(Primera Parte)
Toda la prensa
internacional habla del huracán económico que azota al mundo. Muchos
lo presentan como un fenómeno nuevo. Para nosotros no es nuevo,
estaba previsto. Prefiero abordar hoy otro tema actual de gran
interés también para nuestro pueblo.
Cuando escribí
la reflexión sobre Cangamba, no conocía el magnífico libro
del periodista e investigador cuyos apellidos consigno en el título
de esta que ahora publico; había visto únicamente el filme
Kangamba, que tan emotivos recuerdos removió en mí. Una y otra
vez rememoraba la frase: ¡Los que cayeron en Cangamba no murieron en
vano!
Era el mismo
propósito que inspiraba mi mensaje, el 12 de agosto de 1983, al Jefe
de la Misión Militar cubana en Angola.
Al amanecer, el
enemigo se había retirado del campo de batalla, donde el número de
sus efectivos ascendía a más de 3 mil hombres armados y asesorados
por los racistas sudafricanos, que desde el 2 de agosto venían
atacando día y noche las trincheras, ocupadas por alrededor de 600
angolanos de la 32 brigada FAPLA y 84 internacionalistas cubanos,
más un refuerzo de 102 hombres enviados desde la región militar de
Luena. Luchaban allí sin descanso angolanos y cubanos privados de
agua y alimentos, habiendo sufrido 78 bajas mortales y 204 heridos,
de ellos 18 muertos y 27 heridos eran cubanos. Al iniciar la
retirada, los atacantes perdieron casi todas sus armas y municiones
y sufrieron grandes bajas. Las dos mejores brigadas de la UNITA
fueron puestas fuera de combate.
El libro de
Jorge Martín Blandino se publicó el año 2007, cuando por razones de
salud yo no estaba ya en la primera línea. Fue fruto de una larga
investigación y de conversaciones con muchos de los que fueron
protagonistas de los hechos, así como de la consulta de 34 libros
que abordan el tema, algunos de ellos escritos por "oficiales
sudafricanos de la época del apartheid" o personas que,
engañadas, fueron colaboradoras de la UNITA.
En uno de los
más interesantes capítulos se afirma:
"Esa noche,
cuando el reloj marca las 14:00 horas en La Habana y las 19:00 en
Luanda, se conversa una vez más con la Misión Militar de Cuba en
Angola. Concluido el intercambio por vía telefónica, de inmediato se
envía el cable que da forma legal a las indicaciones impartidas, las
cuales reafirman la decisión tomada anteriormente: evacuar de manera
urgente a todos los cubanos de Cangamba; tratar de convencer a los
angolanos de que hicieran lo mismo; mantener la exploración en los
accesos al poblado y prestar atención a los movimientos de tropas
del enemigo en la provincia de Moxico.
"... En Luanda,
a las 9:00 horas, se presentan a una reunión con el presidente José
Eduardo dos Santos el embajador cubano Puente Ferro y el jefe del
Estado Mayor de la Misión Militar cubana en Angola, coronel Amels
Escalante. Para sorpresa de los dos cubanos, allí está también el
jefe de la Misión Militar soviética, general Konstantín.
Inmediatamente después llegan el Ministro de Defensa de Angola y el
coronel N’Dalu, jefe del Estado Mayor General de las FAPLA.
"Primero entra
al despacho presidencial el embajador, y hace entrega oficial del
mensaje enviado a Dos Santos por el Comandante en Jefe.
Posteriormente, pasa el coronel Escalante y explica en detalles la
apreciación realizada por la máxima dirección cubana respecto a la
situación actual en el plano militar, que fundamenta la decisión de
evacuar a los internacionalistas de Cangamba, la propuesta de hacer
lo mismo de inmediato con los combatientes de las FAPLA y detener la
operación en marcha en la provincia de Moxico.
"El Presidente
expresa su acuerdo con Fidel, e indica que hagan pasar al general
Konstantín. El jefe de la Misión Militar soviética solicita la
palabra y emite una opinión que causa sorpresa y también disgusto
entre los cubanos. Plantea que, como política, a lo mejor podría
aceptar la idea, pero como militar no está de acuerdo con detener la
operación, pues a su juicio están creadas las condiciones para
explotar el éxito, por ejemplo, con la introducción en combate de
más fuerzas, incluida la brigada de desembarco y asalto que acaba de
llegar de Cuba."
"El coronel
Amels Escalante le recuerda las muchas dificultades surgidas con los
suministros durante los difíciles días del ataque enemigo a la aldea.
El militar soviético apela al reciente arribo de un avión IL 76,
cargado de cohetes C 5, a lo que el cubano contesta recordándole que
antes hubo que traerlos desde Cuba, pues en el momento necesario no
se contó con ellos. Ante el cariz que toma la reunión, Dos Santos
opta por darla por terminada y postergar la toma de una decisión
definitiva.
"Pocas horas
después, al mediodía, el general Konstantín se presenta en la
jefatura de la Misión Militar cubana. Pide disculpas por la forma en
que había expresado sus criterios en la reunión con el Presidente y
reconoce que antes de emitir una opinión como esa, debió estudiar
profundamente la situación creada."
La explicación
del historiador es clarísima. La embarazosa situación se había
creado y era realmente seria por sus implicaciones en cualquier
sentido. Todo estaba en riesgo, y se hizo necesaria una fuerte dosis
de firmeza y sangre fría por parte del mando cubano.
