La leyenda
de Ernesto "Che" Guevara no es una contradicción: el soldado
que hace 40 años ejecutó al guerrillero legendario en la
guerrilla boliviana acaba de recuperar la vista gracias a
médicos cubanos.
La "operación
milagro", así como le llaman los facultativos cubanos que
recorren la América Latina para atender gratuitamente a los
pobres de catarata, nunca antes había merecido su nombre en
Bolivia.
El
exsargento Mario Teran fue operado discretamente en Santa
Cruz (este), la segunda ciudad del país, a algunos cientos
de kilómetros de la aldea de La Higuera, donde el 9 de
octubre de 1967 acabó de una ráfaga de ametralladora con la
vida del "Che", preso desde la víspera en una pequeña sala
de escuela.
La noticia,
hecha pública este fin de semana por Granma, el
diario oficial de La Habana, ha tenido el efecto de una
pequeña bomba en el "centro oftalmológico de Santa Cruz",
atendido por los médicos cubanos y recientemente inaugurado
por el presidente boliviano Evo Morales, admirador declarado
de Fidel Castro.
"Nos
indignamos cuando nos enteramos de la noticia por la
radio." "El tipo obviamente no se presentó aquí diciendo
que era el asesino del Che", afirmó el lunes a la AFP
Margarita Andreu, la directora del establecimiento, donde
cuatro médicos atendien a más de 100 personas cada día."
Los
carteles con la efigie del Che o las fotografías del "guerrillero
heroico" junto con "el Lider Maximo" florecen en las paredes
de este cubo de hormigón blanco, donde se apilan decenas de
pacientes con espejuelos negros o el ojo cubierto con una
venda.
"Es
increíble." Hay gente que no tiene vergüenza. Cómo se ha
atrevido a entrar aquí", dice Miguel Orellano, un agricultor
de 35 años, que vino a operarse."
"La gente
que viene aquí no da siempre su verdadera identidad, a veces
son falsos papeles, no es nuestro problema", destaca la
directora, una mujer robusta de mirada sospechosa.
En el
registro de la clínica aparecen tres pacientes con el nombre
de "Mario Teran" y los médicos ignoran incluso cuál es el
antiguo soldado.
No
obstante, a pesar de su cólera, Margarita Andreu jura que se
habría ocupado del soldado boliviano incluso sabiendo su
identidad. "Es nuestro deber, nuestra obligación." Y luego,
el Che ya ganó otra batalla", declara.
El
artículo de Granma no dice otra cosa: "En adelante, jubilado
(Teran) podrá apreciar de nuevo los colores del cielo y el
bosque, disfrutar de la sonrisa de sus nietos (...). pero no
será seguramente nunca capaz de hacer la diferencia entre
las ideas que le condujeron a asesinar un "hombre a sangre
fría y las de ese hombre".
Después de
la operación, el hijo de Mario Teran se presentó en el
diario local El Deber) para expresar su
reconocimiento a los médicos cubanos, con un breve hilo de
voz sin otro comentario.
Después de
la muerte del Che, el antiguo sargento prosiguió su carrera
hasta el grado de suboficial en el ejército boliviano, antes
de desmayarse en en el momento de su jubilación. Nunca ha
querido expresarse públicamente.
Mucho
antes de ser periodista, el jefe de redacción de El Deber,
Tuffi Are, tuvo sin embargo la oportunidad de conocer por
casualidad durante su “clandestinidad” a Mario Teran quien
le alquilaba en esa época un apartamento a su familia. “Un
día, Teran fue a mi casa y empezó a tomar. Cuando estaba
borracho, se echó a llorar contando que esa historia del Che
le daba pesadillas”, contó.
La
Tribune, 3 octubre 2007 |