Gamal Nkrumah escucha las convicciones y memorias de Aleida
Guevara.
Aleida Guevara, médico pediatra marxista e hija mayor de los
cuatro hijos del revolucionario nacido en Argentina Ernesto
Che Guevara y su segunda esposa Aleida March, ciudadana
cubana, visitó Egipto el mes pasado por invitación del
Presidente de la Organización de Solidaridad con los Pueblos
Afro-Asiáticos, Ahmed Hamroush. Esta fue su primera visita a
Egipto, de donde salió con memorias muy gratas sobre el país.
Ella seguía así los pasos de su padre, quien visitó Egipto
dos veces, en 1959 y 1965.
Aleida trabaja actualmente como médico del hospital infantil
“William Soler” en la capital de Cuba, La Habana. Aleida
también tuvo otra hermana llamada Hilda Beatriz Guevara, ya
fallecida y que fuera la primera hija del Che Guevara con su
primera esposa Hilda Gadea. Aleida nació el 24 de noviembre
de 1960.
En El Cairo ella se reunió con el Secretario General de la
Liga de los Estados Árabes, Amr Moussa, y con un grupo de
personalidades distinguidas que siempre han tenido en muy
alta estima a su padre.
El Embajador cubano en Egipto, Ángel Dalmau, nos ayudó con
la interpretación al inglés de lo que nos dijo Aleida
Guevara. Dalmau, quien tuvo su primera designación en el
exterior en El Cairo cuando tenía solamente 23 años, al
comienzo de su larga carrera diplomática que lo llevó a ser
con anterioridad Viceministro de Relaciones Exteriores,
acompañó a la hija de Guevara durante toda su estancia en
Egipto.
“Ningún momento mejor que ahora para convertirse en un
socialista revolucionario”, me dice Aleida con una expresión
muy especial de su rostro. La gente en el mundo está
pensando en lo que pudiera ocurrir después de este duro
escenario de crisis financiera global. El hambre y las
penurias económicas plagan la tierra. Ella estrecha mi mano
calurosamente y comienza a hablar rápidamente con frases
musicales en español.
Aleida habla largamente y entonces se detiene. “Primero,
déjeme decirle algo sobre mi padre”. De pronto comienzo a
pensar y a maravillarme de cómo ha volado el tiempo, pues
han pasado más de cuatro décadas desde que el ilustre padre
de Aleida fue asesinado en Bolivia. Muchos de los periódicos
de la época escribieron que se había terminado una era. En
mi caso, yo no era más que un adolescente en aquel momento y
Aleida también lo era.
Sus padres se casaron en 1959 y él fue asesinado en 1967.
Aleida me dice que su madre hubiera querido estar con su
padre todo el tiempo, pero no pudo ser y añade: “El amor
entre ellos dos fue algo muy especial. Mi madre entendió la
necesidad de mi padre de ir a otros lugares como lo hizo.
Ella comprendió la peligrosa naturaleza de su decisión y en
ocasiones deseaba que mi padre no se fuera porque temía por
su vida”.
Aleida Guevara hace un pequeño alto, pero de inmediato
continúa: “Mi madre entendió que era más importante que ella
lo apoyara desde lejos y él le pidió que lo ayudara, aunque
sabía que ella deseaba acompañarlo hasta el fin del mundo,
pero tenía cuatro hijos a quienes cuidar. No es difícil
entender la dinámica de aquella relación tan especial entre
ellos. Mi madre sacrificó sus propios deseos personales por
la causa”.
La madre de Aleida dirige hoy en día el Centro de Estudios
Che Guevara en La Habana y Aleida me dice que ella acaba de
escribir un libro titulado “Evocación”, que habla sobre la
figura y el legado del Che.
En relación a la conexión con su madre Aleida, dice lo
siguiente: “Ella nos enseñó que éramos los hijos e hijas de
un hombre muy especial, pero que no por ello debíamos
esperar el disfrute de privilegios especiales, y nuestra
madre fue muy estricta en este sentido”.
Si dejamos de lado la exagerada retórica anti-socialista,
para muchas personas Guevara fue una figura icónica y
corajuda imposible de repetirse. En ese sentido le pregunto
a Aleida: ¿Cuál es en su opinión sobre el impacto de la
revolución del Che en los jóvenes de hoy día?, y ella me
responde:
“Yo pienso que ese interés de los jóvenes tienen una razón
de ser”. Quizás nos encontramos en una situación empantanada.
