Introducción
La emigración árabe a Cuba, ora involuntaria y minoritaria en los
primeros siglos de la conquista hispana, ora voluntaria, numerosa y
multiconfesional en los siglos XIX y XX, constituye el propósito de
estudio de estas páginas. La presencia árabe en nuestra ínsula ha
estado ausente de la historiografía cubana, que ha enfatizado más en
los procesos migratorios españoles, chinos, haitianos, africanos y
otros, mientras la entrada de moriscos, esclavos árabes y berberíes
del norte de África y los naturales del Líbano, Siria y Palestina
estuvo oculta, como inescrutada está hasta el momento la inmigración
de armenios, coreanos y otros grupos étnicos.
Estas cuartillas intentarán presentar los variados matices de una
presencia étnica que hoy englobamos en el generalizador nombre de
"árabe". Son el fruto de una investigación histórica y etnográfica
de carácter documental, combinada con las vivencias y testimonios de
algunos nativos que, cual fuente viva, traen el agua fresca y
excitante de una historia escondida.
Hasta 1990 apenas si existía algún texto referente a la huella árabe
en nuestro suelo, salvo el pequeño ensayo Cuba y Líbano de Teófilo
Haded; fue necesario despertar los datos dormidos, revisar reales
cédulas, documentos del siglo XVI, actas del cabildo habanero,
directorios de comerciantes y residentes, guías sociales, libros
parroquiales, censos, memorias y actas de asociaciones para intentar
llegar a un resultado.
Debe destacarse que entre 1990 y 1992, la investigadora Eurídice
Charón realizó los primeros trabajos de campo en los Archivos
Parroquiales de San Judas Tadeo y San Nicolás de Bari, en Centro
Habana, lo que generó el primer artículo sobre la temática de la
inmigración árabe en Cuba: "Asentamiento de los inmigrantes árabes
en Monte", en la Revista AWRAQ, Vol. XIII, 1992.
Nuestro ensayo demuestra la existencia de dos vías de poblamiento
arábigo en Cuba: la vía hispánica o indirecta y la vía arábiga o
directa. La primera supuso la entrada, en los siglos XVI y XVII, de
individuos de diverso origen étnico procedentes de España y del
Norte de África: los denominados moriscos o musulmanes españoles
convertidos al cristianismo o expulsados de la Península Ibérica;
esclavos árabes, berberíes y moriscos procedentes del Magreb y otras
regiones de África Septentrional. Esta presencia demográfica se
considera indirecta porque no provino directamente del mundo árabe,
sino de la metrópolis hispana y no estuvo matizada por una arabidad
pura sino por un mestizaje étnico y cultural.
Los moriscos decididos a venir o traídos en las expediciones
colonizadoras, eran personas convertidas al cristianismo, renegados
de su fe.
La vía hispánica supuso la negación aparente del credo islamita y el
ocultamiento de la verdadera identidad étnica de los
hispanomusulmanes, debido a las leyes inquisitoriales. Sin embargo,
se puede inferir que muchos moriscos españoles fueron en alguna
medida responsables de la arquitectura enseñoreada en Cuba en el
siglo XVII: el llamado arte mudejar.
La vía arábiga fue directa porque no necesitó de la intervención de
un tercer factor o potencia para atraer un contingente migratorio.
Fue fruto de las condiciones adversas de un Próximo Oriente
malgobernado por el Imperio Turco-Otomano que provocó la salida de
sus tierras de árabes del Líbano, Palestina, Siria, Irak, Egipto y
otros estados. Esta corriente migratoria iniciada en la segunda
mitad del siglo XIX perseguía básicamente propósitos económicos y
Cuba, inicialmente un país de paso para seguir a Estados Unidos, se
convirtió en tierra promisoria para los humildes nativos del
Creciente Fértil
El constante tratamiento que hacemos de los componentes étnicos
árabes en un sentido diacrónico e histórico, impone aquí, como en el
estudio de los componentes africanos, la distinción de términos de
conceptuación etnológica.
A lo largo del trabajo se abordará la presencia en Cuba de diversos
grupos étnicos de una amplia región geográfica (África del Norte y
Cercano Oriente). El carácter diacrónico de la investigación ha
generado la diversidad de contextos; se han estudiado individuos
pertenecientes a grupos étnicos y etno-religiosos que se desprenden
de sus respectivos contextos e ingresan a uno nuevo.
Las clasificaciones utilizadas son por tanto policromáticas; los
siguientes ejemplos ayudarán a una mejor comprensión de las
descripciones empleadas a lo largo del trabajo:
1. El término "morisco" no fue una autodesignación de los
individuos, sino una denominación externa utilizada en España para
identificar a los musulmanes que perdieron el poder político a manos
de los cristianos y quedaron marginados de la sociedad hispánica a
partir de los siglos XV y XVI. "Morisco" es pues un exoetnónimo, es
decir, la denominación dada a un etnos por otros grupos étnicos. (Y.
