Por: Dr. Nureddin Mustafá
“La pasión de dominar es la más
terrible de todas las enfermedades del espíritu
humano”. Voltaire.
Introducción.
Los procesos sociopolíticos desencadenados en el espacio geofísico
de la Gran Patria Árabe, ubicada entre el Océano Atlántico y el
Golfo Arábigo-Pérsico, han sorprendidos a políticos y teóricos de
las ciencias políticas y las relaciones internacionales. La
importancia geoestratégica de ese espacio geopolítico en la
definición y determinación de los conflictos y competencias entre
las grandes potencias y los actores regionales y locales, imprime
una peculiaridad especial a los enfoques y análisis de los
científicos políticos de la nueva situación conflictual, sus fuerzas
motoras tanto endógenas como exógenos, las tendencias de su
movimiento y las posibles consecuencias.
El imperialismo norteamericano ha sido, desde la segundo guerra
mundial y más tarde con el fin del mundo bipolar, el actor exógeno
más importante, determinante y decisivo en la evolución política del
llamado Medio Oriente. Históricamente, EEUU ha aspirado a imponer su
hegemonía al mundo entero. En las últimas dos décadas, ha
planificado su política exterior en consonancia con su proyecto de
dominación mundial, que encuentra su expresión programática y
teórica en su Plan de Nuevo Siglo Americano.
Ese diseño tiene fundamentalmente dos vertientes: América Latina y
Medio Oriente. En la balanza de fuerza entre EEUU y las demás
grandes potencias, el imperialismo yanqui tiene superioridad
incuestionable en todos los aspectos menos uno: la energía, su talón
de Aquiles. Por ello, sus estrategas estiman que para lograr dicha
hegemonía y dominación, EEUU esta precisado a controlar, de facto,
las fuentes de energía, sobre todo petrolífera en ambas zonas
geopolíticas.
Si en América Latina, las fuerzas populares antiimperialistas le han
arrebatado al imperio importantes espacios y le han privado de una
buena parte de esos recursos energéticos, en el Medio Oriente, hasta
el momento, EEUU tiene garantizados dos intereses nacionales y
vitales para sus sistema político y su poderío global: el petróleo y
el Estado Sionista de Israel.
Algunos apuntes necesarios
"Es más fácil desintegrar un átomo
que un prejuicio". Albert
Einstein.
Todas las iniciativas y planes de EEUU, desde entonces, han apuntado
a mantener ese status quo. La política exterior de EEUU
hacia el Medio Oriente (MO) en su conjunto durante los dos mandatos
de W. Bush y lo que va de la administración Barack Obama, se ha
centrado en su proyecto llamado Gran Medio Oriente (GMO) que, más
tarde, evolucionó a Nuevo Gran Medio Oriente (NGMO)[i].
No es casual que la zona original sea árabe e islámica y la zona
añadida lo sea también. Las fronteras de MO y GMO casi coinciden con
los límites de acción del Comando Central Militar de EE.UU. (su sede
actual es Qatar) que pretende que se reconozca al status quo
de la zona, para justificar la integración de “Israel” a la misma,
como un socio-actor en los procesos de dominación y hegemonía. El
plan implica elevar el diferendo entre Occidente y el Islam, a la
categoría de choque de civilizaciones.
Se trata de un plan geopolítico y geoestratégico para crear un
bloque regional multinacional unido por la hegemonía de EE.UU., la
religión y los recursos energéticos naturales, decisivos para la
economía estadounidense, su expansión global y competencia
internacional, además de constituir intereses vitales para la
sociedad consumista norteamericana y la existencia de su sistema
político.
Con el escándalo de los falsos pretextos esgrimidos para ocupar y
destruir a Iraq (2003), la administración W. Bush estableció una
relación entre la seguridad nacional de EE.UU. y la reforma y la
democratización de los países del GMO; de ahí que lanzara un nuevo
plan llamado ‘Reforma y Democratización’ para justificar su cruzada
mundial contra ‘el terrorismo’ proveniente de esa zona.
El presidente W. Bush, como máximo exponente de la política exterior
de EEUU, exteriorizó públicamente su concepto de reforma y
democratización del MO. Dijo: “No quiero ver ningún gobierno
islámico en el Medio Oriente (…) no podemos ser amigos de un
gobierno que gobierne en nombre de la religión islámica”.