En el propio
libro, tomando distintos momentos del mismo, se va explicando la
esencia:
"Coronel N’Dalu:
"No hay unidad
de pensamiento y cuando existe ese problema unos tienen una idea y
otros... Se da gran importancia a hablar de ‘soberanía’, pero es
difícil tener tanto territorio, no tenemos tropas suficientes. No es
solamente Cangamba, hay muchas posiciones que en realidad se está
allí para decir que estamos, pero estratégicamente no tienen
importancia. Podemos esperar para más tarde hacer otras ofensivas.
Discutimos entre nosotros en el Estado Mayor, con el Ministro de
Defensa, y no hay unidad de criterios. Por eso, en determinado
momento algunas decisiones demoran porque hay que convencer a las
personas, ya que si una unidad se retira y acontece algo, los otros
dicen: ‘Ocurrió por culpa de los que pidieron la retirada’; si se
queda y pasa algo: ‘los culpables son los que dijeron que las tropas
se mantuvieran’. Realmente nosotros debemos defender las áreas más
pobladas, de mayor interés económico y social, y dejar para más
tarde los territorios que, estando allí la UNITA o nosotros, la
balanza no cambia. Ellos dicen que controlan, pero en realidad no
están allí, lo que sí saben que nosotros no estamos tampoco."
El autor reseña
los documentos oficiales del MINFAR:
"El Comandante
en Jefe, después de meditar un breve tiempo, indica transmitir al
jefe de la Misión Militar cubana los siguientes argumentos. Se
pregunta qué sentido tiene ahora permanecer en Cangamba. Ha quedado
demostrado que la cifra de helicópteros y aviones de combate y
transporte existentes en Angola, al igual que los aseguramientos
disponibles para estos, resultan insuficientes para garantizar el
apoyo a una operación de gran envergadura a la enorme distancia de
las bases aéreas a que se encuentra la pequeña aldea. Más complejo
aún resulta, como se ha visto en la práctica, garantizar el avance
por tierra de tropas de refuerzo, también ubicadas a cientos de
kilómetros que hay que recorrer por caminos intransitables e
infestados de enemigos. Si extraordinariamente difícil ha sido
desplazar los destacamentos blindados en la temporada de seca, no
puede ni soñarse con un movimiento de tal magnitud en la época de
lluvias que ya se aproxima.
"Se ha obtenido
un gran éxito, y no sería racional aspirar a más en este momento...
Medita sobre los días amargos pasados durante el cerco y peligro de
aniquilamiento del pequeño grupo de internacionalistas, y alerta
sobre la necesidad de ser realistas y no dejarse arrastrar por la
euforia que siempre acompaña al triunfo: ‘No podemos dejar que la
victoria se convierta en un revés’.
"El jefe de la
Misión Militar cubana muestra su acuerdo, y se decide la rápida
evacuación de los internacionalistas cubanos destacados en Cangamba.
Inmediatamente, el Comandante en Jefe redacta un mensaje personal
dirigido al presidente de Angola, José Eduardo dos Santos" (el
impugnado por el general Konstantín), "en el que, a partir de los
mismos razonamientos compartidos con el general de división Cintra
Frías, le plantea la necesidad de que las FAPLA también evacuen las
aldeas de Cangamba y Tempué, a la vez, lo perentorio que resulta
fortalecer la defensa de Luena, Lucusse y Kuito Bie. Ante la
realidad existente, le comunica la decisión de retirar a todos los
cubanos de Cangamba en un breve plazo. También le sugiere posponer
hasta la próxima temporada seca cualquier acción ofensiva en la
región de Moxico, y concentrar por el momento los esfuerzos en la
lucha contra el enemigo en el inmenso territorio que separa a la
ciudad de Luanda de la línea que defienden las tropas
internacionalistas cubanas en el sur del país, zona que la UNITA
considera su segundo frente estratégico.
"A la vez, el
coronel Amels Escalante comunica al jefe del Estado Mayor General de
las FAPLA y al jefe de la Misión Militar soviética en Angola, la
decisión del Comandante en Jefe de detener la operación que
desarrollan las tropas internacionalistas cubanas, ante las
dificultades con el desplazamiento de las columnas, los problemas de
aseguramiento, sobre todo para la aviación, y la proximidad de la
temporada de lluvias. Poco después el embajador Puente Ferro y el
coronel Escalante se reúnen con el Ministro de Defensa para
transmitirle la misma información."
El coronel
Amels Escalante tenía esperanza de que el coronel N’Dalu, jefe del
Estado Mayor de las FAPLA, comprendiera la necesidad de retirarse de
Cangamba.
El general de
ejército angolano Kundi Payhama, combatiente angolano de
excepcionales méritos, le contó al autor: "Había hermandad, había
fraternidad, y todo lo que se hacía aquí, se hacía con un sentido
diferente. La amistad, el cariño, el sacrificio, la entrega de los
compañeros cubanos al dejar aquí su sudor, su sangre, no tiene
precio. Que se diga que somos hermanos de facto y eternamente. No
hay nada, nada en este mundo que justifique que algo se meta en
medio de la amistad entre Angola y Cuba."
Prosigue en el
Granma del lunes.
Fidel Castro
Ruz
Octubre 9 de 2008
5 y 46 p.m. |