Querido compañero Alarcón:
Te ruego que al iniciar la sesión de la mañana, leas el
siguiente mensaje a la Asamblea Nacional.
Un fuerte abrazo,
Fidel Castro Ruz
Diciembre 27 de 2007
8 y 40 p.m.
Compañeros de la Asamblea Nacional:
Es muy duro el trabajo de ustedes. Frente a las necesidades
acumuladas y crecientes que nuestra sociedad heredó de la
neocolonia yanqui el 1º de enero de 1959, muchos soñábamos
crear un país con justicia plena e independencia total. En
la ardua y desigual lucha, llegó un momento en que nos
quedamos solos.
Es legítimo nuestro orgullo cuando estamos próximos a
cumplir 50 años del triunfo, porque hemos resistido durante
casi medio siglo al imperio más poderoso que se ha creado en
la historia. En la Proclama que suscribí el 31 de julio de
2006, ninguno de ustedes vio jamás acto alguno de nepotismo
ni usurpación de las funciones del Parlamento. En ese año
difícil y a la vez prometedor de la Revolución, la unidad
del pueblo, el Partido y el Estado eran requisito esencial
para seguir adelante y enfrentar la
amenaza declarada de una intervención militar enemiga por
parte de Estados Unidos.
En la visita que el pasado 24 de diciembre realizó el
compañero Raúl a varios distritos del municipio que me hizo
el honor de postularme como candidato al Parlamento, se
percató de que todos los miembros del grupo numeroso
de la candidatura de la población que abarcaba el distrito
que en el pasado se había hecho famoso por su combatividad,
aunque de muy baja escolaridad, eran graduados de alto
nivel, lo cual le emocionó profundamente, como él mismo
narró a nuestra televisión.
Los cuadros del Partido, el Estado, el Gobierno y las
organizaciones de masas se enfrentan a nuevos problemas, en
su trato con el pueblo inteligente, observador y culto, que
detesta trabas burocráticas y explicaciones mecánicas. En el
fondo cada ciudadano libra su propia batalla contra la
tendencia innata del ser humano a seguir el instinto de
supervivencia, una ley natural que rige la vida.
Todos nacemos signados por ese instinto que la ciencia
define como algo elemental. Chocar con él es bueno porque
nos lleva a la dialéctica y a la lucha constante y
desinteresada; nos hace más martianos y verdaderamente
comunistas.
Lo que más ha destacado la prensa internacional sobre Cuba
en días pasados, fue la frase en que expresé el 17 de este
mes en carta al Director de la Mesa Redonda de la televisión
cubana, que no soy una persona aferrada al poder. Puedo
añadir que lo fui un tiempo por exceso de juventud y escasez
de conciencia, cuando sin preceptor alguno iba saliendo de
mi ignorancia política y me convertí en socialista utópico.
Era una etapa en que creía conocer lo que debía hacerse,
¡y deseaba poder hacerlo! ¿Qué me hizo cambiar?: la
propia vida, a medida que profundizaba en el pensamiento de
Martí y de los clásicos del socialismo. Mientras más luchaba
más me identificaba con tales objetivos y mucho antes del
triunfo pensaba ya que mi deber era luchar por éstos o morir
en el combate.
Por otro lado, nos acechan grandes peligros que amenazan a
la especie humana. Es algo que se hizo cada vez más evidente
para mí desde que por primera vez previne en Río de Janeiro
que una especie estaba en riesgo de desaparecer como
consecuencia de la destrucción de sus condiciones naturales
de vida, hace más de 15 años, en junio de 1992. Últimamente,
día por día, es cada vez mayor el número de los que
comprenden este riesgo real.
Un libro reciente de Joseph Stiglitz, que fue vicepresidente
del Banco Mundial y asesor económico principal del
presidente Clinton hasta el año 2001, Premio Nobel y
bestseller en Estados Unidos, aporta datos actuales sobre el
tema que son irrebatibles. Denuncia que Estados Unidos, país
que no suscribió el Convenio de Kyoto, es el mayor emisor de
dióxido de carbono, lanzando cada año al espacio 6 mil
millones de toneladas que trastornan la atmósfera, sin la
cual es imposible la vida. A esto se añade la condición de
ser el mayor aportador de otros gases de efecto invernadero.