No obstante, el Herald Tribune, opinó el 8 de noviembre de
2004 que “La democracia no crece en una tierra que haya sido pisada
por las botas de los norteamericanos”.
Para los teóricos neoconservadores la democracia es aceptada siempre
y cuando no conspire contra los suministros del petróleo y la
seguridad de “Israel”. Es la percepción que el sistema político de
EEUU tiene del MO y así se reflejó en su comportamiento en política
exterior.
Junto a su plan para la democratización del MO, EEUU exportó e
impuso, con la fuerza del capital y las armas, nuevos actores
políticos elitistas armónicos con su visión del ‘cambio’ del Oriente
Islámico, acorde a los cánones de la guerra preventiva y el caos
creativo.
Haciendo una crítica implícita a la actuación de la administración
W. Bush en materia de política exterior, Madelaine Albright
afirmó que “los líderes que dependen mucho de la fuerza, practican
doble rasero respecto a los derechos humanos y no prestan mucha
atención a la opinión del mundo, corrompen el verdadero espíritu
norteamericano”[ii]
.
La Administración alegó brindar democracia y libertad, pero la
experiencia demostró que EE.UU. extermina a la gente para liberarlos
de las ‘dictaduras’ y los enajenan con sus valores, supuestamente
reformadores de los pueblos que no comparten su ‘civilización’. Es
lo que ha hecho desde la conquista de América y es lo que pretenden
hacer en más de 60 oscuros rincones del mundo, según W. Bush,
y en más de 70 según B. Obama.
J. B. Foster y R. W. Mcquincy[iii]
subrayaron la necesidad extrema de comprender la historia del
imperialismo y evitar deslumbrarse por consignas que preceden y
envuelven cada campaña imperialista en cualquier espacio y tiempo.
EEUU y los regimenes políticos árabes del Medio Oriente
"la violencia es la partera de la
historia"
Marx.
Durante la época de la guerra fría, EEUU apoyó sin reservas a los
regímenes dictatoriales.
Casi siempre estuvo involucrado en la creación y preservación de ese
tipo de regímenes políticos y los empleó en sus estrategias
geopolíticas.
Por ello, el intelectual norteamericano Charles Reece, dice:
“Nuestra política exterior carece de toda moral (…) la mayoría de
los países del mundo y sus pueblos nos ven como un Estado villano”[iv].
En ese marco se inscribe la relación estrecha existente entre La
Administración y los regimenes árabes, por lo que la campaña de
reformar, cambiar o democratizar a esos regímenes, constituye un
instrumento de extorsión política a favor del Plan Bush para
resolver el conflicto árabe - sionista, acorde a los intereses de
EEUU e “Israel” que, en última instancia, no entran en contradicción
antagónica con los intereses de clase de dichos regímenes.
La naturaleza excluyente del plan norteamericano del cual no se
salvan ni siquiera los regimenes árabes más cercanos y aliados,
obligó a esos actores estatales ofrecer diferentes grados de
respuesta a ese desafío externo, que atenta contra los intereses de
los diferentes regímenes políticos gobernantes. Así hemos observado
reacciones oficiales diferenciadas, que han oscilado entre la
rendición preventiva; la adaptación total o parcial a las exigencias
(presiones) yanquis; oposición pasiva o semiactiva y la indecisión
con perspectivas de sumisión.
La clave de la cuestión consiste en que esos regímenes, en general,
deben históricamente su presencia en el poder político, a las
potencias occidentales, condicionada a ‘los servicios’ que deben
ofrecer a cambio. No han tenido en su historia una verdadera
estrategia para enfrentarse al imperialismo o al sionismo. Ya tienen
sus propios intereses y privilegios territoriales, que ahora están
amenazados por el supuesto plan de reforma y democratización.
Por ello, manifiestan su inconformidad con el Plan, pero a la vez no
lo pueden rechazar. Los regímenes árabes están precisados a tomar
decisiones, bajo las presiones externas (EL PLAN YANQUI) y las
internas (las necesidades y demandas de los pueblos, de cambios
favorables). Sin embargo, insisten en ese divorcio legal e
irreversible entre gobernador y gobernado.
