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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Poemas al Che.

 
 
 

Lo eterno


¡Bien! Ahora, otra guajira:
Lo Eterno
Vengo a traerte un recado
de tu pueblo que es mi pueblo:
dice el pueblo, Che Guevara,
que es mentira que hayas muerto.

Tu presencia firme y clara
como estrella refulgente
sigue alerta y combatiente
Comandante Che Guevara.

Hombres como tu no mueren
ni en la Historia ni en el Tiempo.
Como abrían do morirse
los hombres que son eternos!

Tu presencia firme y clara
como estrella refulgente
sigue alerta y combatiente
Comandante Che Guevara.

Dice el pueblo, Comandante,
que sigue la voz de acero
de tu fusil encendido
por el continente entero.

Tu presencia firme y clara
como estrella refulgente
sigue alerta y combatiente
Comandante Che Guevara.

Dice el pueblo, Comandante,
que sigue firme en su puesto
tu corazón legendario
aguerrido y guerrillero.

Tu presencia firme y clara
como estrella refulgente
sigue alerta y combatiente
Comandante Che Guevara.

Como fuiste mas que un hombre
como fuiste luz y ejemplo
viviras eternamente
en el corazón del pueblo.

                                                                     Carlos Puebla

Una canción necesaria
al Che no in memoriam


Tu piel ligada al hueso se perdió en la tierra.
La lágrima, el poema y el recuerdo
están labrando sobre el fuego
el canto de la muerte
con ametralladoras doradas desde ti.

Y aquí a cada noche se busca en tus libros
el propósito justo de toda acción.

Y se abre tu memoria a todo aquel que renace,
pero nunca falta alguien que te alce en un altar

Y haga leyenda tu imagen formadora
y haga imposible el sueño de alcanzarte
y aprenda alguna de tus frases de memoria
para decir: "seré como él", sin conocerte

Y lo pregone sin pudor, 
sin sueño, sin amor, sin fe

Y pierdan tus palabras sentido de respeto
hacia el hombre que nace cubierto de tu flor

Algún poeta dijo, y sería lo más justo,
desde hoy nuestro deber es defenderte
de ser Dios.

                                                              Vicente Feliú

América te hablo de Ernesto

Con una mano larga
para tocar las estrellas
y una presión de dios en la huella,
paso por tu cintura,
por tu revés y derecho
el curador de hombres estrechos.

Preparando el milagro
de caminar sobre el agua
y el resto de los sueños
de las dolencias del alma,
vino a rajar la noche
un emisario del alba.

Y con voz tan perfecta
que no necesita oído
hizo un cantar que suena a estampido.
En todos los idiomas el emisario
va a verte:
en todos los idiomas
hay muerte.
Aunque lo entierren hondo,
aunque le cambien la cara,
aunque hablen de esperanza
y brille la mascarada,
llegara su fantasma
bien retratado en las balas.

                                                                            Silvio Rodríguez                                                                                 (1972, Santiago de Chile)

Fusil contra fusil


El silencio del monte va
preparando un adiós.
La palabra que se dirá in memoriam
será la explosión.

Se perdió el hombre de este siglo allí,
su nombre y su apellido son: fusil contra fusil.
Se quebró la cáscara del viento a sur
y sobre la primera cruz despierta la verdad.

Todo el mundo tercero va
a enterrar su dolor.
Con granizo de plomo hará
su agujero de honor, su canción.

Dejarán el cuerpo de la vida allí,
su nombre y su apellido son: fusil contra fusil.
Cantarán su luto de hombre y animal
y en vez de lágrimas echar, con plomo llorarán.
Alzarán al hombre de la tumba al sol
y el nombre se repartirán: fusil contra fusil.
                                                                                 Silvio Rodríguez. (1968)

Hombre

De quererte cantar sufro disnea
bastante más allá de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueño en que giro
y leve, como aún respiro.
Por ti adelanto trecho
a lo que falta en tono
y canto lo que no perdono.

Hombre, hombre y amigo,
aún queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.

Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de odio y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio más gloria
el alma que tallaste a tu dominio.
La medicina escasa,
la más insuficiente
es la de remediar la mente.
Y la locura pasa
risueña cuando engaña,
cual odio de la propia entraña.

Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, hay, todavía,
que un tanto más allá está el día.
De la melena inculta a la calvicie,
del número inicial a lo incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto halado
de fiebres de la infancia,
me brota la invención del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazón travieso:

Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiró tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.

                                                                                                Silvio Rodríguez

La era está pariendo un corazón

Le he preguntado a mi sombra
a ver como ando para reírme,
mientras el llanto, con voz de templo,
rompe en la sala
regando el tiempo.

Mi sombra dice que reírse
es ver los llantos como mi llanto,
y me he callado, desesperado
y escucho entonces:
la tierra llora.

La era está pariendo un corazón,
no puede más, se muere de dolor
y hay que acudir corriendo
pues se cae el porvenir
en cualquier selva del mundo,
en cualquier calle.

Debo dejar la casa y el sillón,
la madre vive hasta que muere el sol,
y hay que quemar el cielo si es preciso
por vivir,
por cualquier hombre del mundo,
por cualquier casa.
                                                                                   Silvio Rodríguez (1968)

Si el poeta eres tú  

Si el poeta eres tú
como dijo el poeta (*) 
y el que ha tumbado estrellas en mil noches
de lluvias coloridas eres tú
qué tengo yo que decirte, comandante !

Si el que asomó al futuro su perfil
y lo estrenó con voces de fusil
fuiste tú
guerrero para siempre, tiempo eterno,
qué puedo yo cantarte, comandante !

En vano busco en mi guitarra tu dolor
y en mi jardín ya todo es bello, no hay temor,
qué puedo yo dejarte, comandante,
que no sea cambiar mi guitarra
por tu suerte,
o negarle una canción al sol,
o morir sin amor.

Qué puedo yo cantarte, comandante,
si el poeta eres tú,
como dijo el poeta,
y el que ha tumbado estrellas en mil noches
de lluvias coloridas eres tú !
                                                                                   (*) El poeta es Miguel Barnet.                                                                                        Pablo Milanes

Zamba al Che


Vengo cantando esta zamba
con redoble libertario,
mataron al guerrillero
Che comandante Guevara.
Selvas, pampas y montañas
patria o muerte su destino.

Que los derechos humanos
los violan en tantas partes,
en América Latina
domingo, lunes y martes.
Nos imponen militares
para sojuzgar los pueblos,
dictadores, asesinos,
gorilas y generales.

Explotan al campesino
al minero y al obrero,
cuanto dolor su destino,
hambre miseria y dolor.
Bolívar le dió el camino
y Guevara lo siguió:
liberar a nuestro pueblo
del dominio explotador.

A Cuba le dió la gloria
de la nación liberada.
Bolivia también le llora
su vida sacrificada.
San Ernesto de La Higuera
le llaman los campesinos,
selvas, pampas y montañas,
patria o muerte su destino.
                                                          Víctor Jara

El aparecido

Abre sendas por los cerros,
deja su huella en el viento,
el águila le da el vuelo
y lo cobija el silencio.
Nunca se quejo del frío,
nunca se quejo del sueño,
el pobre siente su paso
y lo sigue como ciego.

Córrele, córrele, córrela
por aquí, por allí, por allá,
córrele, córrele, córrela,
córrele que te van a matar,
córrele, córrele, córrela.

Su cabeza es rematada
por cuervos con garra de oro
como lo ha crucificado
la furia del poderoso.
Hijo de la rebeldía
lo siguen veinte mas veinte,
porque regala su vida
ellos le quieren dar muerte.

Córrele, córrele, córrela
por aquí, por allí, por allá,
córrele, córrele, córrela,
córrele que te van a matar,
córrele, córrele, córrela.

                                                                                Víctor Jara.