Pocas personas conocen estos datos. El propio sistema
económico que impuso el derroche insostenible de energía,
impide que ese libro de Stiglitz se divulgue: su magnífica
edición se limita a unos pocos miles para garantizar las
ganancias. Es una exigencia del mercado sin el cual la
empresa editora no podría existir.
Hoy se conoce que la vida en la Tierra ha sido protegida por
la capa de ozono, ubicada en el anillo exterior entre 15 y
50 kilómetros de altura en la zona conocida como
estratósfera, que sirve de escudo al planeta contra las
radiaciones solares que pueden ser dañinas. Hay gases de
efecto invernadero que tienen más poder de calentamiento que
el dióxido de carbono y amplían el agujero de la capa de
ozono sobre la Antártida, que cada primavera pierde hasta el
70 por ciento de su volumen, un fenómeno que viene
produciéndose progresivamente, causado por el hombre. Para
que se tenga una idea clara, basta señalar que el carbono
promedio per cápita que emite el mundo es de 4.37 toneladas
métricas. En el caso de Estados Unidos el promedio es
de 20.14, casi 5 veces más. En África es de 1.17, en Asia y
Oceanía 2.87.
La capa de ozono, en resumen, protege de las radiaciones
ultravioletas y calóricas que afectan el sistema
inmunológico, la vista, la piel y la vida de los seres
humanos. En condiciones extremas, si es destruida por el
hombre esa capa, afectaría toda forma de vida en el planeta.
Otros problemas ajenos a nuestra patria, o a cualquier otra
en condiciones similares, nos amenazan. Una
contrarrevolución victoriosa sería horrible, peor que la
tragedia que sufrió Indonesia. Sukarno, derrocado en 1967,
fue un líder nacionalista que desde posiciones leales a
Indonesia dirigió las guerrillas que lucharon contra los
japoneses.
El General Suharto, que lo derrocó, fue entrenado por los
ocupantes japoneses. Finalizada la Segunda Guerra Mundial,
Holanda, aliada de Estados Unidos, restableció su dominio
sobre aquel lejano, extenso y poblado territorio. Suharto
maniobró. Tomó en sus manos las banderas del imperialismo
yanqui. Llevó a cabo un atroz genocidio. Hoy se conoce que
cumpliendo instrucciones de la CIA, no solo mató a cientos
de miles, sino que encarceló a un millón de comunistas y los
privó de toda propiedad y derechos, a ellos y a sus
descendientes; amasó una fortuna familiar de 40 mil millones
de dólares que al valor actual de esa moneda sería
equivalente a cientos de miles de millones, por la entrega
de los recursos naturales y el sudor de los indonesios.
Occidente pagó. El tejano Lyndon Johnson, sucesor de
Kennedy, era el presidente de Estados Unidos.
Las noticias que llegaron hoy sobre lo ocurrido en Pakistán
es otro ejemplo de los peligros que amenazan a la especie:
el conflicto interno, en un país que posee armas nucleares.
Ello es consecuencia de las políticas aventureras y las
guerras para apoderarse de los recursos naturales del mundo,
desatadas por Estados Unidos. Ese país, envuelto en un
conflicto que no provocó, fue amenazado con ser llevado a la
edad de piedra.
Las circunstancias especiales que rodean a Pakistán
influyeron de inmediato en los precios del petróleo y las
acciones de las bolsas de valores. Ningún país o región del
mundo puede librarse de las consecuencias. Hay que estar
preparados para todo.
Ni un solo día de mi vida dejé de aprender algo.
Martí nos enseñó que "toda la gloria del mundo cabe en un
grano de maíz". He dicho y repetido muchas veces aquella
verdadera cátedra de ética contenida en solo 11 palabras.
Los Cinco Héroes cubanos prisioneros del imperio son
paradigmas a imitar por las nuevas generaciones.
Afortunadamente las conductas ejemplares siempre se
multiplican en la conciencia de los pueblos, mientras exista
nuestra especie.
Estoy seguro de que muchos jóvenes cubanos, en su lucha
contra el Gigante de las Siete Leguas, harían lo mismo.
Todo puede ser comprado con dinero menos el alma de un
pueblo que jamás se puso de rodillas.
Leí el discurso breve y concreto elaborado por Raúl, que me
envió previamente. Es necesario seguir marchando sin
detenerse un minuto. Levantaré mi mano junto a la de
ustedes para apoyarlo.
Fidel Castro Ruz
Diciembre 27 de 2007
8 y 35 p.m. |