Apreciamos una alianza de clase entre esos integrantes que no tienen
interés en la continuación del conflicto secular. Las
contradicciones que afloraron entre ellos reflejan la lucha discreta
por la cuota de riqueza y poder en el marco de la misma alianza del
capital contra las causas árabes, esencialmente La Causa Palestina.
EE.UU. no tiene una mejor alternativa viable y afín a sus intereses,
que las clases y capas sociales parasitarias que actualmente
detentan el poder político en los países de la región. Es por eso
que los presionan y chantajean para que den más concesiones y sirvan
mejor a los intereses de EE.UU. e “Israel”, sobre todo en los casos
de Palestina, Líbano e Iraq.
Paralelamente, EE.UU. viene trabajando por crear una alternativa:
islamistas moderados (Islamoides) que sean aceptados y legitimados
por sus pueblos y puedan insertarse en el proyecto medioriental sin
causarle incomodidades y problemas a EE.UU. y, a la vez, puedan ser
capaces de frenar y/o eliminar el auge de las tendencias radicales
verdaderamente islámicas, nacionalistas e izquierdistas laicos.
El plan de democratización[v]
parece un proceso de clonación social mundial, pues EEUU pretende
extender su hegemonía económica, política y militar al ámbito
cultural, para cerrar el círculo de dominación global.
La historia humana ha mostrado que ninguna doctrina ideológica, por
muy justa y atractiva que parezca, puede materializarse mediante la
fuerza dura. Simplemente, porque no existe correspondencia absoluta
entre el reflejo supraestructural y la realidad concreta de la
estructura de una sociedad dada. En caso de coerción, las ideas y
planes de dicha doctrina se convierten en su contrario, perdiendo
toda validez teórica y práctica.
Es lo que la política exterior de EE.UU. ha hecho en el MO ¿Qué
relación existe entre la democracia, la libertad y la reforma por un
lado y por el otro, la guerra preventiva, la guerra de invasión,
ocupación y exterminio masivo, ideados todos por La Administración
neoconservadora? ¿Acaso esa guerra civilizatoria no se ha
convertido en la barbarie, que por definición es su negación?
Actualidad árabe en ‘Pleno Desarrollo’[vi].
“No hay revolución sin audacia; y aquel
que no sea audaz, no será jamás revolucionario”.
Fidel Castro
Sin previo aviso y sin autorización de nadie, las masas populares
árabes se han despertado y lanzado a romper las cadenas de décadas
de opresión, injusticia y humillación. Desde Marruecos, pasando por
Argelia, Túnez, Libia, Egipto, Jordania, Yemen, Iraq, Bahrein, hasta
Omán, el gigante árabe se ha desatado, marcando una ruptura con el
status quo impuesto a sangre y fuego a toda una nación
milenaria de tradición de dignidad, altruismo y libertad. “Ya no
existe un pueblo árabe alguno con miedo; en el limite del miedo
empieza el desafío que caracteriza la relación con la vida (…) ya no
le tememos a la muerte; porque la vida de sumisión al otro es una
muerte mayúscula”[vii].
Una nación forjada en la dignidad humana; la igualdad de los seres
humanos independientemente de su raza, etnia, nación o color de su
piel; la hermandad y la justicia social, fiel a su acervo cultural
civilizatorio, renace de las cenizas de siglos de letargo e
hibernación y empieza a rehacer su propia historia, dándole una
interpretación dialéctica y creadora a la máxima formulada por el
más universal de los árabes, el Profeta Mohammad Ben Abdulah
(570–633 n. e): “Mi nación muere cuando ame la vida y odie la
muerte”[viii].
Las masas populares han cambiado, espero para siempre, la ecuación
lineal del poder de la triada enemigo en la Gran Patria Árabe:
élites enajenadas lacayas del imperialismo y Estados policíacos
represivos producen terror y miedo generalizado en la sociedad que
inhibe la acción consciente de sus sujetos, hecho que mantienen
indefinidamente, el status quo a favor de los verdaderos
enemigos del pueblo. Las rebeliones revolucionarias armadas de la
audacia consciente han quebrantado ese orden sociopolítico y
psicológico, y luchan por cambios cuantitativos y cualitativos de
las condiciones materiales y espirituales de sus países.
Esas rebeliones populares no han sido
fomentadas por EE.UU., Europa, o “Israel”, ni por ninguna fuerza
política de oposición oficial o militante. Han sido el fruto de
condiciones objetivas y otras subjetivas que desencadenaron la
energía potencial de los pueblos de La Nación Árabe en su lucha
secular por la dignidad, la libertad y la soberanía.
