Una enorme ignorancia envuelve no solo a esta, sino también sus
infinitas formas de experiencias. Incluso las huellas digitales de
los gemelos univitelinos, nacidos de un mismo óvulo, se diferencian
a lo largo de los años. No en balde Estados Unidos, el país
imperialista más poderoso que ha existido se autoengaña al asumir
como doctrina un párrafo de la Declaración Universal de Derechos
Humanos donde se afirma: “todos los hombres nacen libres e iguales
en dignidad y derechos, y, dotados como están por naturaleza de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con
los otros”.
Nada de eso puede ser ignorado. Hay muchas más cualidades en los
principios religiosos que los que son únicamente políticos, a pesar
de que estos se refieren a los ideales materiales y físicos de la
vida. También muchas de las obras artísticas más inspiradas nacieron
de manos de personas religiosas, un fenómeno de carácter universal.
Los hombres de ciencia ocupan hoy un lugar privilegiado en los
centros de investigación, laboratorios y la producción de
medicamentos destinados a la salud humana, a vencer las distancias,
concentrar las energías, perfeccionar los equipos de investigación
que puedan operar en la tierra y el espacio. Alguien debiera poder
explicar de forma sosegada por qué puede observarse desde un
observatorio a cinco mil metros de altura sobre el nivel del mar una
estrella cuya luz tardó 12 mil millones de años luz; es decir, a 300
mil kilómetros por segundo, en llegar a la tierra. ¡Una insólita
medalla de oro! ¿Cómo puede explicarse eso, especialmente cuando se
hace referencia a la unión de las estrellas que según eminentes
científicos dieron lugar a la teoría del Big Ban?
¿Qué quedaría después? Nadie podría, sin embargo, negar la
afirmación de eminentes científicos que tras decenas de años de
rigurosos estudios arribaron a la conclusión de que tales fenómenos
son absolutamente posibles. Otro hecho de notable trascendencia es
que la posibilidad de estos fenómenos es absolutamente real.
Es en este punto que las religiones adquieren un valor especial. En
los últimos miles de años, tal vez hasta ocho o diez mil, han podido
comprobar la existencia de creencias bastante elaboradas en detalles
de interés. Más allá de esos límites, lo que se conoce tiene sabor
de añejas tradiciones que distintos grupos humanos fueron forjando.
De Cristo conozco bastante por lo que he leído y me enseñaron en
escuelas regidas por jesuitas o hermanos de La Salle, a los que
escuché muchas historias sobre Adán y Eva; Caín y Abel; Noé y el
diluvio universal y el maná que caía del cielo cuando por sequía y
otras causas había escasez de alimentos. Trataré de trasmitir en
otro momento algunas ideas más de este singular problema.
No olvidemos que este domingo habrá debate de candidatos. En la
primera ocasión, hace dos semanas, se produjo uno que causó
conmoción. El señor Trump que se suponía un capacitado experto quedó
descalificado tanto él como Barack en su política. Habrá que darles
ahora una medalla de barro.
Fidel Castro Ruz
Octubre 8 de 2016
10 y 26 p.m. |