Cuba se vio forzada a luchar por su existencia frente a una potencia
expansionista, ubicada a pocas millas de sus costas, que proclamaba
la anexión de nuestra isla, cuyo único destino era caer en su seno
como fruta madura. Estábamos condenados a no existir como nación.
En la gloriosa legión de patriotas que durante la segunda mitad del
siglo XIX luchó contra el aborrecible coloniaje impuesto por España
a lo largo de 300 años, José Martí fue quien con más claridad
percibió tan dramático destino. Así lo hizo constar en las últimas
líneas que escribió cuando, víspera del rudo combate previsto contra
una aguerrida y bien pertrechada columna española, declaró que el
objetivo fundamental de sus luchas era: “… impedir a tiempo con la
independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados
Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de
América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.”
Sin comprender esta profunda verdad, hoy no se podría ser ni
patriota, ni revolucionario.
Los medios de información masiva, el monopolio de muchos recursos
técnicos, y los cuantiosos fondos destinados a engañar y embrutecer
a las masas, constituyen sin duda obstáculos considerables, pero no
invencibles.
Cuba demostró que ―a partir de su condición de factoría colonial
yanki, unida al analfabetismo y la pobreza generalizada de su
pueblo―, era posible enfrentar al país que amenazaba con la
absorción definitiva de la nación cubana. Nadie puede siquiera
afirmar que existía una burguesía nacional opuesta al imperio, tan
cercana a este se desarrolló que incluso poco después del triunfo
envió catorce mil niños sin protección alguna a Estados Unidos,
aunque tal acción estuvo asociada a la pérfida mentira de que sería
suprimida la Patria Potestad, que la historia registró como
operación Peter Pan y fue calificada como la mayor maniobra de
manipulación de niños con fines políticos que se recuerde en el
hemisferio occidental.
El territorio nacional fue invadido, apenas dos años después del
triunfo revolucionario, por fuerzas mercenarias, ―integradas por
antiguos soldados batistianos e hijos de terratenientes y burgueses―
armadas y escoltadas por Estados Unidos con buques de su flota
naval, incluidos portaaviones con equipos listos para entrar en
acción, que acompañaron a los invasores hasta nuestra isla. La
derrota y la captura de casi la totalidad de los mercenarios en
menos de 72 horas y la destrucción de sus aviones que operaban desde
bases en Nicaragua y sus medios de transporte naval, constituyó una
derrota humillante para el imperio y sus aliados latinoamericanos
que subestimaron la capacidad de lucha del pueblo cubano.
La URSS frente a la interrupción del suministro de petróleo por
parte de Estados Unidos, la ulterior suspensión total de la cuota
histórica de azúcar en el mercado de ese país, y la prohibición del
comercio creado a lo largo de más de cien años, respondió a cada una
de esas medidas abasteciendo combustible, adquiriendo nuestra
azúcar, comerciando con nuestro país y finalmente suministrando las
armas que Cuba no podía adquirir en otros mercados.
La idea de una campaña sistemática de ataques piratas organizados
por la CIA, los sabotajes y las acciones militares de bandas creadas
y armadas por ellos, antes y después del ataque mercenario, que
culminarían en una invasión militar de Estados Unidos en Cuba,
dieron origen a los acontecimientos que pusieron al mundo al borde
de una guerra nuclear total, de la que ninguna de sus partes y ni la
propia humanidad habría podido sobrevivir.
Aquellos acontecimientos sin dudas costaron el cargo a Nikita
Jruschov, que subestimó al adversario, desoyó criterios que les
fueron informados y no consultó su decisión final con los que
estábamos en la primera línea. Lo que pudo ser una importante
victoria moral se convirtió así en un costoso revés político para la
URSS. Durante muchos años las peores fechorías continuaron
realizándose contra Cuba y no pocas, como su criminal bloqueo, se
cometen todavía.
Jruschov tuvo gestos extraordinarios con nuestro país. En aquella
ocasión critiqué sin vacilación el acuerdo inconsulto con Estados
Unidos, pero sería ingrato e injusto dejar de reconocer su
extraordinaria solidaridad en momentos difíciles y decisivos para
nuestro pueblo en su histórica batalla por la independencia y la
revolución frente al poderoso imperio de Estados Unidos. Comprendo
que la situación era sumamente tensa y él no deseaba perder un
minuto cuando tomó la decisión de retirar los proyectiles y los
yankis se comprometieron, muy secretamente, a renunciar a la
invasión.