Che 1977

Lo han cubierto de afiches / de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada

han decidido usarlo como epilogo
como ultima thule de la inocencia vana
como anejo arquetipo de santo o Satanás

y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de El
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado

sin embargo los ojos
incerrables del che
miran como si no
pudieran no mirar
asombrados tal vez de que
el mundo no entienda
que treinta anos después
siga bregando
dulce y tenaz por la
dicha del hombre.

                                                              Mario Benedetti.

Consternados, rabiosos
Vámonos, derrotando afrentas.

Ernesto «Che» Guevara Así estamos
consternados
rabiosos
aunque esta muerte sea
uno de los absurdos previsibles

da vergüenza mirar
los cuadros
los sillones
las alfombras
sacar una botella del refrigerador
teclear las tres letras mundiales
de tu nombre
en la rígida máquina
que nunca
nunca estuvo
con la cinta tan pálida

vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa
como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y
escuchar en silencio
sobre todo si es
un cuarteto de Mozart

da vergüenza el confort
y el asma da vergüenza
cuando tú comandante
estás cayendo
ametrallado
fabuloso
nítido
eres nuestra conciencia acribillada
dicen que te quemaron
con qué fuego
van a quemar las buenas
las buenas nuevas
la irascible ternura
que trajiste y llevaste
con tu tos
con tu barro

dicen que incineraron
toda tu vocación
menos un dedo

basta para mostrarnos el camino
para acusar al monstruo y sus tizones
para apretar de nuevo los gatillos

así estamos
consternados
rabiosos
claro que con el tiempo la plomiza
consternación
se nos irá pasando
la rabia quedará
se hará más limpia

estás muerto
estás vivo
estás cayendo
estás nube
estás lluvia
estás estrella

donde estés
si es que estás
si estás llegando

aprovecha por fin
a respirar tranquilo
a llenarte de cielo los pulmones

donde estés
si es que estás
si estás llegando
será una pena que no exista Dios

pero habrá otros
claro que habrá otros
dignos de recibirte Comandante.

                                                                                          Mario Benedetti.
                                                                                               Montevideo, octubre 1967.

Señas del Che

Todo campo
es el nuestro

por ejemplo está éste
verde dispuesto verde
los surcos y los surcos
las nubes con sus gordas
pantorrillas de lluvia

está también el otro
campo de pronto abismo
recién nacidos muertos
sin haberse atrevido
a estrenar sus pavores

está el amor de siempre
el corazón del tacto
la noche de la piel
los poros y los poros
y la gloria y el beso

está la llamarada
la hoguera de la piel
el cuerpo brasa infame
el hombre que no sabe
por qué lo incendia el hombre

verde dispuesto verde
campo de pronto abismo
los surcos y los surcos
las nubes con sus gordas
pantorrillas de lluvia
recién nacidos muertos
sin haberse atrevido
a estrenar sus pavores
está el amor de siempre
está la llamarada
el corazón del tacto
la hoguera de la piel
la noche de la piel
el cuerpo brasa infame
los poros y los poros
y el hombre que no sabe
y la gloria y el beso
por qué lo incendia el hombre

desde un sitio cualquiera
montaña
o selva
o sótano
hay alguien que hace señas
agitando su vida

todo campo
es el nuestro  

                                                     Mario Benedetti.

