Ernesto Gómez Abascal
Alahednews
En días como estos, a finales del mes de diciembre de 1960, Cuba
entera se preparaba para enfrentar una agresión militar
estadounidense. El gobierno revolucionario estaba convencido de que
la etapa de cambio de poder, de Eisenhower a Kennedy, que se
produciría en enero, ofrecía a Washington el momento oportuno para
el ataque y cada vez llegaba más información de los preparativos en
La Florida y Centroamérica que hacían confirmar esto. En octubre,
había cursado mi primera escuela militar como muchos jóvenes cubanos
y el año nuevo lo esperamos cavando trincheras en los alrededores de
La Habana.
El día 3 de enero de 1961, Estados Unidos anunció el rompimiento de
relaciones diplomáticas.
Ahora, el pasado 17 de diciembre, 54 años después, y tras intentar
liquidar a la Revolución Cubana mediante todo tipo de acciones
agresivas, incluidas invasiones militares, bloqueos comerciales y
financieros, sabotajes, atentados y aplicar todas las ideas
diabólicas concebidas en el amplio arsenal de la CIA, en que se
empeñaron –en mayor o menor medida 11 administraciones-, el gobierno
de Barack Obama, ha reconocido el fracaso de esta política, y ha
anunciado la decisión de restablecer y normalizar las relaciones.
“Por esta vía llevamos más de medio siglo intentándolo y no lo hemos
logrado. Cambiemos pues”, ha dicho, con claro pragmatismo.
Obama no es ni mejor ni peor que los otros presidentes que lo han
precedido. Representa los mismos intereses imperiales, pero 54 años
de fracasos de la política anticubana ya era demasiado. Cada año
EEUU debía enfrentar en el Asamblea General de la ONU la votación de
una Resolución contra el bloqueo a Cuba, que lo hacía quedarse solo,
totalmente aislado, únicamente junto al estado sionista, enfrentando
la oposición de 188-189 países, incluidos la mayoría de sus propios
aliados.
Su influencia en América Latina, había perdido terreno a la par que
Cuba gozaba cada vez de más prestigio. En el último año había
presidido la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
de la cual no forman parte EEUU ni Canadá; había sido sede de una
reunión Cumbre de la ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas)
y otra reunión Cumbre Cuba-CARICOM. La exitosa política exterior
cubana se manifestaba igualmente en África y actuaba como uno de los
principales líderes del Movimiento de Países No Alineados. El
próximo mes de abril, si los Estados Unidos insistía en su misma
obsoleta posición de tratar de mantener el aislamiento de Cuba
evitando su participación en la Cumbre de las Américas, a celebrarse
en Panamá, posiblemente hubiera provocado el fracaso de esta reunión,
pues la mayoría de los países de la región habían anunciado que no
admitirían una vez más la ausencia cubana.
Sin embargo, no hay que hacerse ilusiones ni llamarse a engaños, la
política del imperio mantiene sus mismos intereses hegemónicos.
Ahora vemos que con Venezuela cometen los mismos errores que
cometieron en su política anticubana durante más de 50 años.
Claro que la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba
tiene sus propias particularidades, y para entenderla, debe irse
mucho más atrás del último medio siglo. Tampoco se trata únicamente
de una confrontación ideológica. Sus raíces hay que buscarlas a
principios del siglo XIX, cuando ya los dirigentes de Washington se
pronunciaban abiertamente acerca del interés de que Cuba dejara de
ser colonia de España para insertarla como un estado más de la Unión.
Este interés ha prevalecido hasta nuestros días en la mayoría de los
políticos estadounidenses. No se conforman o no aceptan la
independencia de Cuba.
Cuando esto cambie y ellos comprendan y acepten que Cuba lucharía
eternamente si fuera necesario por mantener su independencia,
entonces habrá relaciones normales entre los dos países. ¿Obama
habrá comprendido esto?
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