Juana Carrasco Martín*
17 de junio de 2003. 'Juventud Rebelde', 11 de mayo de 2003
CSCAweb (www.nodo50.org/csca)
"La guerra no ha terminado. Bush hizo declaración de victoria, dando
por concluida la guerra, pero esta guerra todavía no ha terminado.
El pueblo iraquí va a desarrollar ahora su propia guerra, de
resistencia contra la ocupación, y no me cabe duda de que van a
expulsar a las tropas estadounidenses de Iraq."
"Nunca nos sentimos solos en Bagdad"
No debió haber llamado la atención que cinco hombres subieran a la
azotea de un edificio diplomático del barrio residencial de Jadriya
el viernes 18 de abril de 2003, en un Bagdad caótico, adolorido por
sus muertos, que sufre las mutilaciones hechas por misiles cruceros
y miles de bombas en los cuerpos de sus vecinos y en sus
construcciones, saqueado e incendiado en sus riquezas mayores -la
cultura y la Historia-; ultrajado por un ejército de ocupación; sin
luz, agua, ni medicinas para sus hijos, entre ellos los más
preciados, sus niños. En los cinco, deben confundirse más de un
sentimiento contradictorio: la pena y la tristeza, con el orgullo.
Un parte enviado por fax hasta la lejana Ciudad de La Habana, el
último de esas comunicaciones diarias, lo explica todo: "A las seis
de la mañana, los cinco cubanos que estamos en Bagdad, cantamos el
himno nacional en la azotea de la embajada y procedimos a arriar la
bandera cubana antes de salir de Bagdad, ocupada por las tropas
estadounidenses, y partir hacia la frontera jordana".
El informe del embajador Ernesto Gómez Abascal es preciso. Desde su
llegada a Iraq, el 4 de octubre de 2002, ha enviado decenas de ellos
y también tiene más de un cuadernillo manuscrito con las notas e
impresiones de cuanto ha ido ocurriendo, de lo visto por sus propios
ojos y sentido en su corazón y en su entendimiento.
Se preparó para una guerra que no quiso él ni casi nadie en este
mundo, pero de la cual fue testigo excepcional. Más de tres horas de
conversación en la sala de su pequeño apartamento, mientras su
esposa Regla escucha atentamente y aporta también sus recuerdos, los
encerramos en estas páginas de Juventud Rebelde, que no alcanzan
para compartir tantos recuerdos sobre las bajezas y las grandezas
humanas.
Preparándose para la guerra
"Llegué el día 4 de octubre de 2002 a Bagdad. Ya se veía venir la
guerra. Esto era, parodiando a García Márquez, la crónica de una
guerra anunciada. Pero a diferencia de otras personas que
enjuiciaban la situación, yo no le apostaba al ciento por ciento,
porque valoraba también la situación internacional, la creciente
oposición a la guerra en las calles, incluso en el Consejo de
Seguridad (CS) de Naciones Unidas (NNUU) y de países tan importantes
como Francia, Alemania, Rusia y China, y también del Vaticano. Pero,
paralelamente, el aparato militar, la maquinaria militar
estadounidense, seguía creciendo y basificándose en la zona,
despreciando completamente el clamor internacional. Al final ya era
inevitable la guerra".
