Por Arleen Rodríguez Derivet*/ Resumen Latinoamericano / AlMayadeen
/20 de Nov. 2015.- En días cruciales para la paz mundial y para la
suerte de los pueblos de fe musulmana, ha muerto en La Habana
Ernesto Gómez Abascal, escritor, periodista y embajador en varios
países del convulso Medio Oriente. Desde esa martirizada región
llegan mensajes de duelo. Allá lo lloran, como aquí, los amigos que
sembró en un ejercicio de la diplomacia que se saltó protocolos y
formalidades, para defender con sólidos argumentos y apasionada
honestidad, las verdades que aprendió estudiando a esas naciones por
dentro y compartiendo sus riesgos.
Irak en guerra, Siria bajo amenaza, Turquía al acecho…Todas esas
realidades las vivió el embajador y las diseccionó el intelectual.
Ernesto Gómez Abascal, incluso ya fuera del ejercicio diplomático y
bajo los crecientes efectos de una enfermedad neurológica que fue
mermando sus habilidades físicas pero nunca su lucidez
En su modestísimo apartamento de la animada calle 26 del Nuevo
Vedado habanero, recibía a los amigos y trabajaba incansablemente en
textos para publicaciones cubanas y extranjeras, apoyado en Regla,
compañera y colaboradora de todas las batallas, quien le sobrevive
rodeada de muchos libros y escasos adornos que, sin embargo,
comparten un mismo origen: el Oriente Medio, nudo fundamental de la
geopolítica contemporánea y objeto permanente de sus mayores
angustias y sus más profundos afectos.
Después del histórico discurso de Ernesto Dihigo contra la partición
de Palestina en 1947, no conozco otro cubano que haya defendido más
y mejor los derechos de esa nación que tan despiadadamente castiga
el sionismo israelita y sus libros sobre el más importante conflicto
del mundo árabe se citan habitualmente por los expertos del tema en
todo el mundo.
Durante la llamada guerra israelí de los 33 días contra el Líbano,
sus comentarios a través de la radio, la televisión y los medios
digitales, fueron pioneros en destacar el carácter épico de la
resistencia popular representada por Hizbolah que rompió el mito de
la supuesta invencibilidad israelí.
Y también fue el primero en advertir lo que se fraguaba contra Siria
por ser un poderoso valladar contra las pretensiones imperialistas,
pero cuidó siempre la credibilidad de sus palabras, apuntando
sinceramente a los errores que abrieron el camino al
intervencionismo oportunista de Occidente.
Pero no se limitaba a opinar desde sus conocimientos y experiencia.
Le gustaba mostrar a los lectores cubanos la inteligencia y calidad
humana de los líderes árabes, tradicionalmente desconocidos fuera de
su región. No dejaba pasar a las personalidades políticas por La
Habana, sin entrevistarlos exhaustivamente sobre la actualidad de
sus países y los desafíos del momento. Hizo mucho para que nos
despojáramos de prejuicios sobre los musulmanes y en uno de sus
últimos textos nos legó una advertencia esencial: ¿por qué le ponen
siempre el mismo apellido a los terroristas? ¿ Alguien le llama
fundamentalismo católico o protestante a los terroristas que no
creen el islam?
En la inauguración del sitio web de Al Mayade en español
escribió: “Los grandes medios…..han logrado predominar en el campo
informativo y hoy cuentan con instituciones mediáticas
especializadas dotadas de modernas tecnologías, con las cuales
tratan de imponer sus intereses y de fabricar “sus verdades”. La
página de Al Mayadeen en español, se propone entrar en combate
enarbolando la bandera de la verdad y la defensa de los intereses de
nuestros pueblos, considerando que estamos enfrentando una verdadera
guerra psicológica. La inmensa mayoría de estos, que apoyan el
predominio de la verdad, la justicia y la paz, podrán contar con Al
Mayadeen como un nuevo instrumento en defensa de sus intereses”.
En Tricontinental, Radio Rebelde, Cubadebate, TeleSUR o la Mesa
Redonda, yo solía recibir sus colaboraciones con entusiasmo y muchas
veces abusé de su gentileza demandándole más, pero él respondió
siempre con inmediatez para darnos luz sobre los acontecimientos
aparentemente más oscuros. Su partida deja, por tanto, un vacío
enorme que seguiremos llorando mientras no aparezcan en los medios
nuevas firmas como la suya, comprometidas con la defensa de ese
mundo del que siempre los grandes medios nos cuentan tantas cosas
terribles, soslayando las esencias.
Foto: Ernesto Gómez Abascal, escritor, periodista y embajador en
varios países del convulso Medio Oriente
* Periodista cubana y conductora del programa de la televisión
cubana “Mesa Redonda”. Premio Nacional de Periodismo José Martí.
Premio Abril. |