CUBA, 29 de septiembre de 2007.- Lean bien este nombre:
Mario Terán. Mañana nadie lo recordará, como ya le ocurrió
hace cuatro décadas, cuando lo convirtieron en noticia. Pero
ahora solo les pido que al menos por un instante graben bien
este nombre en las memorias, para que nadie olvide y todos
juzguemos.
El
hijo de este señor se presentó en el periódico "El Deber",
de Santa Cruz, en Bolivia, con el ruego de que publicaran
una nota de agradecimiento a los médicos cubanos que habían
devuelto la vista a su anciano padre, tras intervenirlo
quirúrgicamente de cataratas, mediante la Operación Milagro,
un verdadero milagro.
El
padre de este boliviano agradecido es Mario Terán. A los que
tenemos más edad, puede que el nombre nos suene a haberlo
escuchado antes. Los jóvenes quizás jamás hayan oído hablar
de él.
Mario Terán fue el suboficial que asesinó al Comandante
Ernesto Che Guevara el 9 de octubre de 1967, en la escuelita
de La Higuera.
Al
recibir la orden de sus jefes, tuvo que acudir al alcohol
para llenarse de valor y poder cumplirla. Él mismo narró
después a la prensa que temblaba como una hoja ante aquel
hombre a quien en aquel momento vio "grande, muy grande,
enorme".
Che,
herido y desarmado, sentado en el piso de tierra de la
humilde escuelita, lo observó vacilante y temeroso, y tuvo
todo el coraje que le faltaba a su asesino para abrirse la
raída camisa verdeolivo, descubrirse el pecho y gritarle:
"No tiembles más y dispara aquí, que vas a matar a un hombre
"
El
suboficial Mario Terán, cumpliendo órdenes de los generales
René Barrientos y Alfredo Ovando, de la Casa Blanca y de la
CIA, disparó sin saber que las heridas mortales abrían
huecos junto a aquel corazón para que continuara marcando la
hora de los hornos.
Che
ni siquiera cerró sus ojos después de muerto, para seguir
acusando a su asesino.
Mario Terán, ahora, no tuvo que pagar un solo centavo por
haber sido operado de cataratas por médicos cubanos en un
hospital donado por Cuba e inaugurado por el presidente Evo
Morales, en Santa Cruz.
Anciano ya, podrá volver a apreciar los colores del cielo y
de la selva, disfrutar la sonrisa de sus nietos y presenciar
partidos de fútbol. Pero seguramente jamás será capaz de ver
la diferencia entre las ideas que lo llevaron a asesinar a
un hombre a sangre fría y las de este hombre, que ordenaba a
los médicos de su guerrilla que atendieran por igual a sus
compañeros de armas que a los soldados enemigos heridos,
como siempre lo hicieron en Bolivia, al igual que antes lo
había hecho en las montañas de la Sierra Maestra, por
órdenes estrictas del Comandante en Jefe Fidel Castro.
Recuerden bien este nombre: Mario Terán, un hombre educado
en la idea de matar que vuelve a ver gracias a los médicos
seguidores de las ideas de su víctima.
A
cuatro décadas de que Mario Terán intentara con su crimen
destruir un sueño y una idea, Che vuelve a ganar otro
combate. Y continúa en campaña. (Cubaminrex-Granma)
Minrex
29-09-2007 |