Un Padrenuestro Latinoamericano


Padre nuestro que estás en los cielos 
con las golondrinas y los misiles 
quiero que vuelvas antes de que olvides 
cómo se llega al sur de Río Grande 
Padre nuestro que estás en el exilio 
casi nunca te acuerdas de los míos 
de todos modos dondequiera que estés 
santificado sea tu nombre 
no quienes santifican en tu nombre 
cerrando un ojo para no ver las uñas 
sucias de la miseria 
en agosto de mil novecientos sesenta 
ya no sirve pedirte 
venga a nos tu reino 
porque tu reino también está aquí abajo 
metido en los rencores y en el miedo 
en las vacilaciones y en la mugre 
en la desilusión y en la modorra 
en esta ansia de verte pesa a todo 
cuando hablaste del rico 
la aguja y el camello 
y te votamos todos 
por unanimidad para la Gloria 
también alzó su mano el indio silencioso 
que te respetaba pero se resistía 
a pensar hágase tu voluntad 
sin embargo una vez cada tanto 
tu voluntad se mezcla con la mía 
la domina 
la enciende 
la duplica 
más arduo es conocer cuál es mi voluntad 
cuándo creo de veras lo que digo creer 
así en tu omnipresencia como en mi soledad 
así en la tierra como en el cielo 
siempre 
estaré más seguro de la tierra que piso 
que del cielo intratable que me ignora 
pero quién sabe 
no voy a decidir 
que tu poder se haga o se deshaga 
tu voluntad igual se está haciendo en el viento 
en el Ande de nieve 
en el pájaro que fecunda a su pájara 
en los cancilleres que murmuran yes sir 
en cada mano que se convierte en puño 
claro no estoy seguro si me gusta el estilo 
que tu voluntad elige para hacerse 
lo digo con irreverencia y gratitud 
dos emblemas que pronto serán la misma cosa 
lo digo sobre todo pensando en el pan nuestro 
de cada día y de cada pedacito de día 
ayer nos lo quitaste 
dánosle hoy 
o al menos el derecho de darnos nuestro pan 
no sólo el que era símbolo de Algo 
sino el de miga y cáscara 
el pan nuestro 
ya que nos quedan pocas esperanzas y deudas 
perdónanos si puedes nuestras deudas 
pero no nos perdones la esperanza 
no nos perdones nunca nuestros créditos 
a más tardar mañana saldremos a cobrar a los fallutos 
tangibles y sonrientes forajidos 
a los que tienen garras para el arpa 
y un panamericano temblor con que se enjugan 
la última escupida que cuelga de su rostro 
poco importa que nuestros acreedores perdonen 
así como nosotros 
una vez 
por error 
perdonamos a nuestros deudores 
todavía 
nos deben como un siglo 
de insomnios y garrote 
como tres mil kilómetros de injurias 
como veinte medallas a Somoza 
como una sola Guatemala muerta 
no nos dejes caer en la tentación 
de olvidar o vender este pasado 
o arrendar una sola hectárea de su olvido 
y ahora que es la hora de saber quiénes somos 
y han de cruzar el río 
el dólar y su amor contrarrembolso 
arráncanos del alma el último mendigo 
y líbranos de todo mal de conciencia 
amén.

                                                                                       Mario Benedetti

Che Comandante

No porque hayas caído
tu luz es menos alta.
Un caballo de fuego
sostiene tu escultura guerrillera
entre el viento y las nubes de la Sierra.
No por callado eres silencio.
Y no porque te quemen,
porque te disimulen bajo tierra,
porque te escondan
en cementerio, bosques, páramos,
van a impedir que te encontremos
Che Comandante,
amigo.
Con sus dientes de júbilo
Norteamérica ríe. Más de pronto
revuélvese en su lecho
de dólares. Se le cuaja
la risa en una máscara,
y tu gran cuerpo de metal
sube, se disemina
en las guerrillas, como tábanos,
y tu ancho nombre herido por soldados
ilumina la noche americana
como una estrella súbita, caída
en medio de una orgía.
Tú lo sabias, Guevara,
pero no lo dijiste por modestia,
por no hablar de ti mismo.
Che Comandante, amigo.

Estás en todas partes. En el indio
hecho de sueño y cobre. Y en el negro
revuelto en espumosa muchedumbre,
y en el ser petrolero y salitrero,
y en el terrible desamparo
de la banana, y en la gran pampa de las pieles,
y en el azúcar y en la sal y en los cafetos,
tú, móvil estatua de tu sangre como te derribaron,
vivo, como no te querían,
Che Comandante,
amigo. 

Cuba te sabe de memoria. Rostro
de barbas que clarean. Y marfil
y aceituna en la piel de santo joven.
Firme la voz que ordena sin mandar,
que manda compañera, ordena amiga,
tierna y dura de jefe camarada.
Te vemos cada día ministro,
cada día soldado, cada día
gente llana y difícil
cada día.

Y puro como un niño
o como un hombre puro,
Che Comandante,
amigo. 

