Es un tema
difícil de explicar, aunque parezca muy sencillo. El sistema de la
Reserva Federal de Estados Unidos, como fruto del capitalismo en
pleno desarrollo, se crea en el año 1913. Ya Salvador Allende, a
quien todos recordamos como hombre de nuestra época, había cumplido
alrededor de 15 años.
La primera
guerra mundial estalló en 1914, cuando el príncipe heredero del
imperio austro-húngaro, en el corazón del centro y sur de Europa,
fue asesinado en Sarajevo. Canadá era todavía colonia de Gran
Bretaña. La libra esterlina inglesa ostentaba el privilegio de ser
la moneda de pago internacional. Su base metálica era el oro, como
lo había sido hacía más de mil años en la capital del imperio romano
de Oriente, Constantinopla. Los que iniciaron las luchas sangrientas
contra los creyentes musulmanes en el Cercano Oriente, esgrimiendo
pretextos religiosos, eran caballeros feudales de los reinos
cristianos de Europa cuyo verdadero propósito era controlar las
rutas comerciales y otros fines mundanos más groseros que en otra
ocasión podrían abordarse.
Al final de la
primera guerra mundial Estados Unidos participa en la misma, desde
1917, dos años después del hundimiento del buque Lusitania,
cargado de pasajeros norteamericanos que partieron de Nueva York,
por torpedos disparados desde un submarino alemán con absurdas
instrucciones de atacar una nave que portaba las banderas de un país
distante, rico y potencialmente poderoso, cuyo gobierno desde
posiciones de supuesta neutralidad buscaba pretextos para participar
en la contienda junto a Gran Bretaña, Francia y sus aliados. El
ataque se produjo el 7 de mayo de 1915, al atravesar el estrecho de
mar que media entre Irlanda e Inglaterra. En 20 minutos que tardó
para zozobrar, muy pocos pasajeros pudieron abandonar la nave; 1 198
personas que estaban todavía a bordo perdieron la vida.
El crecimiento
de la economía norteamericana después de aquella guerra se mantuvo
sostenidamente, salvo crisis cíclicas que eran resueltas por el
sistema de la Reserva Federal (FED) sin mayores consecuencias.
El 24 de
octubre de 1929, recordado en la historia de Estados Unidos como el
"jueves negro", se desata la crisis económica. El Banco de la
Reserva de Nueva York, que tiene su sede en Wall Street, al igual
que otros grandes bancos y corporaciones, según el criterio del
teórico de la derecha y reputado economista norteamericano Milton
Friedman, Premio Nobel de Economía (1976), reacciona "por instinto"
adoptando las medidas que consideró más correctas: "inyectar dinero
en la circulación." El Banco de la Reserva de Washington,
acostumbrado a la preeminencia de sus criterios, logra imponer
finalmente el criterio opuesto. El Secretario del Tesoro del
presidente Hoover apoya al Banco de la Reserva de Washington. El de
Nueva York termina cediendo. "Pero lo peor aún estaba por llegar",
declara Friedman, quien explica con más claridad que nadie entre
eminentes economistas, varios de ellos de tendencia opuesta, la
secuencia de los hechos, cuando escribe: "Hasta el otoño de 1930 la
recesión de la actividad económica, a pesar de ser grave, no se vio
afectada por dificultades financieras o por las peticiones de los
depositantes intentando retirar los depósitos. El carácter de la
recesión cambió drásticamente cuando una serie de bancarrotas en el
medio Oeste y en el Sur de Estados Unidos minaron la confianza en
los bancos y trajeron consigo numerosos intentos de convertir los
depósitos bancarios en dinero efectivo."
"El 11 de
diciembre de 1930 cerró el Banco de Estados Unidos. Corresponde a la
fecha crítica. Era el banco comercial mayor que hasta la fecha se
había hundido en la historia norteamericana."
