, se
incrementa el reconocimiento internacional de la OLP y el reclamo de
que se le reintegren al pueblo palestino sus legítimos derechos. Por
esa época, la Asamblea General de Naciones Unidas reitera varias
resoluciones
demandando el retiro de Israel de los territorios ocupados en 1967,
reconociendo el derecho de los refugiados a retornar a sus tierras y
requiriendo el cese de la violación de los derechos humanos.
Algunas organizaciones palestinas, en esos mismos años,
recrudecieron sus acciones contra Israel en el exterior y
especialmente desde sus bases en El Líbano. Los sionistas también
lanzaban operaciones especiales contra las oficinas y los dirigentes
palestinos en Beirut, varios de ellos fueron muertos en atentados.
Esta es la etapa en que se produce el secuestro de varios aviones
comerciales israelíes y la operación en las Olimpiadas de Munich en
la cual murieron varios atletas de Israel y algunos secuestradores.
Mientras tanto el régimen jordano presidido por el rey Hussein, que
nunca había roto su dependencia, especialmente la ideológica, de su
ex metrópoli, propuso otra dinámica -en marzo de 1972-, con la
creación de un "Reino Árabe Unido", que incluiría Cisjordania y
Transjordania, en un remedo de lo que había sido prometido durante
la Primera Guerra Mundial a su bisabuelo el Sherif Hussein de la
Meca y en definitiva lo que había logrado su abuelo Abdullah después
de la guerra de 1948. Los palestinos, que veían liquidadas sus
aspiraciones
de Estado independiente con esta variante, se opusieron
enérgicamente y el X Consejo Nacional reunido urgentemente en El
Cairo llamó a los otros estados árabes a romper relaciones con el
Reino Hachemita y demandar su expulsión de la Liga Árabe.
Ante las amenazas de ver desconocida su representatividad, los
dirigentes de la OLP redoblan sus esfuerzos para que la organización
fuera reconocida como único y legítimo representante del pueblo
palestino, y en 1973 la 4ta. Conferencia Cumbre de los Países No
Alineados celebrada en Argel, le da un amplio apoyo y reconoce a la
OLP oficialmente con ese carácter. En dicha Conferencia -en
solidaridad con la justa lucha del pueblo palestino y de los árabes
por la obtención de sus legítimos derechos y por la recuperación de
los territorios ilegalmente ocupados por Israel-, Cuba anuncia el
rompimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno de Tel Aviv.
La OLP también había acordado reactivar el trabajo de resistencia en
Gaza y Cisjordania y crea lo que se llamó el Frente Nacional
Palestino para los Territorios Ocupados durante la celebración del
XI Consejo Nacional, en el cual, además, se decidió mantener la
lucha contra el régimen jordano. Por ese entonces la población
palestina en los territorios ocupados era de alrededor de un millón
de habitantes, de los cuales unos 70 000 vivían en Jerusalén y a
quienes después de la anexión de esa parte de la ciudad, les había
sido otorgada la ciudadanía
israelí. En Gaza la administración militar encontraba muchas
dificultades para controlar la situación, a pesar de la dura
represión, especialmente en los campos de refugiados, allí un
patriarca palestino, Mohamed Al Aswad, conocido popularmente como
Comandante Guevara, organizaba la resistencia. Desde 1971 se había
logrado cierto momentáneo apaciguamiento a través de concesiones
económicas que perseguían mejorar el nivel de vida.
Paralelamente a estos acontecimientos, Israel trabajaba abiertamente
en sus proyectos para asimilar los territorios ocupados y en 1973
había creado 77 asentamientos militarizados. El Fondo Nacional Judío
había adquirido miles de acres de tierra y el ejército se había
posesionado de otros tantos, alegando necesidades militares y de
seguridad.
La Agencia Judía redobló sus esfuerzos para traer nuevos inmigrantes,
especialmente de Rusia, donde existía la mayor reserva de judíos.
Por esta vía el plan de despojo se intensificaba en los siguientes
años.
Los líderes sionistas nunca ocultaron sus propósitos de asimilar
totalmente Gaza y Cisjordania y por supuesto Jerusalén, pero la
población palestina, cuya expulsión no pudieron lograr totalmente y
lejos de esto crecería mucho más rápido que la judía, se convertiría
en el gran
obstáculo, el valladar para lograr las aspiraciones expansionistas,
en tanto que su creciente sentimiento nacional y patriótico la haría
infranqueable en el futuro.
La falta de perspectivas para una solución justa continuó insuflando
explosividad al conflicto. Para los refugiados palestinos,
expulsados en 1948 y después a países vecinos, era y continúa siendo
hoy inadmisible que los judíos, originarios de diversas partes del
mundo, sin ningún vínculo con la tierra de Palestina que se conozca
durante siglos y siglos, por el mero hecho de ser judío, adquieran
el derecho de ir allí y poseer tierras y propiedades de las que
ellos -cuyos antepasados están enraizados y donde han vivido desde
el principio de la historia-, fueran despojados por la fuerza.
El propio Moshe Dayan había reconocido el despojo en declaraciones
al periódico Haaretz el 4 de abril de 1969:
"(...) Llegamos a este país que estaba poblado por árabes y
estableciendo el estado judío aquí (...) pueblos judíos han sido
establecidos en lugar de las aldeas árabes. Ustedes no conocen
siquiera los nombres de esas aldeas árabes y yo no los recrimino por
ello, porque ya no aparecen en los libros de geografía, no sólo no
aparecen en los libros sino que ya no existen (...), no hay un solo
lugar construido en este país donde no había antes una población
árabe".
Mientras tanto, la Resistencia Palestina continuaba organizándose en
sus bases del Líbano e incrementaban sus acciones contra Israel. En
abril los comandos israelitas volvieron a realizar un ataque
terrorista en Beirut en el cual asesinaron a varios dirigentes de la
OLP, entre ellos al Jefe del Dpto. Político, el Jefe de Operaciones
en los Territorios Ocupados y al Editor Jefe del Órgano Oficial de
la OLP. Ehud Barak, quien posteriormente llegaría a ser Primer
Ministro de
Israel, participó en esa operación.
Los incidentes en los frentes egipcios y sirios continuaban y los
gobiernos de estos países se preparaban para tratar de recuperar, en
la ocasión oportuna, los territorios que Israel les había ocupado en
1967. De la Unión soviética y otros países socialistas fluía
importante ayuda militar hacia los países árabes, además de
brindarles respaldo político y diplomático.
