Por Osviel Castro Medel y Aldo Daniel
Naranjo
El 5 de diciembre de 1956 en medio de un
diluvio de balas enemigas, Ernesto Guevara, el
médico de la bisoña tropa de rebeldes, se vio ante
una dificilísima disyuntiva: escoger o la caja de
proyectiles o su preciado botiquín de campaña.
Finalmente optó por el camino del soldado, del
guerrillero.
Pero esta decisión en Alegría del Pío , aunque
correcta desde todos los ángulos , obedecía a una
circunstancia. El Che, a contrapelo de lo que
plantean algunos , jamás dejó de ser médico.
Después de graduarse en la Universidad de Buenos
Aires, en 1953, nunca miró esta profesión desde la
distancia. Tan es así que a la hora de su muerte en
tierras bolivianas llevaba dentro de la mochila un
libro de medicina.
En el ejército rebelde
Luego del combate de la Plata (17-1-57) el
Guerrillero Heroico se dedica, por orden de Fidel, a
curar los soldados de la tiranía heridos en la
acción. Lo hace nada más y nada menos que con las
escasas reservas médicas de los rebeldes.
No hay dudas de que este hecho dejó en él tremendas
huellas. A partir de ese momento comienza a
comprender mejor la utilidad de su profesión e
interioriza que en una guerra los medicamentos no
sólo se destinan a sus compañeros sino también a los
lesionados del campo enemigo.
M{as tarde, al adentrase en la Sierra Maestra y
terminar las largas caminatas aprovecha su efímero
descanso para aliviar los dolores de la tropa: las
llagas, alergias, fiebres, etc.
Al mismo tiempo hace consultas en los pequeños
poblados a done llega el Ejército Rebelde. Los casos
clínicos fundamentales de las montañas en aquel
entonces “le metían miedo” a cualquiera: vejez
prematura, parasitismo ,raquitismo, avitaminosis,
“niños de vientres deformes”, falta de asistencia
estomatológica …
Esta labor del Che era muy dura porque, como él
mismo expresa, “no tenía muchos medicamentos” y,
además, resultaban disímiles y demasiado complicados
los casos que debía enfrentar.
Luego del choque del Uvero (28-5-57) – donde deviene
verdadero héroe- Ernesto Guevara atiende, con mil
esfuerzos, a los más de 20 heridos que suman ambos
bandos. Allí dio calmantes, entablilló, suturó,
extrajo balas…
Posteriormente se le da la misión de cuidar a siete
guerrilleros heridos. No pudo cumplir mejor su
cometido: a pesar de la humedad y la hostilidad
“salvaje” del lugar ninguno de ellos sufrió la más
mínima infección.
En otra acción donde el Che se destaca como galeno y
soldado es en el combate de Pino del Agua. Aquí hace
ingeniosas y muy “raras”curas.
Un herido en este enfrentamiento, Arquímedes
Fonseca, relata: “Me llevaron para el batey donde el
Che estaba atendiendo a los casquitos. Al verme el
dedo, que lo tenía totalmente desprendido, me echó
un montón de cosas. Luego cogió un pedazo de tabla
de caja de dulce de guayaba y con gasa me lo
entablilló”.
El sacamuelas
El 26 de junio de 1957el Guerrillero heroico, en una
decisión sumamente atrevida, inicia su carrera de
odontólogo y se convierte de esta forma en el
“temible” sacamuelas de la Sierra.
Con su sinceridad de siempre escribiría él años
después que “tenía poca pericia en esta actividad”.
Además, contaba con poca anestesia por lo que se
veía obligado a usar bastante la “anestesia
psicológica”. Esta consistía en “llamar a la gente
con epítetos duros cuando se quejaban demasiado por
los dolores en su boca”.
Rafael Lienz, combatiente del Ejército rebelde narra
que como parte de dicha anestesia psicológica el Che
simulaba ponerles una especie de pomada “antidolor”
a los pacientes y que estas “complicadas”
extracciones se hacían por lo general “con la gente
amarrada de un taburete”.
A veces, el Che fallaba en sus intentos
“estomatológicos” como sucedió cuando trató de
sacarle un colmillo a Joel Iglesias.”Todos mis
esfuerzos –dice el Comandante Guevara – resultaron
infructuosos (…) faltó solamente ponerle un cartucho
de dinamita”.
Por otro lado ganó fama por su pesada mano de
dentista. Lienz cuenta que en una ocasión Lalo
Sardiñas dijo dolerle una muela y el Che, sin perder
tiempo, le contestó:
_ Pues hay que sacártela.
Lalo, un valiente ante los proyectiles, esquivó la
propuesta rato después: Ya se me alivió el dolor de
muela; no hace falta sacármela.
Pero a pesar de ser terribles algunas de las
extracciones sin anestesia, el Che resuelve un gran
problema de los moradores de los lomeríos y de la
tropa misma. Si se “aventura” a ejercer como
dentista es, sobre todo por su sempiterno afán de
ayudar a los demás.
Se inscribe, así, como el primero y más humano de
los dentistas de la Sierra.
(lademajagua.co.cu) 05-07-2007
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