Sólo en el mes
de diciembre de 1930 cerraron sus puertas 352 bancos. "La FED podría
haber llegado a una solución mejor comprando a gran escala en el
mercado abierto títulos de la deuda pública."
"En septiembre
de 1931, fecha en que Gran Bretaña abandonó el patrón oro, aquel
siguió una política incluso más negativa."
"El sistema
reaccionó tras dos años de dura represión, aumentando el tipo de
interés a un nivel nunca alcanzado en su historia."
Téngase en
cuenta que Friedman refleja un criterio que todavía prevalece en las
esferas oficiales de Estados Unidos casi 80 años después.
"En 1932 la
FED, presionada por el Congreso, concluyó su período de sesiones y
canceló enseguida su programa de compras."
"El episodio
final fue el pánico bancario de 1933."
"El miedo se
intensificó durante el interregno entre Herbert Hoover y el de
Franklin D. Roosevelt, elegido el 8 de noviembre de 1932, pero cuya
toma de posesión no se efectuó hasta el 4 de marzo de 1933. El
primero no deseaba tomar medidas drásticas sin la cooperación del
nuevo presidente, mientras Roosevelt por su parte no quería asumir
ninguna responsabilidad hasta haber jurado el cargo."
El episodio nos
recuerda lo que ocurre hoy con el presidente electo el 4 de
noviembre en las recientes elecciones hace menos de un mes, Barack
Obama, que sucederá a Bush el 20 de enero de 2009. Sólo ha cambiado
el período de interregno, que en la época de 1930 duraba no más de
117 días y en la actualidad no más de 77.
En el momento
de mayor auge económico, señala Friedman, existían en Estados Unidos
hasta 25 mil bancos. Al inicio del año 1933 la cifra se había
reducido a 18 mil.
"Cuando el
presidente Roosevelt decidió terminar con el cierre bancario, 10
días después de que hubiera comenzado —dijo Friedman—, algo menos de
12 mil bancos fueron autorizados a abrir sus puertas, a los que se
unieron más tarde únicamente 3 mil. Por tanto, en conjunto, unos 10
mil de los 25 mil bancos existentes en 1929 desaparecieron durante
estos cuatro años, mediante procesos de quiebra, fusión o
liquidación."
"El cierre de
las empresas, la reducción de la producción, el desempleo creciente,
todo alimentaba el nerviosismo y el miedo."
"Una vez la
depresión en marcha, se transmitió a otros países y se produjo, por
supuesto, una influencia refleja; otro ejemplo de la realimentación
tan omnipresente en una economía compleja", concluye Friedman.
El mundo de
1933 del cual él habló en su libro no se parece en nada al que
existe hoy, absolutamente globalizado, constituido por más de 190
Estados representados en la ONU, cuyos habitantes están todos
amenazados por riesgos que los científicos, aun los más optimistas,
no pueden ignorar y que un creciente número de personas conocen y
comparten, incluso prominentes políticos norteamericanos.
El eco de la
repercusión de la actual crisis se aprecia en los esfuerzos
desesperados de importantes líderes mundiales.
La agencia
Xinhua informa que el presidente Hu Jintao, de la República Popular
China, un país de sostenido crecimiento en los últimos años por
encima de dos dígitos, advirtió ayer que "China se encuentra bajo
una creciente presión por su enorme población, recursos limitados y
problemas medioambientales". Se trata del único país que sabemos
cuenta con reservas en divisas ascendentes a casi dos millones de
millones de dólares. El dirigente chino enumera "una serie de pasos
imprescindibles para proteger los intereses fundamentales de la
población y preservar el medio ambiente en la estrategia de
industrialización y modernización de China". Señaló, por último, que
"con la propagación de la crisis financiera la demanda mundial de
productos se ha reducido considerablemente".
Con estas
palabras del líder del país más poblado del planeta, no es necesario
añadir más argumentos sobre la profundidad de la actual crisis.
Fidel
Castro Ruz
Noviembre 30 de 2008
6 y
15 p.m. |