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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Palestina ¿Crucificada La Justicia? Introducción.

 

 

Palestina, la franja de tierra que se extiende por la costa oriental del Mediterráneo, fue y continúa siendo un puente que une los continentes de Europa, Asia y África. Debido a esto, se convirtió en el escenario de la marcha de la historia. De hecho, también fue una vía para la transferencia y el intercambio entre las civilizaciones.

 

Ejércitos de diferentes grupos o naciones, ya fuesen helenos, romanos u otros procedentes del oeste y el noroeste, libraban guerras contra grupos o naciones del este, ya fuesen persas, babilonios, asirios, hititas y filisteos, o de la Península Arábiga. A pesar de estas oleadas de invasores, en la tierra palestina vivían los cananeos, sus primitivos habitantes, y en un período posterior de la historia se produjo la llegada de los filisteos (palestinos). El reino de los cananeos existió durante 6.000 años. El territorio no era "una tierra deshabitada".

 

Palestina era una tierra fértil para los nómadas del desierto procedentes Del este.

 

Fue aproximadamente en el 1.800 a.C. que Abraham emigró de Mesopotamia (Ur de los caldeos) hacia la tierra de Canaán, donde la entidad estructurada en aquel entonces les dio una buena acogida a él y a sus seguidores y les brindó todas las facilidades para garantizarles una vida próspera.

 

Como ocurre en el caso de todos los recién llegados, Abraham y sus seguidores se asentaron durante un tiempo, se marcharon y regresaron, y finalmente abandonaron el territorio. La historia atestigua que los conflictos y las guerras de aniquilación mutua entre los nuevos pobladores finalizaron con la ocupación por parte de otras potencias que establecieron entidades vasallas, las cuales desaparecieron al mismo tiempo que sus creadores.

 

El autor de este libro ha hecho un estudio minucioso de las crónicas. Su obra se destaca por su precisión y por la investigación de hechos publicados y auténticamente registrados.

 

Es importante recordar los hechos que condujeron a la situación actual en el Medio Oriente. El colonialismo de los Estados y las entidades europeas dejó sus huellas. En la historia relativamente moderna, Napoleón Bonaparte 1[1] trató de buscar y crear en el territorio palestino una base, una rampa de lanzamiento, para sus aventuras de expansión imperial, pero fracasó. Fue a finales del siglo XIX d.c. que los Estados europeos, en sus planes de expansión colonialista, encontraron un aliado en el naciente movimiento político Sionista.

 

Los líderes del sionismo político estimularon la psiquis de la discriminación étnica de los judíos que, junto con otras minorías, languidecían bajo los horrores de los zares racistas en Rusia y otros países.

 

En 1840, el Secretario de Estado de Gran Bretaña, Palmerston, le escribió a su embajador en Turquía: "En Europa se cree firmemente que es hora de que los judíos regresen a Palestina. Los judíos europeos poseen grandes riquezas. Si regresan a Palestina bajo la protección del Sultán otomano, entonces él podría estar a salvo de las intrigas de Mohammad Alí y de cualquier plan siniestro que pudiere fraguarse en el futuro".

 

Es evidente que el avieso consejo iba dirigido más bien a crear una rampa de lanzamiento para el colonialismo británico porque Palestina brindaba un puente terrestre para la consecución de sus objetivos colonialistas, así como rutas que conducían a sus colonias en el Lejano Oriente, especialmente a la India. Fue el 2 de noviembre de 1917 que el Gobierno británico dio a conocer la Declaración de Balfour.

 

Esta Declaración sembró las semillas de la discriminación étnica y racial al proponer la creación en Palestina de un hogar nacional para los judíos que, en aquel entonces, representaban menos del 10% de la población. También se refería a los habitantes árabes como la comunidad no judía, en otras palabras, en lugar de referirse a la mayoría, se refería a la población no minoritaria. Así se sembró el germen de una sociedad basada en la discriminación. El objetivo del movimiento político sionista, según su promotor Theodor Herzl, era - y nos atrevemos a decir que sigue siendo - "ALENTAR A LA POBLACIÓN SIN DINERO a cruzar la frontera en busca de empleo en países de tránsito, mientras se les niega cualquier clase de empleo en nuestro país". Esta es la génesis de la política actual y de los planes que se desarrollan hoy en día para el traslado de los palestinos fuera de la frontera palestina y para la adquisición, por la fuerza, de sus tierras.

 

Las sistemáticas políticas y prácticas de Israel son el modus operandi para lograr este criminal plan.

 

Estos métodos contemplan flagrantes violaciones del derecho internacional y de las leyes humanitarias internacionales, como se pone de manifiesto en la negación de sus derechos inalienables, incluido el derecho a la autodeterminación, así como mediante el estrangulamiento económico, el brutal poderío militar, excesivo y desproporcionado, y los intentos de eliminar la presencia concreta de la entidad palestina y su pueblo.

 

 

Con firme decisión, los palestinos se opusieron y lucharon contra estos planes. Las rebeliones de la década de los años 1920 y la de 1936, así como las Intifadas de 1987 y del 2000, son una prueba de ello.

 

Observamos con profunda gratitud la solidaridad y el apoyo que los pueblos y las organizaciones de los países en vías de desarrollo le han brindado a la lucha del pueblo palestino por lograr y ejercer nuestros derechos nacionales en nuestra patria: Palestina, es decir, el derecho a la autodeterminación, la independencia y la soberanía y el derecho inalienable de los palestinos a regresar a sus hogares y a sus propiedades en Palestina.

 

La única condición para que se pueda lograr la paz y la estabilidad es que Israel se retire del territorio ocupado de Palestina, incluido Jerusalén. El cese de la ocupación israelí es la condición sine qua non para el logro de la paz en el Medio Oriente.

 

Quienes las propagaron los planes políticos sionistas fueron las potencias colonialistas con el apoyo del imperialismo.

 

En el momento de escribir este prólogo, el Gobierno de los Estados Unidos de América continúa reafirmando su compromiso de mantener la supremacía cualitativa de su aliado, Israel, en las esferas militar, política y económica. Ese compromiso es un gran obstáculo para la paz.

 

Este libro le brinda al público en general, y a las personas amantes de la paz y la libertad en particular, una valiosa retrospectiva; hechos y no mitos.

 

Farouk Kaddoumi

Ministro de Relaciones Exteriores

Estado de Palestina

Miembro del Comité Ejecutivo y

Jefe del Departamento Político de la

Organización para la Liberación de Palestina

 

 

[1] Véase en Anexos, Documentos Básicos, carta sobre el tema atribuida a Napoleón.

 

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