El actor principal y decisivo en esa
conmoción, es lo que llamamos ‘Bloque Histórico’, que abarca
clases, capas, sectores e individuos oprimidos o afectados en sus
intereses y creencias (en cuerpo y alma) por los regimenes
dictatoriales, autoritarios y corruptos imperantes en la Gran Patria
Árabe. El nacionalismo progresista de las masas populares árabe,
objeto de conspiraciones históricas para eliminarlo, “ha dicho basta
y ha echado a andar”. (Che
Guevara).
En julio del 2010, este autor defendió una tesis doctoral en la
Universidad de La Habana, sobre la política exterior de EE.UU. hacia
la Causa Palestina. Una de las conclusiones de dicha investigación
científica reza textualmente:
“La política exterior de la Administración trajo, como consecuencia,
la cristalización de la causa árabe unificada y puso de manifiesto
la esencia del conflicto entre dos proyectos antagónicos: proyecto
imperialsionista contra proyecto de liberación y emancipación árabe.
Es una cuestión
trascendental para la ciencia y la estrategia políticas, ya que
existe una relación intrínseca y objetiva entre la Causa Palestina y
la Causa Árabe, que guarda un vínculo histórico con una dinámica de
retroalimentación.
La división de la Gran Patria Árabe por potencias exógenas en 1916
es transitoria en términos históricos. La lucha de los pueblos
árabes contra el imperialsionismo y sus aliados, los ‘Estados
Territorialistas Árabes’, podría reunificar la Patria y la Nación”[ix].
En el propio acto de defensa el doctorante planteó:
“Lo interesante de esa conclusión es que se fundamenta por la
opinión de un grupo bipartidista de EE.UU., que fue encargado de
estudiar los reveses de la política exterior de W. Bush durante el
año 2006.
El Informe Baker-Hamilton, presentado a finales de ese año,
al analizar la ocupación de Palestina por “Israel” y de Iraq por
EEUU, llegó a una conclusión trascendental para la ciencia y la
estrategia políticas: “Ambas causas están indisolublemente
vinculadas una con la otra”[x].
“La lucha de las fuerzas políticas populares de la nación árabe, se
libra actualmente en dos escenarios, es decir, lucha de clases
contra las élites dominantes y gobernantes, representadas por los
Estados Territorialistas Árabes, y lucha por la liberación nacional
contra las invasiones y ocupaciones extranjeras.
“En ese contexto, ha surgido un amplio espectro de partidos,
movimientos y organizaciones que cubren las clases populares
sometidas a la explotación y opresión nacional y de clase. Fuerzas
políticas de distintas ideologías y composición de clase convergen
en ese proceso de liberación y emancipación: nacionalistas,
patrióticos, islamistas, liberales, marxistas y leninistas.
“Estimo que la lucha de los Movimientos de Liberación Nacional
contra el imperialismo es, a la vez, una forma de lucha de clases.
Las identidades ‘nacionales’ de los Estados Territorialistas Árabes
son diversionistas y desvían a los pueblos árabes de su lucha contra
el imperialsionimo.
“En ese contexto, vale recordar que el pensamiento comunista, desde
la época de Mao Tse Tung, ha resuelto la problemática de la
aparente contradicción entre el marxismo y el nacionalismo, o sea,
el nacionalismo legítimo de las clases populares (nacionalismo
potencial) en el enfrentamiento al nacionalismo de las clases
gobernantes compradoras (nacionalismo gobernante)[xi].
“A mi juicio, la lucha por la liberación patriótica-nacional,
constituye al mismo tiempo, lucha por el socialismo, que considero
como respuesta a la necesidad de la emancipación de La Nación, de
todas las formas de opresión nacional y de clase. En ese proceso,
creo que la fórmula de ‘bloque histórico’ de Gramci (1891-1937)[xii],
podría ser válida en la circunstancias actuales de la nación, pues
se trata de un instrumento del proceso de cambio social, político y
económico, con la participación de diversos actores, en un amplio
marco unitario de componentes divergentes ideológicamente y
convergentes en torno a la lucha por la liberación
patriótico-nacional.
