Ernesto Gómez Abascal
Rebelión
Ya es evidente que lo que está sucediendo en el Cercano Oriente y el
norte de África y que se inició a principios del pasado año en Túnez
con manifestaciones populares para protestar contra un corrupto
gobierno aliado de EEUU y Occidente, se ha convertido en un nuevo
capítulo de la larga lucha por la dominación de una región
considerada estratégica por sus enormes recursos energéticos y su
posición geográfica.
Debe tenerse en cuenta las características de como se han enfrentado
las sublevaciones o protestas en los diferentes países, que aunque
han tenido como origen similares males: corrupción, falta de
democracia y represión, no han recibido el mismo tratamiento.
En Túnez, Egipto, Yemen, Bahrein, Jordania, Marruecos y Arabia
Saudita, donde se han producido y continúan produciéndose, con mayor
o menor intensidad manifestaciones y protestas populares, los
Estados Unidos y sus aliados han maniobrado para que no se produzcan
cambios de régimen, e incluso, como ha sido el caso de Bahrein –sede
de la 5ta Flota–, autorizaron la entrada de tropas emiratíes y
sauditas para apoyar la represión y salvar el gobierno de la
monarquía. En general, los gobiernos de estos países, son aliados de
los Estados Unidos y siguen su política, por ello desde Washington y
las capitales europeas se trata por todos los medios posibles, de
que si es imprescindible hacer cambios para evitar verdaderas
revoluciones como han sido los casos de Túnez, Egipto y Yemen, estos
sólo sean de forma, destituyendo personas, sin que se altere la
estructura de poder clasista: política, económica y militar.
Contra estos gobiernos no se promovieron ni se promueven campañas
mediáticas y mucho menos intervenciones otanistas. La represión de
las manifestaciones que se han desatado en ellos y continúan
produciéndose, más bien han sido ignoradas o tratado de ser
acalladas por la gran prensa. Quien quiera creerse que los gobiernos
de Estados Unidos y sus aliados de Europa, así como la cofradía de
gobiernos reaccionarios árabes tienen alguna preocupación por la
situación de los derechos humanos de estos pueblos, es un tonto
desinformado o un mal intencionado. Ellos tienen una larga historia
de explotación colonial y genocidios y apoyan de forma incondicional
las criminales acciones del sionismo israelí contra el pueblo
palestino. En Afganistán e Irak han causado cientos de miles de
muertes dentro de la población civil. De lo que se trata es simple y
llanamente de la continuación de la lucha con intereses hegemónicos
y colonialistas.
En Libia , aún con las incoherencias y errores del gobierno de
Qadafi, este no era de suficiente confianza para los intereses
norteamericanos y occidentales y sus ricos yacimientos energéticos
eran un atractivo demasiado grande. Por ello, contra su régimen
desataron todo el poderío destructor para imponer en Trípoli un
gobierno dispuesto a sometérsele dócilmente. Por el momento y con el
falso argumento de proteger los derechos humanos, lo lograron
mediante criminales bombardeos, aunque el caos instaurado en el país
deja abiertas muchas interrogantes sobre su futuro.
Entonces vino Siria, donde también hubo manifestaciones que fueron
reprimidas, el gobierno cometió errores que después ha tratado de
subsanar tratando de llevar a cabo un amplio proyecto de reformas.
Sin embargo, a diferencia de los otros países mencionados
anteriormente, desde hace muchos años los sirios han practicado una
política exterior contraria a los intereses de Estados Unidos e
Israel, sirviendo de base a las organizaciones de la resistencia
palestina y brindando su apoyo a las fuerzas patrióticas libanesas.
Siria aparece en las listas negras del Departamento de Estado, es
calificado como país que apoya el terrorismo y comete el grave
pecado de ser aliado de Irán, ser miembro activo del Movimiento de
Países No Alineados y votar en la ONU y otros Organismos
Internacionales, al lado de las causas del Tercer Mundo. EEUU, desde
hace años venía poniendo en práctica sanciones económicas contra
Damasco y conspiraba para desestabilizar su gobierno. A los países
reaccionarios y conservadores árabes les causaba molestia el sistema
social progresista de Siria. Su posición política y sus criticas a
la Liga Árabe ponían en evidencia el sometimiento de estos a
Washington, principal soporte del sionismo y de la criminal política
de Israel.