A pesar de las décadas transcurridas que suman ya medio siglo, la
fruta cubana no ha caído en manos yankis.
Las noticias que en la actualidad llegan de España, Francia, Iraq,
Afganistán, Pakistán, Irán, Siria, Inglaterra, las Malvinas y otros
numerosos puntos del planeta, son serias, y todas auguran un
desastre político y económico por la insensatez de Estados Unidos y
sus aliados.
Me limitaré a unos pocos temas. Debo señalar según cuentan todos,
que la selección de un candidato republicano para aspirar a la
presidencia de ese globalizado y abarcador imperio, es a su vez, ―lo
digo en serio― la mayor competencia de idioteces e ignorancia que se
ha escuchado nunca. Como tengo cosas que hacer, no puedo dedicarle
tiempo al asunto. De sobra sabía que sería así.
Ilustran más algunos despachos cablegráficos que deseo analizar,
porque muestran el increíble cinismo que genera la decadencia de
Occidente. Uno de ellos, con pasmosa tranquilidad, habla de un preso
político cubano que, según se afirma, murió tras huelga de hambre
que duró 50 días. Un periodista de Granma, Juventud Rebelde,
noticiero radial, o cualquier otro órgano revolucionario, se puede
equivocar en cualquier apreciación sobre cualquier tema, pero jamás
fabrica una noticia o inventa una mentira.
En la nota de Granma se afirma que no hubo tal huelga de hambre; era
un recluido por delito común, sancionado a 4 años por agresión que
provocó lesiones en el rostro a su esposa; que la propia suegra
solicitó la intervención de las autoridades; los familiares más
allegados estuvieron al tanto de todos los procedimientos que se
emplearon en su atención médica y estaban agradecidos por el
esfuerzo de los especialistas médicos que lo atendieron. Fue
asistido, afirma la nota, en el mejor hospital de la región oriental
como se hace con todos los ciudadanos. Había muerto a causa de fallo
multi-orgánico secundario asociado a un proceso respiratorio séptico
severo.
El paciente había recibido todas las atenciones que se aplican en un
país que posee uno de los mejores servicios médicos del mundo, los
cuales se brindan gratuitamente, a pesar del bloqueo impuesto por el
imperialismo a nuestra Patria. Es sencillamente un deber que se
cumple en un país donde la Revolución tiene el orgullo de haber
respetado siempre, durante más de 50 años, los principios que le
dieron su invencible fuerza.
Más valdría realmente que el Gobierno español, dadas sus excelentes
relaciones con Washington, viaje a Estados Unidos y se informe de lo
que ocurre en las cárceles yankis, la conducta despiadada que aplica
a los millones de presos, la política que se practica con la silla
eléctrica y los horrores que se cometen con los detenidos en las
cárceles y los que protestan en las calles.
Ayer lunes 23 de enero, un duro editorial de Granma titulado “Las
verdades de Cuba” en una página completa de ese órgano explicó
detalladamente la insólita desvergüenza de la campaña mentirosa
desatada contra nuestra Revolución por algunos gobiernos
“tradicionalmente comprometidos con la subversión contra Cuba”.
Nuestro pueblo conoce bien las normas que han regido la conducta
intachable de nuestra Revolución desde el primer combate y jamás
mancillada a lo largo de más de medio siglo. Sabe también que no
podrá ser jamás presionado ni chantajeado por los enemigos. Nuestras
leyes y normas se cumplirán indefectiblemente.
Es bueno señalarlo con toda claridad y franqueza. El Gobierno
español y la destartalada Unión Europea, sumida en una profunda
crisis económica, deben saber a qué atenerse. Produce lástima leer
en agencias de noticias las declaraciones de ambas cuando utilizan
sus descaradas mentiras para atacar a Cuba. Ocúpense primero de
salvar el euro si pueden, resuelvan el desempleo crónico que en
número creciente padecen los jóvenes, y respondan a los indignados
sobre los cuales la policía arremete y golpea constantemente.
No ignoramos que ahora en España gobiernan los admiradores de
Franco, quien envió a miembros de la División Azul junto a las SS y
las SA nazis para matar soviéticos. Casi 50 mil de ellos
participaron en la cruenta agresión. En la operación más cruel y
dolorosa de aquella guerra: el cerco de Leningrado, donde murieron
un millón de ciudadanos rusos, la División Azul formó parte de las
fuerzas que trataron de estrangular a la heroica ciudad. El pueblo
ruso no perdonará nunca aquel horrendo crimen.