“En el ámbito árabe prevalecen cuatro corrientes fundamentales: La
nacionalista árabe; la Islámica- árabe; la izquierdista árabe y la
liberal patriótica árabe. “El bloque histórico no deroga el acervo
patriótico y nacionalista de los grupos (partidos, movimientos,
organizaciones…etc.) y no excluye a ninguno de sus actores; es un
aporte de nuevas energías”.[xiii]
En todo ese espectro de clases populares se distribuyen los
intelectuales, cuyo origen de clase, situación de clase y su
compromiso real, ideológico, teórica y prácticamente, los sitúan
como intelectuales orgánicos de la liberación y la emancipación
nacional, o como quinta columna del capital y el imperialsionismo y
sus aliados.
“La ausencia de una estructura clásica de clases definidas en el
ámbito árabe, cual deformación socioeconómica heredada, y la
composición heterogénea de las fuerza políticas correspondientes,
hacen muy difícil ser categórico en cuanto a qué fuerzas políticas
desempeñarían un rol efectivo y consecuente hasta el final de ese
proceso histórico de liberación y emancipación nacional” (fin de la
cita).
Lo expuesto anteriormente quizás ayude a comprender el marco general
de los acontecimientos actuales y poder interpretar sus motivaciones
y tendencias, sin omitir las diferencias y matices del mismo proceso
histórico en diferentes países árabes.
Hay que tener en cuenta el carácter genuino endógeno de esos
procesos sin olvidar la planificación política estratégica del
imperio en esa región y los instrumentos de su arsenal para lidiar
con la situación, para garantizar que el resultado final no sea
desfavorable a sus intereses. Hay que reconocer, que el
imperialsionismo ha tenido la capacidad de respuesta inmediata, para
desvirtuar y mediatizar las rebeliones árabes.
EEUU específicamente y desde los primeros días
de las rebeliones en Túnez y Egipto está involucrado de lleno
política y militarmente en esos dos países con el propósito de
encabezar cualquier cambio de figura o de régimen político, en caso
de que esos regimenes no puedan sostenerse en el poder ante el
empuje popular. El embajador macabro de
EE.UU
Jeffrey
Feltman
(subsecretario
de Estado para asuntos del Medio Oriente)
se presentó en Túnez y el Cairo para coordinar las acciones
tendentes a abortar o mediatizar las rebeliones y revoluciones
árabes. La administración de Barack Obama esta involucrada
fuertemente en los acontecimientos en los demás casos: Yemen,
Bahrein, Libia, Omán …
Estamos presenciando un momento de despertar patriótico,
nacionalista y progresista y un vuelco histórico del statu quo
imperante en la Gran Patria Árabe, en lo que concierne al sistema y
regimenes políticos, el poder y los cambios sociales por diferentes
vías. Se están enfrentando directamente dos proyectos antagónicos:
el de los regimenes políticos elitistas caracterizados por el
autoritarismo, la corrupción, la dependencia al centro del
imperialsionismo mundial y ausencia de dignidad árabe humana y
nacional; y el de las masas populares árabes caracterizado por el
pluralismo confesional, étnico y de clase; la espontaneidad
consciente con exigencias políticas, económicas y éticas; y el
pacifismo militante, con perspectivas de emancipación de carácter
nacionalistas progresista.
La historia tiene la virtud de sorprendernos siempre. La energía
potencial acumulada en las masa de los pueblos árabes a lo largo de
décadas, alcanzó su punto critico de irreversibilidad y se ha
transformado en energía cinética movilizadora y transformadora del
statu quo impuesto sobre la Nación Árabe por la alianza de
sus enemigos históricos y actuales: el imperialsionismo y la
reacción local, tanto los regimenes políticos oficiales como las
clases o capas sociopolíticas compradoras, parasitarias y
dominantes, directamente vinculadas al centro del gran capital,
regidas por la dependencia y el servilismo incondional, emanada de
la relación centro-periferia en tiempos de globalización neoliberal.
En otras palabras,
la acumulación cuantitativa a lo largo de décadas de explotación ,
opresión, injusticia, corrupción, desempleo, pobreza extrema y los
efectos de la ocupación foránea
( humillación nacional y de clase),
junto a un factor catalizador : la incorporación de una cantidad
importante de intelectuales y profesionales de alta calificación y
educación superior a las clases pobres y privadas de poder y
riqueza, armados de conciencia, conocimiento y experiencia de
trabajo político organizado y sindicalista, dio el tan esperado
salto cualitativo en forma de rebelión revolucionaria con efecto de
reacción en cadena o dominó a lo árabe.
