Wilkie
Delgado Correa
“es
fácil el amaestramiento de un perro”, según el diccionario.
Los
idealistas y los abanderados de los nobles ideales han sido siempre
soñadores persistentes y tenaces y, por lo tanto, han imaginado
mundos posibles y hasta imposibles, esas adorables utopías tan
calumniadas, despreciadas y vilipendiadas a veces, y han mirado más
allá de los horizontes limitados de esos seres pragmáticos
terrenalmente apegados a mezquinos y egoístas intereses, alcanzables
fácilmente con sus largas manos ávidas y codiciosas.
Pero,
sin duda alguna, esos mismos idealistas, aunque acusados de andar
encaramados por las nubes, han sabido, queriéndolo o no, tener los
pies bien puestos y firmes sobre la tierra, pues por ella han
imaginado y soñado, y han estado dispuestos a morir o a vivir en un
perpetuo sacrificio o en luchas infinitas. Esa ha sido la razón de
sus vidas. Es así como se han pertrechado de una filosofía sobre la
existencia y sobre el cúmulo de realidades y relaciones sociales
que han imperado e imperan en esta humanidad contradictoria que
hemos sido, somos y seremos.
De ahí
que el genio de Cervantes pusiera en boca del Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha la tan significativa frase: “Deja que
ladren, Sancho”, o que ese genio que fue José Martí la
complementara con otra frase enriquecedora: “No llegan lejos, los
que le hacen caso o se detienen ante los ladridos de los perros que
le salen en el camino”. Y ambos estaban usando un símbolo para
ilustrarnos que cuando nos empeñamos en una obra valedera y
trascendente, hay que desatender las distracciones inoportunas, o
la alharaca provocativa, o la amenaza más o menos fiera, o incluso
el ladrido lastimero, como de perro desesperado o asustado. Si
los perros naturales representan eso en el mundo real, sin otro
impulso que el de su instinto animal, la jauría amaestrada en
perseguir o matar a sus presas, sean a animales u hombres, es mucho
más peligrosa, pues se guía por los designios malévolos de un amo
sin piedad.
Pero
cuando de política y de obra humana se trata, tal como hacían
referencias Cervantes y Martí, la jauría amaestrada está constituida
por hombres, una ralea heterogénea, conformada por amos que la
instigan a actuar con la fiereza que su naturaleza innata o
adquirida les impulsa a obrar contra quienes se les azuza. Esa es
la realidad de la jauría de dentro o de fuera que se lanza, con todo
el odio acumulado, y en pos de todo el oro acumulable, contra una
presa que no les ha sido fácil y contra la cual más de una vez se
han estrellado sus dientes: Cuba.
Cuando
Ud analiza el carácter de sus ladridos, variados según los canes
que participen, ya a título individual o grupal, se percatará que
los ladridos, perdón debo decir palabras, llevan tal carga de odio,
violencia, desatino, intolerancia, zafiedad, etcétera, que si se les
permitiera reinar por un solo día en una tierra cariñosamente
conocida por Cubita la Bella, por demás generosa y altruista,
pasaría lo que tratan de encubrir con disfraz de piel de cordero:
la sangre correría hasta los ríos y los mares a todo lo largo y
ancho del país, y sólo se escucharía –¡oh, gran triunfo de la
democracia jauríaca y jurásica!- los vengativos ladridos,
acompañados de las dentelladas despiadadas, primando sobre las voces
de aquellos idealistas que un día y durante años quisieron y osaron
tratar de alcanzar el cielo por asalto, y lo lograron.
Lea lo
que escriben ignaros mortales, sapientes políticos y politólogos,
ilustres escritores de derecha –sólo tienen ese lado del cuerpo para
mirar al Norte, para extender el brazo diestro hacia los abundantes
dineros, para pensar, con los reflejos condicionados del
hemisferio derecho del cerebro, sobre un mundo que ambicionan,
como alucinados cavernarios, que les pertenezca sólo a ellos, y
al cual puedan destripar a sus antojos, como se deshojan
estúpidamente los pétalos de una esplendorosa flor. Ah, por cierto,
olvidaba a los pluses izquierdistas, y a los izquierdistas
derechizados, dos especies que también pujan por hacerse de un sitio
en el festín neoliberal o de la post-modernidad.
