Fidel presenta "La contraofensiva estratégica" en el
Aula Magna de la Universidad de La Habana. Foto: Roberto Chile
Los gérmenes de su pensamiento están contenidos en el libro La
contraofensiva estratégica. Hay un hilo visible en la vida de Fidel, desde
sus años de estudiante, pasando por la Sierra y los primeros años de la
Revolución hasta hoy, y son sus principios.
Por eso a nadie le extraña que haya elegido el Aula Magna para la
presentación de su segundo libro de memorias, que hilvane cartas y anécdotas de
la guerrilla contenidos en el nuevo volumen y que se enfrente “al aparato
publicitario”, que por estos días ha intentado tergiversar sus respuestas a la
entrevista que le hiciera el periodista norteamericano Jeffrey Goldberg. “Casi
debemos alegrarnos de la especulación, porque no pueden ignorar mis respuestas”,
dice en breve aparte con un grupo de los panelistas habituales de la Mesa
Redonda, que asistieron a la presentación del libro.
Es, sencillamente, fascinante la manera en que Fidel integra el pasado, el
presente y el futuro a fuerza de principios, que son los que revelan la
coherencia de su pensamiento. A propósito, Katiuska Blanco, la editora principal
del libro, llama la atención sobre una frase que aparece en el parte escrito por
el Comandante en Jefe, el 19 de agosto de 1958, leído por Radio Rebelde: “La
victoria en la guerra depende de un mínimo de armas y un máximo de moral”.
LA CONTRAOFENSIVA ESTRATÉGICA
Es Katiuska quien primero menciona estas coincidencias. “Estremece presentar,
Comandante, en la histórica Aula Magna de la Universidad de La Habana, el libro
que conduce paso a paso, en largo recorrido por montañas y llanos, desde la
Comandancia de La Plata hasta la ciudad de Santiago de Cuba, al triunfo
definitivo de la Revolución cubana”.
En las primeras filas están los Comandantes, Capitanes, Marianas y
combatientes de la Sierra. Con ellos en el Aula Magna, ya de por sí solemne con
sus columnas y pinturas, su acústica particular y la gigantesca araña de luces,
se respira una sensación de recogimiento espiritual, de ámbito sagrado.
“Este volumen es como una bitácora, una especie de diario”, añade la editora
que ha tenido a su cargo el cuidado de esta edición y de la precedente,
La victoria
estratégica,
presentada en el Palacio de las Convenciones el pasado 2 de agosto. El libro
permite conocer aún más a Fidel como jefe exigente al tanto de lo máximo y de lo
mínimo, “preocupado -añade Katiuska- más que por su suerte personal o por lo que
puedan pensar de sí, por el deber que debe cumplirse para que a su vez la
Revolución cumpla su destino.”
La escritora advierte que se revela aquí la visión táctica y estratégica del
líder de la Revolución. Se expresa la conducta intachable de la guerrilla
rebelde hacia los prisioneros y las normas éticas que guiaban al Ejército
Rebelde, marcadas por el respeto a la dignidad humana. Se percibe, avanzando
desde agosto de 1958 al 1 de enero de 1959 en que dura el viaje al que invita
este libro, la obsesión de Fidel por ahorrar los suministros de guerra y no
descuidar el hospital de campaña.
Pero ella subraya otra circunstancia excepcional de La contraofensiva
estratégica. En pocos libros aparece de modo tan pleno la
humanidad de Fidel, y pone el ejemplo de cuando él escribe que no puede llegar a
un lugar porque está enfermo. Cuando dice que ama ya a su cámara fotográfica
tanto como a su fusil. O cuando descubrimos que ha hecho un breve paréntesis
para ir a ver a su mamá. Y cuando le escribe a los padres de los combatientes
caídos y honra a los héroes de Baraguá.
Alberto Alvariño Atiénzar, vicejefe del Departamento Ideológico, añade otros
datos de este volumen: en contenido, diseño, edición y producción de artes
gráficas, se parece muchísimo a
La victoria
estratégica. Es también una maravilla bibliográfica,
con títulos a relieve en la portada, fotografías, mapas y cartas inéditas,
reproducidos de tal modo que el lector llega a tener la sensación de estar
tocando documentos originales.