Además hay que añadir un factor singular derivado del desarrollo
científico técnico y de la difusión de uno de los instrumentos de la
globalización capitalista: Internet y las extensas redes de
comunicación e intercambio social (facebook, twitter, teléfonos
celulares…etc.). Estos instrumentos jugaron un rol importante en la
intercomunicación, movilización, y organización de acción de miles y
decenas de miles de activistas jóvenes, y sirvieron también como
instrumento de identificación y sensibilización de intereses
sociales comunes. Los avances de la revolución científico-técnica
han sido utilizados en pro de la revolución social, pero no la
hacen.
Estamos en la antesala de cambio de época árabe y de la transición
desde un modelo de Estado autoritario-dictatorial (monárquico o
presidencial) hacia una perspectiva real de un Estado árabe cívico
verdaderamente libre, soberano y democrático (todavía en el marco de
la democracia burguesa y los cánones del sistema capitalista). Sería
un paso de avance del movimiento de la historia política árabe pero
no sería suficiente para cambiar radicalmente los regimenes
políticos imperantes, pues en mi opinión ello requeriría
ineludiblemente de una revolución social de cambio el sistema
político en su conjunto.
Si en los países occidentales altamente industrializados, “los
Estados convencieron a sus ciudadanos de que la libertad es la
capacidad de esos últimos de elegir sus amos de clase, pudiendo así
camuflar su virtuoso despotismo de la democracia de clase; en los
países del tercer mundo, la aplicación de la democracia formal tiene
un solo propósito: crear regímenes lacayos de Occidente”[xiv].
Aunque esas rebeliones y revoluciones; no han sido promovidas ni
dirigidas por organizaciones ni ninguna fuerza política organizada
de oposición oficial o popular religiosa o laica, esas han
contribuido, a posteriori, a proteger ese movimiento de
reivindicaciones y a radicalizarlo, pasando de la exigencia de
demandas económicas a demandas políticas, que tocan el sistema
político imperante y amenazan el poder de la alianza del
autoritarismo, la corrupción y la dependencia, enraizada en los
regimenes gobernantes árabes.
Los actores políticos más sorprendidos y preocupados por esos
cambios, han sido EE.UU. e “Israel”. Su temor radica en que los
cambios venideros salgan de control y propicien el surgimiento de
regímenes democráticos, mediante el protagonismo pacífico de las
masas populares. Están conscientes de que los pueblos árabes son,
en su aplastante mayoría, antisionistas y antiimperialistas.
Así ven sus intereses económicos y políticos amenazados, donde sus
aliados gobernantes en los países Árabes (Estados Territorialistas
Árabes) están obligados a dar concesiones, que llevarían al traste
con los acuerdos de “paz”, léase capitulación, firmados con el
Estado Sionista. La emancipación verdadera de Egipto marcaría el
inicio de la cuenta regresiva de la existencia del imperialsionismo
sobre el suelo patrio de la Gran Nación Árabe.
No obstante, la tríada enemigo se ha movilizado inmediatamente para
cercar y eliminar el posible triunfo de la Rebelión Revolucionaria
Árabe, especialmente en Egipto, cual eslabón central y país clave en
la región. Para su comportamiento político-militar en el
enfrentamiento a la crisis, EEUU ha concebido un plan de emergencia
que consiste, a mi juicio, en lo siguiente (por orden de prioridad):
1. Mantener todo el apoyo posible (militar y securitario) a los
regímenes árabes para que se mantengan en el poder aunque tengan que
hundir a sus países en un baño de sangre.
El régimen egipcio cuenta con un millón y medio de efectivos de los
servicios y aparatos de seguridad, policía secreta y represiva, y
los vándalos – hampones - (escoria social reclutada como
mercenarios). (Ya “Israel” envió los pertrechos y equipos militares
a Egipto) y EEUU ha movilizado un portaaviones y otros navíos de
guerra frente a las costas egipcias en el Mediterráneo y el Mar
Rojo, reforzando su presencia, con tropas terrestres de la Guardia
Nacional y una escuadra de aviones de combate, en el Sinaí egipcio.
