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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Palestina ¿Crucificada La Justicia? Desarrollo del Conflicto del Medio Oriente y de la Resistencia Palestina.

 

 

Desarrollo del conflicto del Medio Oriente

y de la resistencia palestina

 

Una nueva situación surgió después de la guerra; de lo que iba a ser el Estado árabe de Palestina según la Resolución 181 de las Naciones Unidas, sólo quedaron fuera de la ocupación israelita los territorios de Gaza y Cisjordania; el primero ocupado por Egipto y el segundo, -también conocido como la Margen o Ribera Occidental (del Jordán)-, que también incluía a la parte este de Jerusalén, ocupado por Jordania.

 

En abril de 1950 se declaró oficialmente establecida la jurisdicción de Jordania sobre la Margen Occidental, incluida Jerusalén este, su ley declaraba:

 

"(...) su reiteración de su intención de preservar en su plenitud los derechos árabes de Palestina, defender esos derechos por todos los medios legítimos en el ejercicio de sus derechos naturales pero sin perjuicio de la solución final de la justa causa de Palestina en la esfera de las aspiraciones nacionales, la cooperación entre los árabes y la justicia internacional".

 

El Rey Abdullah, quien había sido la única voz del campo árabe en aceptar el Plan de Partición de Palestina, fue otro de los ganadores con la división de Palestina al alcanzar parte de sus sueños de constituir el gran reino árabe, proclamándose además "guardián de los santos lugares" (Jerusalén). Personalidades y notables palestinos reunidos en Jericó esperanzados en que su Legión Árabe impidiera la ocupación de más territorio por Israel y considerando esto como el mal menor, lo habían reconocido como rey. Sin embargo, la Legión bajo mando británico, no había casi opuesto resistencia al avance de los sionistas y Abdullah había actuado pasivamente de acuerdo a sus compromisos y entrado en Cisjordania más con el propósito de ocuparla y anexarla que de defenderla. Gran Bretaña reconoció oficialmente la anexión, pero ésta fue rechazada por la mayoría de los países árabes con la conciencia de que se trataba de un arreglo entre Abdullah y los líderes sionistas, lo que se reflejó en la reunión de la Liga Árabe de abril de 1950 en la cual prácticamente Jordania fue condenada por su actuación.

 

Al año siguiente, en un atentado cuando entraba en la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén, moriría el Rey Abdullah. Lo acompañaba su nieto Hussein -quien lo sustituiría años más tarde- el que fue levemente herido.

 

Israel, después de la primera guerra con los árabes, consolidó su poder interno y abrió las puertas del nuevo Estado a la inmigración de judíos de cualquier parte del mundo, que por el mero hecho de profesar esa religión y sin tener vínculos probados de que sus antepasados al menos en los últimos 2 000 años hubieran tenido alguna relación con Palestina, adquirieron el derecho de ocupar tierras y propiedades de la población árabe que había sido expulsada de allí por la fuerza.

 

Los sionistas se apresuraban por promover la colonización y asimilar completamente los territorios ocupados a la vez que insistían en la idea de la no existencia del pueblo palestino, la misma que reiteraban desde principios de siglo de que "Palestina era una tierra sin pueblo," y que ahora era expresada de forma cínica, por la dirigente sionista Golda Meir:

 

¿Cómo vamos a devolver los territorios ocupados? No hay nadie a quien devolverlo. No hay tal cosa llamada palestinos. No era como se piensa que existía un pueblo llamado palestino, que se consideraba él mismo como palestino y que nosotros llegamos, los echamos y les quitamos su país. Ellos no existían".

 

En contradicción con este razonamiento, Ben Gurión, reconociendo los verdaderos propósitos sionistas, por ese entonces también declaraba:

 

"Si yo fuera un dirigente árabe nunca firmaría un acuerdo con Israel....

 

Hemos cogido sus tierras. Es verdad que Dios nos prometió esta tierra pero a ellos qué le importa tal promesa. Nuestro Dios no es el de ellos (...).

 

Ellos podrán olvidar dentro de una o dos generaciones, pero por ahora no hay señales de que olviden. Tenemos que ser fuertes, desarrollar un poder devastador. Esa es nuestra política, de lo contrario los árabes nos aniquilarán".

 

La resistencia de los palestinos se tornó muy difícil en estas nuevas condiciones y en los primeros años de la década del 50 sólo se llevaron a cabo acciones aisladas que no obedecían a una organización y provenían fundamentalmente de pequeños grupos que se infiltraban desde Gaza y Cisjordania.

 

Por esa época, muchos palestinos que se encontraban refugiados en distintos países árabes se integraron en diferentes partidos y organizaciones políticas: el Partido Baas, que se había fundado en Siria en 1947 con una gran fuerza nacionalista; el Partido Comunista Jordano, que existía desde 1943; el Movimiento de los Nacionalistas Árabes, que surge durante 1951-1952, integrado por un grupo de jóvenes de distintos países de la región con ideas nacionalistas y que recibirían las influencias de la Revolución de Gaamal Abdel Nasser que llega al poder en Egipto en julio de 1952. La militancia de los palestinos en estos partidos y organizaciones constituiría un antecedente importante para la posterior formación de las organizaciones de la resistencia y de la propia Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

 

En 1955, el gobierno de Nasser organizó los primeros grupos de comandos palestinos en la zona de Gaza y se incrementaron las actividades y acciones armadas contra Israel. La línea patriótica y las medidas nacionalistas y progresistas tomadas por él le valieron la creciente hostilidad de las potencias occidentales, las cuales se negaron a concederle créditos para los planes de desarrollo del país y a venderle armas para la defensa. En julio de 1956 el gobierno decide la nacionalización del Canal de Suez en justa medida de defensa de la soberanía, de los intereses nacionales, y solicita la colaboración de la Unión Soviética y otros países socialistas.

 

Un grupo de jóvenes palestinos que estudiaban en Egipto, entre ellos Yasser Arafat, influenciados por las ideas nacionalistas y patrióticas de la Revolución de Nasser, se integran al ejército de ese país y participan en la que se considera como Segunda Guerra del Conflicto del Medio Oriente, cuando el 30 de octubre de 1956, Francia e Inglaterra atacan a Egipto con el apoyo de las fuerzas armadas sionistas que avanzó por el Sinaí hacia el Canal de Suez.

 

Aunque esta guerra no afectó directamente la cuestión palestina, sí constituyó la confirmación de las misiones que le tenían destinadas las grandes potencias a Israel y la vocación que ya había anunciado Chaim Weizman, Presidente del Congreso Judío Mundial en 1914 de que "(...) un estado judío se encargaría de formar una guardia efectiva para el Canal de Suez".

 

La inicial victoria se transformó en fracaso para los gobiernos de Francia e Inglaterra que ante el amplio repudio y condena internacional, debieron retirar rápidamente sus fuerzas de Egipto. Israel, sin embargo, hizo todo lo posible por quedarse con el Sinaí, el cual ya había anexado y cambiado el nombre del golfo de Aqaba por el de Salomón.

 

El gobierno norteamericano, disgustado porque la operación británico-francesa fue organizada a sus espaldas e interesado en ganar más influencia entre los gobiernos moderados árabes de la región y con la ambición de consolidarse como potencia predominante por encima de Inglaterra, presionó a Israel para su retirada, lo cual hizo en marzo del año siguiente, aunque antes los sionistas lograron que se le autorizara el paso libre por el Estrecho de Tiran y que fuerzas de la ONU se interpusieran para tratar de impedir las acciones de las guerrillas que operaban desde Egipto, además, de que los Estados Unidos, al igual que otras potencias occidentales, se comprometieran a otorgarle mayor ayuda militar al demostrar su carácter de aliado incondicional y base de apoyo en esa estratégica zona. Así comienza a erigirse como una gran potencia militar regional en momentos en que el Conflicto del Medio Oriente ya se encontraba insertado en la confrontación este-oeste o en el marco de la llamada Guerra Fría, que en esta parte del mundo nunca llegó a ser realmente fría.

 

Ben Gurión se referiría a esto poco después en carta que le escribe a Dwight David Eisenhower, Presidente de Estados Unidos, en 1958 ante el crecimiento del nacionalismo árabe y ofrece a su país para constituirse en base esencial de contención del comunismo y el nacionalismo en la región: "(...) con la ayuda (de los Estados Unidos de América) podemos detener a Nasser y al expansionismo soviético (...). Podemos hacer lo que ustedes como gran potencia no podrían pues sería considerado como colonialismo".

 

Poco después de esta guerra se producen grandes manifestaciones de protestas por refugiados palestinos que habían establecido campamentos en Gaza cercanos a la frontera con Egipto, e Israel interviene para reprimirlos causando casi 400 muertos. Los que habían llegado allí, después de ser desplazados de sus tierras en 1948, se ven rebasados por los acontecimientos, por el poder del Estado sionista y por el apoyo internacional que éste continúa recibiendo. La resistencia activa de los que quedaron dentro de Israel, así como los de Gaza y Cisjordania decae y se neutraliza.

 

Fueron los jóvenes y estudiantes palestinos, algunos que habían salido muy pequeños de Palestina y otros nacidos en los campamentos de refugiados, quienes participaron desde Egipto en esta Segunda Guerra, decepcionados por la actitud del ejército egipcio y con la convicción de que la reconquista de la patria palestina debía ser en primer lugar responsabilidad de los propios palestinos, los que comenzaron a formar grupos políticos y a discutir la creación de un movimiento de resistencia independiente.

 

En este clima de confrontación y en condiciones muy difíciles para los palestinos refugiados, surgen, en 1957, las primeras células de lo que sería posteriormente la organización Al Fatah, palabra formada con las iniciales de Movimiento Nacional de Liberación Palestino -Harakat Al Tahrir Al Watani Al Falastini-, la cual realmente se concreta en octubre de 1959, en Kuwait, con la participación de Yasser Arafat, Abu lyad, Farouk Kadoumi, Kamal Adwan, Mohamed Abou Maizer, Khaled al Hassan, Mahomoud Abbas y Khalil al Wasir (Abu Jihad).