En estas circunstancias de crisis económica la gente trata
de encontrar el paraíso en la tierra. El socialismo esta
comenzando a ganar en popularidad. Si la situación económica
empeora, también es así la convicción de aquellos a quienes
les gustaría un regreso a las cuestiones básicas, a las
certezas de ayer. Solamente la justicia social puede
garantizar que las expectativas de las masas se hagan
realidad.
En El Cairo, Aleida Guevara se dirigió a diferentes
audiencias, tanto a jóvenes como adultos, y todos escucharon
con atención lo que ella les decía. Recibió todo tipo de
preguntas, a lo cual ella esta acostumbrada por los muchos
países que visita. Ella tiene una voz diferente, una frase
distinta para las preguntas que le hacen con la intención de
conocer que ocurrirá.
Por mi parte le pregunto: ¿Cómo se siente la hija de una
figura que es un icono en su vida diaria en Cuba? “Nuestra
niñez fue muy normal. Fuimos criados como cualquier otro
niño en La Habana y por mi parte puedo decir que disfruté la
intensidad de la vida que caracteriza a mi pueblo”. Tanto
vista en un pedestal como a través de un microscopio, Aleida
Guevara es una persona de muy fácil comunicación y sencilla.
Ocuparse al mismo tiempo del trabajo, la familia y la
política no ha sido siempre algo muy fácil para ella. Es una
persona capaz de transmitir un fuerte mensaje político y al
mismo tiempo mostrarse muy sensible con sus recuerdos
personales. La atracción por su padre es universal y ella lo
invoca como modelo de manera lógica y constante.
Aleida Guevara es una profesional muy dedicada y exitosa en
su trabajo, al mismo tiempo que está muy apegada a su
familia y a su país. Me cuenta sobre la noche en que supo
que su padre fue asesinado: “Esa noche dormí en la cama de
mi madre y ella no sabía que Fidel me había preparado la
noche antes para la noticia que habría de llegarnos. Fidel
nos dijo a mi hermana mayor, Hilda, y a mi que a mi padre no
le gustaría vernos llorar cuando él muriera, y añadió que si
los hombres mueren de la forma en que lo han querido,
ustedes no deben llorar por su muerte. Eso fue lo que Fidel
me dijo a manera de consuelo”.
Les leyeron la emotiva carta dirigida por el Che a su
familia y a Aleida le brotaron las lágrimas, pero no quiso
llorar, “recordé lo que Fidel nos había dicho la noche
anterior y le dije a mi madre que nosotros no podíamos
llorar y no lo haríamos”.
El espectro de la revolución puede retornar de manera
palpable. Aleida me dice: “Cuando trabajé como médico
voluntario en Angola, me horroricé al ver la miseria
terrible en la cual vivían mis pacientes. Lo consideré una
afrenta a la dignidad de aquellas personas”.
Me percato por los gestos de su cara que la hija de una de
las figuras más veneradas del mundo expresan que aquella
experiencia para ella fue realmente muy dura y que le tocó
el corazón. Ver a esta mujer de gran disposición personal y
con sonrisas grandes y genuinas expresar aquel dolor es algo
muy emotivo. Es una expresión de gran altura y al mismo
tiempo muy humilde por su simplicidad. Aleida rinde tributo
a la sangre de los mandinga, los congo, y los carabalí que
corren por sus venas.
Ella añade: “En Angola aprendí el verdadero valor del
socialismo, entendí por qué la justicia social es muy
importante y por qué la llama de la lucha revolucionaria
debe ser mantenida viva”. La lucha de ella no es ni poética
ni quijotesca.
África pudiera no haber sido el epicentro de la vida
revolucionaria del Che, pero sí fue una parte importante de
ella. De hecho, la vida del Che ha marcado el balance
político del mundo.
En cuanto al trabajo de ella como médico que es tan bien
recibido por las masas, se puede añadir que la imagen de los
profesionales de la medicina cubana es altamente agradecida
a lo largo y ancho del continente africano. Ellos van a
trabajar en los lugares más remotos del continente.
Cuba no es ni de lejos una nación rica, pero posee garantías
de bienestar social sin paralelos tales como educación y
también uno de los sistemas de salud más meritorios del
mundo.
Esta filosofía revolucionaria es también verdad para la
proyección socialista en América Latina y África, donde la
hija de Guevara ha trabajado incesantemente cumpliendo sus
ideales.
Aleida Guevara asegura que no tiene ninguna ambición
política y se siente contenta con que simplemente la
consideren una luchadora por una causa política justa. Al
respecto ella dice lo siguiente: “El pensamiento de
izquierda está creciendo como fuego en Suramérica y el
Caribe, aunque pudiéramos decir que el socialismo de hoy en
día no es exactamente igual al de tiempos atrás.