En este clima de tensión y confrontación, el 6 de octubre de 1973,
día de la festividad judía del Yom Kipur (día del perdón), estalló
la cuarta guerra árabe israelí cuando Egipto y Siria tomaron la
iniciativa y sus tropas atravesaron el Canal de Suez hacia el Sinaí
y penetraron en el Golán, territorios ocupados que aunque no
pudieron recuperar, si dieron pruebas, por primera vez, que las
fuerzas árabes podían combatir de igual a igual con los israelíes y
lograron infligirles a éstos cuantiosas bajas, lo cual afectó
sensiblemente la opinión pública en Israel, convencida hasta ese
momento de la amplia superioridad e invencibilidad de sus fuerzas
armadas. Los árabes, además, mostraron mayor solidaridad y los
países petroleros decretaron un embargo al suministro de petróleo a
los países occidentales que apoyaban a Israel, lo cual produjo una
considerable elevación de los precios que afectó especialmente a los
miembros de la Comunidad Económica Europea, y los obligaron a
rectificar sus posiciones y hacer una Declaración favorable a los
árabes.
Estados Unidos, que como en ocasiones anteriores brindó todo su
apoyo político y militar a Israel, vio con preocupación el
involucramiento de la URSS al lado de los árabes y la confrontación
a que se estaba arriesgando, por lo que se movió intensamente en el
terreno
diplomático para tratar de desactivar la crisis.
Después de dos semanas de hostilidades y de fuertes gestiones
diplomáticas, el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba la
Resolución 338 con un llamado al cese al fuego y a la inmediata
aplicación de la Resolución 242 de 1967, que pedía la retirada de
Israel de los territorios ocupados en la guerra de 1967. Pocos días
después el Consejo decide el envío de un contingente militar bajo
bandera de la ONU para vigilar la tregua. Ambas Resoluciones, la 242
y 338, aunque contarían con el rechazo de algunos países árabes y de
organizaciones palestinas que alegaban trataba el problema palestino
únicamente como un asunto de refugiados, constituirían en el futuro
la esencia de las propuestas para una solución del conflicto. Los
dirigentes judíos en clara expresión de su política expansionista,
siempre rechazaron el cumplimiento de estas resoluciones.
En Israel se desataron fuertes contradicciones internas como
resultado de las alternativas que se presentaban y los errores y
debilidades militares que se pusieron de manifiesto. Algunos
defendían la idea de que se debía priorizar la seguridad de sus
fronteras a cualquier costo y por ende el mantenimiento de la
ocupación y la asimilación de los territorios árabes, mientras que
otros preferían algún tipo de negociación, aun a cuenta de
sacrificios territoriales, con el objetivo de llegar a convenios con
los árabes, lo que propició los primeros acuerdos de separación de
fuerzas con Egipto y después con Siria, en los cuales Kissinger
desempeñó un importante papel.
A finales de 1973 los Estados Unidos y la Unión Soviética convocaron,
bajo su co-auspicio, la Conferencia de Paz para el Medio Oriente en
Ginebra, la cual se suspendió después de tres sesiones debido a las
grandes diferencias existentes y a la negativa de Israel de cumplir
con
las resoluciones de la Naciones Unidas relativas al conflicto,
especialmente la 242 y 338.
Con el histórico y claro objetivo de tener más población para poblar
los territorios ocupados, los sionistas, en coordinación con el
gobierno de turno en Washington, realizaron una intensa campaña para
promover la emigración judía de la Unión Soviética y otros países
socialistas europeos. Apelaron de nuevo a la argucia de que allí
practicaban el antisemitismo, que los judíos eran discriminados, que
se preparaban nuevos pogroms, etc., para mediante el terror,
alcanzar el doble propósito de difamar a la URSS y abrir una fuente
de nuevos inmigrantes.
En 1974, la OLP obtiene importantes logros diplomáticos; en octubre,
la UNESCO otorga la condición de observadora y condena los intentos
de destruir la cultura e identidad palestina. La reunión Cumbre de
la Liga Árabe, celebrada en Rabat, la reconoce como la legítima
representante del pueblo palestino, lo cual, por primera vez, hacen
de forma unánime, válido especialmente para Jordania, que en no
pocas ocasiones había tratado de asumir el papel de representante de
este pueblo.
Un mes después la Asamblea General de la ONU aprueba la Resolución
3236 aceptando el derecho del pueblo palestino a la libre
determinación sin injerencia exterior, a la independencia, a la
soberanía nacional, el derecho al retorno de los refugiados y a la
recuperación de estos derechos por todos los medios. Igualmente es
aprobada la Resolución 3237 que concede a la Organización para la
Liberación de Palestina la condición de observadora en todas las
actividades de la ONU. Ambas resoluciones significaron un cambio
importante en el tratamiento de la cuestión palestina.
Durante el desarrollo de ese XXIX período de sesiones de la Asamblea
General, Yasser Arafat pronunció un histórico discurso, después del
cual viaja a Cuba en lo que sería su primera visita a América
Latina. La alocución del dirigente fue respaldado por importantes
manifestaciones
y demostraciones de masas en Cisjordania, duramente reprimidas por
las fuerzas militares ocupantes que expulsaron a varias
personalidades y dirigentes palestinos hacia Jordania.
La favorable correlación de fuerzas que existía en ese organismo
internacional se reflejaría un año después, cuando a pesar de la
férrea oposición de los Estados Unidos y de las potencias
occidentales, la Asamblea General, tomando en consideración las
criminales acciones de Israel en los territorios palestinos ocupados,
aprobó la resolución 3379, señalando al sionismo como una forma de
racismo.
Con estos avales, la OLP, que recibía considerable ayuda económica
de los países árabes petroleros, también alcanzó un alto nivel de
representatividad internacional y notable poder en el territorio
libanés, donde mantenía sus principales bases y oficinas y el propio
Arafat tenía
su sede. Los israelitas observaban esto con inquietud y lanzaban
frecuentes ataques en el sur del país. En enero de 1975 ese gobierno
árabe, denunció en la ONU la escalada agresiva de Israel, que en un
sólo mes había efectuado 44 incursiones aéreas, 10 marítimas, 347
bombardeos de artillería y 8 ataques de grupos comandos.
En determinadas zonas del Líbano, los palestinos llegaron a tener un
gran poder, lo cual unido al fuerte protagonismo político de la
Resistencia, sirvió de pretexto a fuerzas reaccionarias para
incrementar su campaña antimusulmana y antipalestina. Estos
elementos, sumados a la interferencia de Israel y sus continuos
ataques, que también desestabilizaban
el país, se mezclaron con las contradicciones crecientes que
generaba el sistema de división confesional del poder político y
gubernamental que habían dejado los colonialistas franceses, lo que
favorecía a la ya minoritaria comunidad cristiano maronita, por lo
que 1975 estalló la guerra civil libanésa en la cual los palestinos
también fueron activos protagonistas.
