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Frei Betto
Querido Che:
Ya
han pasado cuarenta años desde que la CIA te asesinó
en la selva de Bolivia, el 8 de octubre de 1967.
Tenías entonces 39 años. Pensaban tus verdugos que,
al meterte balas en tu cuerpo, después de
haberte capturado vivo, condenarían al olvido tu
memoria. Ignoraban que, al contrario de los
egoístas, los altruistas nunca mueren. Los
sueños libertarios no quedan confinados en jaulas
cual pájaros domesticados. La estrella de tu boina
brilla más fuerte, la fuerza de tus ojos guía
a generaciones por las rutas de la justicia, tu
semblante sereno y firme inspira confianza a quienes
combaten por la libertad. Tu espíritu trasciende
las fronteras de Argentina, de Cuba y de Bolivia y,
cual llama ardiente, inflama aún hoy el corazón de
muchos revolucionarios.
En estos cuarenta años ha habido cambios radicales.
Cayó el muro de Berlín y sepultó al socialismo
europeo. Muchos de nosotros sólo ahora comprenden tu
osadía al señalar, en Argel en 1962, las grietas en
las murallas del Kremlin, que nos parecían tan
sólidas. La historia es un río veloz que no ahorra
obstáculos. El socialismo europeo trató de detener
las aguas del río con el burocratismo, el
autoritarismo, la incapacidad para llevar a la vida
cotidiana el avance tecnológico derivado de la
carrera espacial y, sobre todo, se revistió de una
racionalidad economicista que no hincaba sus raíces
en la educación subjetiva de los sujetos históricos:
los trabajadores.
Quién sabe si la historia del socialismo no sería
distinta hoy si hubieran prestado oído a tus
palabras: "El Estado se equivoca a veces.
Cuando sucede una de esas equivocaciones se percibe
una disminución del entusiasmo colectivo debido a
una reducción cuantitativa de cada uno de los
elementos que lo forman, y el trabajo se paraliza
hasta quedar reducido a magnitudes insignificantes:
es el momento de rectificar".
Che, muchos de tus recelos se han confirmado a lo
largo de estos años y han contribuido al fracaso de
nuestros movimientos de liberación. No te escuchamos
lo suficiente. Desde África, en 1965, le escribiste
a Carlos Quijano, del periódico Marcha de
Montevideo: "Déjeme decirle, aún a costa de parecer
ridículo, que el verdadero revolucionario está
guiado por sentimientos de amor. Es imposible pensar
en un auténtico revolucionario sin esta cualidad".
Esta advertencia coincide con lo que el apóstol
Juan, exiliado en la isla de Patmos, escribió en el
Apocalipsis hace dos mil años, en nombre del
Señor, a la Iglesia de Éfeso: "Conozco tu conducta,
el esfuerzo y la perseverancia. Sé que no soportas
a los malos. Aparecieron algunos diciendo que
eran apóstoles. Tú los probaste y descubriste que no
lo eran. Eran mentirosos. Ustedes han sido
perseverantes. Sufrieron por causa de mi nombre y no
se desanimaron. Pero hay una cosa que repruebo en
ti: abandonaste el primer amor" (2, 2-4).
Algunos de nosotros, Che, abandonaron el amor a los
pobres, que hoy se multiplican en la Patria Grande
latinoamericana y en el mundo. Dejaron de guiarse
por grandes sentimientos de amor para ser absorbidos
por estériles disputas partidarias y, a veces, hacen
de los amigos, enemigos, y de los verdaderos
enemigos, aliados. Corroídos por la vanidad y por la
disputa de
> espacios políticos, ya no tienen el corazón
encendido por ideas de justicia. Permanecieron
sordos a los clamores del pueblo, perdieron la
humildad del trabajo de base y ahora cambian utopías
por votos.
Cuando el amor se enfría el entusiasmo se apaga y la
dedicación se retrae. La causa como pasión
desaparece, como el romance entre una pareja que ya
no se ama. Lo que era 'nuestro' resuena como 'mío' y
las seducciones del capitalismo reblandecen los
principios, cambian los valores y si
todavía proseguimos en la lucha es porque la
estética del poder ejerce mayor fascinación que la
ética del servicio.
Tu corazón, Che, latía al ritmo de todos los pueblos
oprimidos y expoliados. Peregrinaste desde Argentina
a Guatemala, de Guatemala a México, de México a
Cuba, de Cuba al Congo, del Congo a Bolivia. Todo el
tiempo saliste de ti mismo, encendido de amor, que
en tu vida se traducía en liberación. Por eso podías
afirmar con autoridad que "es preciso tener una
gran dosis de humanidad, de sentido de justicia y de
verdad, para no caer en extremos dogmáticos, en
escolasticismos fríos, en aislamiento de las masas.
Es necesario luchar todos los días para que ese amor
a la humanidad viva se transforme en hechos
concretos, en gestos que sirvan de ejemplo, de
movilización".
