Mañana será un
día de gran importancia. La opinión mundial estará atenta de lo que
en Estados Unidos ocurra con las elecciones. Se trata de la nación
más poderosa del planeta. Con menos del 5 por ciento de la población
del mundo succiona cada año enormes cantidades de petróleo y gas,
minerales, materias primas, bienes de consumo y productos
sofisticados procedentes del exterior; muchos de ellos, en especial
los combustibles y los extraídos de las minas, que no son
renovables.
Es el mayor
productor y exportador de armas. El complejo militar industrial
cuenta, además, con un insaciable mercado en el propio país. Sus
fuerzas aéreas y navales se concentran en decenas de bases militares
ubicadas en el territorio de otras naciones. Los cohetes
estratégicos de Estados Unidos, portadores de cabezas nucleares,
pueden alcanzar con total precisión cualquier punto del mundo.
Muchas de las
mejores inteligencias del planeta son sustraídas de sus países de
origen y puestas al servicio del sistema. Es un imperio parasitario
y saqueador.
Como se conoce,
la población negra introducida a través de la esclavitud en el
territorio de Estados Unidos a lo largo de siglos, es víctima de una
fuerte discriminación racial.
Obama,
candidato demócrata, es en parte de origen negro, y en él predominan
el color oscuro y otros rasgos físicos de dicha raza. Pudo estudiar
en un centro de educación superior donde se graduó con notas
brillantes. Es sin duda más inteligente, culto y ecuánime que su
adversario republicano.
Analizo las
elecciones de mañana cuando el mundo sufre una grave crisis
financiera, la peor desde los años 30, entre otras muchas que a lo
largo de más de tres cuartos de siglo han afectado seriamente la
economía de numerosos países.
Los órganos
internacionales de prensa, los analistas y comentaristas políticos,
emplean parte del tiempo en el tema. Se considera a Obama como el
mejor orador político de Estados Unidos en las últimas décadas. Su
compatriota Toni Morrison, Premio Nobel de Literatura del año 1993,
la primera de su etnia nacida en Estados Unidos que obtiene ese
laureado título, y excelente escritora, lo califica de futuro
Presidente y poeta de esa nación.
He observado la
lucha entre ambos contendientes. El candidato negro, que tanto
asombró al obtener su nominación en la pugna frente a fuertes
adversarios, tiene bien articuladas sus ideas y golpea una y otra
vez con ellas en la mente de los votantes. No vacila en afirmar que
por encima de todo, más que republicanos y demócratas, son
estadounidenses, ciudadanos que califica como los más productivos
del mundo; que reducirá los impuestos a la clase media, en la que
incluye a casi todos; los eliminará a los más pobres, y los elevará
a los más ricos. Los ingresos no estarán destinados a salvar a los
bancos.
Reitera una y
otra vez que los gastos ruinosos de la guerra de Bush en Iraq no
deben ser costeados por los contribuyentes norteamericanos. Le
pondrá fin y traerá de regreso a los soldados de Estados Unidos. Tal
vez tuvo presente que ese país nada tuvo que ver con los atentados
terroristas del 11 de septiembre de 2001. Ha costado la sangre de
miles de soldados de Estados Unidos, muertos o heridos en los
combates, y más de un millón de vidas a esa nación musulmana. Fue
una guerra de conquista impuesta por el imperio en busca de petróleo.
Ante la crisis
financiera desatada y sus consecuencias, a los ciudadanos
norteamericanos les preocupa más en estos instantes la economía que
la guerra de Iraq. Los atormenta la preocupación por sus puestos de
trabajo, la seguridad de los ahorros depositados en los bancos, los
fondos de jubilación; el temor de perder el poder adquisitivo de su
dinero y las viviendas donde residen con sus familiares. Desean la
seguridad de recibir en cualquier circunstancia los servicios
médicos adecuados y la garantía del derecho a que sus hijos reciban
educación superior.
Obama es
desafiante, pienso que ha corrido y correrá crecientes riesgos en el
país donde un extremista puede adquirir por ley un arma sofisticada
moderna en cualquier esquina como en la primera mitad del siglo
XVIII al Oeste del territorio de Estados Unidos. Apoya su sistema y
se apoyará en él. La preocupación por los agobiantes problemas del
mundo no ocupan realmente un lugar importante en la mente de Obama,
y mucho menos en la del candidato que, como piloto de guerra,
descargó decenas de toneladas de bombas sobre la ciudad de Hanoi, a
más de 15 mil kilómetros de Washington, sin remordimiento alguno de
conciencia.
Cuando el
pasado jueves 30 le escribí a Lula, además de lo que conté en la
reflexión del 31 de octubre, le expresé textualmente en mi carta:
"El racismo y la discriminación existen en la sociedad
estadounidense desde que nació, hace más de dos siglos. Negros y
latinoamericanos han sido allí siempre discriminados. Sus ciudadanos
fueron educados en el consumismo. La humanidad está objetivamente
amenazada por sus armas de exterminio masivo."
"Al pueblo de
Estados Unidos le preocupa más la economía que la guerra de Iraq.
McCain es viejo, belicoso, inculto, poco inteligente y sin salud."
Finalmente le
añadí: "Si mis cálculos estuvieran equivocados, el racismo de todas
formas se impusiera y el candidato republicano obtuviese la
Presidencia, el peligro de guerra se incrementaría y las
oportunidades de los pueblos para salir adelante se reducirían. A
pesar de todo, hay que luchar y crear conciencia sobre esto, gane
quien gane esas elecciones."
Cuando esta
opinión que sostengo se publique mañana, nadie tendrá ya tiempo para
decir que escribí algo que pueda ser utilizado por alguno de los
candidatos en favor de su campaña. Debía ser, y he sido, neutral en
la contienda electoral. No es "una injerencia en los asuntos
internos de Estados Unidos", como diría el Departamento de Estado,
tan respetuoso de la soberanía de los demás países.
Fidel Castro
Ruz
Noviembre 3 de 2008
4 y 10 p.m. |