Como consecuencia de la guerra, que se extendería después por unos
15 años, el Líbano se dividió, con una parte del territorio en poder
de las fuerzas patrióticas aliadas a los palestinos y otra zona bajo
el control de organizaciones de la comunidad cristiano maronita,
dirigidas por los falangistas, quienes tradicionalmente recibían las
simpatías de occidente y tenían contactos con Israel.
En enero de 1976, por primera vez una representación de la OLP es
invitada a participar en los debates sobre la cuestión palestina en
el Consejo de Seguridad, tras los cuales un proyecto de Resolución
que reconocía el derecho inalienable a la autodeterminación y a
establecer un estado independiente es vetado por los Estados Unidos.
Aunque los esfuerzos de las autoridades de israelíes para controlar
y someter a la población palestina que había quedado en los
territorios ocupados, así como en el que consideraban su propio
territorio desde 1948, parecía haberle dado algunos resultados. En
marzo de 1976 se producen grandes protestas y manifestaciones por la
incautación de tierras en Galilea, zona de mayoritaria población
palestina que no habría quedado en manos de Israel según la
Resolución de partición. Los presidentes árabes de los consejos
municipales se reunieron en Nazaret, ciudad netamente árabe la cual
contaba con un alcalde comunista y declararon la huelga general que
se extendió a Gaza y Cisjordania con amplios enfrentamientos que
fueron conocidos como la Intifada de Galilea, teniendo como
resultado 14 muertos y 74 heridos por los palestinos y 11 muertos y
32 heridos por los ocupantes israelíes. Estos acontecimientos serán
posteriormente conmemorados todos los 30 de marzo como el "Día de la
Tierra".
Un mes más tarde se celebraron elecciones municipales en Cisjordania
en un intento de las autoridades sionistas de ir propiciando la
asimilación de la población y de los territorios ocupados, pero
éstas se transforman en un plebiscito contra la ocupación, los
candidatos vinculados a la Resistencia triunfan ampliamente y son
elegidos en las principales ciudades.
El año siguiente, en un ambiente de tensiones y discrepancias
internas palestinas y después de un encuentro entre el Rey Hussein
de Jordania y Arafat en El Cairo, se celebra en esta misma ciudad el
XIII Consejo Nacional Palestino, en el cual se analizan las
posibilidades árabes de alcanzar una negociación con Israel.
Por otra parte, mientras la guerra civil se mantenía intermitente en
el Líbano y consumía la acción fundamental de la Resistencia
Palestina que desde sus campamentos en el sur, cercanos a la
frontera con Israel, llevaba a cabo una guerra irregular contra éste
con la esperanza de poder actuar para liberar sus tierras, el
Presidente Anwar Al Sadat en Egipto, convencido por los Estados
Unidos de la necesidad de llegar a acuerdos con Israel, dio la
espalda a una posición árabe común y viajó sorpresivamente a
Jerusalén el 19 de noviembre de 1977, donde pronunció un discurso
conciliador en el Knesset (parlamento), dando un espectacular viraje
al enfrentamiento árabe-israelí, lo cual provocó la ira e
incertidumbre de los árabes y el aplauso de Israel y los países
occidentales que lo apoyaban.
Inmediatamente, como reacción al paso dado por el presidente egipcio,
se celebra en Trípoli una reunión donde participan los dirigentes de
Argelia, Hahuari Boumedienne; de Yemen Democrático, Fatah Ismail; de
Siria, Haffez al Assad; de Libia, Muamar El Kadhafi, y de la OLP,
Yasser Arafat, donde quedó constituido lo que se llamó el "Frente de
Firmeza" en protesta por lo que se consideró una capitulación de
Sadat.
Pero después de su espectacular comienzo, las negociaciones entre
Egipto e Israel comenzaron a demorarse y parecían no prosperar,
especialmente por la negativa israelí de cumplir lo estipulado en la
Resolución 242, de la cual hacían una interpretación antojadiza.
En marzo de 1978 tras varios incidentes armados, 32 000 soldados
israelíes cruzan la frontera e invaden el sur del Líbano con el
objetivo de liquidar las bases de la Resistencia Palestina y
establecer un cinturón de seguridad a lo largo de la frontera.
Cuando una Resolución de la ONU demandando de Israel la retirada es
aprobada en el Consejo de Seguridad, ya las fuerzas sionistas han
ocupado prácticamente todo el sur hasta la altura del Río Litani.
Los bombardeos indiscriminados de las fuerzas sionistas por tierra,
mar y aire destruyen numerosos poblados y producen la muerte de unos
1 000 civiles libaneses además de unos 200 guerrilleros palestinos.
Unos 200 000 refugiados libaneses y palestinos de las aldeas y
ciudades del sur, huyeron hacia el centro y norte del país.
Israel, con grandes ambiciones territoriales sobre el sur del Líbano
y los recursos hídricos que allí existen, se negó a retirarse de una
franja del territorio ocupado a lo largo de su frontera y solo lo
hizo después de muchas presiones, pero dejando antes en su lugar,
una milicia fantoche libanésa que después sería conocida como
Ejército del Sur del Líbano.
En el año 1978, después de fuertes presiones de los Estados Unidos,
de discrepancias con uno y otro bando que incluyeron choques entre
los gobiernos de James Earl Cárter y Menahem Begin por la
inflexibilidad del último y la ansiedad del primero de producir una
conciliación árabe-israelí en el marco de los intereses
estadounidenses, se fueron creando condiciones para alcanzar un
acuerdo de paz egipcio-israelí.
Finalmente el 17 de septiembre, en Camp David, donde fueron
convocados Begin y Sadat, se anuncia que ha sido suscrito un "Acuerdo
Marco para la Paz en el Medio Oriente" que incluía dos documentos:
uno establecía la firma de un acuerdo de paz entre Egipto e Israel
en un plazo de tres meses en el cual se aceptaba la retirada de
Israel del Sinaí y la normalización de relaciones entre los dos
países y el otro se ocupaba de los territorios palestinos ocupados y
preveía que se celebrarían elecciones para un autogobierno que
remplazaría a las autoridades militares israelíes durante un período
transitorio de no más de cinco años, después de lo cual se
negociaría el estatus final de Cisjordania y Gaza y se concluiría un
acuerdo de paz entre Jordania e Israel.