Este volumen tiene 608 páginas, con 72 de fotografías, el facsímil de 24
documentos históricos y 16 mapas reelaborados por cartógrafos y dibujantes, que
permiten “ver” el lugar de las tropas y los combatientes en los combates que
tuvieron lugar en la segunda mitad del año 1958. Están en proceso de
impresión 90 000 ejemplares, de los cuales 70 000 serán destinados a la venta a
la población y al mercado en frontera.
Alvariño aporta otro dato adicional:
La victoria
estratégica, el volumen precedente, ya está en proceso
de reproducción de diversas editoriales extranjeras, que lo han solicitado en
los idiomas de español, inglés, francés, alemán, checo, ruso, vietnamita, chino
y árabe.
MIRANDO DE CERCA
Fidel se acomoda los espejuelos que “no son muy perfectos, porque no son
bifocales, pero sirven para ver de cerca”. Y podría ser esta también una
metáfora de la inmersión en la Historia que supone reconstruir minuciosamente
los meses finales de la ofensiva rebelde, que llevó al Triunfo del 1 de Enero de
1959.
El Comandante ha visto de cerca, muy de cerca, y explica cómo ha sido la
metodología del trabajo. Conversó con los combatientes, les pidió que buscaran
papeles, fotos, lo que tuvieran y pudiera ayudar en el esfuerzo del libro.
Lamenta no haber podido hablar con Calixto García, quien estaba muy enfermo
cuando el Comandante estaba trabajando en esta edición y falleció
recientemente.
Habría querido hablar con él, porque Calixto participó en la Batalla de
Guisa, como refuerzo. En La contraonfesiva estratégica, el Jefe de la
Revolución recuerda su participación en la Batalla de Guisa, donde se destacó
especialmente “con una moral extraordinaria”. En diciembre de 1958, Calixto fue
ascendido al grado de Comandante y al triunfar la Revolución era ayudante del
Comandante en Jefe, con quien entró a La Habana el 8 de enero de 1959.
Más adelante comentará que cuando alguien comienza a reconstruir la Historia,
incluso la que se ha vivido, es importante discutirla con otros que también la
vivieron, para ser fiel a ella. Por eso la persistencia en los documentos, en
los detalles. Luego se ve “que hay algunas cosas que nosotros hicimos, que si
las volvemos a pensar no las hacemos igual… Pero todo lo que ocurrió tiene una
razón de ser. El asunto no es elogiar lo que se hizo, sino estudiarlo y eso es
posible con todos los documentos históricos.”
La Batalla de Guisa le recuerda los 10 días que las fuerzas guerrilleras
tuvieron que invertir para tomar ese pueblo. “¿Qué impidió nuestro propósito de
tomar Guisa mucho antes? Una pequeña fuerza al mando de un teniente rebelde,
bastante autosuficiente, era la que debía cerrar el camino hacia Bayamo,
apoyados por Braulio Curuneaux”, el valiente capitán rebelde -”el mejor oficial
con que contamos”, admite Fidel-, que cayó casi al final de esta batalla.
Lee algunas cartas, particularmente las del 16 de agosto en que redactó tres,
donde se nota la preocupación puntillosa del líder por la disciplina, el cuidado
de las armas y el ahorro de los pertrechos. En una de las notas a Camilo,
se nota además la cariñosa relación entre ellos, y el sentido del humor de
Fidel:
Agosto 16 de 1958
Camilo: Tú como todos los demás tienes la
tendencia a armar la mayor… [equivale a caos]* posible y dejarla como herencia
por aquí.
No te has molestado siquiera en enviarme la
lista de hombres, armas y balas que llevas. No sé tampoco si llevas una sola
mina.
Imagino hayas dejado a cargo de alguien los
rastrojos de los pelotones que quedaron por ahí.
