Los objetivos de los patrocinadores de un fanático ejército
Por Ernesto Gómez Abascal - especial para Alahednews
Ya hoy nadie puede poner en duda que las fuerzas extremistas que
actúan para derrocar el gobierno de Bashar al Assad en Siria, están
integradas por combatientes de decenas de países, reclutados por una
red “yihadista” que abarca desde Europa hasta Asia. Los recursos
económicos fundamentales para formar este fanático ejército, de
dónde saldrían si no de las desbordadas arcas de las petromonarquías
del Golfo; y la técnica militar, incluido entrenamiento,
asesoramiento, etc., la han aportado los Estados Unidos y algunos de
sus aliados de la OTAN.
Dentro del amplio abanico de organizaciones y grupos que iniciaron
la sublevación contra el gobierno baasista, caracterizados por
discrepancias y ambiciones que los han llevado en no pocas ocasiones
a enfrentarse militarmente entre ellos mismos, por supuesto que
también hay sirios, con razones o no para adoptar tal actitud. Sin
embargo, el camino escogido por estos los llevó a someterse y
depender de los intereses de los poderes norteamericanos y de sus
aliados reaccionarios. La vanguardia de los combatientes antisirios,
pasó rápidamente a manos de las organizaciones yihadistas más
recalcitrantes, que fueron, al parecer, las privilegiadas por los
cuantiosos recursos y los petrodólares de las monarquías del Golfo.
Cada cual con sus intereses, fueron coincidiendo en la guerra con
el objetivo de instalar en Damasco, un gobierno islámico favorable a
sus objetivos. EEUU, la entidad sionista, la OTAN y otros, persiguen
eliminar un gobierno que se les ha estado oponiendo desde hace
muchos años y ha sido centro de resistencia a sus planes,
practicando a su vez una política internacional independiente, como
consta en decenas de votaciones en la ONU y otros Organismos
Internacionales y como se ha manifestado en sus relaciones con los
países del llamado Tercer Mundo y el MNOAL. También buscaban el
debilitamiento de la alianza con Teherán y las Fuerzas Patrióticas
Libanesas, objetivos ulteriores a liquidar como parte de una
política hegemónica.
Importantísimas ambiciones económicas se encuentran de igual forma
detrás de esta guerra, pues el territorio sirio es un corredor ideal
y el trayecto más corto, para los gasoductos y oleoductos, que
transportarían los energéticos desde los grandes yacimientos de
Iraq, Irán, Qatar y otras zonas adyacentes, hasta puertos del
Mediterráneo, lo cual aliviaría a Occidente de la dependencia del
suministro ruso, para de paso lograr debilitar a Moscú y su objetivo
de recuperar una posición como potencia mundial.
La organización conocida como Estado Islámico de Iraq y el Levante,
ISIS o EIIL, según sus siglas, o DAESH, su acrónico árabe, fue un
desprendimiento de Al Qaeda que entró en Siria partiendo de la
provincia de Ambar en Iraq, donde grupos sunitas fueron trabajados y
reclutados por los servicios especiales de Arabia Saudita y Qatar, y
junto a yihadistas de otros países, y probablemente apoyados desde
Turquía, combatieron con éxito para ocupar una región del noreste
sirio adyacente al Kurdistán iraquí, ya casi convertido en estado
independiente y a la frontera turca.
la cia entreno a los terroristas de daesh
Sin embargo, la ofensiva lanzada contra ellos, los últimos éxitos
militares y políticos del gobierno sirio, la resistencia y el hecho
de no contar con apoyo kurdo, que predomina en esta misma región,
los hizo retornar a territorio iraquí en una ofensiva que tomó por
sorpresa al desorganizado y desunido ejército de ese país, que ha
abandonado posiciones importantes como la ciudad de Mosul (la
segunda más grande de Iraq); Tikrit, más al sur en camino a Bagdad;
Beiji, importante centro petrolero, etc. Incluso intentaron sin
éxito tomar Kirkuk, ciudad disputada por kurdos, turcomanos y
árabes, y también significativo enclave petrolero.
Esta ofensiva del ISIS, seguramente reforzada por grupos sunitas
que se sienten desplazados del poder, y elementos remanentes de la
época de Saddam Hussein, ha encontrado poca y desorganizada
oposición y avanza en dirección a Bagdad, alentada y apoyada por las
reaccionarias monarquías del Golfo, que persiguen liquidar al débil
poder predominantemente chiita instalado allí y cercano a Irán. El
gobierno central, cuya práctica sectaria no ha logrado estabilizar o
unificar el país, al parecer presa de pánico, ahora llama a una
movilización general para enfrentarlos. Desde hace mucho tiempo
viene sufriendo la sistemática desestabilización que provocan las
criminales bombas que explotan regularmente en mercados y mezquitas
chiitas de Bagdad, las cuales han provocado miles de muertos.
Desde Teherán, el gobierno iraní ha convocado a una reunión de los
países vecinos de Iraq para coordinar posiciones ante esta
situación, pensando tal vez que los turcos estén interesados y
algunos gobiernos más pequeños del Golfo. Los EEUU, a quien el
Primer Ministro Maliki ha solicitado ayuda, ha dicho por boca del
presidente Obama que no comprometerá fuerzas en este nuevo
conflicto, aunque estudia alternativas. Los políticos de Washington
son los padres de estos Frankensteins fanáticos y terroristas, que
hoy florecen en toda la región del Cercano Oriente y Norte de
África, y aún más allá. La promoción de guerras sectarias ha sido
parte de su plan para debilitar y destruir una región, donde quiere
mantener su hegemonía. Pero esta es una política muy peligrosa, el
monstruo parece hacer metástasis y esta no reconoce fronteras.
Tal vez lo que estemos presenciando sea un nuevo episodio de lo que
ellos han calificado como “caos constructivo”, o la práctica de
promover la destrucción mediante conflictos internos, para después
ocupar y dominar más fácilmente. Podrían mostrar entonces “el
carácter humanitario” de sus intervenciones. |