El discurso de la administración sobre la democracia, la reforma y
la libertad refleja la hipocresía tradicional y el oportunismo
secular de la política exterior de EEUU. Egipto, desde el punto de
vista militar operativo, constituye un eslabón central de enlace
entre los comandos norteamericanos en Medio Oriente, África y
Europa.
En el caso de Túnez, el Estado policíaco
“cuenta con un ejército de solo 35 mil efectivos, mientras las
fuerzas de seguridad alcanzan la cifra de 130 mil”[xv],
que además de los mercenarios y hampones reclutados no pudieron
impedir la caída del presidente neoliberal. Francia le propuso, en
vano, al fugitivo Ben Alí (48 horas antes de su salida hacia Arabia
saudita) ayuda militar y securitaria para reprimir la rebelión
popular[xvi].
Es de recordar que Francia tiene en Túnez 1250 corporaciones con
inversiones de 140 mil millones de euros[xvii],
que se apoderan de la economía local. No obstante, la influencia
militar norteamericana sobre los mandos militares de Túnez viene a
desplazar, amigablemente, todo ese poderío económico galo.
2. Cambio de imagen del régimen mediante la sustitución de la figura
del presidente por otras del propio régimen.
Por ejemplo, en Egipto, una figura de hard power como Omar
Suleiman (tiene prioridad) y otra de soft power como
Mohammad Albaradie, con retoques cosméticos constitucionales,
laborales salariales y políticas, sin tocar la esencia de esos
regimenes o afectar sus intereses de clase y por ende los intereses
del imperialsionismo.
3. Cambio de signo ideológico del régimen mediante el Movimiento de
Los Hermanos Musulmanes
(no es antagónico con los intereses de EEUU pese a sus declaraciones
incendiarias contra Occidente) en contubernio con el Ejército y los
partidos de oposición oficial y legal. El caso de Egipto es muy
elocuente: los medios masivos de comunicación (Canal Aljazeera)
controlados desde las cabinas del Pentágono y la CIA; desde la
dimisión de Mubarak, presentan a “Los Hermanos Musulmanes” como la
fuerza motora y protagónica de la rebelión popular. Paralelamente,
la junta militar suprema del Ejército tomó el poder y puso al
“poderoso ministro de Defensa egipcio, Mohammad Husein Tantawi, tan
fiel a Hosni Mubarak que lleva el apodo de “el perrito faldero de
Mubarak”. Su fidelidad al régimen no ha sido nunca cuestionada y,
por eso, Washington veía en él un candidato potencial a suceder al
presidente egipcio en los próximos años…”[xviii].
Los 12 generales del mando de las fuerza armadas egipcias han sido
seleccionados, entrenados y adoctrinados por EE.UU. Quien protege a
los presidentes derrocados y fugitivos no puede ser, objetivamente,
guardián de las rebeliones populares contra sus regímenes. Ya en
el mundo de hoy no se puede ser revolucionario sin ser
antiimperialista; por una razón objetiva y sencilla: el imperialismo
no lo permite.
3. Intervención militar directa del imperialsionismo en caso de que
triunfe la revolución popular antiimperialista.
El campo enemigo no entregará el poder pacíficamente y en la
doctrina militar securitaria del imperio millones de victimas
civiles podrían ser daños colaterales. En el caso egipcio, los
Acuerdos de Camp David de 1979, le permiten a EEUU hacerlo,
“legalmente”. Los acontecimientos en Libia, vienen a corroborar esta
apreciación. La OTAN encabezada por EEUU ya están interviniendo con
armas, grupos de operaciones especiales y mercenarios a favor de la
oposición islamoide (Hermanos Musulmanes) contra el régimen de
Qaddafi. Se pretende recolonizar a Libia y repartirse sus riquezas
petrolíferas. Incluso puede darse el caso de una intervención
militar o “humanitaria” preventiva en otros casos.
En el último análisis, estamos presenciando un escenario complejo de
conflictos internos con la intervención de actores externos, en
medio del ‘Caos creativo’ y rebeliones preventivas (prefabricadas).
Los pueblos árabes luchan por su dignidad y emancipación, mientras
los imperialsionistas luchan por hegemonía, dominación y saqueo de
las riquezas naturales y humanas de toda La Nación. Paradójicamente,
ambos beligerantes antagónicos esgrimen las mismas consignas de
libertad, reforma y democratización, pero con sentidos y propósitos
contrapuestos.
