Se
conoce que en los países industrializados y ricos las personas
invierten en alimentos, como promedio, alrededor del 25 por ciento
de sus ingresos. Los que pertenecen a los pueblos que fueron
mantenidos por aquellos en el subdesarrollo económico, requieren
para este fin hasta el 80 por ciento de sus ingresos. Muchos pasan
hambre física y sufren enormes diferencias sociales. Las tasas de
desempleo son, como norma, dos o tres veces mayores; la mortalidad
infantil se expresa en proporciones todavía más altas, y la
perspectiva de vida se reduce hasta dos tercios de la que disfrutan
aquellos. El sistema es sencillamente genocida.
En la
reflexión que escribí hace tres días, dije: “Nuestro país ha
demostrado que puede resistir a todas las presiones y ayudar a otros
pueblos.” ¿Puede Europa afirmar lo mismo?
En el
informe publicado por la UNESCO ayer 20 de junio, se afirma que
Cuba, entre todos los países de América Latina, ocupa el primer
lugar tanto en matemáticas y lectura de tercer grado, como en
matemáticas y ciencias de sexto grado, entre más de 200 mil niños de
16 países examinados a lo largo de dos años, con más de 100
puntos por encima de la media regional. Es la segunda vez que la
UNESCO otorga ese reconocimiento a nuestra patria.
Se
comprenderá que ningún país donde los derechos humanos sean
sistemáticamente violados alcanzaría tan elevados niveles de
conocimiento.
¿Por
qué se bloquea a Cuba durante 50 años?
¿Por
qué se le calumnia?
¿Por
qué se le obstaculiza todo acceso a la información técnica y
científica?
¿Por
qué se le quiere conducir a un sistema económico y social
insostenible, que no ofrece solución alguna a los problemas de la
humanidad?
Por
algo millones de ciudadanos bolivianos, ecuatorianos, uruguayos,
argentinos, brasileños, centroamericanos y otros de América Latina
han emigrado a Europa, de donde ahora podrían ser brutalmente
devueltos a sus países de origen si no cumplen todos los requisitos
que la nueva ley antiinmigrante exige.
Lo
que es peor: una cifra varias veces mayor de ciudadanos de México,
Centro y Suramérica han emigrado a Estados Unidos cruzando
fronteras, muros y mares, sin documentación alguna ni Ley de Ajuste
que los privilegie y estimule a emigrar, y de los cuales mueren más
de 500 cada año. Adicionalmente, miles perecen cada año en México y
Centroamérica, víctimas del crimen organizado, en la disputa por el
mercado de drogas de Estados Unidos, cuyo consumo las más altas
autoridades de ese país no son capaces ni quieren combatir.
El
subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos declaró que el tráfico
de personas es el segundo rubro ilegal más lucrativo. Cuando se
trata de cubanos, las ganancias son comparables a las del
narcotráfico: “Cobran hasta 10 000 dólares por individuo.”
El
dinero procede de Estados Unidos. Pienso que México no puede
convertirse en paraíso del tráfico de inmigrantes, cuando hasta los
propios guardacostas norteamericanos interceptan y devuelven los que
son capturados en el mar.
México no está obligado a permitir que le impongan una versión de la
política de pies secos y pies mojados.
En
Cuba no existe el crimen organizado ni la impunidad para el tráfico
de drogas. Lo ha combatido con eficacia sin ensangrentar la
nación. Solo por cinismo el gobierno de Estados Unidos no lo
reconoce.
No
escribí ninguna diatriba contra Europa, dije sencillamente la
verdad. Si esta ofende, no es mi culpa.
Por
ahorrar espacio, en la reflexión de ayer no mencioné siquiera la
exportación de armas, los gastos militares y las aventuras bélicas
de la OTAN, a las que se añaden los vuelos secretos y la complicidad
de Europa con las torturas del gobierno de Estados Unidos.
Ignoro si alguien fue arrestado en cualquier punto del país por
violar alguna ley. Nada tiene que ver con la reflexión que solicité
se divulgara sólo por Cubadebate. Relacionar ambas cosas es
arbitrario. Utilizaré ese sitio en Internet al ritmo que
considere pertinente. No abusaré de la paciencia de nadie. No cobro
un centavo, mi trabajo es gratuito.
No
soy ni seré nunca jefe de fracción o grupo.
No hablo como Primer Secretario del
Partido, cargo que delegué hace rato. Ostento como un honor el de
Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. No puede
deducirse, por tanto, que haya pugnas dentro del Partido. Escribo
porque sigo luchando, y lo hago en nombre de las convicciones que
defendí toda mi vida.
Fidel
Castro Ruz
21 de
junio de 2008
1 y
34 p.m. |