La
desprestigiada forma de suspender las sanciones a Cuba que acaba de
adoptar la Unión Europea el 19 de junio ha sido abordada por 16
despachos internacionales de prensa. No implica en lo absoluto
consecuencia económica alguna para nuestro país. Por el contrario,
las leyes extraterritoriales de Estados Unidos y, por lo tanto, su
bloqueo económico y financiero continúan plenamente vigentes.
A mi edad y en
mi estado de salud, uno no sabe qué tiempo va a vivir, pero desde
ahora deseo consignar mi desprecio por la enorme hipocresía que
encierra tal decisión. Esto se hace aún más evidente cuando
coincide con la brutal medida europea de expulsar a los inmigrantes
no autorizados procedentes de los países latinoamericanos, en
algunos de los cuales la población en su mayoría es de origen
europeo. Los emigrantes son además fruto de la explotación
colonial, semicolonial y capitalista.
A Cuba, en
nombre de los derechos humanos, le exigen la impunidad de los que
pretenden entregar, atados de pies y manos, la patria y el pueblo al
imperialismo.
Hasta las
propias autoridades de México tienen que reconocer que la mafia de
Miami, al servicio del gobierno de Estados Unidos, le arrebató por
la fuerza ―o compró― a un importante contingente de agentes
migratorios de ese país a decenas de inmigrantes ilegales arrestados
en Quintana Roo, entre ellos niños inocentes transportados a la
fuerza por riesgosos mares y hasta madres forzadas a emigrar. Los
traficantes de personas como los de drogas, que disponen a su antojo
del mayor y más codiciado mercado del mundo, han puesto en riesgo la
autoridad y la moral que necesita cualquier gobierno para dirigir el
Estado, derramando sangre latinoamericana por todas partes, sin
contar los que mueren por emigrar a través del humillante muro
fronterizo sobre lo que fue territorio de México.
La crisis de
los alimentos y de la energía, los cambios climáticos y la inflación
acosan a las naciones. La impotencia política reina, la ignorancia
y las ilusiones tienden a generalizarse. Ninguno de los gobiernos,
y menos aún los de la República Checa y Suecia, que eran renuentes a
la decisión de la Unión Europea, podrían responder de forma
coherente a las interrogantes que están sobre el tapete.
Mientras tanto,
en Cuba los mercenarios y vendepatrias al servicio del imperio se
halan los pelos y rasgan sus vestiduras en defensa de los derechos
de traición e impunidad.
Tengo muchas
cosas que decir, mas por hoy basta. No deseo molestar, pero vivo y
pienso.
Divulgaré esta
Reflexión solo por la vía de Internet hoy viernes 20 de junio de
2008.
Fidel
Castro
20 de
junio de 2008
1 y
55 p.m. |