La máxima de la política exterior de EEUU hacia el Medio Oriente
árabe e islámico y su proyecto de reforma y democratización parecen
ser inspirados por el concepto gatopardiano de que: “Tenemos que
cambiarlo todo para que nada cambie y sigamos siendo los amos”. Se
trata de un proceso histórico abierto de conflicto entre la
revolución y la contrarrevolución. La última palabra la dirán los
pueblos que luchan y resisten. Seguro vencerán.
28 FEBRERO DE 2011
[i]
MO:
Surgió desde Gran Bretaña en un contexto geo-militar de la
II Guerra Mundial sin ningún vínculo cultural, civilizatorio
o político. Su génesis es lo puramente militar-operacional.
Abarca ALSHAM (Siria, Líbano, Palestina y Jordania) Egipto,
Turquía, Irán, y Pakistán).
La
Administración dio a conocer el 13 de febrero del 2004 su
plan llamado “GMO”
[i].
El GMO
constituye una expresión de la intención de EEUU de
agregarle al MO: Afganistán, algunas ex repúblicas
soviéticas del Asia Central, algunos países de ambas riberas
del Mar Rojo o algunos del Maghreb. En definitiva abarca
desde Marruecos hasta Pakistán. En la óptica de los
estrategas norteamericanos, el GMO seguirá siendo una zona
de operaciones militares en el contexto de la guerra contra
el ‘terrorismo islámico’.
NGMO:
Una nueva versión del GMO que pretende atomizar el tejido
socio-político-cultural de la región y convertirla en
facciones y grupos étnicos, confesionales y religiosos,
desprovistos de cualquier cultura política patriótica o
nacionalista, para así recomponerla en mini Estados
enajenados y armónicos con Israel, que sería la única
potencia regional hegemónica.
[ii]
(Gharaibeh Ibrahim, reseña del libro (Albright Madelaine,
“El Poder y El Poderoso. Editora Árabe de Ciencias y Harbour
Collins, Beirut, primera versión en árabe, 2007”) publicado
en http://www.aljazeera.net/NR/exeres/896C523C-B3C1-4363-A3BA-57A78F52E717.htm)
[iii]
En su libro “Pox Americana, Denunciando el Imperio
Norteamericano” hablan de “Pox Americana” para referirse a
la propagación de una epidemia viral del imperio americano
que no tiene nada que ver con el establecimiento de la paz
en el mundo.
[iv]
Reece Charles, “Los políticos norteamericanos desprestigian
su país” publicado en http://www.icaws.org/site//modules.php?name=News&file=article&sid=5425&mode=&order=0&thold=0
[v]
Democratización: es el nombre que EE.UU. le asignó a su
intención de imponerles a los demás Estados su cultura
política para reconstruir sus sociedades a imagen y
semejanza del sistema político norteamericano.
[vi]
Frase celebre del conductor del programa Dossier de telesur,
el respetado colega Walter Martinez.
[viii]
Patrimonio cultural árabe e Islámico.
[ix]
Imperialsionismo: Un término nuestro para significar la
identificación y fusión del sionismo cristiano y el sionismo
judío como cultura política del imperialismo especialmente
el de EEUU, generando una nueva entidad en proceso de
gestación y cristalización, como actor principal de las RRII
.
[x]
Nasser Nicola, “visión de Bush: ocupación de Iraq a cambio
de un mini estado palestino prometido”, publicado el 5 de
octubre de 2007 en
http://www.pflp.ps/index.php?action=Aklam&id=578
[xi]
Samara Adel, “sobre el boicot a la Conferencia de las
Fuerzas Populares Palestinas y Arabes opuestas a la
Normalización” publicado por Kanaanonline No. 2258,
publicado el 22 de mayo de 2010, en
http://kanaanonline.org/ebulletin-ar
[xiii]
Hasib Khairoddin, “Sobre la necesidad de un bloque
histórico” publicado el 29 de diciembre de 2006 en el
periódico libanés Assafir.
[xvi]
Francia tiene el antecedente de haber intervenido
militarmente con participación de otros integrantes de la
OTAN en Túnez, en 1980 para liquidar “la rebelión del pan”
en la zona sur del país.
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