Bromley, 1986: 7-9).
2. Los términos "cristiano nuevo" y "nuevamente convertido"
constituyeron confesiónimos externos o exoconfesiónimos, o sea,
identificaciones de carácter religioso, aplicadas a partir del
período de los Reyes Católicos, a los moriscos y judíos de España (o
aquellos emigrados al norte de África) convertidos al cristianismo.
3. Los términos "berbén"' y/o "berberisco", constituyen etnónimos y
al mismo tiempo denominaciones étnicas, dadas por España y otros
Estados a la etnia autóctona del territorio conocido antaño como
Berbería (coincidente hoy con Marruecos, Túnez y Argelia),
establecida allí desde antes de las conquistas de las tribus de la
Península Arábiga en el Medioevo. En los documentos consultados para
este ensayo no se menciona a los berberíes por sus subdivisones
étnicas de pertenencia sino por los antiguos reinos de procedencia
(Fez, Marruecos, Tremecen, Túnez y el sultanato de Argel).
4. El término "árabe", constituye un etnónimo de estructura
polinuclear y de diferentes niveles taxonómicos. Se aplica a todos
los individuos que habiten en un Estado árabe o fuera de él, hablen
el idioma árabe o sus diversas variantes dialectales y se
autoconsideren como arábigos por tradición y autoconciencia étnica.'
Los árabes se extendieron a partir del siglo Vil d.n.e. desde varias
ciudades de la Península Arábiga a todo el Cercano Oriente, el Norte
de África y gran parte de España, creando, inicialmente, grandes
formaciones metaetnopolíticas (los imperios Omeya y Abbasí). En este
ensayo el término árabe se aplica en dos etapas: a un grupo exiguo
de esclavos de África Septentrional (siglos XVIXVII) y a los
inmigrantes provenientes del mundo arábigo en los siglos XIX y XX.
5. Para clasificar a los inmigrantes mesorientales y norafricanos de
los siglos XIX y XX se ha empleado también el metaetnónimo árabe.
Estos individuos pertenecían a organismos etnosociales (OES), es
decir, formaciones político-administrativas complejas que varían
según el período de su salida hacia Cuba (el Imperio Turco-Otomano y
sus variadas provincias y distritos, ej. la posesión turca de Siria,
incluía el mutasarrifiyato del Líbano o provincia autónoma de Monte
Líbano, el vilayato de Beirut y el mutasarrifiyato deJerusalén,
después de la derrota de la Turquía Imperial el Gran Líbano y Siria
pasaron al mandato francés y Palestina a la jurisdicción inglesa.
Los términos "libanes" y "palestino" constituyeron etnónimos
particulares o endoetnónimos (así se autodenominaron y
autodiferenciaron los inmigrantes sobre la base de su autoconciencia
étnica). Estos inmigrantes, una vez en Cuba, se convierten
paulatinamente en grupos étnicos de transición, asimilándose
paulatinamente al país de ingreso.
6. El gran bloque migratorio árabe se complejizó debido a su
tipologización confesional, por ello nos referimos a los maronitas,
ortodoxos, melkitas o sunitas como grupos confesionales y los
términos como tal son exoconfesiónimos. La autoconciencia
religiosocomunal suplantó (en los lugares de origen) a la
autodiferenciación étnica. Hubo también confesiónimos que no
correspondían al etnikos árabe, pero sus portadores provenían de
estados árabes, como se apreciará en el cuarto bloque del ensayo.
Este ensayo se basó en la consulta de fuentes documentales muy
útiles, principalmente los Libros parroquiales de la Catedral de La
Habana, y de las parroquias de San Judas Tadeo y San Nicolás de
Bari, de Jesús, María y José y del Santo Cristo del Buen Viaje, que
permitieron delimitar las épocas de presencia morisca y árabe en La
Habana.
La huella etnodemográfica de los árabes a nivel nacional pudo
verificarse a través de algunos censos (1931, 1953 y 1970), de los
formularios de empadronamiento de los libaneses, y la Guía social
confeccionada por Ahmad Hassan Mattar en 1947.
Al trabajo de campo en los archivos parroquiales se unió el aporte
testimonial de un grupo de nativos y descendientes. Tal combinación
de fuentes escritas y orales permitió este modesto resultado.
' Para ver en detalle la definición de autoconciencia étnica: Y.
Bromley, 1986, pp. 39-59.
El libro |
Indice |
Introducción
Capítulo I |
Capítulo II |
Capítulo III |
Capítulo IV |
Capítulo V
Capítulo VI |
Capítulo VII |
Capítulo VIII
Conclusiones |
Glosario |
Anexos |
Apellidos
Apéndice I |
Apéndice II |
Apéndice III |
Bibliografía |
Agradecimientos
El autor |