 

Antes de esta fecha, y desde principios de los años 50, sejiabía venido estructurando la rama palestina del Movimiento de los Nacionalistas Árabes (MNA), que en la segunda mitad de ese decenio ya poseía organización en Palestina, su ala en el MNA, tenía, por ese entonces, el peso fundamental en la dirección del movimiento, cuyos militantes contaban con importante influencia política en la resistencia palestina y en la región.

 

Al Fatah, sin embargo, fue la única organización de la resistencia palestina que se creó antes de que en mayo de 1964 se fundara la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), impulsada por Nasser y otros dirigentes árabes. Posterior a esta fecha, y provenientes del Movimiento de los Nacionalistas Árabes y de algunos partidos o corrientes políticas existentes en los países de la región, al calor de la lucha, se formarían las demás organizaciones palestinas que fueron integrándose paulatinamente en la OLP.

 

A finales de 1963 el Consejo de la Liga Árabe -que había encargado al representante palestino en esa organización el dar los primeros pasos y hacer las coordinaciones para crear la OLP- anunció, en un comunicado, que era necesario adoptar medidas prácticas para organizar al pueblo palestino a fin de permitirle desempeñar su papel en la liberación de su patria y en la determinación de su destino. Ahmed Shuqairi, personalidad palestina y antiguo representante de Arabia Saudita y Siria en la ONU a quien el Consejo había nombrado representante en la Liga Árabe, hizo un recorrido por los países de la región para anunciar que en mayo de 1964 se convocaría el Consejo Nacional Palestino en Jerusalén. A los comités y subcomités preparatorios, creados por Shuqairi, se les encargó la tarea de proponer y preparar la lista definitiva de miembros que asistirían al Consejo, puesto que era imposible elegirlos debido a la situación especial prevaleciente en aquel momento. En total se reunieron 422 miembros en el Consejo Nacional, que si bien no representaban equitativamente a todas las categorías y clases sociales, al menos reflejaban en forma bastante precisa la distribución geográfica de los palestinos.

 

En su sesión de clausura, el 1ro. de junio de 1964, el Consejo aprobó algunas resoluciones importantes que creaban una estructura para ocuparse de los asuntos políticos, financieros, militares y administrativos. Se proclamó oficialmente la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Consejo Nacional Palestino, que se reuniría periódicamente, para convertirse en el organismo supremo de dicha organización. Se aprobaron la Carta Nacional, los Estatutos de la OLP, se creó el Fondo Nacional Palestino y se eligió un Comité Ejecutivo compuesto por 13 miembros además de Shuqairi, que quedó como presidente. También se creó un Ejército de Liberación Palestino bajo el control de la OLP, aunque en la práctica las unidades que se constituyeron en algunos países árabes se subordinaron a las jefaturas militares de éstos.

 

Entre 1964 y 1967, la OLP comenzó a ganar representatividad en los países árabes y algunos medios internacionales, pero a la vez comenzaron a soplar vientos de cambios debido al control que algunos gobiernos querían ejercer sobre ella y al curso muy oficialista que se le daba a la organización, la cual había sido creada institucionalmente desde arriba y con los mismos problemas y debilidades que caracterizaban a muchos gobiernos árabes de entonces.

 

Diversos sectores palestinos, cuyas actividades se unificaron en el marco de lo que entonces se conocía como Buró Político de Acción Unida de las Fuerzas Revolucionarias Palestinas, habían expresado el temor de que algunos gobiernos árabes utilizasen a la OLP para frenar el pujante sentimiento nacional palestino al institucionalizarla y evitar que perturbase el status quo árabe israelí existente.

 

A nivel regional árabe e internacional también se habían desarrollado acontecimientos que influyeron en la radicalización del movimiento popular y revolucionario palestino. Túnez, Marruecos e Iraq habían alcanzado la independencia en los años finales de la década del 50; la Revolución Argelina, tras violenta y heroica lucha, se había sacudido de la opresión colonial y había alcanzado el poder en 1962; en Siria se había producido la Revolución del Partido Baas en 1963; los revolucionarios yemenitas luchaban duramente por derrotar a los colonialistas ingleses en el sur de ese país y otros aires e ideas revolucionarias e independentistas soplaban en Asia y África o fluían desde la lejana Cuba.

 

En esta atmósfera, la organización Al Fatah había mantenido distancias con la OLP y exhortaba a la acción unida dentro de Palestina y no en las oficinas. Aunque las organizaciones palestinas favorecían en general la existencia de la OLP, disentían en cuanto a su estructura y funcionamiento. Mientras Shuqairi y los notables que la dirigían se mantenían en el ámbito oficial de las relaciones gubernamentales árabes, los demás grupos políticos palestinos trataban de lograr una fórmula organizativa más militante. Al margen de la OLP, la organización Al Fatah había abierto en 1963 una representación en Argelia donde también se habían iniciado los entrenamientos guerrilleros, fue allí, donde dos años más tarde, en abril de 1965, se produciría el primer contacto directo conocido entre dirigentes revolucionarios cubanos y palestinos: el Che Guevara se entrevista con Abu Jihad, uno de los líderes de Al Fatah que posteriormente fue Jefe del Departamento Militar de la OLP.

 

Ya en abril de 1964, bajo la influencia de todas estas ideas revolucionarias, se había reunido en Beirut, Líbano, la Conferencia del Movimiento de los Nacionalistas Árabes, que agrupaba en su seno a dirigentes progresistas de diferentes países de la zona. George Habash y Wadih Haddad entre otros, integran el ala palestina de este movimiento de cuyo seno surgirían numerosas personalidades políticas. Habash, junto a otros compañeros, crea en 1967, el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), una de las organizaciones que posteriormente integrarían la OLP.

 

El 1ro. de enero de 1965 guerrilleros palestinos de Al Fatah realizan su primera operación militar para volar un canal mediante el cual los sionistas querían desviar las aguas del Río Jordán, acción que conmemoran como la fecha del inicio de la lucha armada por la Resistencia

Palestina.

 

A partir de ese año 1965 y hasta comienzos de 1967 las actividades guerrilleras, que se realizaban independientes de la OLP, comenzaron a hacerse más frecuentes, los incidentes en la frontera sirio-israelí y en la jordana se multiplicaban.

 

El 16 de mayo del 1967 las tropas egipcias son puestas en estado de alerta en respuesta a la concentración de tropas israelíes en la frontera siria y el presidente Nasser pide a la ONU el retiro de las fuerzas de esa organización situadas en Gaza. Días después Egipto y Jordania firman un pacto de ayuda mutua militar. El 5 de junio estalla la Tercera Guerra Árabe Israelí con resultados desastrosos para los países árabes involucrados y especialmente para los palestinos.

 

Al final de la contienda Israel había ocupado la península del Sinaí a Egipto, hasta las márgenes del Canal de Suez, las Alturas del Golán a Siria, y lo que quedaba de territorio palestino bajo control jordano y egipcio, Gaza y Cisjordania, incluida la parte árabe u oriental de Jerusalén. Un nuevo éxodo palestino aumenta las filas de los refugiados, de una población total calculada en 2,7 millones de palestinos, quedaron en territorios ocupados 1,2 millones y 1,5 millones se encontraban ahora como refugiados en países vecinos, fundamentalmente en

Jordania, Líbano, Siria y Egipto.

 

Tan pronto como se logró un alto al fuego el Consejo de Seguridad aprobó la Resolución 237, el 14 de junio, llamando a Israel a facilitar el regreso de los nuevos refugiados que habían huido, y que todavía lo estaban haciendo, de las nuevas zonas ocupadas y también lo llamaban a garantizar la seguridad y el bienestar de sus habitantes. Numerosas gestiones internacionales se llevaron a cabo para tratar de buscar un arreglo al conflicto que ya tenía 19 años. El 19 de julio una reunión de emergencia de la Asamblea General de la ONU reiteró el llamado del Consejo y declaró no válida la decisión de anexarse el sector árabe de Jerusalén.

 

Israel rechazó todos los llamados a la retirada, alegando razones de seguridad y otros pretextos, estaba muy claro que la ocupación de nuevos territorios árabes era parte del proyecto de expansión colonial que el sionismo se había propuesto desde mucho antes. Lo ocurrido durante los años posteriores lo ha venido confirmando ampliamente.

 

El Consejo de Seguridad de la ONU, reunido el 22 de noviembre, aprobó la Resolución 242, que llamaba a Israel a retirarse a los límites anteriores al estallido de la guerra y que se convertiría en uno de los documentos básicos para futuras negociaciones. El hecho de que la resolución no mencionaba explícitamente a Palestina y que hiciera únicamente referencia a la cuestión como un problema de refugiados, motivó el rechazo de algunos países árabes y de los propios palestinos que no aceptaron, durante mucho tiempo, se obviara la esencia del conflicto, el despojo de su tierra y la consideración de sus derechos. Nada se mencionaba del no cumplimiento de la Resolución 181. Los árabes tampoco aceptaban la creación del estado de Israel erigido sobre la base de la usurpación de los derechos del pueblo palestino.

 

Además, en el plano territorial, la Resolución 242 -al pedir a Israel que se retirara a los límites anteriores al inicio de la guerra-, apoyaba implícitamente su jurisdicción sobre los territorios ocupados en la guerra de 1948 rebasando las líneas establecidas por la resolución 181. Siria y otros países árabes rechazaron la resolución, mientras Egipto y Jordania, que sí la aceptaron, exigieron el retiro de los territorios ocupados como condición para cualquier negociación, Israel se negó adoptando la posición de que estas cuestiones sólo podrían arreglarse mediante negociaciones directas con las estados árabes y la concertación de un amplio acuerdo de paz.