Es estimulante ver los esfuerzos que se están haciendo para
ampliar las fronteras del socialismo y observamos que se
están produciendo cambios dramáticos como los que ocurren en
América Latina.
En este sentido, le pregunto si ella considera que la
revolución es sostenible. Su respuesta es la siguiente:
“Olvídese de la semántica porque está la teoría, pero
también la aplicación y en algún momento los revolucionarios
tendrán que revisar de nuevo esta dicotomía. La mayor
realidad política consiste en que la gente desea tener una
vida más digna y con mayores niveles de bienestar, y eso es
posible lograrlo”.
Y continúa diciendo: “Pero no olvidemos que las fuerzas
imperialistas mantienen su presión. Actualmente se observa
la quiebra del capitalismo, pero al mismo tiempo continúa
sus viciosos ataques contra los experimentos socialistas en
América Latina tales como los de Venezuela y Bolivia. El
ataque contra el comunismo y el socialismo ayuda a
fortalecer la decisión de los que están comprometidos con la
lucha por la búsqueda de una sociedad más equitativa y más
justa.
En ese sentido, la perspectiva hoy en día es más estimulante
que hace dos décadas, como vemos con el surgimiento de
figuras carismáticas como Hugo Chávez en Venezuela y Evo
Morales en Bolivia, que tienen los intereses de sus pueblos
en sus corazones”.
Los momentos de crisis definen las posiciones de los
políticos. Los retos a enfrentar en América Latina se
profundizan. El capitalismo ha fallado allí y están ante un
proceso que en el mejor de los casos no funciona bien. Dadas
esas circunstancias, se auguran acontecimientos promisorios
y Aleida Guevara considera que Cuba pudiera ser el factor
clave.
“Nosotros no nos vamos a parar y a mirar solamente. Muchas
personas están dando el paso al frente no solamente en
América Latina, sino en otras partes del mundo. Desde esa
perspectiva la revolución tiene todas las de ganar”.
En momentos cuando la solidaridad entre los países del
Tercer Mundo parece un poco dispersa, la visita de Aleida
Guevara a Egipto nos ha ofrecido muchas razones para el
optimismo. Le hago la siguiente pregunta: ¿Por qué el Che
Guevara ha recibido menos atención en el mundo árabe que en
otras partes del mundo? Ella responde que quizás ello se
deba, entre otras cosas, a barreras culturales que no tienen
que ver solamente con el idioma.
Añade que las políticas neoliberales están destruyendo a
América Latina y también a África y al mundo árabe. Según
Aleida necesitamos encontrar las vías para luchar
furiosamente en defensa de los derechos de los desposeídos.
En cuanto a Cuba, nos explica la resistencia y disposición
del pueblo cubano durante 50 años en los que ha sufrido el
bloqueo económico impuesto por Estados Unidos.
Es posible también que los cambios de énfasis que introduzca
Cuba en el sistema puedan transformar el curso de la
historia socialista, puesto que el socialismo no es un
sistema estático. Los elementos básicos sí deben ser
protegidos. Los pilares fundamentales del socialismo no
pueden ser alterados porque provocarían un colapso del
sistema completo.
América Latina ha tenido de cuando en cuando personalidades
muy poderosas y lo mismo ocurre con el mundo árabe. La
moraleja de todo ello es que una médico profesional y
marxista no es un anacronismo. Estas son señales
estimulantes de que el socialismo esta vivo y bien.
Mientras esto ocurre, el escenario latinoamericano está
llenándose con los escombros emanados de los intentos de
imitar al tío Sam. Estados Unidos debe respetar el humanismo
de otras culturas y el sistema de valores de otros pueblos,
así como otras entidades políticas, aunque éstas no tengan
el mismo poder económico e industrial o la capacidad
política que posee Occidente.
Refiriéndose a ello Aleida Guevara cita al prócer mexicano
Benito Juárez, cuando dijo: “Que el respeto al derecho ajeno
es la paz”.
En octubre de 2004 Aleida Guevara dijo al periódico
británico “The Guardian” que “es extremadamente peligroso
para la humanidad que el presidente del país más poderoso
del mundo diga públicamente que él habla con y actúa en
nombre de Dios”.
Cuando nos despedimos con un abrazo no añadimos palabra
alguna sobre los legados de nuestros respectivos padres.
(Cubaminrex-Embacuba Egipto-Periódico Al-Ahram Weekly
24-1208) |