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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Componentes Árabes En la Cultura Cubana-Capítulo III.

 

 

Capítulo III

Estructura ocupacional de los componentes étnicos árabes

 

El análisis de las ocupaciones de los árabes emigrados a Cuba merece dos puntos de atención: la profesión en el país o área de origen y la ocupación desempeñada en nuestra Isla, pues en Cuba se produjo una mutación ocupacional en la mayoría de los inmigrantes

Los oficios más importantes en los países de origen fueron el de labrador (30%), jornalero (26.7%) y comerciante (13.7%). (E. Charón, 1992: 9). En el caso de los labradores se comprobó la procedencia rural de la mayoría de ellos, expresada en la diversa documentación consultada. (Archivos de las parroquias de San Nicolás de Bari y de Jesús, María y José).

Los jornaleros que trabajaban en los suburbios y las ciudades por un jornal mínimo quedaban empobrecidos por las dificultades en la economía local.

Los comerciantes constituían una clase emergente en el Líbano y otros países del área, a tenor de la concentración gradual en las ciudades, donde se producía la comercialización y venta de los productos artesanales locales (muebles, cesterías, vestimentas u otros objetos).

Aquellos que no lograron el suficiente éxito en las ciudades, optaron por la emigración trasatlántica. (B. Dau, [s.f.j: 13, 681-682).

Cuba fue entonces un escenario propicio para la alteración del crucigrama descrito; en la Isla los levantinos encontraron una opción que rivalizó con los comerciantes de origen hispánico: el comercio ambulatorio. Adquirían retazos de tela de la forma más barata y, aprovechando el oficio de costurería desempeñado por algunos inmigrantes, confeccionaban ropas y las vendían de casa en casa.

Los buhoneros árabes también comercializaban artículos, nociones y productos típicos de la Tierra Santa. (B. Dau, [s.f.j: 685). En tal sentido se destacan los primeros intentos de los inmigrantes árabes en nuestras ciudades en un acta capitular del Ayuntamiento habanero fechada el 19 de marzo de 1883 que rezaba:

Diose cuenta de una instancia de Dn Jorge Calían, natural de Palestina, pidiendo se le conceda como gracia por carecer completamente de recursos para regresar a su país licencia para establecer una venta de efectos dejerusalén por el término de un mes en la calle del Obispo número 45 y el Excmo Ayuntamiento declaró que no está en sus facultades el dispensar las contribuciones, y en tal concepto se espida la licencia al interesado si así lo deseare abonando la contribución que corresponda previa clasificación del gremio respectivo.

(Cabildo del 19 de marzo de 1883. Libro 180 de la Actas originales del Ayuntamiento de la Habana. Archivo Histórico del Museo de la Ciudad, Palacio de los Capitanes Generales).

Quizás sea esta la huella documental más antigua de venta ambulatoria realizada por los árabes en Cuba, aunque sólo fuera de manera temporal. Los almanaques, guías y directorios comerciales de fines del siglo XIX aún no registran a los levantinos en sus anales.

El próximo paso después de la buhonería fue la apertura de almacenes de encajes, sedas, alfombras y otros géneros, o el establecimiento de oficinas comisionistas en las ciudades. Así, aparecen por vez primera en la Guía Comercial Bailly-Bailliere de 1909 el almacén de sedería y quincalla del libanes Gabriel M. Maluf en la calle Egido #7. (Guía Comercial Bailly-Bailliere, 1909: 25). En el propio año, en la Ciudad de Santiago de Cuba, se registran las firmas Abdala y Hadad, y Cremat y Chediak, entre los importadores de sedería y dueños de quincallería de la ciudad hospitalaria. (Guía Comercial Bailly-Bailliere, 1909).

En el directorio Bailly-Bailliere de 1916 se observa una mayor diversidad ocupacional entre la comunidad áraboparlante (vendedores ambulantes, empleados del Estado, comisionistas, sastres, joyeros) y aparecen nuevamente los Maluf, además de los Cora y los Ñame, administrando la importación de textiles y su venta. Para esta fecha el establecimiento "La Verdad" de Maluf había sido trasladado para el creciente barrio parroquial en la calle Monte #15, esquina a Cárdenas. (Guía Comercial Bailly-Bailliere, 1916).

Paralelamente, en la colonia árabe de Santiago de Cuba surgen nuevos comerciantes: los Babún, de origen palestino y los Canfuch, de origen libanes. (R. Menéndez, El comercio...: 1).

Hacia los años veinte, los almacenistas árabes de la ciudad de La Habana se agrupan en la calle Bernaza, confraternizando con la mayoría de comerciantes hebreos que dominaban el comercio minorista en esa antigua área intramural. La siguiente tabla ilustra las asociaciones entre los comerciantes árabes de la calle Bernaza:

 

 

Se nota en el listado la presencia de un inmigrante sirio (Alberto Kaba) miembro de una familia procedente de Homs.

Resulta curioso observar la nomenclatura de los comercios—vinculada en muchas ocasiones a la región de origen—, alusiva a lugares o símbolos importantes del Oriente Próximo.