La derecha fascista de Aznar, Rajoy y otros servidores del imperio,
debe conocer algo de las 16 mil bajas que tuvieron sus antecesores
de la División Azul y las Cruces de Hierro con las que Hitler premió
a los oficiales y soldados de esa división. Nada tiene de extraño lo
que hace hoy la policía gestapo con los hombres y mujeres que
demandan el derecho al trabajo y al pan en el país con más desempleo
de Europa.
¿Por qué mienten tan descaradamente los medios de información masiva
del imperio?
Los que manejan esos medios, se empeñan en engañar y embrutecer al
mundo con sus groseras mentiras, pensando quizás que constituye el
recurso principal para mantener el sistema global de dominación y
saqueo impuesto, y de modo particular a las víctimas cercanas a la
sede de la metrópolis, los casi seiscientos millones de
latinoamericanos y caribeños que viven en este hemisferio.
La república hermana de Venezuela se ha convertido en el objetivo
fundamental de esa política. La razón es obvia. Sin Venezuela, el
imperio habría impuesto el Tratado de Libre Comercio a todos los
pueblos del continente que lo habitan desde el Sur de Estados
Unidos, donde se encuentran las mayores reservas de tierra, agua
dulce y minerales del planeta, así como grandes recursos energéticos
que, administrados con espíritu solidario hacia los demás pueblos
del mundo, constituyen recursos que no pueden ni deben caer en manos
de las transnacionales que le imponen un sistema suicida e infame.
Basta, por ejemplo, mirar el mapa para comprender el criminal
despojo que significó para Argentina arrebatarle un pedazo de su
territorio en el extremo sur del continente. Allí emplearon los
británicos su decadente aparato militar para asesinar bisoños
reclutas argentinos vestidos con ropas de verano cuando ya estaban
en pleno invierno. Estados Unidos y su aliado Augusto Pinochet le
dieron a Inglaterra un desvergonzado apoyo. Ahora, en víspera de las
Olimpiadas de Londres, su Primer Ministro David Cameron también
proclama, como ya lo hizo Margaret Thatcher, su derecho a usar los
submarinos nucleares para matar argentinos. El gobierno de ese país
desconoce que el mundo está cambiando, y el desprecio de nuestro
hemisferio y de la mayoría de los pueblos hacia los opresores se
incrementa cada día.
El caso de las Malvinas no es único. ¿Conoce acaso alguien cómo
terminará el conflicto en Afganistán? Hace muy pocos días soldados
norteamericanos ultrajaban los cadáveres de combatientes afganos,
asesinados por los bombarderos sin pilotos de la OTAN.
Hace tres días una agencia europea publicó que “el presidente afgano
Hamid Karzai, dio su aval a un negociado de paz con los talibanes,
subrayando que esta cuestión debe ser resuelta por los ciudadanos de
su país”, luego añadió: “…el proceso de paz y reconciliación
pertenece a la nación afgana y ningún país u organización extranjera
puede sacarles a los afganos este derecho.”
Por su parte, un despacho publicado por nuestra prensa comunicaba
desde Paris que “Francia suspendió hoy todas sus operaciones de
formación y ayuda al combate en Afganistán y amenazó con anticipar
el retiro de sus tropas, luego de que un soldado afgano ultimara a
cuatro militares franceses en el valle Taghab, de la provincia de
Kapisa […] Sarkozy dio instrucciones al Ministro de Defensa Gérard
Longuet para trasladarse inmediatamente a Kabul, y avizoró la
posibilidad de un retiro anticipado del contingente.”
Desaparecida la URSS y el Campo Socialista, el Gobierno de Estados
Unidos concebía que Cuba no podía sostenerse. George W. Bush tenía
ya preparado un gobierno contrarrevolucionario para presidir nuestro
país. El mismo día que Bush inició su criminal guerra contra Iraq,
solicité a las autoridades de nuestro país el cese de la tolerancia
que se aplicaba a los cabecillas contrarrevolucionarios que en esos
días demandaban histéricamente la invasión a Cuba. En realidad, su
actitud constituía un acto de traición a la Patria.
Bush y sus estupideces imperaron durante 8 años y la Revolución
Cubana ha perdurado ya más de medio siglo. La fruta madura no ha
caído en el seno del imperio. Cuba no será una fuerza más con la que
el imperio se extienda sobre los pueblos de América. La sangre de
Martí no se habrá derramado en vano.
Mañana publicaré otra Reflexión que complementa esta.
Fidel Castro Ruz
Enero 24 de
2012
7 y 12 p.m. |