 

En la Cumbre Árabe celebrada casi inmediatamente después de la guerra en Jartum, Sudán, se adoptaron acuerdos muy firmes que se resumían en los TRES NO: no a la paz con Israel; no al reconocimiento a Israel; y no a las negociaciones con Israel. Se ha escrito, sin embargo, que Nasser percibiendo el propósito de Israel de anexarse a toda costa los territorios ocupados y especialmente la Cisjordania palestina, recomendó al Rey Hussein de Jordania que estableciera negociaciones con Estados Unidos y que utilizara cualquier medio para evitar que esto sucediera. Aunque los acuerdos de Jartum apuntaban en otra dirección, se abría por primera vez a consideración la fórmula de "paz a cambio de tierra".

 

El monarca jordano fue más allá de lo sugerido por Nasser, se reunió secretamente un mes después en New York con Abba Eban –Ministro de Relaciones Exteriores de Israel- y se encontraron de nuevo en Londres, pero en los dirigentes sionistas predominó el criterio de no establecer compromisos que perjudicaran sus intereses expansionistas.

 

Durante esta confrontación, la Unión Soviética y los países socialistas de Europa, excepto Rumania, rompieron relaciones con Israel insertándose todavía más el conflicto en el contexto del enfrentamiento Este-Oeste. Los países árabes petroleros utilizaron por primera vez el arma del petróleo y durante un tiempo mantuvieron un embargo a los suministros a Estados Unidos y los países europeos que habían apoyado a Israel.

 

Los verdaderos propósitos de los sionistas sobre los territorios ocupados en esa guerra los había expresado claramente el general Moshe Dayán, Jefe del Ejército de Israel:

 

"Nuestros padres lograron las fronteras reconocidas en el Plan de Partición. Nuestra generación alcanzó las fronteras del 49.

 

 

 

Ahora la generación de la guerra de los seis días (1967) se las arregló para llegar a Suez, Jordania y las Alturas del Golán. Esto no es el final. Después de las actuales líneas del cese al fuego, habrá otras nuevas. Se extenderán más allá de Jordania, quizás hacia el Líbano y el centro de Siria también ".

 

Si uno posee la biblia y uno se considera a sí mismo como pueblo de la Biblia, uno debe también poseer las tierras de la Biblia, aquellas de los Jueces y los Patriarcas, de Jerusalén, de Hebrón, de Jericó y otros lugares. El forastero debe comprender que aparte de toda la importancia estratégica del Sinai o el Estrecho de Tiran y las montañas al oeste de Jordania, estas regiones están situadas en el corazón de la historia judía.

 

Cuando todavía estaban huyendo los palestinos de los lugares atacados en Gaza y Cisjordania, Israel llevaba a cabo, como en 1948, la destrucción de pueblos y aldeas palestinas y procedía a la instalación de colonias o asentamientos militares. Fue notable la destrucción de Imwas, Beit Nuba y Yalu en la región de Latrun y la expulsión de sus habitantes, cerrando inmediatamente las fronteras para impedir el regreso de aquellos que querían hacerlo, a pesar de la demanda de la ONU.

 

Los resultados de la guerra de 1967, un verdadero desastre y humillación para los árabes y los palestinos, crearon nuevas condiciones para la actividad de la resistencia palestina. Las acciones militares de las organizaciones, a las que antes se oponían casi todos los regímenes árabes, ahora parecían ser inevitables. El presidente de la OLP, Shuqairi, renunció en diciembre de 1967 y la nueva dirigencia de la organización con Yahya Hammouda como presidente, formuló una declaración encaminada a acercarse a las organizaciones guerrilleras

que ya se habían organizado.

 

En enero del 68 se reunieron en El Cairo representantes de ocho organizaciones de comandos para coordinar las acciones contra el ocupante sionista. Después, en otra reunión celebrada en Beirut en marzo, la OLP, Al Fatah, y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, acordaron dar a estos la mitad de los escaños en el nuevo Consejo Nacional Palestino, cuya sesión se celebró en febrero de 1969 y culminó con la elección de Yasser Arafat como presidente de su nuevo Comité Ejecutivo. En esa reunión se precisó la estructura y funcionamiento de la organización sobre nuevas bases.

 

A partir de esta época se incrementa la actividad político-militar de los palestinos en los países donde residen como refugiados, especialmente en Jordania, donde la mayoría de la población es palestina, y en el Líbano. Al Fatah intentó desarrollar operaciones en la Cisjordania ocupada, pero la represión israelí no le dio posibilidades de hacerlo en gran escala, sin embargo, se instalaron decenas de bases guerrilleras en la margen oriental del Río Jordán y en marzo de 1968 se produjo el primer gran enfrentamiento entre guerrilleros y las fuerzas israelíes en el campamento de Karameh. A pesar de que los combatientes palestinos tuvieron fuertes bajas, la acción sirvió para consolidar la posición y la influencia de Al Fatah en Jordania, contribuyó a elevar el reconocimiento de otros países árabes y Yasser Arafat se consolidó como vocero oficial de la Resistencia Palestina.

 

A finales de 1969 se celebra en El Cairo una reunión entre Arafat y el Comandante en Jefe del Ejército libanés y llegan a acuerdos sobre las bases en que debe mantenerse la resistencia de los palestinos en suelo libanés. Ya el año anterior, en represalia por la presencia y el desarrollo de las bases de la Resistencia Palestina en El Líbano, unidades helitransportadas de comandos israelíes habían atacado el aeropuerto de Beirut y destruido, en operación terrorista, 13 aviones civiles.

 

Por esa misma fecha la Asamblea General de la ONU aprueba, por amplia mayoría, la Resolución 2535-D, la cual reconoce que el problema de los refugiados palestinos tiene su origen en que los derechos inalienables, tales como son enunciados en la Carta de Naciones Unidas y en la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, le son negados al pueblo palestino.

 

Los Estados Unidos, por su parte, habían tratado de llevar adelante el llamado Plan Rogers que, basándose en aspectos de la Resolución 242, buscaba atraer a los árabes a negociaciones con Israel. Sin embargo, saboteaban las posibilidades de paz suministrándole al estado judío 50 modernos aviones Phantoms, lo cual constituyó un importante paso en la carrera de armamentos que se produciría en la región.

 

Para mediados de 1970 las relaciones entre las organizaciones de la resistencia y el gobierno jordano se complican y se hacen tensas y el VII Consejo Nacional Palestino reunido en El Cairo analiza la situación. Arafat es nombrado Comandante en Jefe de todas las fuerzas palestinas. En agosto se producen violentos enfrentamientos entre guerrilleros palestinos y soldados jordanos, y se convoca de forma extraordinaria, en Ammán, otra reunión del Consejo Nacional, en la cual se reitera el rechazo a la Resolución 242.

 

A principios de septiembre, guerrilleros del Frente Popular para la Liberación de Palestina secuestran varios aviones de líneas comerciales internacionales y los hacen aterrizar en el desierto, cerca de Ammán, reteniendo a un grupo de rehenes y pidiendo a cambio la liberación de prisioneros palestinos en Israel.

 

El gobierno jordano estaba, por ese entonces, enfrentando una difícil disyuntiva, debido al fortalecimiento y desarrollo de la Resistencia Palestina y a las acciones que desde allí lanzaba contra Israel sin poder controlarla. Recibía a cambio contundentes respuestas de éste por aire y tierra que había hecho huir a una parte importante de los habitantes a lo largo del Río Jordán y causado bajas en las ciudades de Salt e Irbid. Si los palestinos, que eran mayoría dentro de la población jordana, continuaban fortaleciéndose, podrían poner en crisis el poder de la monarquía hachemita, si reprimía las acciones guerrilleras había la posibilidad de que se desatara la guerra civil, Pero optaron por este último riesgo.

 

Los enfrentamientos se incrementaron en septiembre de 1970 y el régimen jordano establece la ley marcial y reprime violentamente la resistencia. Las fuerzas jordanas, con recursos muy superiores, logran hacer grandes bajas y expulsar a los guerrilleros palestinos, los cuales se ven obligados a trasladar sus bases de actividades al Líbano y otros países, acontecimientos serían conocidos para la posteridad como "septiembre negro".

 

Se produce, además, la muerte repentina de Nasser en Egipto, abanderado del nacionalismo árabe y personalidad de reconocido prestigio internacional; su desaparición constituyó una sensible pérdida para la lucha de los pueblos palestino y árabes.

 

Poco después de la muerte de Nasser se suscribieron en El Cairo y Ammán, acuerdos para regular las relaciones entre la Resistencia Palestina y el gobierno de Jordania. Un año después, en la misma capital egipcia, es asesinado, en un atentado, el primer ministro jordano Wasfi Tall, en operación reivindicada por una organización llamada "septiembre negro".

 

Paralelamente, en los primeros años de la década del 70, se incrementa el reconocimiento internacional de la OLP y el reclamo de que se le reintegren al pueblo palestino sus legítimos derechos. Por esa época, la Asamblea General de Naciones Unidas reitera varias resoluciones demandando el retiro de Israel de los territorios ocupados en 1967, reconociendo el derecho de los refugiados a retornar a sus tierras y requiriendo el cese de la violación de los derechos humanos.

 

Algunas organizaciones palestinas, en esos mismos años, recrudecieron sus acciones contra Israel en el exterior y especialmente desde sus bases en El Líbano. Los sionistas también lanzaban operaciones especiales contra las oficinas y los dirigentes palestinos en Beirut, varios de ellos fueron muertos en atentados. Esta es la etapa en que se produce el secuestro de varios aviones comerciales israelíes y la operación en las Olimpiadas de Munich en la cual murieron varios atletas de Israel y algunos secuestradores.