Me gustaría aunque sea tener alguna noticia de
todo eso.
Lamento no haber tenido tiempo de comunicarte
una serie de planes muy importantes.
Si este mensaje te agarra todavía en
Providencia, coge un caballo y ven a la Plata, aunque te retrases dos
días.
Si ya has salido, sigue viaje, pero no dejes
de mandarme los informes que te pido.
Apriétate los tornillos y no dejes de tener en
cuenta que la fama, la jerarquía y los éxitos echan a perder un poco a la
gente.
Si llegas a Pinar del Río tendrás un pelo de
la gloria de Maceo, pero no te olvides que por todo el camino van a tratar de…
[equivale a que fracase].
Fidel
En otra carta, el 21 de agosto, le escribía, subrayando la oración: “No dejes
de mandarme la lista completa del armamento que llevas”. En el libro aparece un
papelito, firmado por Camilo con esa misma fecha y la pronta respuesta: “Fidel,
aquí va la lista de hombres, armas y parques…”
Esa relación personal, directa con la tropa y los oficiales, a quienes Fidel
se dirige con respeto, pero sin medias tintas, incluye también el reconocimiento
a aquellos que se destacan por su conducta. En la Orden Militar en la que le da
al Comandante Camilo Cienfuegos la misión de conducir una columna rebelde desde
la Sierra Maestra hasta Pinar del Rio, Fidel dispone que “para premiar, destacar
y estimular los actos de heroísmo en los soldados y oficiales de la columna No 2
invasora Antonio Maceo, se crea la medalla al valor ‘Osvaldo Herrera’, capitán
de dicha Columna, que se arrancó la vida en las prisiones de Bayamo, después de
gallarda y heroica actitud de resistencia frente a las torturas de los esbirros
de la tiranía.”
Y firma: “Fidel Castro Ruz, Comandante en Jefe, Sierra Maestra, Agosto 18,
58, 9 a.m.” Con la hora, detalle que sigue registrando 50 años después en sus
Reflexiones.
RESPETO A LA DIGNIDAD HUMANA
En este libro, como advertía antes Katiuska, puede leerse sobre la conducta
intachable de la guerrilla rebelde hacia los prisioneros y adversarios y un
decálogo de respeto a la dignidad humana.
“Si hay justicia en la República, mañana no habrá venganza”, escribe Fidel en
el Parte del 19 de agosto de 1958 que fue leído por Radio Rebelde, donde
alertaba además sobre la posibilidad de un golpe militar ante el avance del
Ejército Rebelde. Vaticinaba “una paz larga y sincera para Cuba”, a partir de
que había observado “la calidad humana de muchos soldados, y a fuerza de sincero
hubiera deseado que en vez de adversarios fueran compañeros de lucha. Me he
preguntado muchas veces cuántos hombres valiosos habrán muerto en el engaño de
que defendían algo por lo que valiera la pena luchar”.
Sin embargo, la dictadura adolecía de todo escrúpulo. Fidel relata el
incidente con la Cruz Roja:
El día 15 (de diciembre de 1958) a [las] 3 de
la madrugada, sin previo aviso y sin solicitar autorización del mando rebelde,
un jeep de la Cruz Roja se puso en marcha por el desvío construido por el
enemigo junto al Cautillo.
Apenas había caminado doscientos metros, al
pasar sobre una mina de contacto esta hizo explosión destruyen- do el vehículo y
matando a sus tripulantes. La culpa de este accidente la tiene, en primer
término, la Jefatura de la Cruz Roja, que sin comunicarse con el mando rebelde y
sin aviso previo alguno envía un carro en horas de la madrugada por un camino
donde se está esperando el avance enemigo.
En segundo lugar, también es culpable el mando
de la Dictadura, que utilizó un carro de la Cruz Roja como conejillo de Indias,
autorizándolo a pasar por un camino minado sin advertirle el peligro.
