HÉCTOR ARTURO
El Comandante Ernesto Che Guevara regresó a su natal ciudad
de Rosario, donde mañana 14 de junio, en ocasión de su
cumpleaños 80, subirá a lo más elevado de la Plaza que
llevará su nombre, como si volviera a la tribuna o la
trinchera, con la frente alta, la mirada serena, el paso
firme y la certeza de saber que su vida no transcurrió en
vano.
El
artista argentino Andrés Zerneri muestra tres de las llaves
donadas para esculpir la estatua del Che.
El escultor bonaerense Andrés Zerneri, nacido el 6 de
octubre de 1972, tuvo la idea de perpetuar al Che en la
tierra que lo vio nacer. Para ello precisaba de 3 000
kilogramos de bronce y muchas horas de arduo trabajo en su
taller de la calle Palermo, en Buenos Aires, desde donde
convocó a todos para que hicieran donaciones de este metal.
No le faltaron amenazas fascistoides ni llamadas telefónicas
intimidatorias. Pero si el Che jamás tembló y se enfrentó
mil veces a la muerte, Zerneri, como fiel seguidor de su
compatriota, tampoco vaciló un solo instante.
Fueron
entregados 3 000 kilogramos de bronce por personas de todos
los confines del mundo para que el Che tenga su estatua en
la ciudad argentina de Rosario, a partir de este 14 de junio,
en ocasión de su cumpleaños 80.
Más de 15 000 argentinos y ciudadanos de todos los confines
del planeta respondieron al altruista llamado de este joven
artista, que me confiesa sin temor alguno su admiración por
el Che y su ética que ha marcado a generaciones enteras de
hombres y mujeres, en especial jóvenes.
"No pretendí endiosarlo, sino que lo tengamos aquí con
nosotros, presente en la escultura y no solo en las mentes y
los corazones, para que tratemos de ser iguales que él,
aunque estemos muy lejos de lograrlo.
"El Che fue un hombre de su tiempo, que es este tiempo
también nuestro, y mi deseo es que todos en el mundo,
principalmente nuestros hijos y nietos, traten de parecerse
a él y de seguir sus huellas y su ejemplo "
Me cuenta Zerneri que al principio se sintió pesimista, pues
él y el equipo de colaboradores partieron de la premisa de
no aceptar donaciones oficiales, de partidos políticos,
empresas y firmas.
"Convocamos
a la gente y la gente respondió. Pedimos que donaran llaves
de bronce, y poco a poco mi taller de la calle Palermo se
hizo pequeño para almacenar todo lo que comenzamos a recibir.
"Sí,
muchos donaron llaves y llaveros. Pero también hubo quien
nos trajo otras cosas, como un fragmento del primer
microscopio utilizado en la Argentina; una ancianita de 91
años de edad entregó una medalla de su difunto esposo, quien
fue militar; deportistas donaron sus trofeos; una madre se
desprendió del portarretratos de su hijo desaparecido por la
dictadura; un matrimonio de exiliados envió las llaves de su
antigua residencia bonaerense, y otros trajeron campanas,
cadenas, candelabros, camas, placas, escudos, ceniceros,
picaportes, pisapapeles, tuberías y grifos de agua."
Quedaba entonces resolver el problema de dónde fundir la
estatua de cuatro metros de altura, para hacerla en una sola
pieza y que no corriera el peligro de fracturarse en el
traslado.
Y
Zerneri y los suyos se fueron hasta la fundición de los
astilleros de Río Santiago, cuyo propietario les ofreció el
local y el horno de 900º, pero no se comprometió a más.
Tras conversar con los obreros metalúrgicos, estos aprobaron
fundir la estatua en jornadas de trabajo voluntario, pues
habían escuchado decir que el Che fue el pionero de esta
forma de resolver problemas en Cuba.
Lo mismo expresaron los constructores de Rosario, que ya dan
los toques finales a la Plaza Che Guevara. Allí Emilio,
Israel, Ernesto y los demás albañiles y ayudantes afirman
que sienten orgullo por laborar en este complejo escultórico,
y hasta expresan que se han hecho acompañar en ocasiones de
sus pequeños hijos, "para que desde ya vayan aprendiendo
quién era y es el Che Guevara y traten de seguir su ejemplo".
La Plaza Che Guevara se encuentra enclavada en cinco
manzanas comprendidas en los terrenos del antiguo predio
ferroviario de calle 27 de Febrero entre Laprida y Buenos
Aires, en Rosario, ciudad natal del Che, que en el 2003 lo
proclamó su Hijo Ilustre.
Andrés Zerneri, además de escultor, es director de arte,
realizador cinematográfico, fotógrafo, docente, pintor,
dibujante e ilustrador, y como escritor tiene en su haber
dos importantes ensayos: La deuda externa y El oro
robado a América. A los 19 años de edad, ya dirigía la
radio comunitaria de la provincia de Neuquén y además, formó
filas en la agrupación denominada Hijos de Desaparecidos.
Me habla acerca de su profunda admiración por el Che y dice
que ojalá pudiera viajar a Cuba para platicar con compañeros
de lucha del legendario guerrillero y estadista, e
intercambiar con sus colegas escultores: "Sé mucho de Cuba
por mediación de mis constantes contactos con la Embajada,
gracias a los cuales conozco de la valentía y dignidad de
ese pueblo noble, trabajador, justo, combativo, invencible,
solidario y seguidor de Fidel, de Raúl y del Che, quien
precisamente en Cuba comenzó a inscribirse en la Historia
Universal".
¿Satisfecho?,
le pregunto.
Y
Andrés Zerneri responde con absoluta modestia:
"Sí.
Y mucho. Sobre todo porque este Che que regresa a Rosario no
es una estatua solamente mía, sino de miles de personas que
en Argentina y el resto del mundo, se sumaron al proyecto,
por lo cual siempre digo que es una obra colectiva y
levantada desde abajo.
"Sé
que el Che era crítico de los homenajes, pero estoy
convencido de que aceptaría este por haberse convertido en
una convocatoria de masas y por saber que sus ideas, sus
principios y su ética han calado hondo en las multitudes a
las que él supo defender desde su más temprana adolescencia
hasta su caída en combate y posterior asesinato en las
selvas de Bolivia.
"Ustedes
tienen su monumento en la ciudad de Santa Clara; los
bolivianos el suyo en La Higuera, y nosotros tenemos ya el
nuestro en Rosario, donde el Che volverá a estar presente
para siempre y ser profeta en su tierra… "
Granma
13-06-2008 |