Pasas en tu descolorido, roto, agujereado
traje de campaña.
El de la selva, como antes
fue el de la Sierra. Semidesnudo
el poderoso pecho de fusil y palabra,
de ardiente vendaval y lenta rosa.
No hay descanso.
¡Salud Guevara! 
O mejor todavía desde el hondón americano:
Espéranos. Partiremos contigo. Queremos
morir para vivir como tú has muerto,
para vivir como tú vives,
Che Comandante,
amigo.
                                                            Nicolás Guillén.

Che Guevara

Como si San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera
como si el Plata vegetal viniera
con el Cauto a juntar agua y ternura,
así Guevara, el gaucho de voz dura,
brindó a Fidel su sangre guerrillera
y su ancha mano fue más compañera
cuando fue nuestra noche más oscura.

Huyó la muerte. De su sombra impura,
del puñal, del veneno, de la fiera,
sólo el recuerdo bárbaro perdura.

Hecha de dos un alma brilla entera,
como sin San Martín la mano pura
a Martí familiar tendido hubiera. 

                                                                                                  Nicolás Guillén.

Lectura de domingo

He leído acostado
todo un blando domingo.
Yo en mi lecho tranquilo,
mi suave cabezal,
mi cobertor bien limpio,
tocando piedra, lodo, sangre,
garrapata, sed,
orines, asma:
indios callados que no entienden,
soldados que no entienden,
señores teorizantes que no entienden,
obreros, campesinos que no entienden
soldados teorizantes que no entienden. 

Terminas de leer,
quedan tus ojos fijos
¿en qué sitio del viento?
El libro ardió en mis manos,
lo he puesto luego abierto,
como una brasa pura,
sobre mi pecho.
Siento las últimas palabras
subir desde un gran hoyo negro.
Inti, Pablito, el Chino y Aniceto.
El cinturón del cerco.
La radio del ejército
mintiendo.
Aquella luna pequeñita
colgando suspendida
a una legua de Higueras
y dos de Pucará.
Después silencio.
No hay más páginas.
Esto se pone serio.
Esto se acaba pronto
termina.
Va a encenderse.
Se apaga
Va a nacer. 

                                                                                        Nicolás Guillén.

Soldadito Boliviano

Soldadito de Bolivia,
Soldadito Boliviano,
Armado vas de tu rifle
Que es un rifle americano.
Que es un rifle americano
Soldadito de Bolivia,
Que es un rifle americano.

Te lo dió el señor Barrientos,
Soldadito Boliviano.
Regalo de Mr. Johnson
Para matar a tu hermano.
Para matar a tu hermano
Soldadito de Bolivia,
Para matar a tu hermano.
No sabes quien es el muerto,
Soldadito Boliviano.
El muerto es el Che Guevara
Y era argentino y cubano.
Y era argentino y cubano
Soldadito de Bolivia,
Y el argentino y cubano.

El fué tu mejor amigo,
Soldadito Boliviano.
El fué amigo del pobre
Del oriente al altiplano.
Del oriente al altiplano
Soldadito de Bolivia,
Del oriente al altiplano.

Está mi guitarra entera,
Soldadito Boliviano,
De luto, pero no llora
Aunque llorar es humano.
Aunque llorar es humano
Soldadito de Bolivia,
Aunque llorar es humano.

No llora porque la hora,
Soldadito Boliviano
No es de lagrima y pañuelo,
Sinó de machete en mano.
Sinó de machete en mano
Soldadito de Bolívia,
Sinó de machete en mano.
Con el cobre que te paga,
Soldadito Boliviano,
Que te vendes, que te compras,
Es lo que piensa el tirano.
Es lo que piensa el tirano
Soldadito de Bolivia,
Es lo que piensa el tirano.

Pero aprenderás seguro,
Soldadito Boliviano,
Que a un hermano no se mata
Que no se mata a un hermano
Que no se mata a un hermano.
Soldadito de Bolívia,
Que no se mata a un hermano
Que no se mata a un hermano!

                                                                               Nicolas Guillén

 
 
 

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