Lo había observado durante las numerosas actividades que
como Presidente de la Federación Rusa ha realizado durante
las últimas semanas, a partir de la agudización de la crisis
financiera que azota al mundo. La Federación Rusa es uno de
los más poderosos Estados de la comunidad internacional a
pesar de la desintegración de la URSS.
En sus intervenciones, el Presidente ruso se caracteriza por
la precisión, claridad y brevedad de sus palabras. No hay
tema que eluda, ni pregunta que deje sin responder. Posee
conocimientos amplios. Persuade a los oyentes. Quienes
discrepan lo respetan.
Expresó sus deseos de conversar conmigo durante su visita.
Fue para mí un honor, y tuve la seguridad de que
sería un encuentro agradable.
Los últimos meses han sido de sorprendentes cambios y
situaciones nuevas. Los yanquis lanzaron sus acciones
ilegales sobre Osetia del Sur y Abjazia, dos
países que no tienen nada que ver con Georgia, armada
hasta los dientes por los Estados Unidos, que alentaron y
prepararon a los hombres y suministraron las armas para
atacar a las fuerzas rusas que legalmente estaban allí para
evitar los derramamientos de sangre que se estaban
produciendo, un hecho reconocido por la comunidad
internacional y pendiente de solución. De la aventurera
guerra de Iraq se movían, como refuerzo de los atacantes,
dos mil mercenarios georgianos al servicio de la infame
guerra de conquista yanqui en busca de petróleo.
La voz serena, pero firme de Medvedev, recién electo
presidente de la Federación Rusa, se hizo sentir con fuerza.
Otro cambio importante fue la elección del nuevo presidente
de Estados Unidos, Barack Obama, de piel negra, cansado de
la carnicería implantada en Iraq por Bush, y sobre todo
disgustado con la forma errática con que este enfrentaba y
agudizaba la crisis financiera, cada vez más grave y
potencialmente más peligrosa para la economía de ese país y
del mundo.
Los hechos tenían lugar simultáneamente con las elecciones
generales en Paraguay y el Referendo en Ecuador, ambos
de gran trascendencia; las elecciones regionales en
Nicaragua, y de modo especial en Venezuela, que configuraban
un cuadro de creciente desacato al hegemonismo asfixiante
del imperio. Coincidentes con tales acontecimientos, se
celebraron reuniones en Washington y Lima de los miembros
del G-20 y G-21. Los Presidentes de Rusia y de China,
dos baluartes insoslayables del escenario mundial, estaban
presentes en ambas reuniones junto a los líderes de decenas
de Estados de los cinco continentes que participaron y con
muchos de los cuales intercambiaron.
Al regresar de Perú después de su visita a Brasil, Medvedev
viajó a Venezuela, donde coincidió con la reunión del ALBA
en Caracas, con cuyos representantes de alto nivel se reunió
para satisfacción de todos.
A su vez, un destacamento naval ruso arribaba a ese hermano
país. No es difícil comprender la importancia de la
presencia en tales actividades del ilustre visitante con el
que me reuní en la mañana de hoy viernes.
Para mí era de sumo interés conocer sus impresiones acerca
de los acontecimientos señalados.
La reunión duró esta vez sólo una hora y 15 minutos. Llegó
acompañado por Ricardo Cabrisas, vicepresidente del gobierno
cubano responsabilizado con las negociaciones de Cuba con
Rusia, China y Venezuela, los tres pilares más importantes
de nuestro intercambio comercial en estos momentos, que el
poderoso imperio no ha podido bloquear.
No dejé de abordar con él un solo punto esencial, desde
nuestras posiciones, respecto a Estados Unidos, donde no
cabe la idea de que aceptemos la política de garrote y
zanahoria ni de que renunciemos a la devolución de hasta el
último metro cuadrado del territorio de Guantánamo ocupado
por la fuerza en nuestro país.
Le reiteré nuestra política paciente y pacífica, pero sin
descuidar nunca nuestra capacidad defensiva frente a un
potencial agresor. Ningún país comprendería mejor esta
política que Rusia, constantemente amenazada por el mismo
adversario de la paz.
De igual o mayor importancia todavía fue la expresión de
nuestras ideas sobre los graves problemas inmediatos en
campos cruciales que hoy enfrentan los pueblos, en su
búsqueda de un mundo multipolar que garantice el desarrollo
sostenido y pacífico.
La agenda parece extensa, y sin embargo ambos
intercambiamos sobre estos temas, una buena prueba de que
todavía, a pesar de su complejidad, los problemas del mundo
pueden ser abordados antes de que se vuelvan inmanejables.
Para mí el encuentro constituyó un gran estímulo. Quedé con
un alto concepto sobre la capacidad intelectual de Medvedev,
que ya había imaginado en él. Es el más joven entre los más
importantes jefes de Estado del mundo, el que a su vez
abarca el más extenso territorio.
¡Con cuánta emoción escuchábamos en todas partes el himno
ruso, bajo cuyas notas el pueblo heroico de Rusia derramó la
sangre de muchos millones de hombres y mujeres, sin cuyo
sacrificio no se habría obtenido la victoria sobre el
nazi-fascismo!
Fidel Castro Ruz
28 de noviembre de 2008
7 y 23 p.m. |