Las protestas iniciadas en la sureña ciudad de Deraa y que se
extendieron a otros lugares, duramente reprimidas, fueron
aprovechadas para implementar el plan de “cambio de régimen”
preparado desde mucho antes, fomentando las infiltraciones armadas,
dando entrenamiento militar a opositores y desatando una aplastante
campaña mediática como pocas veces antes se ha visto.
La ciudad de Homs, a pocos kilómetros de la frontera con Líbano, se
escogió para tratar de crear allí la Benghazi siria, aplicar el
mismo esquema de Libia, y establecer un gobierno de la oposición con
nombre similar al Consejo de Transición ya conocido. Un acuerdo de
la Liga Árabe, se prestaría para aprobar una resolución del Consejo
de Seguridad que permitiera la intervención militar de la OTAN.
Sin embargo, Siria no es Libia. El gobierno del partido Baas cuenta
con apoyo interno suficiente para resistir y tiene aliados que no
están dispuestos a perder un amigo con una posición geográfica muy
importante. China y Rusia esta vez vetaron la resolución en el
Consejo de Seguridad y han declarado su oposición a cualquier
intervención extranjera. Adicionalmente, el gobierno de Damasco,
aunque reaccionó tardíamente, ha logrado pasar a la ofensiva militar
y ya tomó el control de Homs y mejora la seguridad en sus fronteras,
aunque el peligro de un ataque desde el exterior no ha desaparecido.
En el orden político ya celebró un referéndum e implementa reformas
para satisfacer viejas demandas de la población.
Lo que la machacona maquinaria de prensa occidental ha presentado
como una represión criminal e indiscriminada contra barrios de Homs,
en realidad ha sido una batalla entre las fuerzas del gobierno
legítimo de Siria, contra bandas armadas desde el exterior y
mercenarios infiltrados, que tratan, en coordinación con potencias
extranjeras, de producir el cambio de régimen. En esta también han
muerto cientos de miembros de los cuerpos armados fieles al
gobierno.
El gobierno de EEUU, ante el hecho de que hasta el momento no ha
podido alcanzar sus objetivos como lo hizo en Libia, ha reaccionado
redoblando sus amenazas y posiblemente incrementando planes de
acciones subversivas, para lo que cuenta con fieles seguidores en la
región. Turquía, país miembro de la OTAN, con una larga frontera en
el norte y unas poderosas fuerzas armadas, puede ser un gran
peligro, aunque el gobierno de Ankara debe meditar muy bien las
consecuencias que podría traerle una guerra con Siria, especialmente
por sus repercusiones regionales y para sus importantes relaciones
con Irán, Irak y Rusia.
En Líbano, Siria tiene poderosos amigos –como Hizbulá– pero también
enemigos, como los seguidores del multimillonario y reaccionario
Clan Hariri, representante de un sector sunita, y con vínculos muy
fuertes con Francia y Arabia Saudita, que ya han estado prestando
importantes servicios a los del Consejo de Cooperación del Golfo,
especialmente a Qatar y Arabia Saudita, para introducir mercenarios
y armas hacia la zona de Homs, distante solo pocos kilómetros de su
frontera, lo cual ha elevado las tensiones en el país de los cedros.
El intento de nuevas infiltraciones o provocaciones fronterizas
podrían tener consecuencias graves y una guerra en territorio sirio
por ataques que provengan desde el exterior, muy probablemente se
extendería a territorio libanés, donde la correlación favorece a las
fuerzas patrióticas lideradas por Hizbulá.
Si esto sucede, una posible intervención, de tropas francesas y/o
estadounidenses dirigidas a destruir el poderío de Hizbulá e imponer
un gobierno pro-occidental en Beirut (ya ha ocurrido antes y por
cierto con desastrosas consecuencias para ambos), no podría
descartarse, dándole a la guerra una dimensión aún mayor y
características de conflicto confesional. También podrían
involucrarse fuerzas del Consejo de Cooperación del Golfo mandatadas
por su ahora instrumento político, la Liga Árabe.