Los países árabes, a nivel oficial y popular, rechazaron estos
acuerdos que interpretan como una traición a sus intereses
regionales y en una cumbre convocada en Bagdad, en noviembre del
mismo año 1978, se proponen medidas contra Egipto, las cuales debían
aplicarse en caso
de que se llegara a firmar una paz por separado con Israel. Dentro
del gobierno egipcio no había siquiera unanimidad y el Ministro de
Relaciones presentó su renuncia como desaprobación. Los palestinos
por su parte, se reunieron poco después en el XIV Consejo Nacional
Palestino, en Damasco, y acordaron un rechazo rotundo a lo propuesto
en el Acuerdo Marco de Camp David, reiteraron la decisión de
constituir un estado palestino independiente sobre su propio
territorio y declararon la necesidad de reforzar los vínculos con la
Unión Soviética y los países socialistas.
El Acuerdo de Paz entre Egipto e Israel fue finalmente firmado en
marzo de 1979 y las negociaciones que se iniciaron inmediatamente
para determinar las cuestiones relativas a la autonomía palestina
encontraron la resistencia sionista, cuyo ministro de Asentamientos,
Ariel Sharon, intensificó los planes de integración y asimilación de
los territorios ocupados con la construcción de nuevas colonias
militarizadas. La Cumbre Árabe volvió a sesionar en Bagdad y adoptó
medidas tendientes a aislar política y económicamente a Egipto,
también se tomaron acuerdos para ofrecer un mayor apoyo económico a
los países de la "línea del frente", es decir, los fronterizos con
Israel incluida la OLP.
Las conversaciones sobre la autonomía palestina, entre Egipto e
Israel, no prosperaron porque, después de varios intentos, Israel
siempre saboteaba cualquier posible avance con el anuncio de nuevos
asentamientos y el permiso a los judíos para que compraran y
ocuparan más tierras en los territorios ocupados. Por momentos las
discusiones entre los gobernantes egipcios e israelíes se tornaron
de nuevo tensas.
Algunos países de Europa occidental comenzaron, por ese entonces, a
acercarse a Arafat, teniendo en cuenta el reconocimiento que ya
había alcanzado la OLP y la consideración de que era imposible
continuar excluyendo a la representación palestina de cualquier tipo
de negociación para la solución real e íntegra del conflicto.
El Primer Ministro israelí, M. Begin, quien había sido un destacado
dirigente de la banda terrorista Irgún Zvai Leumi hasta 1948, fue
uno de los abanderados de la interpretación mesiánica del Gran
Israel (Eretz Israel), la tierra entregada a los judíos por Dios en
su convenio con Abraham, y se refería a Cisjordania como Judea y
Samaría, el territorio que ellos habían liberado. En su campaña para
las elecciones, había repetido:
"El derecho del pueblo de Israel a la tierra es un derecho eterno e
inalienable, y es parte integrante del derecho a la seguridad y la
paz; Judea y Samaría nunca serán retornadas al control extranjero;
entre el Río Jordán y el mar sólo habrá soberanía de Israel".
Es conocido que el gran físico nuclear de origen judío, Albert
Einstein, había rechazado reunirse con Begin alegando que no tenía
nada que hablar con un hombre de violencia y había escrito al New
York Times, refiriéndose a él, que (...) "a un conocido asesino no
debía permitírsele visitar los Estados Unidos".
Einsten mantuvo posiciones antisionistas y aunque al parecer después
aceptó la creación del estado de Israel, en enero de 1946 había
declarado ante el Comité Anglo-Americano de Investigaciones sobre
Palestina que (...) "la idea del Estado no está de acuerdo con mis
conceptos. No comprendo su necesidad. Está relacionada con la
estrechez mental y con obstáculos económicos. Creo que es mala.
Siempre he estado en contra de ella".
En Cisjordania la situación también se tornaba más complicada y el
pueblo se rebelaba cada vez más contra la ocupación, el abuso y la
represión. Las autoridades militares adoptaron medidas todavía más
fuertes y expulsaron a varios alcaldes palestinos de importantes
ciudades, cerraron universidades y locales sociales y atacaron
manifestaciones que se produjeron en Ramallah, El Bireh, Belén,
Nablus y Jerusalén con saldo de muertos y heridos, pero esto produjo
más efervescencia.
En Israel se estaba produciendo un debate político interno sobre qué
hacer con los territorios palestinos ocupados, pues aunque el
pensamiento predominante era asimilarlos y convertirlos en parte del
estado, no tenían solución para el problema de la creciente
población palestina,
que entre Gaza y Cisjordania por esa época alcanzaba alrededor de un
millón y medio, y algunos dirigentes laboristas volvieron a proponer
la llamada "opción jordana", que consistía en entregar a este país
las zonas palestinas más pobladas y retener para Israel el Valle del
Jordán
y otras áreas que consideraban de importancia estratégica y que
habían venido poblando con colonias militarizadas. El Partido Likud
se oponía rotundamente a esto, y el entonces Ministro de Agricultura,
Ariel Sharón instrumentó nuevos planes para establecer más colonias
y ocupar por la fuerza miles de hectáreas de tierra palestina.
Las discrepancias sobre ^os^, territorios ocupados siempre fueron
más de forma que de fondo y todos los planes sionistas después de
1967 persiguieron la intención; tanto bajo gobiernos laboristas como
del Likud, de asegurar el control definitivo de éstos, ir cercando
las poblaciones palestinas y fragmentar el territorio para
convertirlo en especie de cantones o bantustanes.[7]
Estos planes incluían ir limitando y reduciendo los recursos
palestinos, la tierra y el agua en primer lugar y crearles
dificultades económicas para obligarlos a emigrar y continuar el
proceso de ocupación. Con este método, miles de agricultores fueron
despojados de sus recursos. A estas medidas se sumaba la
confiscación de tierras por razones militares y de seguridad, para
el trazado de carreteras y se negaba a los palestinos el
otorgamiento de licencias para nuevas construcciones, se les
castigaba con el derribo de árboles de olivo, etc., pero en sentido
opuesto, alentaban a los judíos a ocupar esas tierras y poblar los
nuevos asentamientos semimilitarizados ofreciéndoles casas muy
baratas, créditos y condiciones de pago ventajosas, eliminación de
impuestos, e insistiendo en la propaganda mesiánica de que se
trataba del "regreso a la tierra prometida" y estaban cumpliendo con
"el mandato divino."
Era una violación abierta y descarada de la Cuarta Convención de
Ginebra que establecía en sus artículos 47,49 y 53, la prohibición
de hacer cambios en los territorios ocupados por la fuerza por la
potencia ocupante, no perjudicar, anexar o hacer cambios en
territorios, población, propiedades, etcétera.
Esto nunca preocupó a los dirigentes sionistas, los cuales tenían,
desde el principio una interpretación diferente de las cosas.