 

Mientras tanto el régimen jordano presidido por el rey Hussein, que nunca había roto su dependencia, especialmente la ideológica, de su ex metrópoli, propuso otra dinámica -en marzo de 1972-, con la creación de un "Reino Árabe Unido", que incluiría Cisjordania y Transjordania, en un remedo de lo que había sido prometido durante la Primera Guerra Mundial a su bisabuelo el Sherif Hussein de la Meca y en definitiva lo que había logrado su abuelo Abdullah después de la guerra de 1948. Los palestinos, que veían liquidadas sus aspiraciones de Estado independiente con esta variante, se opusieron enérgicamente y el X Consejo Nacional reunido urgentemente en El Cairo llamó a los otros estados árabes a romper relaciones con el Reino Hachemita y demandar su expulsión de la Liga Árabe.

 

Ante las amenazas de ver desconocida su representatividad, los dirigentes de la OLP redoblan sus esfuerzos para que la organización fuera reconocida como único y legítimo representante del pueblo palestino, y en 1973 la 4ta. Conferencia Cumbre de los Países No Alineados celebrada en Argel, le da un amplio apoyo y reconoce a la OLP oficialmente con ese carácter. En dicha Conferencia -en solidaridad con la justa lucha del pueblo palestino y de los árabes por la obtención de sus legítimos derechos y por la recuperación de los territorios ilegalmente ocupados por Israel-, Cuba anuncia el rompimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno de Tel Aviv.

 

La OLP también había acordado reactivar el trabajo de resistencia en Gaza y Cisjordania y crea lo que se llamó el Frente Nacional Palestino para los Territorios Ocupados durante la celebración del XI Consejo Nacional, en el cual, además, se decidió mantener la lucha contra el régimen jordano. Por ese entonces la población palestina en los territorios ocupados era de alrededor de un millón de habitantes, de los cuales unos 70 000 vivían en Jerusalén y a quienes después de la anexión de esa parte de la ciudad, les había sido otorgada la ciudadanía israelí. En Gaza la administración militar encontraba muchas dificultades para controlar la situación, a pesar de la dura represión, especialmente en los campos de refugiados, allí un patriarca palestino, Mohamed Al Aswad, conocido popularmente como Comandante Guevara, organizaba la resistencia. Desde 1971 se había logrado cierto momentáneo apaciguamiento a través de concesiones económicas que perseguían mejorar el nivel de vida.

 

Paralelamente a estos acontecimientos, Israel trabajaba abiertamente en sus proyectos para asimilar los territorios ocupados y en 1973 había creado 77 asentamientos militarizados. El Fondo Nacional Judío había adquirido miles de acres de tierra y el ejército se había posesionado de otros tantos, alegando necesidades militares y de seguridad.

 

La Agencia Judía redobló sus esfuerzos para traer nuevos inmigrantes, especialmente de Rusia, donde existía la mayor reserva de judíos. Por esta vía el plan de despojo se intensificaba en los siguientes años.

 

Los líderes sionistas nunca ocultaron sus propósitos de asimilar totalmente Gaza y Cisjordania y por supuesto Jerusalén, pero la población palestina, cuya expulsión no pudieron lograr totalmente y lejos de esto crecería mucho más rápido que la judía, se convertiría en el gran obstáculo, el valladar para lograr las aspiraciones expansionistas, en tanto que su creciente sentimiento nacional y patriótico la haría infranqueable en el futuro.

 

La falta de perspectivas para una solución justa continuó insuflando explosividad al conflicto. Para los refugiados palestinos, expulsados en 1948 y después a países vecinos, era y continúa siendo hoy inadmisible que los judíos, originarios de diversas partes del mundo, sin ningún vínculo con la tierra de Palestina que se conozca durante siglos y siglos, por el mero hecho de ser judío, adquieran el derecho de ir allí y poseer tierras y propiedades de las que ellos -cuyos antepasados están enraizados y donde han vivido desde el principio de la historia-, fueran despojados por la fuerza.

 

El propio Moshe Dayan había reconocido el despojo en declaraciones al periódico Haaretz el 4 de abril de 1969:

 

"(...) Llegamos a este país que estaba poblado por árabes y estableciendo el estado judío aquí (...) pueblos judíos han sido establecidos en lugar de las aldeas árabes. Ustedes no conocen siquiera los nombres de esas aldeas árabes y yo no los recrimino por ello, porque ya no aparecen en los libros de geografía, no sólo no aparecen en los libros sino que ya no existen (...), no hay un solo lugar construido en este país donde no había antes una población árabe".

 

Mientras tanto, la Resistencia Palestina continuaba organizándose en sus bases del Líbano e incrementaban sus acciones contra Israel. En abril los comandos israelitas volvieron a realizar un ataque terrorista en Beirut en el cual asesinaron a varios dirigentes de la OLP, entre ellos al Jefe del Dpto. Político, el Jefe de Operaciones en los Territorios Ocupados y al Editor Jefe del Órgano Oficial de la OLP. Ehud Barak, quien posteriormente llegaría a ser Primer Ministro de

Israel, participó en esa operación.

 

Los incidentes en los frentes egipcios y sirios continuaban y los gobiernos de estos países se preparaban para tratar de recuperar, en la ocasión oportuna, los territorios que Israel les había ocupado en 1967. De la Unión soviética y otros países socialistas fluía importante ayuda militar hacia los países árabes, además de brindarles respaldo político y diplomático.

 

En este clima de tensión y confrontación, el 6 de octubre de 1973, día de la festividad judía del Yom Kipur (día del perdón), estalló la cuarta guerra árabe israelí cuando Egipto y Siria tomaron la iniciativa y sus tropas atravesaron el Canal de Suez hacia el Sinaí y penetraron en el Golán, territorios ocupados que aunque no pudieron recuperar, si dieron pruebas, por primera vez, que las fuerzas árabes podían combatir de igual a igual con los israelíes y lograron infligirles a éstos cuantiosas bajas, lo cual afectó sensiblemente la opinión pública en Israel, convencida hasta ese momento de la amplia superioridad e invencibilidad de sus fuerzas armadas. Los árabes, además, mostraron mayor solidaridad y los países petroleros decretaron un embargo al suministro de petróleo a los países occidentales que apoyaban a Israel, lo cual produjo una considerable elevación de los precios que afectó especialmente a los miembros de la Comunidad Económica Europea, y los obligaron a rectificar sus posiciones y hacer una Declaración favorable a los árabes.

 

Estados Unidos, que como en ocasiones anteriores brindó todo su apoyo político y militar a Israel, vio con preocupación el involucramiento de la URSS al lado de los árabes y la confrontación a que se estaba arriesgando, por lo que se movió intensamente en el terreno diplomático para tratar de desactivar la crisis.

 

Después de dos semanas de hostilidades y de fuertes gestiones diplomáticas, el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba la Resolución 338 con un llamado al cese al fuego y a la inmediata aplicación de la Resolución 242 de 1967, que pedía la retirada de Israel de los territorios ocupados en la guerra de 1967. Pocos días después el Consejo decide el envío de un contingente militar bajo bandera de la ONU para vigilar la tregua. Ambas Resoluciones, la 242 y 338, aunque contarían con el rechazo de algunos países árabes y de organizaciones palestinas que alegaban trataba el problema palestino únicamente como un asunto de refugiados, constituirían en el futuro la esencia de las propuestas para una solución del conflicto. Los dirigentes judíos en clara expresión de su política expansionista, siempre rechazaron el cumplimiento de estas resoluciones.

 

En Israel se desataron fuertes contradicciones internas como resultado de las alternativas que se presentaban y los errores y debilidades militares que se pusieron de manifiesto. Algunos defendían la idea de que se debía priorizar la seguridad de sus fronteras a cualquier costo y por ende el mantenimiento de la ocupación y la asimilación de los territorios árabes, mientras que otros preferían algún tipo de negociación, aun a cuenta de sacrificios territoriales, con el objetivo de llegar a convenios con los árabes, lo que propició los primeros acuerdos de separación de fuerzas con Egipto y después con Siria, en los cuales Kissinger desempeñó un importante papel.

 

A finales de 1973 los Estados Unidos y la Unión Soviética convocaron, bajo su co-auspicio, la Conferencia de Paz para el Medio Oriente en Ginebra, la cual se suspendió después de tres sesiones debido a las grandes diferencias existentes y a la negativa de Israel de cumplir con las resoluciones de la Naciones Unidas relativas al conflicto, especialmente la 242 y 338.

 

Con el histórico y claro objetivo de tener más población para poblar los territorios ocupados, los sionistas, en coordinación con el gobierno de turno en Washington, realizaron una intensa campaña para promover la emigración judía de la Unión Soviética y otros países socialistas europeos. Apelaron de nuevo a la argucia de que allí practicaban el antisemitismo, que los judíos eran discriminados, que se preparaban nuevos pogroms, etc., para mediante el terror, alcanzar el doble propósito de difamar a la URSS y abrir una fuente de nuevos inmigrantes.

 

En 1974, la OLP obtiene importantes logros diplomáticos; en octubre, la UNESCO otorga la condición de observadora y condena los intentos de destruir la cultura e identidad palestina. La reunión Cumbre de la Liga Árabe, celebrada en Rabat, la reconoce como la legítima representante del pueblo palestino, lo cual, por primera vez, hacen de forma unánime, válido especialmente para Jordania, que en no pocas ocasiones había tratado de asumir el papel de representante de este pueblo.

 

Un mes después la Asamblea General de la ONU aprueba la Resolución 3236 aceptando el derecho del pueblo palestino a la libre determinación sin injerencia exterior, a la independencia, a la soberanía nacional, el derecho al retorno de los refugiados y a la recuperación de estos derechos por todos los medios. Igualmente es aprobada la Resolución 3237 que concede a la Organización para la Liberación de Palestina la condición de observadora en todas las actividades de la ONU. Ambas resoluciones significaron un cambio importante en el tratamiento de la cuestión palestina.

 

Durante el desarrollo de ese XXIX período de sesiones de la Asamblea General, Yasser Arafat pronunció un histórico discurso, después del cual viaja a Cuba en lo que sería su primera visita a América Latina. La alocución del dirigente fue respaldado por importantes manifestaciones y demostraciones de masas en Cisjordania, duramente reprimidas por las fuerzas militares ocupantes que expulsaron a varias personalidades y dirigentes palestinos hacia Jordania.