El resultado fue la muerte de 5 humildes
miembros de la Cruz Roja Cubana. Al amanecer, los tanques no avanzaron; se
habían valido de la Cruz Roja para explorar el camino, y en lugar de soldados
murieron pacíficos ciudadanos, que prestaban sus servicios en la humanitaria
institución.
Fidel repasa muchos hechos curiosos del libro, que vuelven a lo
mismo: la guerra del Ejército Rebelde lleva detrás un trabajo de orfebrería, en
la que no se descuida ningún detalle. El Comandante, por ejemplo, escribía de su
puño y letra cartas como esta:
Sierra Maestra Nov. 21, 58
A cualquier miembro del Movimiento 26 de Julio
o del Ejército Rebelde:
El portador, que es lechero, tiene permiso
para transportar leche al pueblo, haciéndose pasar como persona que no acata
nuestras disposiciones, con el objeto de poder realizar misiones muy
importantes.
Fidel Castro Ruz [firma]
P. D. Tengo sumo interés en que no se le
obstaculice en ninguna forma.
“Es que hay cosas muy interesantes, realmente”, comenta el líder de la
Revolución, y mira su reloj. “Hay muchas historias por el camino.” Hay
mucha información en el libro, que llega justo hasta el 1 de Enero del 59, en
Santiago de Cuba, con el discurso que pronunció en el Parque Céspedes de esa
ciudad, el llamado a la Huelga General, los partes, los boletines especiales de
Radio Rebelde. Nada escapa a este documentado viaje de cinco meses intensos.
“Son muchas batallas, pero no tantas como las que se están librando, en las
que se utilizan todas las armas: la mentira, la calumnia. Por eso, además del
libro, quería compartir con ustedes la situación internacional, los riesgos de
guerra y las campañas que nos están haciendo”, dice reposadamente.
Mira a la audiencia, se acomoda los espejuelos “para ver de cerca”, aunque la
mirada obviamente ya está en la línea del horizonte:
“Estamos
en un momento excepcional de la Historia humana…”
Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana. Foto: Alex Castro
Mensaje de Fidel en la presentación de “La cantraofensiva
estratégica”
Estamos en un momento excepcional de la Historia humana.
En estos días se cumplen los plazos concedidos por el Consejo de Seguridad
de Naciones Unidas para que Irán cumpla las exigencias, dictadas por Estados
Unidos, relacionadas con las investigaciones nucleares, y el enriquecimiento
de uranio para fines médicos y la producción de energía eléctrica.
Es lo único que se le puede probar.
El temor de que busca la producción de armamento nuclear, es sólo una
suposición.
En torno al delicado problema, Estados Unidos y sus aliados occidentales,
entre ellos, dos de las cinco potencias nucleares con derecho a veto, Francia
y el Reino Unido, apoyados por las potencias capitalistas más ricas y
desarrolladas del mundo, han promovido un número creciente de sanciones contra
Irán, un rico país petrolero y de religión musulmana. Hoy las medidas
aprobadas incluyen la inspección de sus mercantes, y durísimas sanciones
económicas que conducen a la estrangulación de su economía.
He seguido de cerca los graves peligros que encierra aquella situación, ya
que de producirse un estallido bélico en ese punto, la guerra rápidamente se
tornaría nuclear, de consecuencias letales para el resto del planeta.
No buscaba publicidad o sensacionalismo al señalar esos peligros.
Sencillamente, alertar a la opinión mundial con la esperanza de que, advertida
de tan grave peligro, pueda contribuir a evitarlo.
Al menos, se ha logrado atraer la atención sobre un problema que ni
siquiera se mencionaba en los grandes medios de opinión mundial.
Ello me obliga a utilizar una parte del tiempo destinado al lanzamiento de
este libro, en cuya publicación trabajamos con ahínco. No quería que
coincidiera con los días 7 y 9. En el primero se cumplen los 90 días
dispuestos por el Consejo de Seguridad, para conocer si Irán cumplió o no, con
el requisito de autorizar la inspección de sus mercantes. La otra fecha,
señala el cumplimiento de los tres meses de plazo señalados en la Resolución
del 9 de junio, posiblemente dicho plazo era la intención del Consejo.