Tal vez previendo esto, el canciller ruso, Serguei Lavrov, viajó
este fin de semana a El Cairo para solicitarle a la Liga no apoye la
intervención armada en Siria y ayude a buscar una solución negociada
interna, evitando la ampliación del peligroso conflicto. El ruso
subrayó de paso que Moscú se acoge a los principios de la Carta de
las NNUU, y actuará para que estos se respeten.
La extensión del la guerra en Siria podría ampliarse a otros
escenarios. Con Irak también tiene una larga frontera y allí, donde
ya está repercutiendo lo que sucede en el vecino territorio, las
contradicciones entre chiitas y sunitas se están agudizando. Los
primeros, mayoritarios en población y en el gobierno, mantienen
vínculos privilegiados e históricos con Teherán y ya han dado
señales de apoyo al gobierno de Damasco. La fuerza político-militar
más aguerrida y poderosa del país, es el llamado “Ejército del
Mahdi”, dirigida por el popular líder religioso Moqtada al Sadr,
quien mantiene relaciones especiales tanto con sectores políticos
iraníes como con el Hizbulá libanés. Ellos, que fueron determinantes
en impedir un acuerdo con EEUU para que las tropas yankis
permanecieran en el país, podrían participar en el conflicto armado
tanto dentro de Irak, como en territorio sirio. El viejo plan
sionista-estadounidense de dividir el país amenaza con reactivarse.
Los sunitas, mayoritarios en el centro oeste, están demandando la
autonomía de la provincia de Ambar, tal como hacen los kurdos en las
tres provincias norteñas.
Dentro de los sunitas iraquíes trabajan por ganar influencia desde
hace tiempo, los turcos y los sauditas. Estos últimos patrocinan
grupos salafistas, islámicos extremistas, pero Siria también cuenta
con sectores seculares que la apoyan, especialmente en la estructura
clandestina remanente del antiguo partido Baas, muchos de los cuales
buscaron refugio en este país durante la ocupación yanki. Se calcula
en más de dos millones los iraquíes que se refugiaron en Siria,
quienes en buena medida ya han regresado.
Otras fuerzas beligerantes en la región son las organizaciones
kurdas, la más conocida de las cuales es el Partido del Trabajo del
Kurdistán, que desde hace años lleva a cabo una lucha de guerrillas
contra el gobierno central turco, con aspiraciones de lograr la
independencia de una parte del sureste de Anatolia, o al menos una
amplia autonomía. Ellos tienen relaciones con los kurdos iraquíes,
quienes le ofrecen refugio y apoyo, así como con los kurdos de
Siria, que habitan fundamentalmente a lo largo de la frontera
noreste con Turquía.
Estados Unidos e Israel ha tratado de utilizar la condición no árabe
de los kurdos en función de sus intereses, en ocasiones les han
ofrecido protección, entrenamiento y abastecimiento, pero la
heterogénea composición política de esta población no les ofrece
absoluta confianza y habría que ver las posiciones que adoptan
frente a un conflicto armado que se extienda por toda la región.
Y es en este complicadísimo panorama que los sionistas de Israel y
los políticos más aventureros de los EEUU intensifican sus amenazas
de guerra contra Irán y el tema de un posible ataque ha estado esta
semana sobre la mesa en las reuniones de Natanyahu y Obama en
Washington. Desde Teherán, también observan con gran preocupación la
posibilidad de perder a dos de sus aliados estratégicos: Siria e
Hizbulá. Ante ello, es de esperar que los persas no se queden con
los brazos cruzados.
El posible ataque a Irán para impedir que este desarrolle un
potencial atómico ocupa cada vez más espacio en la prensa occidental
y tal como ocurrió con las supuestas armas de destrucción masiva que
sirvieron de pretexto para atacar a Irak, esta campaña podría
intoxicar de tal modo las mentes de la opinión pública en Europa y
Estados Unidos, que los lleve a aceptar una acción dirigida a
destruir las instalaciones nucleares persas, a pesar de que se
reconoce que en ellas no se trabaja con fines militares.