 

La favorable correlación de fuerzas que existía en ese organismo internacional se reflejaría un año después, cuando a pesar de la férrea oposición de los Estados Unidos y de las potencias occidentales, la Asamblea General, tomando en consideración las criminales acciones de Israel en los territorios palestinos ocupados, aprobó la resolución 3379, señalando al sionismo como una forma de racismo.

 

Con estos avales, la OLP, que recibía considerable ayuda económica de los países árabes petroleros, también alcanzó un alto nivel de representatividad internacional y notable poder en el territorio libanés, donde mantenía sus principales bases y oficinas y el propio Arafat tenía su sede. Los israelitas observaban esto con inquietud y lanzaban frecuentes ataques en el sur del país. En enero de 1975 ese gobierno árabe, denunció en la ONU la escalada agresiva de Israel, que en un sólo mes había efectuado 44 incursiones aéreas, 10 marítimas, 347 bombardeos de artillería y 8 ataques de grupos comandos.

 

En determinadas zonas del Líbano, los palestinos llegaron a tener un gran poder, lo cual unido al fuerte protagonismo político de la Resistencia, sirvió de pretexto a fuerzas reaccionarias para incrementar su campaña antimusulmana y antipalestina. Estos elementos, sumados a la interferencia de Israel y sus continuos ataques, que también desestabilizaban el país, se mezclaron con las contradicciones crecientes que generaba el sistema de división confesional del poder político y gubernamental que habían dejado los colonialistas franceses, lo que favorecía a la ya minoritaria comunidad cristiano maronita, por lo que 1975 estalló la guerra civil libanésa en la cual los palestinos también fueron activos protagonistas.

 

Como consecuencia de la guerra, que se extendería después por unos 15 años, el Líbano se dividió, con una parte del territorio en poder de las fuerzas patrióticas aliadas a los palestinos y otra zona bajo el control de organizaciones de la comunidad cristiano maronita, dirigidas por los falangistas, quienes tradicionalmente recibían las simpatías de occidente y tenían contactos con Israel.

 

En enero de 1976, por primera vez una representación de la OLP es invitada a participar en los debates sobre la cuestión palestina en el Consejo de Seguridad, tras los cuales un proyecto de Resolución que reconocía el derecho inalienable a la autodeterminación y a establecer un estado independiente es vetado por los Estados Unidos.

 

Aunque los esfuerzos de las autoridades de israelíes para controlar y someter a la población palestina que había quedado en los territorios ocupados, así como en el que consideraban su propio territorio desde 1948, parecía haberle dado algunos resultados. En marzo de 1976 se producen grandes protestas y manifestaciones por la incautación de tierras en Galilea, zona de mayoritaria población palestina que no habría quedado en manos de Israel según la Resolución de partición. Los presidentes árabes de los consejos municipales se reunieron en Nazaret, ciudad netamente árabe la cual contaba con un alcalde comunista y declararon la huelga general que se extendió a Gaza y Cisjordania con amplios enfrentamientos que fueron conocidos como la Intifada de Galilea, teniendo como resultado 14 muertos y 74 heridos por los palestinos y 11 muertos y 32 heridos por los ocupantes israelíes. Estos acontecimientos serán posteriormente conmemorados todos los 30 de marzo como el "Día de la Tierra".

 

Un mes más tarde se celebraron elecciones municipales en Cisjordania en un intento de las autoridades sionistas de ir propiciando la asimilación de la población y de los territorios ocupados, pero éstas se transforman en un plebiscito contra la ocupación, los candidatos vinculados a la Resistencia triunfan ampliamente y son elegidos en las principales ciudades.

 

El año siguiente, en un ambiente de tensiones y discrepancias internas palestinas y después de un encuentro entre el Rey Hussein de Jordania y Arafat en El Cairo, se celebra en esta misma ciudad el XIII Consejo Nacional Palestino, en el cual se analizan las posibilidades árabes de alcanzar una negociación con Israel.

 

Por otra parte, mientras la guerra civil se mantenía intermitente en el Líbano y consumía la acción fundamental de la Resistencia Palestina que desde sus campamentos en el sur, cercanos a la frontera con Israel, llevaba a cabo una guerra irregular contra éste con la esperanza de poder actuar para liberar sus tierras, el Presidente Anwar Al Sadat en Egipto, convencido por los Estados Unidos de la necesidad de llegar a acuerdos con Israel, dio la espalda a una posición árabe común y viajó sorpresivamente a Jerusalén el 19 de noviembre de 1977, donde pronunció un discurso conciliador en el Knesset (parlamento), dando un espectacular viraje al enfrentamiento árabe-israelí, lo cual provocó la ira e incertidumbre de los árabes y el aplauso de Israel y los países occidentales que lo apoyaban.

 

Inmediatamente, como reacción al paso dado por el presidente egipcio, se celebra en Trípoli una reunión donde participan los dirigentes de Argelia, Hahuari Boumedienne; de Yemen Democrático, Fatah Ismail; de Siria, Haffez al Assad; de Libia, Muamar El Kadhafi, y de la OLP, Yasser Arafat, donde quedó constituido lo que se llamó el "Frente de Firmeza" en protesta por lo que se consideró una capitulación de Sadat.

 

Pero después de su espectacular comienzo, las negociaciones entre Egipto e Israel comenzaron a demorarse y parecían no prosperar, especialmente por la negativa israelí de cumplir lo estipulado en la Resolución 242, de la cual hacían una interpretación antojadiza.

 

En marzo de 1978 tras varios incidentes armados, 32 000 soldados israelíes cruzan la frontera e invaden el sur del Líbano con el objetivo de liquidar las bases de la Resistencia Palestina y establecer un cinturón de seguridad a lo largo de la frontera. Cuando una Resolución de la ONU demandando de Israel la retirada es aprobada en el Consejo de Seguridad, ya las fuerzas sionistas han ocupado prácticamente todo el sur hasta la altura del Río Litani. Los bombardeos indiscriminados de las fuerzas sionistas por tierra, mar y aire destruyen numerosos poblados y producen la muerte de unos 1 000 civiles libaneses además de unos 200 guerrilleros palestinos. Unos 200 000 refugiados libaneses y palestinos de las aldeas y ciudades del sur, huyeron hacia el centro y norte del país.

 

Israel, con grandes ambiciones territoriales sobre el sur del Líbano y los recursos hídricos que allí existen, se negó a retirarse de una franja del territorio ocupado a lo largo de su frontera y solo lo hizo después de muchas presiones, pero dejando antes en su lugar, una milicia fantoche libanésa que después sería conocida como Ejército del Sur del Líbano.

 

En el año 1978, después de fuertes presiones de los Estados Unidos,  de discrepancias con uno y otro bando que incluyeron choques entre los gobiernos de James Earl Cárter y Menahem Begin por la inflexibilidad del último y la ansiedad del primero de producir una conciliación árabe-israelí en el marco de los intereses estadounidenses, se fueron creando condiciones para alcanzar un acuerdo de paz egipcio-israelí.

 

Finalmente el 17 de septiembre, en Camp David, donde fueron convocados Begin y Sadat, se anuncia que ha sido suscrito un "Acuerdo Marco para la Paz en el Medio Oriente" que incluía dos documentos: uno establecía la firma de un acuerdo de paz entre Egipto e Israel en un plazo de tres meses en el cual se aceptaba la retirada de Israel del Sinaí y la normalización de relaciones entre los dos países y el otro se ocupaba de los territorios palestinos ocupados y preveía que se celebrarían elecciones para un autogobierno que remplazaría a las autoridades militares israelíes durante un período transitorio de no más de cinco años, después de lo cual se negociaría el estatus final de Cisjordania y Gaza y se concluiría un acuerdo de paz entre Jordania e Israel.

 

Los países árabes, a nivel oficial y popular, rechazaron estos acuerdos que interpretan como una traición a sus intereses regionales y en una cumbre convocada en Bagdad, en noviembre del mismo año 1978, se proponen medidas contra Egipto, las cuales debían aplicarse en caso de que se llegara a firmar una paz por separado con Israel. Dentro del gobierno egipcio no había siquiera unanimidad y el Ministro de Relaciones presentó su renuncia como desaprobación. Los palestinos por su parte, se reunieron poco después en el XIV Consejo Nacional Palestino, en Damasco, y acordaron un rechazo rotundo a lo propuesto en el Acuerdo Marco de Camp David, reiteraron la decisión de constituir un estado palestino independiente sobre su propio territorio y declararon la necesidad de reforzar los vínculos con la Unión Soviética y los países socialistas.

 

El Acuerdo de Paz entre Egipto e Israel fue finalmente firmado en marzo de 1979 y las negociaciones que se iniciaron inmediatamente para determinar las cuestiones relativas a la autonomía palestina encontraron la resistencia sionista, cuyo ministro de Asentamientos, Ariel Sharon, intensificó los planes de integración y asimilación de los territorios ocupados con la construcción de nuevas colonias militarizadas. La Cumbre Árabe volvió a sesionar en Bagdad y adoptó medidas tendientes a aislar política y económicamente a Egipto, también se tomaron acuerdos para ofrecer un mayor apoyo económico a los países de la "línea del frente", es decir, los fronterizos con Israel incluida la OLP.

 

Las conversaciones sobre la autonomía palestina, entre Egipto e Israel, no prosperaron porque, después de varios intentos, Israel siempre saboteaba cualquier posible avance con el anuncio de nuevos asentamientos y el permiso a los judíos para que compraran y ocuparan más tierras en los territorios ocupados. Por momentos las discusiones entre los gobernantes egipcios e israelíes se tornaron de nuevo tensas.

 

Algunos países de Europa occidental comenzaron, por ese entonces, a acercarse a Arafat, teniendo en cuenta el reconocimiento que ya había alcanzado la OLP y la consideración de que era imposible continuar excluyendo a la representación palestina de cualquier tipo de negociación para la solución real e íntegra del conflicto.