Cuántas veces, Che, nuestra dosis de humanidad se ha
resecado, calcinada por dogmatismos que nos
hincharon de certezas y nos dejaron vacíos de
sensibilidad para con los dramas de los condenados
de la Tierra. Cuántas veces nuestro sentido de
justicia se perdióen escolasticismos fríos que
proferían sentencias implacables y proclamaban
juicios infamantes. Cuántas veces nuestro sentido de
verdad cristalizó en el ejercicio de autoridad, sin
que correspondiésemos a los anhelos de
quienes sueñan con un trozo de pan, de tierra y de
alegría. Tú nos enseñaste un día que el ser humano
es el "actor de ese extraño y apasionante drama que
es la construcción del socialismo, en su
doble existencia de ser único y miembro de la
comunidad". Y que éste no es "un producto acabado.
Los defectos del pasado se trasladan al presente en
la conciencia individual y hay que emprender un
continuo trabajo para erradicarlos". Quizá nos ha
faltado destacar con más énfasis los
valores morales, las emulaciones subjetivas, los
anhelos espirituales. Con tu agudo sentido crítico
cuidaste de advertirnos que "el socialismo es joven
y tiene errores. Los revolucionarios carecen muchas
veces de conocimientos y de la audacia intelectual
necesarios para enfrentar la tarea del desarrollo
del hombre nuevo por métodos distintos de
losconvencionales, pues los métodos convencionales
sufren la influencia de la sociedad que los creó".
A pesar de tantas derrotas y errores, hemos tenido
conquistas importantes a lo largo de estos cuarenta
años. Los movimientos populares han irrumpido en
todo el Continente. Hoy en muchos países están
mejor organizados los campesinos, las mujeres, los
obreros, los indios y los negros. Entre los
cristianos, una parte significativa ha optado por
los pobres y engendró la Teología de la Liberación.
Hemos sacado considerables lecciones de las
guerrillas urbanas de los años 60; de la breve
gestión popular de Salvador Allende; del
gobiernodemocrático de Maurice Bishop, en Granada,
masacrado por las tropas de los Estados Unidos; de
la ascensión y la caída de la Revolución Sandinista;
de la lucha del pueblo de El Salvador. En México los
zapatistas de Chiapas ponen al desnudo la política
neoliberal y se propaga por América Latina la
primavera democrática, con los electores repudiando
a las viejas oligarquías y eligiendo a aquellos que
son a su imagen y semejanza: Lula, Chaves, Morales,
Correa, Ortega, etc.
Falta mucho por hacer, querido Che. Pero conservamos
con cariño tus herencias mayores: el espíritu
internacionalista y la revolución cubana. Una y otra
cosa se presentan hoy como un solo símbolo.
Comandada por Fidel, la Revolución cubana resiste al
bloqueo imperialista, la caída de la
Unión Soviética, la carencia de petróleo, los medios
de comunicación que pretenden satanizarla. Resiste
con toda su riqueza de amor y de humor, salsa y
merengue, defensa de la patria y valoraciónde la
vida. Atenta a tu voz, ella desencadena un proceso
de rectificación, consciente de los errores
cometidos y empeñada, a pesar de las dificultades
actuales, en hacer realidad el sueño de una sociedad
donde la libertad de uno sea la condición de
justicia del otro.
Desde donde estás, Che, bendícenos a todos nosotros
los que comulgamos en tus ideales y tus esperanzas.
Bendice también a los que se cansaron, se
aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en
su propio beneficio. Bendice a los que tienen
vergüenza de confesarse de izquierda y de declararse
socialistas. Bendice a los dirigentes políticos
que, una vez destituidos de sus cargos, nunca más
visitaron una favela ni apoyaron una movilización.
Bendice a las mujeres que, en casa, descubrieron que
sus compañeros eran lo contrario delo que
ostentaban fuera, y también a los hombres que
luchan por vencer el machismo que los domina.
Bendícenos a todos nosotros los que, ante tanta
miseria que siega vidas humanas, sabemos que no nos
queda otra vocación más que la de convertir
corazones y mentes, revolucionar sociedades y
continentes. Sobre todo bendícenos para que, todos
los días, estemos motivados por grandes
sentimientos de amor, de modo que podamos recoger el
fruto del hombre y la mujer nuevos.
Frei Betto es escritor, autor de "La mosca azul.
Reflexiones sobre el poder", entre otros libros.
Traducción de J.L.Burguet
Las citas del Che tienen como fuete el texto El
socialismo y el hombre en Cuba, publicado en
"Ernesto Che Guevara, escritos y discursos",
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977,
pp.253-272
QUIÉN ES FREI BETTO
El escritor brasileño Frei Betto es un fraile
dominico. conocido internacionalmente como teólogo
de la liberación. Autor de 53 libros de diversos
géneros literarios -novela, ensayo, policíaco,
memorias, infantiles y juveniles, y de tema
religioso en dos acasiones-en 1985 y en el 2005
fue premiado con el Jabuti, el premio literario más
importante del país. En 1986 fue elegido Intelectual
del Año por la UniónBrasileña de Escritores. Asesor
de movimientos sociales, camo las Comunidades
Eclesiales de Base y el Movimiento de Trabajadores
Rurales sin Tierra, participa activamente en la vida
política del Brasil en los últimos 45 años. En
los años 2003 y 2004 fue asesor especial del
Presidente Luiz Inácio Lula da Silva y coordinador
de Movilización Social del Programa Hambre Cero.
(cubarte.cult.cu) 04-07-2007
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