Hasta ahora, sólo tenemos la insólita declaración del Director General de
la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica), el japonés Yukiya
Amano, un hombre de los yankis. Este echó toda la leña al fuego y, como
Poncio Pilato, se lavó las manos.
Un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán comenta con
merecido desprecio su declaración. Un despacho noticioso de la agencia EFE,
señala que su afirmación de que “‘Nuestros amigos no deben preocuparse, ya que
no creemos que nuestra región esté en condiciones para nuevas aventuras
militares’, e ‘Irán está totalmente preparado para responder frente a
cualquier invasión militar’ era una obvia referencia al líder cubano Fidel
Castro, ‘quien alertó de la posibilidad de un ataque nuclear israelí a Irán
con el apoyo de Estados Unidos’.”
Las noticias sobre el tema se suceden, y se mezclan con otras de notable
repercusión.
El periodista Jeffrey Goldberg, de la revista The Atlantic,
ya conocido por nuestro público, publica partes de la larga entrevista
sostenida conmigo, algunos de cuyos puntos interesantes ha ido programando,
antes de un futuro y extenso artículo.
“Hubo muchas cosas extrañas durante mi reciente estancia en la Habana,
[...] -cuenta él- pero una de las más inusuales fue el nivel de auto examen de
Fidel Castro. [...] pero el hecho de que Castro estuviera dispuesto a admitir
que había cometido un error en un momento crucial de la Crisis de los Misiles
en Cuba parecía algo verdaderamente sorprendente [...] que se arrepentía de
haberle pedido a Jruschov que lanzara los cohetes nucleares contra los Estados
Unidos.” Es cierto, que me abordó el tema y me hizo la pregunta. Textualmente,
como él lo expone en una primera parte de su reportaje, sus palabras fueron:
“Le pregunté: En cierto momento parecía lógico que usted le recomendara a los
soviéticos que bombardeasen a los Estados Unidos. ¿Lo que usted recomendó aún
le parece lógico en estos momentos? Fidel respondió: Después de haber visto lo
que he visto, y no valía la pena en lo absoluto.”
Yo le había explicado bien, y consta por escrito, el contenido del mensaje
“…si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas, en
esas circunstancias no debía dejarse dar el primer golpe, como el que
asestaron a la URSS cuando el 22 de junio de 1941, el ejército alemán y todas
las fuerzas de Europa atacaron a la URSS.”
Puede observarse que de esa breve alusión al tema, en la segunda parte de
la entrega al público de esa noticia, el lector no podría percatarse de que
“si Estados Unidos invadía a Cuba, país con armas nucleares rusas”, en ese
caso yo recomendaba impedir que el enemigo asestara el primer golpe, ni
tampoco de la profunda ironía de mi respuesta “…de haber sabido lo que ahora
sé…”, en obvia referencia a la traición cometida por un Presidente de Rusia
que, saturado de sustancia etílica, entregó a Estados Unidos los más
importantes secretos militares de aquel país.
En otro momento de la conversación Goldberg cuenta: “le pregunté si él
creía que el modelo cubano era algo que aún valía la pena exportar.” Es
evidente que esa pregunta llevaba implícita la teoría de que Cuba exportaba la
Revolución. Le respondo “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para
nosotros.” Se lo expresé sin amargura ni preocupación. Me divierto ahora al
ver cómo él lo interpretó al pie de la letra, y consultó, por lo que dice, con
Julia Sweig, analista del CFR que lo acompañó, y elaboró la teoría que expuso.
Pero lo real es que mi respuesta significaba exactamente lo contrario de lo
que ambos periodistas norteamericanos interpretaron sobre el modelo
cubano.
Mi idea, como todo el mundo conoce, es que el sistema capitalista ya no
sirve ni para Estados Unidos ni para el mundo, al que conduce de crisis en
crisis, que son cada vez más graves, globales y repetidas, de las cuales no
puede escapar. Cómo podría servir semejante sistema para un país socialista
como Cuba.
