Ernesto Gómez Abascal
Alahednews
Hace pocos días, Noam Chomsky, prestigioso intelectual y politólogo
estadounidense se refería, en una entrevista que concedió a RT y
trascendió ampliamente a otros medios, a la posibilidad del
estallido de una guerra nuclear, reconociendo que las actuales
circunstancias internacionales, creaban condiciones para ello, aún
cuando no exista una política especialmente dirigida a provocarla.
El historiador y filósofo, también señaló en otra reciente ocasión,
que Estados Unidos debía ser considerado el estado terrorista número
uno, ya que la CIA, en sus 67 años de existencia, se había dedicado
a armar a cuanto grupo insurgente respondiera a sus intereses en
cualquier parte del mundo. Esta política fue la que dio origen al
EI, -a quien ahora dicen combatir- como antes habían creado a Al
Qaeda, y a toda una larga lista de organizaciones con terroristas
provenientes de unos 80 países, que según se afirma, ha reclutado,
junto a sus aliados, para tratar de derribar el gobierno de Damasco.
Tanto Washington como Londres y otros socios de la OTAN, no se
ocultan para anunciar, que dan entrenamiento y arman a nuevas
huestes, de lo que llaman “oposición moderada”, para introducirlas
en territorio sirio y continuar su destructiva, aunque hasta ahora
infructuosa e ilegal guerra sucia contra el gobierno sirio. De esta
forma, convierten en letra muerta los principios vigentes y
acordados por la ONU de “respeto a la soberanía de los estados; la
no intervención en asuntos internos de otros, y en general actuar
según la legalidad internacional.”
Es en este peligroso escenario, en que son promovidos y
desarrollados conflictos, que podrían crear situaciones
imprevisibles y fuera de control, tal como señalaba Chomsky. Debemos
tener presente que el estado sionista, poseedor de un arsenal
nuclear, está dirigido por un grupo de fundamentalistas cada vez más
fanáticos, quienes han demostrado su poder de decisión en la
política estadounidense, afirmándose que por encima de demócratas y
republicanos, en este país decide el partido sionista.
Si observamos un mapa de la región, podemos apreciar que,
situaciones de guerra, más o menos intensa, y con una u otra
característica, ya existen en Libia, Egipto, Palestina, Yemen, Iraq,
Siria, Líbano y Turquía. Ello sin considerar conflictos internos que
amenazan con alcanzar mayor dimensión, como los que existen en
Bahrein y Arabia Saudita, y sin tener en cuenta la larga guerra que
ha desangrado y lo sigue haciendo, a Afganistán.
Muy cercana a esta región se encuentra la estratégica península de
Crimea, ahora de nuevo territorio ruso y colindante con zonas del
este de Ucrania que han proclamado su independencia del gobierno de
Kiev, y donde se desarrolla otro peligroso conflicto armado, cuyo
origen se halla en el interés de Washington de hacer avanzar la
presencia de la OTAN hacia el este para tratar de acorralar a Rusia.
Son frecuentes los ejercicios y maniobras militares como los
realizados en Polonia y países del Báltico.
Por otra parte, Rusia acaba de anunciar que como respuesta a las
acciones de la OTAN, reiniciará vuelos de reconocimiento con su
aviación estratégica, que alcanzarían vastas zonas del Atlántico, el
Golfo de México y Suramérica.
El gobierno turco, país miembro de la OTAN y donde existe una base
aérea, Incirlik, que posee depósitos de armamento nuclear
relativamente cerca de Kobane o Ain el Arab, ciudad por cuyo control
luchan kurdos y yihadistas del Estado Islámico desde hace casi tres
meses, no oculta sus ambiciones expansionistas y actúa de acuerdo a
intenciones que recuerdan a muchos su pasado imperial. El gobierno
de Ankara, dirigido por un partido religioso, ha favorecido a los
extremistas y fanáticos del EI para que eliminen a los kurdos de
Siria quienes ocupan toda la zona fronteriza y habían obtenido
cierta autonomía del gobierno de Damasco y son considerados por
Ankara, un ala del PKK, incrementando también las contradicciones
con iranios e iraquíes, además de promover peligrosas desavenencias
con Rusia.
Cuando los siocons de Washington, después de la desaparición del
socialismo en la URSS y Europa Oriental, se autoproclamaban en los
años noventa del siglo pasado como “vencedores de la Guerra Fría”,
también elaboraron teorías tales como “EL PROYECTO PARA EL NUEVO
SIGLO AMERICANO”, que contemplaba entre sus principios, el dominio
del Medio Oriente en su concepto territorial más amplio (El Gran
Medio Oriente); el control de las principales reservar de petróleo y
gas que allí se encuentran, para evitar el surgimiento de nuevas
potencias que pudieran hacerle frente a sus intereses hegemónicos; y
mantener un mundo unipolar, donde pudieran actuar a su antojo
desconociendo el papel de la ya debilitada ONU.
Esto es lo que han intentado y continúan haciéndolo, aunque con poco
éxito, promoviendo guerras sucias, y estimulando peligrosos
conflictos sectarios, que a veces tiñen de colores o bautizan con
atractivos y primaverales nombres, creando en sus ambiciones
imperialistas, contradicciones secundarias con algunos de sus
aliados. En su desesperación se vuelven aun más peligrosos, al darse
cuenta de que la Comunidad Internacional avanza de nuevo hacia un
Mundo Multipolar; China ya los supera como primera potencia
económica; un grupo de potencias emergentes se unen y encuentran
intereses comunes en los BRICS; Rusia avanza en la recuperación de
su posición como potencia de primer orden a tener en cuenta; y en
América Latina han perdido ya su antigua posición de gendarme
imperial.
Guerra Fría o no, el peligro reside en que en su ambición hegemónica,
las cosas se les vayan de la mano o se adopten decisiones por
políticos ignorantes y aventureros, que las transformen en “Guerras
Calientes”, con lo que esto pueda implicar para toda la humanidad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor
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