ESPECIAL: “Vallegrande: donde el Che fue
encontrado”. Por Antonio Peredo, senador boliviano y
hermano de Inti y de Coco, compañeros de lucha del
Guerrillero Heroico
19 de febrero de 2007
En
junio de 1997, cuando el equipo de antropólogos
cubanos encontró los huesos del Che en Vallegrande,
los integrantes de la Fundación Che Guevara
trabajábamos en la preparación del “Encuentro
Mundial Ernesto Che Guevara” para recordar el 30
aniversario de su asesinato. Para realizar el
trabajo de reconocimiento, debieron hacerlo con
sigilo, pues los pobladores se negaban a
entregarlos. Al darse cuenta del hecho, los
habitantes de aquella ciudad quedaron consternados y
se sintieron desprotegidos: el Che ya no estaba con
ellos. Es más, creyeron que no iba a realizarse el
Encuentro.
Diez años después, dos investigadores o periodistas,
retoman la historia de esa búsqueda y hallazgo, para
presentarla como “una mentira de Estado”, bajo el
argumento de la necesidad que, Fidel Castro y el
gobierno cubano, tenían para enfrentar la difícil
situación económica que atravesaba entonces Cuba.
Cómo inventar una investigación
Maité Rico y Bertrand de la Grange comienzan a
construir su investigación a partir de testimonios
de algunas personas. Un campesino de Vallegrande
aparece como su primer testimoniante: Vi los
cadáveres enterrados en una zanja. A la noche
siguiente los habían sacado. Después vi el cadáver
del Che en la lavandería del hospital.
Con esa versión comienzan a construir su
investigación. El supuesto testimonio contradice los
hechos. Decenas de periodistas y los pobladores de
Vallegrande vieron cómo, el cuerpo del Che fue
llevado, desde el helicóptero en que lo trasladaron
desde La Higuera, directamente a la lavandería del
hospital Señor de Malta. Posteriormente fueron
depositados, allí también los cuerpos de los otros
guerrilleros. De allí desaparecieron.
Luego toman el escepticismo como base para continuar
su indagación. Dicen que los “vallegrandinos eran
escépticos cuando los cubanos empezaron a buscar los
restos de los 36 guerrilleros muertos en 1967”.
Añaden que estaban ciertos de que hallarían a todos,
menos al Che. Algo más de indagación, con los mismos
pobladores, les habría mostrado que ellos no querían
que se encontrasen tales restos. Una prueba es que,
el Concejo Municipal, entre abril y mayo de 1997,
aprobó una Ordenanza Municipal, prohibiendo toda
excavación de búsqueda sin permiso expreso de la
Alcaldía. Y es que, además de los expertos cubanos,
varios caza-noticias, de Europa y hasta de Japón,
ofrecían jugosas recompensas por la primicia en el
hallazgo de los restos del Che.
Sus disquisiciones se prolongan hasta inscribir que,
el equipo técnico cubano identificó a los restos del
Che, de tres cubanos, pero no tuvieron resultados
para los cuerpos de dos bolivianos y un peruano.
Parece que tuvieron una lastimosa confusión,
producto de la premura o superficialidad de su
trabajo: los siete cuerpos fueron definitivamente
identificados y sin ninguna duda.
Otra cosa distinta es que, de los primeros cuatro
cadáveres encontrados, en febrero o marzo de 1966,
sólo uno pudo ser identificado plenamente. Los otros
tres quedaron en custodia de la parroquia de
Vallegrande hasta que se pudo hacerles la prueba de
ADN, posteriormente al hallazgo de los restos del
Comandante Guevara y sus compañeros capturados en
Quebrada del Churo.
El cráneo milagroso
Su más valiosa argumentación es una interrogante que
se hacen a propósito de la declaración del
antropólogo Héctor Soto, quien señaló que “todos los
cráneos estaban fragmentados, excepto el del
esqueleto número 2”; la brillante pregunta que se
hacen parece obvia: “¿Habrá alguna razón científica
para explicar por qué el cráneo del Che no sufrió el
mismo deterioro?”. Una pregunta más seria sería:
¿cómo es que, científicos tan respetados como los
que componían el equipo de búsqueda, a quienes los
investigadores les atribuyen la preparación de una
monumental mentira, pudieron caer en el infantil
error de atribuirle poderes milagrosos al cadáver
del Che?, ¿no hubiese bastado decir que, los
fragmentos podían identificarse por las prominencias
en la región frontal?
Luego encuentran la más grande contradicción en la
presencia de la chamarra. Diez años después del
hallazgo y cuarenta del asesinato, se encuentran con
una historia cuidadosamente guardada: la chaqueta
fue sustraída por un coleccionista de ocasión. Los
investigadores no vieron esa prenda, pero les bastó
el relato que escucharon para concluir que, los
antropólogos forenses, en un acto de
prestidigitación maléfico, hicieran aparecer otra
chaqueta de características similares. En ese plan
de elucubraciones, ha sido posible que también
tuviesen preparado pantalones y las abarcas hechizas
que se hallaron allí.
Hasta se le puede ocurrir a alguien que, al cadáver,
le quitaron las manos y las hicieron desaparecer.
Eso pudo ocurrir pues, según los mencionados
descubridores de la gran mentira, el hallazgo de los
restos se produjo, muy apropiadamente, “en las
primeras horas de la noche”.
A los cuarenta años
Hay muchas otras cosas que comentar. Es mejor no
entrar en el terreno de las suposiciones, como hacen
Maité Rico y Bertrand de la Grange. Vale destacar
algo muy simple: en octubre de este año 2007, se
cumplen cuarenta años de su asesinato.
Los actos de recordación serán muchos y se
realizarán en varios puntos de esta América Latina.
Es evidente que la maliciosa investigación de estos
periodistas resulta un homenaje, pues ratifica la
vigencia del Comandante Ernesto Che Guevara en la
vida cotidiana de nuestro continente.
(Minrex) 19-02-2007
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