En
fin, si Ud quiere conocer la verdad sobre Cuba, porque realmente es
necesario conocerla, vea lo que dice y cómo lo dice la jauría
amaestrada, y piense en la historia gloriosa, pasada y presente,
de este país capaz de derrotar dictaduras e imperios, en la
consecución de sus ideales de libertad, independencia, soberanía,
autodeterminación y justicia.
Piense
en lo que significaría para su nación y su pueblo - sí, el de Ud.
mismo, ponga el nombre de su patria – si los Estados Unidos le
declarara una guerra diplomática, financiera, comercial, económica,
migratoria, mediática, de amenazas y agresiones armadas y para
colmo, todos los países vecinos practicaran semejante bloqueo,
amparados en una posición común impuesta por el mandamás hegemónico.
¿Ha pensado en algún instante qué pasaría en su país? ¿Conoce Ud.
que esto no es una supuesta ficción de quien escribe, sino que es la
realidad conocida y condenada por votación años tras años en
Resolución de la Asamblea General de la ONU contra los EE.UU, con la
excepción de ese país e Israel, en el pasado año?
Piense
en el pueblo cubano y su gobierno, acusados de todos los horrores
y errores, de todas las miserias y entuertos de este mundo, de
todas las alas de libertad cortadas, de todos los derechos violados,
de toda participación democrática anulada, de todos los males
sociales existentes y derivados de su economía y organización
socialista. Piense en todo eso, y en mucho más que repiten como
papagayos, pero también piense en quienes lo dicen, quienes están
detrás de los que dicen, por qué lo dicen, cuánto cobran por lo
que dicen, cuánto hay de mentiras y pura mentecatez de sietemesinos
y vendepatrias.
Piense
en la realidad cubana que no es perfecta, que durante más de
cincuenta años ha debido sortear peligros para su supervivencia
como ningún otro pueblo del mundo, y que,sin embargo, según los
organismos internacionales serios, no según la jauría mercenaria,
Cuba posee unos de los mejores indicadores de salud, educación,
deportes, cultura, seguridad alimentaria, y otros indicadores
sociales, entre los pocos países del tercer mundo con
indicadores satisfactorios -véase el cumplimiento de las metas del
milenio- y en algunos supera a países altamente desarrollados.
Piense
qué otro país del mundo, sino Cuba, practica una solidaridad y
cooperación en todos los campos con naciones de todos los
continentes, sin condicionamiento alguno, y que ha permitido
erradicar el analfabetismo de millones de personas y atender la
salud de millones y salvar la vida a cientos de miles.
Observe
que no le digo que crea; piense, compare, vaya a la raíz de los
problemas, reflexione si los saldos que ofrece Cuba como sociedad,
pese al acoso norteamericano, con realizaciones concretas en los
planos material y espiritual, son fruto de un soplo etéreo y
mágico, o por el contrario, son fruto de una obra y una economía
que, a pesar de sus propias limitaciones, hizo posible alcanzar lo
que en todas partes ha parecido imposible o puras utopías de
soñadores trasnochados.
Cuba ha
demostrado, tanto dentro o fuera del país, que muchas cosas que
parecían imposibles durante siglos, como la erradicación del
analfabetismo de millones de individuos, fueron posibles en menos
o algo más de un año, según las condiciones que se crearon y las
estrategias que se desarrollaron en los países.
Ah,
una última advertencia, jamás podremos librarnos de la jauría
amaestrada mientras tengan amos y entrenadores que les
satisfagan sus apetitos. Nos los demostró científicamente Iván P.
Pavlov.
Desde
el ángulo político que abordamos, mientras reciban sus pitanzas
suculentas los integrantes de la jauría, según sus gustos y apetitos,
cada uno de ellos será capaz de segregar en sus vísceras no sólo la
saliva y otras secreciones, sino también los venenos y excrecencias
que predeterminen sus amaestradores.
Por eso
es sabio y oportuno repetir con Don Quijote: “Deja que ladren,
Sancho“. |