Yitzhak Shamir, siendo Ministro de Relaciones Exteriores en 1983
había reiterado ante el Knesset lo que siempre expresaron los padres
dirigentes del sionismo:
No hemos conquistado territorios de sus propietarios legales, mas
los hemos liberado en 1948 de los países que los habían conquistado.
Ellos son parte de la tierra bíblica de Israel, y lo que es parte de
nuestro país no podemos anexarlo.
Los países miembros de la Comunidad Económica Europea, preocupados
por desactivar un conflicto que acumulaba explosividad y podía
afectar sus intereses, se reunieron en Venecia en junio de 1980 y
tratando de tener un gesto positivo para sus importantes relaciones
con los países árabes, decidieron tomar partido de forma más activa
en el asunto de Palestina y emitieron una declaración donde llamaban
al cumplimiento de las Resoluciones 242 y 338; establecían que el
pueblo palestino tenía derecho a la autodeterminación, que no se
trataba de un asunto de refugiados y que la OLP debía ser tenida en
cuenta en las negociaciones de paz. Rechazaban cualquier cambio de
estatus en Jerusalén, recordaban que Israel debía retirarse de los
territorios que ocupó por la fuerza en 1967 y declaraban ilegales
los asentamientos y las modificaciones demográficas e inmobiliarias
en esos territorios. Proponían, por último, iniciar los contactos
con todas las partes en el conflicto para, sobre estas bases, llevar
adelante negociaciones de paz.
El Primer Ministro israelí M. Begín rápidamente rechazó la
declaración y dijo que la propuesta europea podría eventualmente
llevar a la destrucción del Estado de Israel.
Ante esto y con el estallido de la Guerra del Golfo entre Iraq e
Irán, que complicó bastante las relaciones interárabes, la
iniciativa europea no pudo ser llevada adelante y con la llegada a
la presidencia de Estados Unidos de Ronald Reagan en enero de 1981,
fue prácticamente sepultada. El nuevo presidente estadounidense, que
había hecho una campaña electoral más pro israelita de lo común
declaró, en cuanto llegó a la Casa Blanca, que los asentamientos o
colonias judías en los territorios ocupados no eran ilegales y lanzó
una ofensiva tratando de
convencer a los países árabes de que la amenaza provenía de la Unión
Soviética y no de Israel, por lo que debían establecer colaboración
incondicional con Washington, pero tuvo poco éxito, incluso, con
aquellos países que consideraba más allegados a sus posiciones.
Desde 1967 hasta la presidencia de James Earl Cárter, el gobierno
estadounidense había mantenido una posición ambigua sobre el tema de
los asentamientos y, aunque en principio declaraba que estos eran un
obstáculo para la paz, nunca apoyó resoluciones en la ONU que
criticaban o condenaban esta política de Israel. Su único voto
positivo fue durante el mandato de Cárter para apoyar la Resolución
465 del Consejo de Seguridad en marzo de 1980. Posteriormente,
durante los gobiernos de Reagan y Bush, este tema se dejaría de
mencionar
como un obstáculo para la paz.
En la segunda mitad de 1981 una nueva propuesta de paz para la
región fue formulada por el príncipe Fahd de Arabia Saudita, la cual
tomaba como base la Resolución 242 y reconocía el derecho de todos
los estados de la región a vivir en paz, por lo que implicaba un
reconocimiento implícito del estado de Israel, pero esta propuesta
encontró poco eco, incluso, entre los árabes y una iniciativa para
ser aprobada en una cumbre convocada en Fez, Marruecos, concluyó en
fracaso.
En el Líbano se intensificaban los incidentes armados, en la
frontera con Israel la Resistencia Palestina había desarrollado
capacidad para el lanzamiento de cohetes y operaciones comando.
Israel también realizaba ataques tratando de neutralizar a los
palestinos y en julio del 81 doce aviones descargaron sus bombas
contra varios barrios de Beirut donde se encontraban campamentos
palestinos, en criminal ataque que produjo más de 100 muertos.
La situación en los territorios palestinos se había tornado aún más
explosiva y se sucedían huelgas y manifestaciones con una violencia
no vista desde el comienzo de la ocupación israelí. Atentados
terroristas de los israelitas cometidos contra varios alcaldes y
personalidades patrióticas y la represión cobraba numerosos muertos
y heridos. Israel encontraba crecientes dificultades para mantener
la ocupación, especialmente en aquellos lugares donde había mayor
concentración de población palestina.
Estados Unidos e Israel, después de la firma de los Acuerdos de Paz
con Egipto, se habían cuenta que era necesario doblegar a la
Resistencia Palestina y árabe para hacer avanzar sus planes de
conciliación sobre la base del predominio de sus intereses. El
equipo Begin-Reagan
había mostrado mucha más brutal afinidad que otros gobernantes
anteriores y para principios de junio de 1982, considerando que en
el Líbano las fuerzas patrióticas se habían fortalecido notablemente
y que Siria, el país de la región que mantenía una posición más
militante contra Israel tenía un poderoso contingente militar en
suelo libanés, se decidió la agresión en gran escala con tres
grandes objetivos:
1) Golpear a la Resistencia Palestina, desarticular su estructura
político-militar, expulsar a la OLP del Líbano, crear una situación
desesperada que propiciara la división, el desconcierto y la
renuncia a la lucha, y que los palestinos se rindieran y aceptaran
sólo las migajas que estaba dispuesto a darle Israel.
2) Instalar un gobierno amigo de Israel en el Líbano después de
golpear las fuerzas patrióticas y unificar de nuevo el país bajo el
control del Partido Falangista. Mantener ocupado el sur con vistas a
anexarse una porción de este territorio cuyas aguas ambicionaban y
suscribir con el nuevo gobierno, un acuerdo de paz similar al
firmado con Egipto.
3) Derrotar a las fuerzas sirias, hacerlas salir del Líbano y
presionar al gobierno de Damasco para obligarlo a negociar en
condiciones de una correlación de fuerzas muy adversa.
Era un plan dirigido a cambiar toda la situación en la región.
El 4 de junio Israel inició demoledores bombardeos contra el sur del
Líbano alegando era la respuesta a un atentado donde murió su
embajador en Londres y cuyos autores no se conocieron.