 

El Primer Ministro israelí, M. Begin, quien había sido un destacado dirigente de la banda terrorista Irgún Zvai Leumi hasta 1948, fue uno de los abanderados de la interpretación mesiánica del Gran Israel (Eretz Israel), la tierra entregada a los judíos por Dios en su convenio con Abraham, y se refería a Cisjordania como Judea y Samaría, el territorio que ellos habían liberado. En su campaña para las elecciones, había repetido:

 

"El derecho del pueblo de Israel a la tierra es un derecho eterno e inalienable, y es parte integrante del derecho a la seguridad y la paz; Judea y Samaría nunca serán retornadas al control extranjero; entre el Río Jordán y el mar sólo habrá soberanía de Israel".

 

Es conocido que el gran físico nuclear de origen judío, Albert Einstein, había rechazado reunirse con Begin alegando que no tenía nada que hablar con un hombre de violencia y había escrito al New York Times, refiriéndose a él, que (...) "a un conocido asesino no debía permitírsele visitar los Estados Unidos".

 

Einsten mantuvo posiciones antisionistas y aunque al parecer después aceptó la creación del estado de Israel, en enero de 1946 había declarado ante el Comité Anglo-Americano de Investigaciones sobre Palestina que (...) "la idea del Estado no está de acuerdo con mis conceptos. No comprendo su necesidad. Está relacionada con la estrechez mental y con obstáculos económicos. Creo que es mala. Siempre he estado en contra de ella".

 

En Cisjordania la situación también se tornaba más complicada y el pueblo se rebelaba cada vez más contra la ocupación, el abuso y la represión. Las autoridades militares adoptaron medidas todavía más fuertes y expulsaron a varios alcaldes palestinos de importantes ciudades, cerraron universidades y locales sociales y atacaron manifestaciones que se produjeron en Ramallah, El Bireh, Belén, Nablus y Jerusalén con saldo de muertos y heridos, pero esto produjo más efervescencia.

 

En Israel se estaba produciendo un debate político interno sobre qué hacer con los territorios palestinos ocupados, pues aunque el pensamiento predominante era asimilarlos y convertirlos en parte del estado, no tenían solución para el problema de la creciente población palestina, que entre Gaza y Cisjordania por esa época alcanzaba alrededor de un millón y medio, y algunos dirigentes laboristas volvieron a proponer la llamada "opción jordana", que consistía en entregar a este país las zonas palestinas más pobladas y retener para Israel el Valle del Jordán y otras áreas que consideraban de importancia estratégica y que habían venido poblando con colonias militarizadas. El Partido Likud se oponía rotundamente a esto, y el entonces Ministro de Agricultura, Ariel Sharón instrumentó nuevos planes para establecer más colonias y ocupar por la fuerza miles de hectáreas de tierra palestina.

 

Las discrepancias sobre ^os^, territorios ocupados siempre fueron más de forma que de fondo y todos los planes sionistas después de 1967 persiguieron la intención; tanto bajo gobiernos laboristas como del Likud, de asegurar el control definitivo de éstos, ir cercando las poblaciones palestinas y fragmentar el territorio para convertirlo en especie de cantones o bantustanes.[7] Estos planes incluían ir limitando y reduciendo los recursos palestinos, la tierra y el agua en primer lugar y crearles dificultades económicas para obligarlos a emigrar y continuar el proceso de ocupación. Con este método, miles de agricultores fueron despojados de sus recursos. A estas medidas se sumaba la confiscación de tierras por razones militares y de seguridad, para el trazado de carreteras y se negaba a los palestinos el otorgamiento de licencias para nuevas construcciones, se les castigaba con el derribo de árboles de olivo, etc., pero en sentido opuesto, alentaban a los judíos a ocupar esas tierras y poblar los nuevos asentamientos semimilitarizados ofreciéndoles casas muy baratas, créditos y condiciones de pago ventajosas, eliminación de impuestos, e insistiendo en la propaganda mesiánica de que se trataba del "regreso a la tierra prometida" y estaban cumpliendo con "el mandato divino."

 

Era una violación abierta y descarada de la Cuarta Convención de Ginebra que establecía en sus artículos 47,49 y 53, la prohibición de hacer cambios en los territorios ocupados por la fuerza por la potencia ocupante, no perjudicar, anexar o hacer cambios en territorios, población, propiedades, etcétera.

 

Esto nunca preocupó a los dirigentes sionistas, los cuales tenían, desde el principio una interpretación diferente de las cosas. Yitzhak Shamir, siendo Ministro de Relaciones Exteriores en 1983 había reiterado ante el Knesset lo que siempre expresaron los padres dirigentes del sionismo:

 

No hemos conquistado territorios de sus propietarios legales, mas los hemos liberado en 1948 de los países que los habían conquistado.

 

Ellos son parte de la tierra bíblica de Israel, y lo que es parte de nuestro país no podemos anexarlo.

 

Los países miembros de la Comunidad Económica Europea, preocupados por desactivar un conflicto que acumulaba explosividad y podía afectar sus intereses, se reunieron en Venecia en junio de 1980 y tratando de tener un gesto positivo para sus importantes relaciones con los países árabes, decidieron tomar partido de forma más activa en el asunto de Palestina y emitieron una declaración donde llamaban al cumplimiento de las Resoluciones 242 y 338; establecían que el pueblo palestino tenía derecho a la autodeterminación, que no se trataba de un asunto de refugiados y que la OLP debía ser tenida en cuenta en las negociaciones de paz. Rechazaban cualquier cambio de estatus en Jerusalén, recordaban que Israel debía retirarse de los territorios que ocupó por la fuerza en 1967 y declaraban ilegales los asentamientos y las modificaciones demográficas e inmobiliarias en esos territorios. Proponían, por último, iniciar los contactos con todas las partes en el conflicto para, sobre estas bases, llevar adelante negociaciones de paz.

 

El Primer Ministro israelí M. Begín rápidamente rechazó la declaración y dijo que la propuesta europea podría eventualmente llevar a la destrucción del Estado de Israel.

 

Ante esto y con el estallido de la Guerra del Golfo entre Iraq e Irán, que complicó bastante las relaciones interárabes, la iniciativa europea no pudo ser llevada adelante y con la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Ronald Reagan en enero de 1981, fue prácticamente sepultada. El nuevo presidente estadounidense, que había hecho una campaña electoral más pro israelita de lo común declaró, en cuanto llegó a la Casa Blanca, que los asentamientos o colonias judías en los territorios ocupados no eran ilegales y lanzó una ofensiva tratando de convencer a los países árabes de que la amenaza provenía de la Unión Soviética y no de Israel, por lo que debían establecer colaboración incondicional con Washington, pero tuvo poco éxito, incluso, con aquellos países que consideraba más allegados a sus posiciones.

 

Desde 1967 hasta la presidencia de James Earl Cárter, el gobierno estadounidense había mantenido una posición ambigua sobre el tema de los asentamientos y, aunque en principio declaraba que estos eran un obstáculo para la paz, nunca apoyó resoluciones en la ONU que criticaban o condenaban esta política de Israel. Su único voto positivo fue durante el mandato de Cárter para apoyar la Resolución 465 del Consejo de Seguridad en marzo de 1980. Posteriormente, durante los gobiernos de Reagan y Bush, este tema se dejaría de mencionar como un obstáculo para la paz.

 

En la segunda mitad de 1981 una nueva propuesta de paz para la región fue formulada por el príncipe Fahd de Arabia Saudita, la cual tomaba como base la Resolución 242 y reconocía el derecho de todos los estados de la región a vivir en paz, por lo que implicaba un reconocimiento implícito del estado de Israel, pero esta propuesta encontró poco eco, incluso, entre los árabes y una iniciativa para ser aprobada en una cumbre convocada en Fez, Marruecos, concluyó en fracaso.

 

En el Líbano se intensificaban los incidentes armados, en la frontera con Israel la Resistencia Palestina había desarrollado capacidad para el lanzamiento de cohetes y operaciones comando. Israel también realizaba ataques tratando de neutralizar a los palestinos y en julio del 81 doce aviones descargaron sus bombas contra varios barrios de Beirut donde se encontraban campamentos palestinos, en criminal ataque que produjo más de 100 muertos.

 

La situación en los territorios palestinos se había tornado aún más explosiva y se sucedían huelgas y manifestaciones con una violencia no vista desde el comienzo de la ocupación israelí. Atentados terroristas de los israelitas cometidos contra varios alcaldes y personalidades patrióticas y la represión cobraba numerosos muertos y heridos. Israel encontraba crecientes dificultades para mantener la ocupación, especialmente en aquellos lugares donde había mayor concentración de población palestina.

 

Estados Unidos e Israel, después de la firma de los Acuerdos de Paz con Egipto, se habían cuenta que era necesario doblegar a la Resistencia Palestina y árabe para hacer avanzar sus planes de conciliación sobre la base del predominio de sus intereses. El equipo Begin-Reagan había mostrado mucha más brutal afinidad que otros gobernantes anteriores y para principios de junio de 1982, considerando que en el Líbano las fuerzas patrióticas se habían fortalecido notablemente y que Siria, el país de la región que mantenía una posición más militante contra Israel tenía un poderoso contingente militar en suelo libanés, se decidió la agresión en gran escala con tres grandes objetivos:

 

1) Golpear a la Resistencia Palestina, desarticular su estructura político-militar, expulsar a la OLP del Líbano, crear una situación desesperada que propiciara la división, el desconcierto y la renuncia a la lucha, y que los palestinos se rindieran y aceptaran sólo las migajas que estaba dispuesto a darle Israel.

 

2) Instalar un gobierno amigo de Israel en el Líbano después de golpear las fuerzas patrióticas y unificar de nuevo el país bajo el control del Partido Falangista. Mantener ocupado el sur con vistas a anexarse una porción de este territorio cuyas aguas ambicionaban y suscribir con el nuevo gobierno, un acuerdo de paz similar al firmado con Egipto.

