Mientras trabajo con el ya famoso libro de Greenspan, leo un
artículo publicado por El País, órgano español de prensa con
más de 500 mil ejemplares según se afirma, que deseo
transmitir a los lectores. Está firmado por Ernesto Ekaizer, y dice
textualmente:
“Cuatro semanas antes de la invasión de Irak, que se produjo en la
noche del 19 al 20 de marzo de 2003, George W. Bush mantenía en
público su exigencia a Sadam Hussein en los siguientes términos:
desarme o guerra. A puerta cerrada, Bush reconocía que la guerra era
inevitable. Durante una larga conversación privada con el entonces
presidente español, José María Aznar, celebrada el sábado 22 de
febrero de 2003 en el rancho de Crawford, Tejas, Bush dejó claro que
había llegado el momento de deshacerse de Sadam. ‘Quedan dos
semanas. En dos semanas estaremos militarmente listos. Estaremos en
Bagdad a finales de marzo’, le dijo a Aznar.
"Llegó el momento de deshacerse de Sadam
“Dentro de este plan, Bush había terminado por aceptar, el 31 de
enero de 2003 ―tras una entrevista con el primer ministro británico,
Tony Blair―, introducir una última maniobra diplomática: la
propuesta de una segunda resolución del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas. Su objetivo: abrir la puerta legal a la guerra
unilateral que Estados Unidos se aprestaba a desencadenar con más de
200.000 soldados preparados en la región para atacar.
“Bush era consciente de las dificultades internas de Blair y no
desconocía las de Aznar. Sólo siete días antes de esa reunión en el
rancho de Crawford, tres millones de personas se manifestaban en
varias ciudades de España contra la guerra inminente. ‘Necesitamos
que nos ayudéis con nuestra opinión pública’, pide Aznar. Bush le
explica el alcance de la nueva resolución que piensa presentar: ‘La
resolución estará hecha a la medida de lo que pueda ayudarte. Me da
un poco lo mismo el contenido’. A lo que Aznar responde: ‘Nos
ayudaría ese texto para ser capaces de copatrocinarlo y ser sus
coautores y conseguir que mucha gente lo patrocine’. Aznar, pues, se
ofrece a dar cobertura política europea a Bush, en unión con Blair.
El sueño de Aznar de cimentar una relación con Estados Unidos,
siguiendo el ejemplo del Reino Unido, estaba a punto de hacerse
realidad.
“Aznar había viajado el 20 de febrero con su esposa, Ana Botella, a
Estados Unidos haciendo una escala en México para persuadir
―infructuosamente― al presidente Vicente Fox de la necesidad de
apoyar a Bush. El 21, la pareja, acompañada por los colaboradores
del presidente, llegó a Tejas. Aznar y su esposa se alojaron en la
casa de invitados del rancho.
“En la reunión del día siguiente, sábado, participaron el presidente
Bush, su entonces asesora de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y
el responsable de asuntos europeos del Consejo de Seguridad
Nacional, Daniel Fried. Por su parte, acompañan a Aznar su asesor de
política internacional, Alberto Carnero, y el embajador de España en
Washington, Javier Rupérez. Bush y Aznar mantuvieron, como parte del
encuentro, una conversación telefónica a cuatro bandas con el primer
ministro británico, Tony Blair, y el presidente del Gobierno
italiano, Silvio Berlusconi.
“El embajador Rupérez tradujo del inglés para Aznar y también del
italiano para Condoleezza Rice; otras dos intérpretes hicieron su
trabajo para Bush y sus colaboradores. Fue Rupérez quien se encargó
de elaborar el acta-resumen de la conversación en un memorándum que
ha permanecido secreto hasta hoy.
“La conversación impresiona por su tono directo, amigable y hasta
amenazador, cuando, por ejemplo, se refiere a la necesidad de que
países como México, Chile, Angola, Camerún y Rusia, miembros del
Consejo de Seguridad de la ONU, voten la nueva resolución como una
muestra de amistad hacia Estados Unidos o se atengan a las
consecuencias.
“Se advierte la nula expectativa en el trabajo de los inspectores,
cuyo jefe, Hans Blix, había desmontado hacía sólo una semana, el 14
de febrero, los argumentos expuestos por el secretario de Estado
norteamericano, Colin Powell, ante el Consejo de Seguridad el 5 de
febrero de 2003, con ‘datos sólidos’ apoyados calurosamente por la
ministra de Exteriores española, Ana Palacio. Unos datos que el
propio Powell calificó, más tarde, como un conjunto de falsedades.
“El informe de Blix
“Según Blix, Irak estaba dando pasos hacia una cooperación activa
para resolver los temas de desarme pendientes. Su tono había sido
menos crítico que el de su informe del 27 de enero de 2003. ‘Desde
que llegamos a Irak hace tres meses hemos realizado más de 400
inspecciones sin previo aviso en unos 300 lugares. Hasta ahora, los
inspectores no han encontrado ninguna de las armas prohibidas... Si
Irak se decide a cooperar todavía más estrechamente el periodo de
desarme a través de las inspecciones puede todavía ser breve’,
señalaba el jefe de inspectores.
“El director general del Organismo Internacional de la Energía
Atómica (OIEA), Mohamed El Baradei, informó el 14 de febrero de que
todavía quedaban por aclarar algunas cuestiones técnicas; pero,
añadió, ‘no quedan ya problemas de desarme por resolver’. Según
dijo, no se había hallado prueba alguna de que en Irak se estuvieran
llevando a cabo actividades nucleares o relativas a la energía
nuclear, otro claro mentís de lo que afirmó Powell sobre el programa
nuclear iraquí.
“Tanto los primeros frutos de la labor de inspección como la
finalización de los preparativos de Estados Unidos llevaron a Bush a
fijar el comienzo de la operación militar hacia la fecha del 10 de
marzo de 2003, a la cual se añadieron nueve días para obtener la
segunda resolución. El proceso de persuasión moral al cual se
abocaron Aznar y Palacio a golpe de teléfono y en reuniones
bilaterales no logró reunir más que cuatro votos: los tres
promotores y Bulgaria. Eran necesarios 9 votos.
“El fracaso de esta cobertura legal de la guerra inminente llevó a
Bush a acordar con Blair y Aznar la celebración, el 16 de marzo de
2003, de una cumbre en las Islas Azores, lugar sugerido por Aznar
como alternativa a las islas Bermudas por una razón que él mismo
explicó a Bush: ‘El solo nombre de esas islas va asociado a una
prenda de vestir que no es precisamente la más adecuada para la
gravedad del momento en que nos encontramos’. Allí, ese 16 de
marzo, Bush, Blair y Aznar decidieron sustituir al Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas y usurparon sus funciones para declarar
por su cuenta y riesgo la guerra contra Irak. En la mañana del 17 de
marzo, el embajador del Reino Unido ante la ONU anunciaba en Nueva
York la retirada de la segunda resolución. Una derrota en la
votación hubiera complicado más la carrera hacia la guerra.”
Fidel Castro Ruz
Septiembre 27 del 2007
7:25 p.m. |