El día 6 del propio mes, declaran el inicio de la operación "Paz
para Galilea" y penetran sus ejércitos en el Líbano. Pero el plan
solo lo cumplieron parcial y limitadamente, a pesar de toda la
superioridad tecnológico-militar con que contaron y del total apoyo
norteamericano. Utilizaron una fuerza de más de 120000 soldados,
cientos de tanques de guerra, los más modernos aviones y
helicópteros; arrasaron 11 campamentos de refugiados palestinos y
más de 40 poblados y aldeas libanesas. La parte oeste de Beirut,
habitada fundamentalmente por musulmanes y bajo el control de las
fuerzas patrióticas libanesas y la Resistencia Palestina, fue
bombardeada por cielo, mar y tierra durante 88 días, sin embargo, no
pudieron ocupar Beirut y
únicamente entraron después de llegar a un acuerdo ante el reclamo
de evitar la destrucción completa de la ciudad y cuando las fuerzas
palestinas habían sido evacuadas, pero tuvieron que retirarse de
inmediato, pues la hostilidad de los patriotas libaneses no les dio
tregua.
En medio de la guerra, el canciller cubano Isidoro Malmierca, pudo
llegar a Beirut y entregar a Yasser Arafat un mensaje solidario de
Fidel Castro a nombre del Movimiento de los Países No Alineados, ya
que Cuba ostentaba la presidencia en esos momentos.
La defensa de Beirut fue una página heroica de la lucha de los
árabes contra el agresor sionista. Con fusiles y armamento ligero
resistieron durante semanas los tanques pesados, la artillería de
todos los calibres y la más moderna aviación de combate. Los
israelíes ensayaron en esa guerra las últimas armas del arsenal
bélico norteamericano, incluida la novedosa "bomba de vacío". Fue la
guerra más larga hasta entonces librada entre árabes e israelíes y
dejó un saldo estimado de 50 000 muertos y heridos.
Como venganza por la resistencia que habían ofrecido los palestinos
y una vez que las milicias habían salido de Beirut, Ariel Sharon,
ministro de Defensa y responsable de la operación en el Líbano,
propició y facilitó que durante los días 16 y 17 de septiembre se
llevaran a cabo las salvajes matanzas de civiles palestinos en los
campamentos se Sabrá y Chatila en Beirut. El criminal de guerra,
años después convertido en Primer Ministro del Estado judío, sería
recibido, sin ningún tipo de escrúpulos, por los gobernantes
estadounidenses en la Casa Blanca y por otros dirigentes de
gobiernos occidentales que se proclaman adalides en la defensa de
los derechos humanos.
Aunque la heroica y desigual lucha hizo ganar prestigio a la OLP,
ésta tuvo que salir del Líbano e instalarse en nuevas y diferentes
condiciones en Túnez, muy lejos de su propio territorio y desde
donde no podía actuar militarmente contra los ocupantes sionistas.
Una Cumbre Árabe, celebrada en Fez, Marruecos, no aceptó el plan de
paz propuesto por el gobierno norteamericano de Ronald Reagan, el
cual perseguía, como complemento a la agresión militar, liquidar los
legítimos derechos del pueblo palestino con la idea antes propuesta
por el rey Hussein de integrar la Cisjordania a Jordania. Pero aún
dentro de tan difíciles condiciones, no fue posible doblegar a la
OLP y al pueblo palestino que no tenían otra alternativa que
continuar resistiendo y luchando. En el XVI Consejo Nacional
Palestino, celebrado en Argel en febrero de 1983, se analizan las
posibilidades y se acuerda fortalecer la unidad nacional palestina,
movilizar todas las potencialidades y preservar la decisión
independiente.
En el Líbano, a pesar de que Israel y Estados Unidos a la sombra de
sus tanques de guerra, lograron imponer como presidente al líder
falangista Bachir Gemayel, la situación no quedó en calma. El 14 de
septiembre de 1982, después de 22 días de haber tomado posesión,
Bachir muere al ser dinamitado el edificio donde se encontraba
reunido y su hermano Amín, también falangista, pero menos
sanguinario y prosionista, ocupó el cargo.
En mayo de 1983 se firma un vergonzoso acuerdo entre los gobiernos
del Líbano e Israel que dejaba al país en condición de protectorado,
las fuerzas de la resistencia patriótica libanésa con el apoyo de
Siria realizaron numerosas acciones contra el ocupante sionista y
sus aliados, obligándolos primero a retirarse de Beirut y sus
alrededores, y después los fueron empujando hacia el sur causándoles
numerosas y frecuentes bajas. El gobierno de Reagan, en un alarde de
poder, envió parte de su flota incluyendo el acorazado New Jersey
que bombardeó a las fuerzas patrióticas y desembarcaron marines como
parte de las tropas multinacionales de la OTAN que trataron de
sostener a sus aliados. Pero no pasó mucho tiempo sin que tuvieran
que retirarse estrepitosamente con un alto número de bajas, más de
240 norteamericanos y cerca de 100 paracaidistas franceses muertos.
La ofensiva que las fuerzas patrióticas libanesas lanzaron en 1983
pasaría a la historia como uno de los grandes éxitos políticos y
militares obtenido por el movimiento revolucionario en el Líbano y
el Medio Oriente. Sacaron del país a las llamadas Fuerzas
Multinacionales de la OTAN e Israel tuvo que retirar su ejército
hacia una franja de seguridad en la frontera sur y las numerosas
bajas que le infligieron tuvieron notable influencia en la situación
política interna del Estado judío. El ominoso "acuerdo de paz"
firmado, fue derogado.
La sociedad israelita -que había actuado hasta ese momento
ofreciéndole un respaldo bastante generalizado a sus gobiernos, en
las guerras con los países árabes-, se vio fragmentada por primera
vez y un fuerte movimiento a favor de la paz y la retirada del
ejército sionista del Líbano fue tomando forma por el desgaste y las
bajas que sufrían sus fuerzas de ocupación.
Sin embargo, la situación para los palestinos que habían quedado en
el Líbano como refugiados empeoró y por diferentes causas se
produjeron fuertes discrepancias internas y ataques contra los
campamentos. El poder que llegó a tener la OLP en algunas zonas del
Líbano antes de la
invasión sionista de 1982 no pudo reconstruirse y los propios
libaneses que ahora se enfrentaban a los ocupantes israelíes con el
apoyo de Siria, no estaban dispuestos a permitirlo. La turbulencia
se mantuvo y por momentos tomó carácter de enfrentamientos bélicos
entre distintas facciones palestinas de uno y otro bando. Arafat,
que había regresado a Siria, fue deportado de ese país y trató de
establecerse nuevamente en el Trípoli -norte del Líbano-, de donde
tuvo que salir finalmente hacia Túnez.