Muchos amigos árabes, al escuchar que me entrevisté con Goldberg, se
preocuparon y enviaron mensajes señalándolo como “el mayor defensor del
Sionismo”.
De todo esto se puede deducir la gran confusión que existe en el mundo.
Espero, por ello, que lo que les cuento sobre mi pensamiento sea útil.
Las ideas expuestas por mí, están contenidas en 333 Reflexiones, vean que
casualidad, y de ellas, las últimas 26 están referidas exclusivamente a los
problemas del medio ambiente y al inminente peligro de una conflagración
nuclear.
Ahora debo añadir en muy breve síntesis.
Siempre he condenado el Holocausto. En las Reflexiones “El discurso de
Obama en el Cairo”, “El zarpazo al acecho” y “La opinión de un experto”, lo
expuse con toda claridad.
Nunca he sido enemigo del pueblo hebreo, en el que admiro su capacidad de
resistir durante dos mil años la dispersión y la persecución. Muchos de los
más brillantes talentos, Carlos Marx y Albert Einstein, fueron judíos, porque
es una nación en la que los más inteligentes sobrevivían, en virtud de una Ley
natural. En nuestro país, y en el mundo, fueron perseguidos y calumniados.
Pero esto es sólo un fragmento de las ideas que defiendo.
Ellos no fueron los únicos perseguidos y calumniados por sus creencias. Los
musulmanes, durante bastante más de 12 siglos, fueron atacados y perseguidos
por los cristianos europeos, debido a sus creencias, como lo habían sido los
primeros cristianos en la antigua Roma antes de convertirse en la religión
oficial de aquel imperio. La historia debe ser admitida y recordada tal como
es, con sus trágicas realidades y sus feroces guerras. De eso he hablado y,
por ello, con toda razón explico los peligros que hoy corre la humanidad,
cuando estas se han transformado en el mayor riesgo de suicidio para nuestra
frágil especie.
Si a eso le añadiera una guerra con Irán, aunque fuese de carácter
convencional, más valdría que Estados Unidos apagara la luz y se despidiera.
¿Cómo podría resistir una guerra contra 1 500 millones de musulmanes?
Defender la paz no significa, para un verdadero revolucionario, renunciar a
los principios de justicia, sin los cuales, la vida humana y la sociedad
carecerían de sentido.
Sigo pensando que Goldberg es un gran periodista, capaz de exponer con
amenidad y maestría sus puntos de vista, que obligan a debatir. No inventa
frases, las transfiere y las interpreta.
No mencionaré el contenido de otros muchos aspectos de nuestras
conversaciones. Respetaré la confidencialidad de los temas que abordamos,
mientras espero con interés su extenso artículo.
Las actuales noticias que llegan en torrente de todas partes, me obligan a
cumplimentar su presentación con estas palabras, cuyos gérmenes están
contenidos en el libro de “La contraofensiva estratégica” que acabo de
presentar.
Considero que todos los pueblos tienen derecho a la paz y al disfrute de
los bienes y recursos naturales del planeta. Es una vergüenza lo que está
sucediendo con la población en muchos países de África, donde se ven millones
de niños, mujeres y hombres esqueléticos entre sus habitantes
a causa de la falta de alimentos, de agua y de medicinas. Son
asombrosas las noticias gráficas que llegan del Oriente Medio, donde los
palestinos son privados de sus tierras, sus casas son demolidas por
monstruosos equipos y, hombres, mujeres y niños, bombardeados con fósforo vivo
y otros medios de exterminio, así como dantescas las escenas de familias
exterminadas por las bombas lanzadas sobre los poblados afganos y
paquistaníes, por aviones sin pilotos, y los iraquíes, que mueren después de
años de guerra, y más de un millón de vidas sacrificadas en esa contienda
impuesta por un Presidente de Estados Unidos.
