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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Che: gigante universal del tiempo.

 
 
 

La acción política y revolucionaria de Ernesto Che Guevara de la Serna ha sido interpretada a través de los últimos 37 años desde diferentes ópticas: los oportunistas la acomodan a sus puntos de vista, los honestos la citan como ejemplo de un gigante universal que trasciende el tiempo, llega a las nuevas generaciones y retroalimenta fuerzas.

Este verano se conmemoró el aniversario 76 de su nacimiento-el 14 de junio de 1926-- en la localidad argentina de El Rosario, provincia de Santa Fe, y este ocho de octubre se cumplirán 37 años de su captura herido y posterior asesinato en 1967, en la aldea boliviana de La Higuera.

Los enfoques en torno a la personalidad de Che Guevara como ser humano, estadista, político y combatiente destacan la influencia multifacética que emana de su ejecutoria y alcanza ámbitos universales.

Esencia de esa mística es un principio que guió todas las acciones de quien merecidamente ha sido calificado por pueblos de todo el mundo como El Guerrillero Heroico: la actuación personal debe coincidir con su discurso.

El joven inquieto que recorrió Sudamérica en motocicleta, el conspirador, guerrillero en la Sierra Maestra, el político y Ministro en Cuba, el Combatiente Internacionalista en África y Bolivia, jamás admitió actitudes de doble moral.

La idea guía de todos sus pasos consistió en que solo se puede dirigir a partir del ejemplo.

Un pensamiento de idéntica hondura en el siglo XIX marcó la ejecutoria de José Martí, Apóstol de la independencia de Cuba, cuando afirmó que quien quiera mandar ha de entrar en la caballería.

Esa verdad rompe todos los linderos, gana simpatías, enrumba conductas y ayuda a humanizar a aquellos capaces de interiorizarla para rebelarse contra la injusticia, hombre o mujer, joven o adulto, en cualquier sitio y a toda hora.

Por eso no sorprende que en manifestaciones obreras, desfiles, mítines estudiantiles o asambleas campesinas, foros internacionales y debates domésticos, desde la aldea hasta metrópolis cosmopolitas citen a Che Guevara como paradigma de justicia y humanidad.

Su imagen multiplicada recorre avenidas, tapiza escuelas y hogares, se eleva en pancartas y aparece sobre camisetas y hasta tatuada en la piel de los humanos.

No se trata de un culto específico, aunque en sitios humildes, indios y aldeanos encienden velas e imploran milagros mientras lo evocan, porque él es universal y pertenece a todos los hombres dignos.

El ejemplo ético, patriótico y de solidaridad internacionalista de Che, verdadero gigante del tiempo, sigue sembrando esperanzas, nutre de juventud, vigoriza la rebeldía revolucionaria, inspira voluntades, es actual y no conoce fronteras. /2004

AIN,  8/10/2004

 
 
 
 

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