Palestina, la franja de tierra que se extiende por la costa oriental
del Mediterráneo, fue y continúa siendo un puente que une los
continentes de Europa, Asia y África. Debido a esto, se convirtió en
el escenario de la marcha de la historia. De hecho, también fue una
vía para la transferencia y el intercambio entre las civilizaciones.
Ejércitos de diferentes grupos o naciones, ya fuesen helenos,
romanos u otros procedentes del oeste y el noroeste, libraban
guerras contra grupos o naciones del este, ya fuesen persas,
babilonios, asirios, hititas y filisteos, o de la Península Arábiga.
A pesar de estas oleadas de invasores, en la tierra palestina vivían
los cananeos, sus primitivos habitantes, y en un período posterior
de la historia se produjo la llegada de los filisteos (palestinos).
El reino de los cananeos existió durante 6.000 años. El territorio
no era "una tierra deshabitada".
Palestina era una tierra fértil para los nómadas del desierto
procedentes Del este.
Fue
aproximadamente en el 1.800 a.C. que Abraham emigró de Mesopotamia
(Ur de los caldeos) hacia la tierra de Canaán, donde la entidad
estructurada en aquel entonces les dio una buena acogida a él y a
sus seguidores y les brindó todas las facilidades para garantizarles
una vida próspera.
Como
ocurre en el caso de todos los recién llegados, Abraham y sus
seguidores se asentaron durante un tiempo, se marcharon y regresaron,
y finalmente abandonaron el territorio. La historia atestigua que
los conflictos y las guerras de aniquilación mutua entre los nuevos
pobladores finalizaron con la ocupación por parte de otras potencias
que establecieron entidades vasallas, las cuales desaparecieron al
mismo tiempo que sus creadores.
El
autor de este libro ha hecho un estudio minucioso de las crónicas.
Su obra se destaca por su precisión y por la investigación de hechos
publicados y auténticamente registrados.
Es
importante recordar los hechos que condujeron a la situación actual
en el Medio Oriente. El colonialismo de los Estados y las entidades
europeas dejó sus huellas. En la historia relativamente moderna,
Napoleón Bonaparte 1[1] trató de
buscar y crear en el territorio palestino una base, una rampa de
lanzamiento, para sus aventuras de expansión imperial, pero fracasó.
Fue a finales del siglo XIX d.c. que los Estados europeos, en sus
planes de expansión colonialista, encontraron un
aliado en el naciente movimiento político Sionista.
Los
líderes del sionismo político estimularon la psiquis de la
discriminación étnica de los judíos que, junto con otras minorías,
languidecían bajo los horrores de los zares racistas en Rusia y
otros países.
En
1840, el Secretario de Estado de Gran Bretaña, Palmerston, le
escribió a su embajador en Turquía: "En Europa se cree firmemente
que es hora de que los judíos regresen a Palestina. Los judíos
europeos poseen grandes riquezas. Si regresan a Palestina bajo la
protección del Sultán otomano, entonces él podría estar a salvo de
las intrigas de Mohammad Alí y de cualquier plan siniestro que
pudiere fraguarse en el futuro".
Es
evidente que el avieso consejo iba dirigido más bien a crear una
rampa de lanzamiento para el colonialismo británico porque Palestina
brindaba un puente terrestre para la consecución de sus objetivos
colonialistas, así como rutas que conducían a sus colonias en el
Lejano Oriente, especialmente a la India. Fue el 2 de noviembre de
1917 que el Gobierno británico dio a conocer la Declaración de
Balfour.
Esta
Declaración sembró las semillas de la discriminación étnica y racial
al proponer la creación en Palestina de un hogar nacional para los
judíos que, en aquel entonces, representaban menos del 10% de la
población. También se refería a los habitantes árabes como la
comunidad no judía, en otras palabras, en lugar de referirse a la
mayoría, se refería a la población no minoritaria. Así se sembró el
germen de una sociedad basada en la discriminación. El objetivo del
movimiento político sionista, según su promotor Theodor Herzl, era -
y nos atrevemos a decir que sigue siendo - "ALENTAR A LA POBLACIÓN
SIN DINERO a cruzar la frontera en busca de empleo en países de
tránsito, mientras se les niega cualquier clase de empleo en nuestro
país". Esta es la génesis de la política actual y de los planes que
se desarrollan hoy en día para el traslado de los palestinos fuera
de la frontera palestina y para la adquisición, por la fuerza, de
sus tierras.
Las
sistemáticas políticas y prácticas de Israel son el modus operandi
para lograr este criminal plan.
Estos métodos contemplan flagrantes violaciones del derecho
internacional y de las leyes humanitarias internacionales, como se
pone de manifiesto en la negación de sus derechos inalienables,
incluido el derecho a la autodeterminación, así como mediante el
estrangulamiento económico, el brutal poderío militar, excesivo y desproporcionado, y
los intentos de eliminar la presencia concreta de la entidad
palestina y su pueblo.
Con
firme decisión, los palestinos se opusieron y lucharon contra estos
planes. Las rebeliones de la década de los años 1920 y la de 1936,
así como las Intifadas de 1987 y del 2000, son una prueba de ello.
Observamos con profunda gratitud la solidaridad y el apoyo que los
pueblos y las organizaciones de los países en vías de desarrollo le
han brindado a la lucha del pueblo palestino por lograr y ejercer
nuestros derechos nacionales en nuestra patria: Palestina, es decir,
el derecho a la autodeterminación, la independencia y la soberanía y
el derecho inalienable de los palestinos a regresar a sus hogares y
a sus propiedades en Palestina.
La
única condición para que se pueda lograr la paz y la estabilidad es
que Israel se retire del territorio ocupado de Palestina, incluido
Jerusalén. El cese de la ocupación israelí es la condición sine qua
non para el logro de la paz en el Medio Oriente.
Quienes las propagaron los planes políticos sionistas fueron las
potencias colonialistas con el apoyo del imperialismo.
En
el momento de escribir este prólogo, el Gobierno de los Estados
Unidos de América continúa reafirmando su compromiso de mantener la
supremacía cualitativa de su aliado, Israel, en las esferas militar,
política y económica. Ese compromiso es un gran obstáculo para la
paz.
Este
libro le brinda al público en general, y a las personas amantes de
la paz y la libertad en particular, una valiosa retrospectiva;
hechos y no mitos.
Farouk Kaddoumi
Ministro de Relaciones Exteriores
Estado de Palestina
Miembro del Comité Ejecutivo y
Jefe
del Departamento Político de la
Organización para la Liberación de Palestina
[1] Véase en Anexos, Documentos
Básicos, carta sobre el tema atribuida a Napoleón.
[Título]
[El Autor]
[Presentación]
[Indice]
[Introducción]
[Prologo]
[Capítulo I]
[Capítulo II]
[Capítulo III] [Capítulo IV]
[Epílogo]
[Notas]
[Post Scriptum]
[Documentos]
[Cronología]
[Glosario]
[Bibliografía]
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