Por otra parte, dentro de las distintas fuerzas libanesas y como
prolongación de la todavía no apagada guerra civil continuaban
produciéndose enfrentamientos con saldo favorable para las fuerzas
patrióticas que se fortalecían y recuperaban posiciones. No sería
hasta 1989, con la ratificación por el parlamento libanés de los
Acuerdos de Taef, Arabia Saudita, que la situación interna
comenzaría a calmarse, aunque nunca del todo.
Después de la salida de la OLP del Líbano se iniciaron diversas
gestiones para propiciar contactos y conversaciones en torno al
conflicto. El Secretario de Estado norteamericano George Shultz,
trabajó con el rey Hussein de Jordania para la búsqueda de una
fórmula de negociación basada en la variante de un estado
confederado jordano palestino, donde la monarquía conservaría los
asuntos de política exterior y la defensa. El gobierno
estadounidense estaba convencido de que después de los acuerdos de
paz con Egipto, el próximo país en entrar en las negociaciones de
paz con Israel debía ser Jordania y éste podría
conllevar también una salida al asunto palestino que fuera aceptable
para Israel.
En febrero de 1985, después de la celebración del XVII Consejo
Nacional Palestino en Ammán, la dirección de la OLP llega a acuerdos
con el gobierno jordano para negociar conjuntamente la búsqueda de
una solución sobre la base de la confederación. Por ese entonces, en
la comente mayoritaria de la Dirección Palestina se había ido
abriendo paso la idea de que era necesario aceptar la Resolución 242
de la ONU como un paso para negociar la recuperación del territorio
ocupado por Israel en 1967.
El 19 de julio de 1985 el rey Hussein se reunió secretamente en
Londres con Shimón Peres y analizaron la idea de organizar
conversaciones coordinadas por Estados Unidos con la presencia de
delegaciones de Israel y Jordania, con la inclusión dentro de esta
última de alguna representación palestina; pero distintas razones
hicieron que este proyecto no avanzara, entre ellas la falta de
unanimidad en el gobierno israelí sobre la aceptación de
conversaciones con representantes palestinos, aún cuando éstos
estuvieran dentro de una delegación jordana y no representaran
oficialmente a la OLP. Los israelíes por demás atacaron con su
aviación la sede central de la OLP en Túnez en un intento de
liquidar la dirección palestina.
La Organización Palestina se encontraba en una situación muy
complicada en 1986. Era sometida a muchas presiones, sus relaciones
con los países árabes fronterizos con Israel, por diferentes razones
no eran buenas, aunque Egipto era la excepción en ese momento.
El Rey Hussein, consciente de esta situación, persistió en sus
contactos secretos con Shimón Peres en Londres y fue elaborado, en
1987, un nuevo proyecto para el inicio de conversaciones sobre la
base de las resoluciones 242 y 338, pero éste fue saboteado por
Yitzhak Shamir, [8] entonces primer
ministro, quien lo consideró inaceptable ya que era partidario de
mantener y asimilar todos los territorios ocupados, para continuar
construyendo el "Eretz Israel", objetivo que también perseguirían
posteriormente Natanyahu y Sharón desde ese mismo cargo.
Con los asentamiento sionistas ocupando cada vez más tierras
palestinas en Gaza y Cisjordania -durante los gobiernos de Begin y
Shamir llegaron a 120 con 60 000 habitantes en Cisjordania y a 21
con 2 500 en Gaza- y con la OLP actuando desde Túnez con muy pocas
posibilidades que ofrecieran esperanzas de solución justa, la
situación en los territorios ocupados se fue haciendo cada vez más
desesperada, convirtiéndose en incontenible ira. La tierra en manos
palestinas se reducía y la miseria era cada vez más degradante,
especialmente en Gaza. En los primeros meses de 1987 las autoridades
sionistas de ocupación habían matado 17 palestinos, 129 habían sido
heridos, 7 expulsados a otros países y decenas encarcelados sin
juicio, muchos detenidos sufrían tortura, lo cual, como caso único
en el mundo, las autoridades israelíes ejecutaban con respaldo de
una ley.
El 8 de diciembre de 1987 un camión del ejército israelí embistió un
vehículo que transportaba trabajadores palestinos en Gaza y un
soldado disparó desde el camión matando a cuatro e hiriendo a nueve.
Al día siguiente se produjeron grandes manifestaciones en los
funerales, las cuales fueron igualmente reprimidas con el saldo de
otros dos palestinos muertos y más de 30 heridos. La rebelión se
extendió por todos los territorios ocupados y los sionistas
utilizaron la represión.
Cada palestino con fuerzas para enfrentar el martirologio se
convirtió en un combatiente contra la ocupación y la injusticia, con
lo que tuvieran a mano, las piedras, [9]
se sentían capaces de limpiar la humillación acumulada durante
tantos años. Surgió así la Intifada.
La imagen de los niños enfrentados a los tanques de guerra israelíes
y a soldados pertrechados con los más sofisticados armamentos
recorrió el mundo y cambió la visión tan divulgada por los medios de
difusión occidentales que identificaban al palestino con el
terrorista. Las vistas televisivas de los soldados israelitas
fracturándoles a golpes los brazos a los muchachos palestinos, por
orden del entonces Ministro de Defensa Yitzhak Rabín, sacudieron la
conciencia de las personas honestas del mundo. Comenzó a cambiar la
percepción del conflicto por la opinión pública internacional.
Durante el primer año de la Intifada unos 300 palestinos fueron
muertos por disparos de las tropas israelitas de ocupación, que se
vieron sorprendidas por este nuevo e inesperado tipo de lucha
popular, con mucho de generación espontánea y no siempre dirigida
centralmente por la OLP. Sin embargo, los sionistas tratando de
frenarla asesinaron, en su casa de Túnez a Abu Jihad, miembro del
Comité Central de Al Fatah y Jefe del Departamento Militar de la OLP,
bajo cuyo mando estaba la atención a los territorios ocupados.
La sublevación popular tenía su propia dinámica, provocada por la
acumulación de sufrimientos y humillaciones. Aunque su explosión fue
espontánea y no obedeció a un plan de la OLP, las masas palestinas
querían también demostrar, ante cualquier intento de decisión que se
fuera a tomar sin consultarlos, que todavía tenían en sus manos el
arma de la lucha independiente. Después del inicio de la Intifada
vino cierta coordinación, pero no hubo un mando desde Túnez que
dirigiera su desarrollo. Sobre la marcha, se formó la Dirección
Unificada que se convirtió en un ejemplo de coordinación. También se
acrecentó la participación en la resistencia de las organizaciones
islámicas como HAMAS, que inicialmente fue vista por las autoridades
israelitas como un posible contrincante de la OLP, pero que después
se convirtió en una fuerza religiosa de las más activas y militantes
contra la ocupación.