En el interior del país tampoco varió la ecuación comercial, lo cual permite establecer la siguiente tabla sobre el comportamiento de la estructura ocupacional de los levantinos en las principales ciudades cubanas en el año 1927:

 

 

 

Se advierte ya la especialización en varios renglones, principalmente en los relacionados con la venta de artículos textiles; hubo una dedicación especial a la textilería y a la confección de prendas de vestir, un proceso análogo al ocurrido en las ciudades chilenas, donde el inmigrante árabe escogió zonas de jerarquía inferior (a la capital) para desarrollar actividades comerciales específicas de venta textil.(L. Agar, 1983: 73-84).

En La Habana, además de la actividad almacenista e importadora, se desarrolló el ramo de las mueblerías, platerías y joyerías vinculadas a las actividades endémicas del Creciente Fértil.

Las mueblerías más importantes recordadas por los nativos en La Habana fueron "La Democracia" del libanes Jacobo Sayf, sita en Marianao, y "La Sara" del nazareno Sami Salmán. (R. Menéndez, Directorio etnográfico...: 11, 37).

En 1927 no se había desarrollado aún la especialización en restaurantes y fondas. Según diversos testimonios y los directorios comerciales, la gastronomía levantina comenzó a implantarse en los barrios hacia la década de los años treinta. En la barriada de Monte destacó la llamada "Fonda de los Libaneses", en la calle San Nicolás, administrada por Adíe Schdid y su hija Nazira Nemer. Allí se expendían platos regionales comunes en el Cercano Oriente como el kibbeh, el shik barak, el laben y otros alimentos con base de carnero y vegetales. (R. Menéndez, 1998: 54).

Un restaurante muy conocido por la población coetánea fue "El Árabe" propiedad del descendiente libanes Antonio Hebeiter y su esposa. Llamado popularmente "El Restaurante de Antonio y Rosa", estaba situado en la calle Indio #19 y fue comprado a sus propietarios anteriores, los libaneses Youssef Abbas y Abdallah Chain, oriundos de la aldea de Yaroun. (Directorio Comercial del Municipio de la Habana, 1954 y revista El Cercano Oriente, 1958).

Los oficios relacionados con la medicina eran escasos en los años veinte (ver Tabla #2) debido a la minoría de inmigrantes dedicados a la profesión de médico y farmacéutico, ocupaciones que fueron desarrolladas por la primera y segunda generación de descendientes en los años cincuenta, cuando hijos y nietos de inmigrantes se trasladaban a la capital para estudiar Medicina, Derecho y otras profesiones.

El comercio importador y especializado continuó siendo el principal renglón ocupacional en las décadas siguientes. En la guía general Cuba en la mano, de 1940, se ofrece una lista incrementada de comerciantes de distintos ramos a lo largo de todo el país. Aparecen nuevas firmas como Assad y Jorge (tienda de tejidos) y la de Jorge y Cassals (mueblería). (Cuba en la mano, 1940: 15).

En esta época la concentración comercial en La Habana y otras grandes ciudades permaneció inalterable; sin embargo, las áreas de residencia de los grandes comerciantes pasaron del antológico barrio parroquial de Centro Habana hacia El Vedado y otras zonas.

El desarrollo del comercio no dio paso a una industrialización; a diferencia de los inmigrantes árabes de Chile y de un grupo de comerciantes hebreos en Cuba, los árabes continuaron ejerciendo el comercio importador, vinculándose a fabricantes de otras nacionalidades, pero no incursionan en la sustitución de importaciones.

En el Directorio Comercial del Municipio de La Habana, de 1954 no aparece ningún levantino registrado en el renglón de tiendas de tejidos con taller, de manera que la ausencia en la industria textil fue casi absoluta. (Directorio Comercial del Municipio de ¡a Habana, 1954).

Una de las pocas incursiones en la industria la realizó la familia palestina de los Babún, quienes desarrollaron con éxito la industria maderera en Santiago de Cuba.

La ausencia en la rama industrial estuvo determinada por las pocas posibilidades competitivas de la colonia árabe y por los éxitos obtenidos con la comercialización minorista y el renglón almacenista.

La firma Faroy fue otra de las integrantes exclusivas del sector industrial y se dedicó a fabricar y comercializar objetos y trofeos deportivos en su sede de Industria # 454 en La Habana. (Directorio Comercial del Municipio de ¡a Habana, 1954).

El comerciante levantino se vinculó con comerciantes de otros orígenes étnicos, fundamentalmente españoles; en la barriada de Monte aparecen relacionados por amistad y afinidad un grupo de hispanos y nativos en funciones de padrinos y testigos. (Libros de matrimonios y bautizos. Parroquias de San Nicolás de Bari y de Jesús, María y José).

