Por Rosario Ojeda Silva
Sobre la moto inglesa Norton Ernesto Guevara –aún no el Che– entró
por primera vez a Chile. El objetivo era llegar hasta la Isla de
Pascua, pero “La Poderosa II” no lo era tanto para recorrer el
angosto país, protegido por la Cordillera de los Andes y el desierto
de Atacama, el más temeroso del mundo. Temuco, Valparaíso y
Chuquicamata eran los tres puntos marcados en el mapa de Guevara y
su amigo Alberto Granado (así lo referencia “Diarios de
Motocicleta”) cuando decidieron recorrer Sudamérica.
En el verano chileno de 1952, Guevara atraviesa Temuco y, con la
imagen grabada de las araucarias, el ancestral árbol mapuche,
continúa su viaje en una camioneta e intenta llegar hasta una zona
de enfermos de lepra en Rapa Nui, que le había contado un indígena
en el Lago de Todos los Santos.
Visitaron Santiago de Chile y luego Valparaíso. La moto en mal
estado alejó al estudiante de medicina del sueño de visitar Isla de
Pascua y como polizontes de un viejo barco llegaron los dos amigos a
Antofagasta, al norte de país, donde conocieron la mayor mina de
cobre del mundo y también la explotación al minero.
Iquique, Arica y el pueblo de Baquedano fueron los últimos lugares
que conocieron en Chile, y de este último se conserva la única foto
que existe del arriesgado paso de Guevara por Chile. Esa imagen está
expuesta en el Archivo Nacional de Santiago desde el pasado 6 de
octubre, en una exposición que evoca al guerrillero cuando aún no
era guerrillero.
Un breve recorrido del Che niño, joven y del enigmático adulto,
registra esta compilación de fotografías, donadas por el Instituto
Chileno-Cubano de Cultura José Martí, que en conjunto con la
Embajada de Cuba en Chile prepararon la exposición “La ruta de un
ideal”.
Durante un mes permanecerá esta muestra, en pleno centro de
Santiago, por donde seguramente el Ché debió caminar.
Ernesto Guevara con Alberto Granado y La Poderosa. |