 

3) Derrotar a las fuerzas sirias, hacerlas salir del Líbano y presionar al gobierno de Damasco para obligarlo a negociar en condiciones de una correlación de fuerzas muy adversa.

 

Era un plan dirigido a cambiar toda la situación en la región.

 

El 4 de junio Israel inició demoledores bombardeos contra el sur del Líbano alegando era la respuesta a un atentado donde murió su embajador en Londres y cuyos autores no se conocieron.

 

El día 6 del propio mes, declaran el inicio de la operación "Paz para Galilea" y penetran sus ejércitos en el Líbano. Pero el plan solo lo cumplieron parcial y limitadamente, a pesar de toda la superioridad tecnológico-militar con que contaron y del total apoyo norteamericano. Utilizaron una fuerza de más de 120000 soldados, cientos de tanques de guerra, los más modernos aviones y helicópteros; arrasaron 11 campamentos de refugiados palestinos y más de 40 poblados y aldeas libanesas. La parte oeste de Beirut, habitada fundamentalmente por musulmanes y bajo el control de las fuerzas patrióticas libanesas y la Resistencia Palestina, fue bombardeada por cielo, mar y tierra durante 88 días, sin embargo, no pudieron ocupar Beirut y únicamente entraron después de llegar a un acuerdo ante el reclamo de evitar la destrucción completa de la ciudad y cuando las fuerzas palestinas habían sido evacuadas, pero tuvieron que retirarse de inmediato, pues la hostilidad de los patriotas libaneses no les dio tregua.

 

 

 

 

En medio de la guerra, el canciller cubano Isidoro Malmierca, pudo llegar a Beirut y entregar a Yasser Arafat un mensaje solidario de Fidel Castro a nombre del Movimiento de los Países No Alineados, ya que Cuba ostentaba la presidencia en esos momentos.

 

La defensa de Beirut fue una página heroica de la lucha de los árabes contra el agresor sionista. Con fusiles y armamento ligero resistieron durante semanas los tanques pesados, la artillería de todos los calibres y la más moderna aviación de combate. Los israelíes ensayaron en esa guerra las últimas armas del arsenal bélico norteamericano, incluida la novedosa "bomba de vacío". Fue la guerra más larga hasta entonces librada entre árabes e israelíes y dejó un saldo estimado de 50 000 muertos y heridos.

 

Como venganza por la resistencia que habían ofrecido los palestinos y una vez que las milicias habían salido de Beirut, Ariel Sharon, ministro de Defensa y responsable de la operación en el Líbano, propició y facilitó que durante los días 16 y 17 de septiembre se llevaran a cabo las salvajes matanzas de civiles palestinos en los campamentos se Sabrá y Chatila en Beirut. El criminal de guerra, años después convertido en Primer Ministro del Estado judío, sería recibido, sin ningún tipo de escrúpulos, por los gobernantes estadounidenses en la Casa Blanca y por otros dirigentes de gobiernos occidentales que se proclaman adalides en la defensa de los derechos humanos.

 

Aunque la heroica y desigual lucha hizo ganar prestigio a la OLP, ésta tuvo que salir del Líbano e instalarse en nuevas y diferentes condiciones en Túnez, muy lejos de su propio territorio y desde donde no podía actuar militarmente contra los ocupantes sionistas.

 

Una Cumbre Árabe, celebrada en Fez, Marruecos, no aceptó el plan de paz propuesto por el gobierno norteamericano de Ronald Reagan, el cual perseguía, como complemento a la agresión militar, liquidar los legítimos derechos del pueblo palestino con la idea antes propuesta por el rey Hussein de integrar la Cisjordania a Jordania. Pero aún dentro de tan difíciles condiciones, no fue posible doblegar a la OLP y al pueblo palestino que no tenían otra alternativa que continuar resistiendo y luchando. En el XVI Consejo Nacional Palestino, celebrado en Argel en febrero de 1983, se analizan las posibilidades y se acuerda fortalecer la unidad nacional palestina, movilizar todas las potencialidades y preservar la decisión independiente.

 

En el Líbano, a pesar de que Israel y Estados Unidos a la sombra de sus tanques de guerra, lograron imponer como presidente al líder falangista Bachir Gemayel, la situación no quedó en calma. El 14 de septiembre de 1982, después de 22 días de haber tomado posesión, Bachir muere al ser dinamitado el edificio donde se encontraba reunido y su hermano Amín, también falangista, pero menos sanguinario y prosionista, ocupó el cargo.

 

En mayo de 1983 se firma un vergonzoso acuerdo entre los gobiernos del Líbano e Israel que dejaba al país en condición de protectorado, las fuerzas de la resistencia patriótica libanésa con el apoyo de Siria realizaron numerosas acciones contra el ocupante sionista y sus aliados, obligándolos primero a retirarse de Beirut y sus alrededores, y después los fueron empujando hacia el sur causándoles numerosas y frecuentes bajas. El gobierno de Reagan, en un alarde de poder, envió parte de su flota incluyendo el acorazado New Jersey que bombardeó a las fuerzas patrióticas y desembarcaron marines como parte de las tropas multinacionales de la OTAN que trataron de sostener a sus aliados. Pero no pasó mucho tiempo sin que tuvieran que retirarse estrepitosamente con un alto número de bajas, más de 240 norteamericanos y cerca de 100 paracaidistas franceses muertos.

 

La ofensiva que las fuerzas patrióticas libanesas lanzaron en 1983 pasaría a la historia como uno de los grandes éxitos políticos y militares obtenido por el movimiento revolucionario en el Líbano y el Medio Oriente. Sacaron del país a las llamadas Fuerzas Multinacionales de la OTAN e Israel tuvo que retirar su ejército hacia una franja de seguridad en la frontera sur y las numerosas bajas que le infligieron tuvieron notable influencia en la situación política interna del Estado judío. El ominoso "acuerdo de paz" firmado, fue derogado.

 

La sociedad israelita -que había actuado hasta ese momento ofreciéndole un respaldo bastante generalizado a sus gobiernos, en las guerras con los países árabes-, se vio fragmentada por primera vez y un fuerte movimiento a favor de la paz y la retirada del ejército sionista del Líbano fue tomando forma por el desgaste y las bajas que sufrían sus fuerzas de ocupación.

 

Sin embargo, la situación para los palestinos que habían quedado en el Líbano como refugiados empeoró y por diferentes causas se produjeron fuertes discrepancias internas y ataques contra los campamentos. El poder que llegó a tener la OLP en algunas zonas del Líbano antes de la invasión sionista de 1982 no pudo reconstruirse y los propios libaneses que ahora se enfrentaban a los ocupantes israelíes con el apoyo de Siria, no estaban dispuestos a permitirlo. La turbulencia se mantuvo y por momentos tomó carácter de enfrentamientos bélicos entre distintas facciones palestinas de uno y otro bando. Arafat, que había regresado a Siria, fue deportado de ese país y trató de establecerse nuevamente en el Trípoli -norte del Líbano-, de donde tuvo que salir finalmente hacia Túnez.

 

Por otra parte, dentro de las distintas fuerzas libanesas y como prolongación de la todavía no apagada guerra civil continuaban produciéndose enfrentamientos con saldo favorable para las fuerzas patrióticas que se fortalecían y recuperaban posiciones. No sería hasta 1989, con la ratificación por el parlamento libanés de los Acuerdos de Taef, Arabia Saudita, que la situación interna comenzaría a calmarse, aunque nunca del todo.

 

Después de la salida de la OLP del Líbano se iniciaron diversas gestiones para propiciar contactos y conversaciones en torno al conflicto. El Secretario de Estado norteamericano George Shultz, trabajó con el rey Hussein de Jordania para la búsqueda de una fórmula de negociación basada en la variante de un estado confederado jordano palestino, donde la monarquía conservaría los asuntos de política exterior y la defensa. El gobierno estadounidense estaba convencido de que después de los acuerdos de paz con Egipto, el próximo país en entrar en las negociaciones de paz con Israel debía ser Jordania y éste podría conllevar también una salida al asunto palestino que fuera aceptable para Israel.

 

En febrero de 1985, después de la celebración del XVII Consejo Nacional Palestino en Ammán, la dirección de la OLP llega a acuerdos con el gobierno jordano para negociar conjuntamente la búsqueda de una solución sobre la base de la confederación. Por ese entonces, en la comente mayoritaria de la Dirección Palestina se había ido abriendo paso la idea de que era necesario aceptar la Resolución 242 de la ONU como un paso para negociar la recuperación del territorio ocupado por Israel en 1967.

 

El 19 de julio de 1985 el rey Hussein se reunió secretamente en Londres con Shimón Peres y analizaron la idea de organizar conversaciones coordinadas por Estados Unidos con la presencia de delegaciones de Israel y Jordania, con la inclusión dentro de esta última de alguna representación palestina; pero distintas razones hicieron que este proyecto no avanzara, entre ellas la falta de unanimidad en el gobierno israelí sobre la aceptación de conversaciones con representantes palestinos, aún cuando éstos estuvieran dentro de una delegación jordana y no representaran oficialmente a la OLP. Los israelíes por demás atacaron con su aviación la sede central de la OLP en Túnez en un intento de liquidar la dirección palestina.

 

La Organización Palestina se encontraba en una situación muy complicada en 1986. Era sometida a muchas presiones, sus relaciones con los países árabes fronterizos con Israel, por diferentes razones no eran buenas, aunque Egipto era la excepción en ese momento.

 

El Rey Hussein, consciente de esta situación, persistió en sus contactos secretos con Shimón Peres en Londres y fue elaborado, en 1987, un nuevo proyecto para el inicio de conversaciones sobre la base de las resoluciones 242 y 338, pero éste fue saboteado por Yitzhak Shamir, [8] entonces primer ministro, quien lo consideró inaceptable ya que era partidario de mantener y asimilar todos los territorios ocupados, para continuar construyendo el "Eretz Israel", objetivo que también perseguirían posteriormente Natanyahu y Sharón desde ese mismo cargo.