La Intifada permitió que por primera vez, desde los años 30, los
palestinos pudieran desarrollar una verdadera lucha de resistencia
sobre el propio suelo patrio de forma independiente y no desde
Jordania o el Líbano como habían hecho antes. Comenzó a aparecer
sobre los techos de las casas en los territorios ocupados la bandera
palestina y serían tantas, que las fuerzas ocupantes no podrían
impedir más que las mismas ondearan libremente. Jóvenes y niños se
lanzaron a las calles con las armas que la propia tierra les ofrecía,
las piedras. El sentimiento nacionalista cobró nueva fuerza y
confianza.
En estas circunstancias el Rey Hussein anunció, el 31 de julio de
1988, que cortaba sus vínculos administrativos y legales con
Cisjordania, territorio al cual - a pesar de la ocupación sionista –
Jordania había continuado relacionada a través del pago a empleados
públicos que se ocupaban de la educación y ciertos aspectos
administrativos, presumiéndose que esta responsabilidad, que
implicaba enfrentar importantes gastos, pasaría a manos de la OLP.
También expuso que Jordania no volvería a hablar en nombre de los
palestinos. Este paso, sin embargo, no fue interpretado por todos
como una renuncia a los intereses de la monarquía sobre Cisjordania.
La Intifada persistió con sus altas y bajas y las imágenes que
transmitía la televisión en los países occidentales no podían ser
totalmente manipuladas y hacían efecto en la opinión pública
internacional. Israel comenzaba a perder terreno y los dirigentes
sionistas se vieron sorprendidos ante una batalla que no tenían en
sus cálculos, sus fuerzas militares debieron convertirse en policía
represiva y sufrir el deterioro de su autoestima, el costo económico
también era considerable.
A Estados Unidos se le creaba una situación incómoda con su
continuado e incondicional apoyo a Israel y se le enturbiaban las
relaciones con algunos países árabes, por lo que aparecieron con una
nueva propuesta, la del Secretario de Estado George Shultz, la cual
mantenía los conceptos básicos de la anterior e insistía en un
arreglo tomando como referencia a Jordania, que desconocía la OLP y
ponía como condición el cese de la Intifada para detener el programa
de asentamientos judíos en los territorios ocupados e iniciar
conversaciones sobre la base de la resolución 242. El rey Hussein
trató de convencer a otros líderes árabes, pero Yitzhak Shamir, como
representante de los extremistas sionistas que defendían la idea de
"Eretz Israel", reiteró
su oposición a cualquier variante que implicara retirarse de los
territorios ocupados.
Sin embargo, los principios de un proceso negociador comenzaban a
tomar cuerpo, impulsados por la situación regional y
fundamentalmente por la nueva correlación de fuerzas creada por la
Intifada, cuya repercusión política era desfavorable para Israel y
Estados Unidos.
Un paso decisivo para propiciar la apertura de posteriores
negociaciones fue dado por la dirección palestina durante el XIX
Consejo Nacional Palestino celebrado en Túnez, en noviembre de 1988,
cuando aceptó de forma oficial -aunque condicionalmente- las
resoluciones 181, 242 y 338 de la ONU. Este hecho, trascendental en
la historia palestina, a pesar de no contar con la aprobación
unánime de las organizaciones integrantes de la OLP, si fue aceptado
por mayoría, e implicaba de hecho el reconocimiento del derecho de
Israel a la existencia. Pero al pronunciarse sobre las resoluciones
181 y 242 establecía una ambigüedad sobre la definición de fronteras
ya que la primera se refería a la división del territorio acordado
en 1947 y la segunda a los territorios ocupados por Israel 20 años
después, en 1967.
La aceptación de estas resoluciones y una declaración oficial al
respecto permitió eliminar el prerrequisito establecido por el
gobierno estadounidense para aceptar cualquier tipo de contactos con
la OLP y pocas semanas después, el 14 de diciembre, Washington así
lo reconoció oficialmente a la vez que Arafat le propuso iniciar
conversaciones, las cuales comenzaron a establecerse más o menos
indirectamente, con el telón de fondo de una situación internacional
muy compleja donde se percibían y se iban profundizando las
convulsiones y el deterioro que llevarían después a la
desintegración de la Unión Soviética y a la desaparición del
socialismo en Europa oriental, países que habían servido durante
muchos años de base principal de apoyo a la causa palestina y árabe
frente a la alianza israelo-norteamericana.
El 2 de agosto de 1990 fuerzas militares de Iraq invadieron Kuwait,
iniciándose la llamada Guerra del Golfo, que traería graves
consecuencias para los palestinos y para la región. Estados Unidos
aprovechó la oportunidad que se les ofrecía en bandeja de plata,
para posesionarse militarmente en la estratégica y rica zona. La
posición de los países árabes se debilitó considerablemente al
dividirse unos a favor y otros en contra de Iraq. Los palestinos
apoyaron a este último, que tradicionalmente había mantenido una
posición militante a favor de su causa, y aplaudieron con entusiasmo
cuando desde territorio iraquí fueron lanzados algunos cohetes sobre
las ciudades de Israel.
La guerra traería como consecuencia que cientos de miles de
palestinos que vivían en Kuwait, Arabia Saudita y otros países del
Golfo fueran expulsados y tuvieran que regresar mayoritariamente a
Jordania.
La parte fundamental del conflicto terminó con la expulsión de las
tropas iraquíes de Kuwait y el desastre que significó para Bagdad la
destrucción de buena parte de la infraestructura y la economía del
país, y la imposición de fuertes sanciones por el Consejo de
Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos pudo ejercer su dominio.
Valiéndose de ello, los gobiernos norteamericanos y británicos
mantuvieron los ataques aéreos periódicamente y un permanente
hostigamiento contra Iraq, violando impunemente la legalidad
internacional.
[7] Áreas político-administrativas
reservadas a la población autóctona y que refleja un modo de
discriminación.
[8] Nacido en Polonia en Í915, tenía
una larga historia como dirigente de las organizaciones sionistas
terroristas Irgan y Lehi,
por lo cual había sido arrestado y deportado en época del Mandato
británico, retornando a Israel en los años 50.
[9] Las piedras, por demás, tenían un
simbolismo religioso especial para los musulmanes, pues durante la
peregrinación a la
Meca, se deben lanzar 49 piedras al diablo.
[Título]
[El Autor]
[Presentación]
[Indice]
[Introducción]
[Prologo]
[Capítulo I]
[Capítulo II]
[Capítulo III] [Capítulo IV]
[Epílogo]
[Notas]
[Post Scriptum]
[Documentos]
[Cronología]
[Glosario]
[Bibliografía]
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