Lo último que podía esperarse eran las noticias de la expulsión de los
gitanos franceses, víctimas de la crueldad de la extrema derecha francesa, que
eleva ya a siete mil de ellos, las víctimas de otra especie de holocausto
racial. Es elemental la enérgica protesta de los franceses, a los cuales,
simultáneamente, los millonarios limitan el derecho a la jubilación, a la vez
que reducen las posibilidades de empleo.
De Estados Unidos llegan noticias de un pastor del estado de la Florida,
que se propone quemar en su propia iglesia, el Libro Sagrado del Corán. Hasta
los jefes militares yankis y europeos en misiones punitivas de guerra se
estremecieron ante una noticia que consideraban riesgosa para sus
soldados.
Walter Martínez, el prestigioso periodista del
programa Dossier de Venezolana de Televisión, estaba asombrado
de tanta locura.
Ayer, jueves 9, en horas de la noche, llegaron noticias de que el pastor
había desistido. Sería necesario saber lo que le dijeron los agentes del FBI
que lo visitaron “para persuadirlo”. Fue un descomunal show mediático, un
caos, cosas propias de un imperio que se hunde.
Agradezco a todos ustedes la atención prestada.
Septiembre 10 de 2010
Fidel y la editora del libro "La contraofensiva
estratégica". Foto: Alex Castro
Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana. Foto: Alex Castro
Alberto Alvariño, Fidel y Katiuska. Foto: Alex
Castro
Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La
Habana. Foto: Alex Castro
Fidel en la presentación de "La victoria estratégica".
Foto: Alex Castro
Fidel en la presentación de "La victoria estratégica".
Foto: Alex Castro
Introducción de “La contraofensiva estratégica”
Por Fidel Castro Ruz
Este libro narra la forma en que el enemigo fue totalmente derrotado por el
Ejército Rebelde, tras los últimos combates librados en la Batalla de Las
Mercedes, que concluyó el 6 de agosto de 1958.
Entre esa fecha y el 1ro. de enero de 1959 transcurrieron cuatro meses y 25
días.
Las Fuerzas Armadas de Cuba eran sobradamente poderosas. Parecían
instituciones imposibles de retar en el terreno militar por parte de civiles
desarmados, sin conocimientos ni entrenamiento alguno en ese terreno. Fueron
creadas y equipadas por Estados Unidos desde la ocupación de nuestra patria en
1898, con el pretexto de que España había hecho estallar el acorazado Maine en
el puerto de La Habana, el 15 de febrero de 1898. Desde el 6 de agosto de 1958,
en que finalizó aquella batalla, hasta el 1ro. de enero de 1959, cuando
penetramos en Santiago de Cuba, en la provincia de Oriente, y terminaron los
combates el día 3 de ese mes y año, las 100 000 armas y todos los medios
terrestres, aéreos y navales, con que contaba aquella espuria fuerza, quedaron
bajo el control total del Ejército Rebelde.
La enorme diferencia entre ambas partes contendientes creó la necesidad de
moverse y combatir sin tregua ni descanso durante esos 147 días.
No intentaré narrar cada acontecimiento día por día, porque no terminaría en
muchos meses. Hablaré únicamente de aquellos en los que participé, aunque solo
los suficientes para explicar el contenido de este libro: La contraofensiva
estratégica.
De nuevo se repitió la misma historia, me quedé sin jefes, todos marcharon
con las viejas y nuevas columnas bajo sus mandos, reforzadas con más de 500
armas ocupadas, incluso, la ametralladora 50 con el valiente capitán Braulio
Curuneaux* y su escuadra, que tan brillantes páginas escribió en las batallas
del Primer Frente de la Sierra Maestra.
Partí el día 11 de noviembre de 1958 (mapa p. 548) con 30 hombres bajo el
mando del teniente Orlando Rodríguez Puertas, seguido por aproximadamente 1 000
reclutas desarmados de la escuela de Minas de Frío en mi retaguardia, los que en
41 días, descontando algunas decenas de bajas en combate, fueron armados.
No tenía Estado Mayor ni contaba con jefes para las nuevas columnas, no
disponía de ellos para crearlo. Yo mismo tenía que hacer ese papel, desde dictar
instrucciones pertinentes a numerosas columnas, hasta asignar armas y recursos
materiales o financieros a las tropas e, incluso, a determinadas personas por
motivos justificados.