 

Con los asentamiento sionistas ocupando cada vez más tierras palestinas en Gaza y Cisjordania -durante los gobiernos de Begin y Shamir llegaron a 120 con 60 000 habitantes en Cisjordania y a 21 con 2 500 en Gaza- y con la OLP actuando desde Túnez con muy pocas posibilidades que ofrecieran esperanzas de solución justa, la situación en los territorios ocupados se fue haciendo cada vez más desesperada, convirtiéndose en incontenible ira. La tierra en manos palestinas se reducía y la miseria era cada vez más degradante, especialmente en Gaza. En los primeros meses de 1987 las autoridades sionistas de ocupación habían matado 17 palestinos, 129 habían sido heridos, 7 expulsados a otros países y decenas encarcelados sin juicio, muchos detenidos sufrían tortura, lo cual, como caso único en el mundo, las autoridades israelíes ejecutaban con respaldo de una ley.

 

El 8 de diciembre de 1987 un camión del ejército israelí embistió un vehículo que transportaba trabajadores palestinos en Gaza y un soldado disparó desde el camión matando a cuatro e hiriendo a nueve. Al día siguiente se produjeron grandes manifestaciones en los funerales, las cuales fueron igualmente reprimidas con el saldo de otros dos palestinos muertos y más de 30 heridos. La rebelión se extendió por todos los territorios ocupados y los sionistas utilizaron la represión.

 

Cada palestino con fuerzas para enfrentar el martirologio se convirtió en un combatiente contra la ocupación y la injusticia, con lo que tuvieran a mano, las piedras, [9] se sentían capaces de limpiar la humillación acumulada durante tantos años. Surgió así la Intifada.

 

La imagen de los niños enfrentados a los tanques de guerra israelíes y a soldados pertrechados con los más sofisticados armamentos recorrió el mundo y cambió la visión tan divulgada por los medios de difusión occidentales que identificaban al palestino con el terrorista. Las vistas televisivas de los soldados israelitas fracturándoles a golpes los brazos a los muchachos palestinos, por orden del entonces Ministro de Defensa Yitzhak Rabín, sacudieron la conciencia de las personas honestas del mundo. Comenzó a cambiar la percepción del conflicto por la opinión pública internacional.

 

Durante el primer año de la Intifada unos 300 palestinos fueron muertos por disparos de las tropas israelitas de ocupación, que se vieron sorprendidas por este nuevo e inesperado tipo de lucha popular, con mucho de generación espontánea y no siempre dirigida centralmente por la OLP. Sin embargo, los sionistas tratando de frenarla asesinaron, en su casa de Túnez a Abu Jihad, miembro del Comité Central de Al Fatah y Jefe del Departamento Militar de la OLP, bajo cuyo mando estaba la atención a los territorios ocupados.

 

La sublevación popular tenía su propia dinámica, provocada por la acumulación de sufrimientos y humillaciones. Aunque su explosión fue espontánea y no obedeció a un plan de la OLP, las masas palestinas querían también demostrar, ante cualquier intento de decisión que se fuera a tomar sin consultarlos, que todavía tenían en sus manos el arma de la lucha independiente. Después del inicio de la Intifada vino cierta coordinación, pero no hubo un mando desde Túnez que dirigiera su desarrollo. Sobre la marcha, se formó la Dirección Unificada que se convirtió en un ejemplo de coordinación. También se acrecentó la participación en la resistencia de las organizaciones islámicas como HAMAS, que inicialmente fue vista por las autoridades israelitas como un posible contrincante de la OLP, pero que después se convirtió en una fuerza religiosa de las más activas y militantes contra la ocupación.

 

La Intifada permitió que por primera vez, desde los años 30, los palestinos pudieran desarrollar una verdadera lucha de resistencia sobre el propio suelo patrio de forma independiente y no desde Jordania o el Líbano como habían hecho antes. Comenzó a aparecer sobre los techos de las casas en los territorios ocupados la bandera palestina y serían tantas, que las fuerzas ocupantes no podrían impedir más que las mismas ondearan libremente. Jóvenes y niños se lanzaron a las calles con las armas que la propia tierra les ofrecía, las piedras. El sentimiento nacionalista cobró nueva fuerza y confianza.

 

En estas circunstancias el Rey Hussein anunció, el 31 de julio de 1988, que cortaba sus vínculos administrativos y legales con Cisjordania, territorio al cual - a pesar de la ocupación sionista – Jordania había continuado relacionada a través del pago a empleados públicos que se ocupaban de la educación y ciertos aspectos administrativos, presumiéndose que esta responsabilidad, que implicaba enfrentar importantes gastos, pasaría a manos de la OLP. También expuso que Jordania no volvería a hablar en nombre de los palestinos. Este paso, sin embargo, no fue interpretado por todos como una renuncia a los intereses de la monarquía sobre Cisjordania.

 

La Intifada persistió con sus altas y bajas y las imágenes que transmitía la televisión en los países occidentales no podían ser totalmente manipuladas y hacían efecto en la opinión pública internacional. Israel comenzaba a perder terreno y los dirigentes sionistas se vieron sorprendidos ante una batalla que no tenían en sus cálculos, sus fuerzas militares debieron convertirse en policía represiva y sufrir el deterioro de su autoestima, el costo económico también era considerable.

 

A Estados Unidos se le creaba una situación incómoda con su continuado e incondicional apoyo a Israel y se le enturbiaban las relaciones con algunos países árabes, por lo que aparecieron con una nueva propuesta, la del Secretario de Estado George Shultz, la cual mantenía los conceptos básicos de la anterior e insistía en un arreglo tomando como referencia a Jordania, que desconocía la OLP y ponía como condición el cese de la Intifada para detener el programa de asentamientos judíos en los territorios ocupados e iniciar conversaciones sobre la base de la resolución 242. El rey Hussein trató de convencer a otros líderes árabes, pero Yitzhak Shamir, como representante de los extremistas sionistas que defendían la idea de "Eretz Israel", reiteró su oposición a cualquier variante que implicara retirarse de los territorios ocupados.

 

Sin embargo, los principios de un proceso negociador comenzaban a tomar cuerpo, impulsados por la situación regional y fundamentalmente por la nueva correlación de fuerzas creada por la Intifada, cuya repercusión política era desfavorable para Israel y Estados Unidos.

 

Un paso decisivo para propiciar la apertura de posteriores negociaciones fue dado por la dirección palestina durante el XIX Consejo Nacional Palestino celebrado en Túnez, en noviembre de 1988, cuando aceptó de forma oficial -aunque condicionalmente- las resoluciones 181, 242 y 338 de la ONU. Este hecho, trascendental en la historia palestina, a pesar de no contar con la aprobación unánime de las organizaciones integrantes de la OLP, si fue aceptado por mayoría, e implicaba de hecho el reconocimiento del derecho de Israel a la existencia. Pero al pronunciarse sobre las resoluciones 181 y 242 establecía una ambigüedad sobre la definición de fronteras ya que la primera se refería a la división del territorio acordado en 1947 y la segunda a los territorios ocupados por Israel 20 años después, en 1967.

 

La aceptación de estas resoluciones y una declaración oficial al respecto permitió eliminar el prerrequisito establecido por el gobierno estadounidense para aceptar cualquier tipo de contactos con la OLP y pocas semanas después, el 14 de diciembre, Washington así lo reconoció oficialmente a la vez que Arafat le propuso iniciar conversaciones, las cuales comenzaron a establecerse más o menos indirectamente, con el telón de fondo de una situación internacional muy compleja donde se percibían y se iban profundizando las convulsiones y el deterioro que llevarían después a la desintegración de la Unión Soviética y a la desaparición del socialismo en Europa oriental, países que habían servido durante muchos años de base principal de apoyo a la causa palestina y árabe frente a la alianza israelo-norteamericana.

 

El 2 de agosto de 1990 fuerzas militares de Iraq invadieron Kuwait, iniciándose la llamada Guerra del Golfo, que traería graves consecuencias para los palestinos y para la región. Estados Unidos aprovechó la oportunidad que se les ofrecía en bandeja de plata, para posesionarse militarmente en la estratégica y rica zona. La posición de los países árabes se debilitó considerablemente al dividirse unos a favor y otros en contra de Iraq. Los palestinos apoyaron a este último, que tradicionalmente había mantenido una posición militante a favor de su causa, y aplaudieron con entusiasmo cuando desde territorio iraquí fueron lanzados algunos cohetes sobre las ciudades de Israel.

 

La guerra traería como consecuencia que cientos de miles de palestinos que vivían en Kuwait, Arabia Saudita y otros países del Golfo fueran expulsados y tuvieran que regresar mayoritariamente a Jordania.

 

La parte fundamental del conflicto terminó con la expulsión de las tropas iraquíes de Kuwait y el desastre que significó para Bagdad la destrucción de buena parte de la infraestructura y la economía del país, y la imposición de fuertes sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU, donde Estados Unidos pudo ejercer su dominio. Valiéndose de ello, los gobiernos norteamericanos y británicos mantuvieron los ataques aéreos periódicamente y un permanente hostigamiento contra Iraq, violando impunemente la legalidad internacional.

 

 

 

 

 

[7] Áreas político-administrativas reservadas a la población autóctona y que refleja un modo de discriminación.

 

[8] Nacido en Polonia en Í915, tenía una larga historia como dirigente de las organizaciones sionistas terroristas Irgan y Lehi,

por lo cual había sido arrestado y deportado en época del Mandato británico, retornando a Israel en los años 50.

 

[9] Las piedras, por demás, tenían un simbolismo religioso especial para los musulmanes, pues durante la peregrinación a la

Meca, se deben lanzar 49 piedras al diablo.

 

 

 

 

 

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