Descartando de inicio una invasión terrestre sobre Irán, imposible
de llevar a cabo, se impondría un golpe aéreo masivo, pues no podría
ser quirúrgico. Este último término conlleva un carácter limitado
dirigido a destruir un grupo pequeño de industrias y centros
vinculados al desarrollo nuclear. Sin embargo, dada la capacidad
militar de respuesta que han desarrollado las fuerzas armadas
iranies, cualquier operación tendría que perseguir también la
destrucción de cientos de sitios de interés militar, para evitar que
lluevan sobre Israel los cohetes persas, que aunque se dice no
poseen gran precisión, si tienen el alcance suficiente para golpear
cualquier lugar del estado hebreo. Los Sajjil 2 pueden alcanzar
objetivos hasta a 2,200 kms.
Israel no tiene capacidad militar convencional para sostener una
guerra de destrucción masiva sobre Irán, solo los Estados Unidos
posee esta capacidad, por lo que los fanáticos sionistas de Tel
Aviv, podrían verse tentados a utilizar armamento atómico, bien
lanzados con misiles tipo Harpoon desde su flota de submarinos o
utilizando sus aviones F-15 y F-16, aunque estos últimos enfrentan
la dificultad de que tendrían que reabastecerse en el aire y hacer
una ruta sobre territorio árabe (Jordania, Arabia Saudita o Irak).
Aunque no se excluye la posible complicidad de alguno de estos.
Pero el peligro de respuesta sobre Israel podría no venir solo desde
Irán. Se estima que Hizbulá en el Líbano posee unos 10 mil cohetes,
que van desde Katiushkas, con 25 kms. de alcance, hasta los Scud D,
que pueden llegar a cualquier parte de Israel. Siria posee aún un
arsenal más sofisticado y poderoso.
Irán ha dicho que si lo atacan, responderá cerrando el Estrecho de
Ormuz y golpeando los objetivos militares estadounidenses en la zona
y si destruyen sus instalaciones petroleras, podría responder
destruyendo las de otros países de la región desde donde se lancen
agresiones contra su territorio. ¿Qué precio alcanzaría el barril de
petróleo? ¿La crisis económica que ya afecta al mundo, especialmente
a Occidente, hasta que punto se profundizaría?
Cabe preguntarse también si Rusia permanecerá indiferente ante una
guerra que se extienda por todo el Medio Oriente, rodeando sus
fronteras con propósitos de hegemonía mundial y que tendría entre
sus objetivos destruir y someter a países que considera aliados y
contra los cuales se pueda utilizar incluso el arma nuclear.
Analistas consideran que si esto sucede, podrían entrar en escena la
última generación de sus misiles cruceros Sunburn y Onix, que vuelan
a más de dos veces la velocidad del sonido y son capaces de burlar
el “escudo antimisiles” yanki portando cabezas nucleares con un
tremendo poder de destrucción.
¡Sería el holocausto, el verdadero holocausto!
Quienes deciden el inicio de las guerras o estimulan estas, por lo
general no calculan bien como pueden terminar. La historia lo ha
demostrado. Por ello es imprescindible que se movilicen todas las
fuerzas progresistas del mundo en contra de la intervención
extranjera; en favor del respeto a la soberanía de los países; por
la solución negociada de los conflictos; en fin, a favor de la paz.
Fidel Castro viene alertando hace tiempo sobre este peligro. Háganle
caso, ha demostrado ser un visionario.
Ernesto Gómez Abascal es ex embajador cubano en varios países del
Cercano Oriente. Escritor y periodista miembro de la Sección de
Corresponsales de Guerra de la Unión de Periodistas de Cuba. Ha
publicado varios libros sobre la región, entre ellos: “Misión en
Bagdad” y “Palestina: ¿Crucificada la Justicia ?”
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor
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