Los días restantes del mes de agosto y todo septiembre los dediqué casi por
completo a esas tareas. Me ocupaba igualmente de la dirección del Movimiento 26
de Julio.
En la primera quincena de octubre dediqué parte del tiempo a los asuntos
civiles, incluidos en la Administración Civil del Territorio Libre (ACTL), entre
ellos, asuntos como los impuestos al arroz y al ganado. También dediqué horas a
escribir mensajes a los comandantes Delio Gómez Ochoa, Eddy Suñol, Juan Almeida,
por el orden en que fueron remitidos; y al doctor Luis Buch, que residía en
Caracas y desempeñaba una misión importante. Algunas de estas comunicaciones
estaban redactadas en una clave que ni yo mismo puedo descifrar ahora. Atendía
los ascensos militares y la asignación de territorios de acuerdo con las
situaciones cambiantes de la guerra.
La farsa electoral del 3 de noviembre de ese año ocupó de forma particular mi
atención, por cuanto se trataba de una gran batalla política en que mediríamos
fuerzas con la tiranía. Recordaba mucho las últimas elecciones que habían tenido
lugar en noviembre de 1954, cuando estábamos en prisión, lo cual constituyó otra
vez un severo y humillante golpe al pueblo por parte de la dictadura, en
complicidad con la vieja politiquería, representada en esta ocasión por el
Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) del doctor Ramón Grau San Martín. Poco
tiempo después de la derrota batistiana, en diciembre de 1958, nadie más se
acordó de ellos. Las nuevas generaciones no han oído mencionar nunca sus
nombres.
En esas actividades transcurrieron los meses entre el final de la ofensiva de
verano y la victoria del 1ro. de Enero de 1959.
En lo referido a la esfera militar, con el pequeño grupo que quedó a mi lado,
como rutina, hostigábamos y realizábamos algunos ataques contra un batallón
enemigo atrincherado tras los muros de una elevada muralla de tierra, erigida en
torno a esa fuerza, con nido de ametralladoras instaladas en las partes altas
que batían los alrededores del cerro, en las proximidades del Central Estrada
Palma. Conservábamos todavía la 50 de Curuneaux y su dotación. Algunos choques
fueron fuertes. La avioneta siempre nos asedió, aún en la madrugada, a veces con
luna muy clara. Usábamos también un mortero 81 con escasos proyectiles, sin
impulsores adicionales y muy poca puntería.
Solo un episodio de gran trascendencia tuvo lugar en octubre, antes de mi
partida de la Comandancia de La Plata: el grave error del jefe de la Columna 11
de Camagüey, que costó severas y dolorosas bajas.
Considero suficientes estas líneas para iniciar de inmediato la
narración.
*Aunque los medios de prensa y algunos libros han escrito Coroneaux, el
apellido que consta en su firma y en el acta de nacimiento es Curuneaux (n. del
e.).
"La contraofensiva estratégica". Foto: Roberto
Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Guillermo García Frías, Ramón Espinosa Martín y Antonio
Enrique Lusson en la presentación de "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Alberto Alvariño, Fidel y Katiuska. Foto: Roberto
Chile
Integrante de las Marianas en la presentación de "La
contraofensiva estratégica". Foto: Roberto Chile
Los combatientes del Ejército Rebelde. Foto: Roberto
Chile
El Escudo Nacional en la pared del Aula Magna. Foto:
Roberto Chile
Los frescos neoclásicos del techo del Aula Magna. Foto:
Roberto Chile
Teté Puebla en la presentación de "La contraofensiva
estratégica". Foto: Roberto Chile
Pastorita Núñez. Foto: Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
Ramiro Valdés (Ramirito). Foto: Roberto
Chile
Fidel presenta "La contraofensiva estratégica". Foto:
Roberto Chile
El Aula Magna de la Universidad. Foto: Roberto
Chile
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