La
masiva nacionalización e intervención de industrias
varias y centrales azucareros, requería de cuadros
administrativos políticamente confiables, capaces de
afrontar el reto.
Se
hacía perceptible la advertencia de Fidel, cuando decía
que con el fin de la lucha armada solo había concluido
una etapa. Otra mucho más larga y compleja recién
comenzaba.
Fue
así como la antigua casa de los alcaldes de la capital
habanera y un flamante edificio aledaño reunió aquel
enero de 1961 a 400 trabajadores procedentes de los más
disímiles sectores, con la misión de estudiar un
programa emergente.
Era
una masa estudiantil heterogénea por sus diferentes
grados de escolaridad, edad y origen social. Algunos
vestían el uniforme verde olivo del Ejército Rebelde.
Otros habían sido captados para el estudio en las filas
de sus respectivas organizaciones políticas de base y
llegaban de numerosas provincias.
Un
principio en común los caracterizaba a todos: el deseo
de servir a la Revolución, contribuir a que no se
perdiera aquel momento histórico en el cual obreros y
campesinos por vez primera habían asaltado el cielo en
América y de ninguna manera dejarían que se les
escapara de entre las manos.
Fue
así como a aquellos estudiantes improvisados se les
revelaron secretos de contabilidad, costos,
estadísticas, organización empresarial, química,
física, matemática, economía política, historia de Cuba
y principios tecnológicos.
¡Esto es una locura!, exclamaba alguno de vez en
cuando, abrumado por la carga de las materias, y
entonces veía acercarse un enjambre de voluntades
para ayudarlo.
No,
no fue fácil. Pero la inmensa mayoría de los
iniciadores en aquella iniciativa de Che llegaron a la
meta. El camino por recorrer estaría preñado de
sorpresas y retos. La primera después de graduados en
forma de telegrama anunciador de la ubicación, a
principios de 1962.
Podía
resultar que tras haber estudiado con mucha dedicación
principios básicos industriales del azúcar, vidrio,
muebles, productos farmacéuticos o cemento, lo
remitieran a administrar una fábrica de sogas y
cordeles, la mayor de Cuba, una de las más grandes de
América... ubicada 100 kilómetros al este de su casa...
Cuando se dio cuenta tenía al Ministro de Industrias
Che Guevara parado delante de él. Alzó el rostro para
verlo de frente y tropezó con aquellos ojos
inquisitivos color café, que lo miraban como a un
?bicho? raro.
Instintivamente se puso en atención, mientras escuchaba
la pregunta cortante como navaja:
¿Y
tú de dónde saliste? --Soy el administrador,
Comandante.
¡Ah!, yo pensaba que eras el carpintero -replicó,
clavando la mirada en el martillo que el muchacho
sostenía delante de una mesa rota.
Es
que se le rompió una pata... -se dio cuenta que la
explicación sonaba medio tonta y enrumbó--: Estoy
recién llegado, sabe, me gradué en la escuela de
administradores Patricio Lumumba, en el curso de Los
400...
Creyó
adivinar un relámpago de simpatía en el rostro severo
del hombre, y cuando este le echó un brazo sobre los
hombros sintió que sus pies volvían a descansar sobre
la tierra.
¿Y
tú podrás con esta industria? -preguntó mientras se
desplazaba con paso largo por el andén de la Fábrica
de Jarcias de Matanzas.
Lo
voy a intentar, es un trabajo para valientes.
¿Y
ya tienes certificado de valiente? --Tengo el de
Administrador, ese que usted dice me lo pienso ganar
poco a poco. Fue una visita breve en la que no
faltaron directivas y alertas contra el burocratismo,
llamados a despertar "el motor interno de la gente",
la conciencia por lo que se lucha, a no descuidar los
controles económicos, sobre todo los costos,
asesorarse con los más experimentados obreros,
organizar, organizar... El Ministro comandante
dialogó con varios trabajadores sin detener su
marcha. En la despedida preguntó al joven, como sin
querer.
¿Qué edad tienes? --21, Comandante.
Antes
de subir a su vehículo se volvió hacia quienes lo
despedían, apuntó hacia el Administrador con su mano
derecha en cuyo extremo humeaba un tabaco nuevo y me
dijo:
"hasta la vista".
Dos
veces más volvería a dialogar con él, antes de volverse
leyenda revolucionadora en el mundo por el que aún
deambula, más enérgico que nunca, mirando directo a los
ojos, haciendo preguntas, fundando escuelas...