La prensa de la colonia anunció en sus páginas establecimientos pertenecientes a hispanos o cubanos que ofrecían trato especial a la comunidad árabohablante.[1]

Otros oficios menos expandidos entre los árabes de Cuba fueron el de los agricultores, concentrados en las áreas rurales de la Isla; los sastres, también minoritarios, tuvieron sin embargo gran importancia, como es el caso de Said Selman Hussein, asentado en Cárdenas e innovador de la guayabera cubana en 1939. También destacaron los descendientes de primera generación que incursionaron en el mundo del arte y la música con éxito internacional, como la concertista avileña de ascendencia libanesa Ñola Sahig, y en la poesía y la plástica como Payad Jamis

 

 

La institucionalización de los comerciantes árabes fecundó tardíamente, pues en las propias sociedades regionales se ventilaban los asuntos ocupacionales y era común que la cúpula de las asociaciot nes étnicas la integrara la cúspide del grupo comercial arabófono. Los Abislaimán, Faroy, Julián Jorge Rassi y los Bared son un reflejo fehaciente. (E. Charón, Inmigración...: 6, 11).

La Cámara de Comercio del Líbano se fundó en 1953, época en que ya existía una poderosa cepa comercial que inscribía sus nombres en las guías de la alta sociedad (los denominados Libros de Oro) donde aparecen también hacia los años cincuenta los hijos de los inmigrantes convertidos en abogados, médicos, contadores, ingenieros o laboratoristas de gran prestigio nacional e internacional. (R. Menéndez, 1995: 7).

En el interior del país los comerciantes se integraron a las instituciones locales del comercio. En 1925 la Asociación de Comerciantes de Santiago de Cuba admitió el ingreso de nativos árabes. En 1928 ingresó en la Asociación la firma libanesa Gaitas e Hijos. Dos años más tarde fue propuesto Teófilo Gattas para dirigirla. (E. Charón, Inmigración...: 7).

En Puerto Padre y San Germán, Miguel Fareh Awed y la familia de los Dajer integraron las directivas del comercio local, respectivamente. (E. Charón, Inmigración,.,: 7).

En 1954 el cuadro ocupacional levantino de La Habana se amplió notablemente. En la sección de "Tiendas de tejidos sin taller", pese al gran número de judíos askenazis y sefardíes de Centro Habana y Habana Vieja, aparecen nuevos nombres árabes: los hermanos Banet Saiden en la calle Galiano, los Chediak en Monte, Salomón A. Chokha en Belascoaín y Juan Daire en la calle Maloja. (R. Menéndez, Directorio etnográfico...: 2-4).

Los componedores de plata y relojería también aparecieron como un importante oficio entre los "moros". Se destacaron en este sentido Tomás Abdo, Jacobo Aboud y Francisco Chediak Besil. (R. Menéndez, Directorio etnográfico...: 1).

En 1954 se incrementa igualmente el oficio de joyeros árabes, en el cual se mantienen Abislaimán y los hermanos Bared.

Los comerciantes palestinos de La Habana también se destacaron, pero no en la proporción numérica de sus correligionarios libaneses. El recuerdo de la población y los directorios de la década de los cincuenta trae a la actualidad los nombres de Sami Salmán, dueño del almacén de muebles "La Sara" y de Juan Canasí Farach dueño de una tienda de camas en la Calzada del Cerro #2113, así como la familia de los Tabrane, que eran maestros ebanistas, y nombres de sastres como Raúl Yabali.

Uno de los nuevos oficios desempeñados por los inmigrantes fue el de propietarios de salones de limpiabotas donde se inscriben el libanés Félix Simón Chediak y los nativos Latife Hourani y Nakil Ydris de nacionalidad indeterminada. (R. Menéndez, Directorio etnográfico...: 7,11-12).

En la década de los cincuenta sobresalen los descendientes nacidos en Cuba, pues habían transcurrido más de treinta años desde que comenzaron los éxitos de los "moros" en el comercio.

Debido a la inmigración en cadenas se produjo una localización espacial a nivel de barrios en determinados pueblos.

El freno de la migración árabe, el cambio generacional y la mutación de oficios en algunos casos, así como la migración hacia atrás (a Norteamérica y en menor medida a los países de origen) produjo la terminación de la estructura comercial de los populares "sirios". Mas fue sin duda el comercio el renglón ocupacional que mayormente les identificó desde el inicio del proceso migratorio árabe, lo que, unido a su comportamiento social, familiar y ocupacional, permitió el rescate de su historia oculta.

 

 

(1)  En ese sentido resulta de interés el anuncio aparecido en Al-Faihaa: "Droguería y Farmacia Morales. La mejor surtida. Trato especial para la Colonia Árabe. Reina # 83, esq. a Manrique." También aparecía un anuncio referido al Cine "Salón Rojo", que expresaba: "situado en lo más céntrico de la Colonia Siria".

 

 

 

 

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Capítulo I  | Capítulo II  | Capítulo III  | Capítulo IV  | Capítulo V 
Capítulo VI  | Capítulo VII  | Capítulo VIII 

 

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Apéndice I  | Apéndice II  | Apéndice III  | Bibliografía  | Agradecimientos 
El autor 

 
 
 
 

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