La larga experiencia de Ernesto Gómez Abascal como estudioso de la
región, con más de 25 años trabajando con los países árabes, en
cargos diplomáticos en el Ministerio de Relaciones Exteriores [de
Cuba] (MINREX) y como funcionario de Relaciones Internacionales del
Comité Central del Partido [Comunista de Cuba]; su conocimiento de
la historia de la zona y sus vínculos con ella, que le han permitido
ser autor de dos libros -"uno sobre Palestina, otro sobre la crisis
política en el Líbano"- facilitaban de seguro un análisis de los
acontecimientos a desarrollarse, necesario para enfrentar la crisis
que se preveía podría presentarse. Cinco matrimonios formaban el
personal diplomático cubano en Bagdad con la llegada del nuevo
embajador, pero los acontecimientos le llevan, pocos meses después,
a tomar una decisión cuyos resultados explica con detenimiento,
porque implicó que las mujeres salieran hacia Damasco, la capital
siria. Para la guerra sólo debía quedar el personal imprescindible:
el consejero Reinaldo Mancebo, con tres años y medio de experiencia
en esa embajada, el traductor de árabe Miguel Porto, y los agregados
Ernesto García Fiol y Fernando Ferreira. "Sí, tuve que emplear una
fuerte persuasión para intentar convencerlas, pero fueron
disciplinadas y obedecieron, luego de dejar planteada su protesta",
subraya. [Abascal indica]:
"Nosotros trabajamos muy intensamente en prepararnos, en prever los
acontecimientos bélicos y en mantener una información para nuestro
país sobre cómo se estaban proyectando las cosas en relación con un
posible conflicto que se veía venir, y teníamos como misión esencial
eso, darle seguimiento al conflicto. Manteniendo, naturalmente, unas
relaciones lo más amplias posible tanto con las autoridades iraquíes
como con el cuerpo diplomático acreditado en Bagdad. Había más de 50
embajadas a nivel de jefe de misión. Pero hubo una campaña del
gobierno de EEUU para que salieran las embajadas, para que se fueran
cerrando. Directa e indirectamente ejercían la intimidación.
"Era algo lanzado al aire: la propia campaña de prensa sobre el
terrorismo, la guerra, las bombas que utilizarían, las armas
sofisticadas, las bombas inteligentes. Todo ayudaba a crear un
ambiente de terror para que la gente se fuera. También conozco que
hubo sugerencias de que se fueran y venían del exterior. Algunos lo
hicieron no por presiones, sino por preocupación de su personal. No
les interesaba quedarse en un país tan peligroso y en un momento tan
delicado. Hubo, además, un ultimátum, el 19 de marzo se cumplía el
plazo dado por EEUU a Iraq, y ese día, cuando comenzó la guerra -jueves
20 de marzo según la hora de Bagdad-, solo quedaban, a nivel de
jefes de misión, las embajadas de Rusia, la Santa Sede y Cuba.
"Todavía con la guerra andando, el ruso se fue, y se produjo el
incidente en que atacaron su caravana. Cuando entran las tropas
estadounidenses en Bagdad y establecen el mando allí, solo
quedábamos el Nuncio y el Embajador de Cuba."
Comienzan los bombardeos
¿Qué había sucedido en los días previos y durante los intensos
bombardeos? ¿Cómo veía la situación este cubano, que tenía como
experiencias bélicas anteriores "algunos bombardeos en Líbano, los
combates de Playa Girón y la Limpia del Escambray"? Tenía
experiencia, pero nada era comparable a lo que cayó sobre Bagdad y
las más importantes ciudades iraquíes desde las 05:35 de la
madrugada del jueves 20 de marzo hasta la entrada de los blindados
estadounidenses en la capital iraquí, el 9 de abril [1].
En un cuadernillo que saca de su maletín de trabajo está todo
detallado, una especie de diario personal. Escribió, además, los
partes e informes oficiales que, como embajador, fue haciendo
semanalmente, desde su llegada al país mesopotámico. Luego serían
más frecuentes y también las comunicaciones por vía telefónica
satelital en medio de los bombardeos, cuando habían colapsado las
comunicaciones locales, destruidas metódicamente por la aviación
anglo-estadounidense.
Esa comunicación permanente con la dirección del Ministerio de
Relaciones Exteriores y con la más alta dirección de la Revolución,
que le daban diaria atención, consejo, orientación y aliento, la
define Abascal con una sola frase: "Nunca nos sentimos solos".
Ni siquiera en los momentos terribles en que caían unas tras otras
las bombas o pasaban los misiles Crucero sobre el refugio de dos por
cuatro metros y con dos metros de profundidad, que habían construido
previamente en el patio de la embajada [2], ni cuando una de las
bombas contra búnkers, lanzadas sobre un objetivo militar iraquí a
unos 15 kilómetros de distancia, hizo estremecer el lugar como si
fuera la acción de un terremoto:
"Soy un optimista redomado. Nunca pensaba en la muerte, y un
bombardeo tiene también que ver con la suerte. Me preocupaba la
seguridad de la gente que estaba bajo mi responsabilidad, tomar o no
una decisión que pudiera no ser la correcta en situación tan difícil,
pero nos habíamos preparado muy bien, teníamos reservas de alimentos,
de combustible para los carros, de petróleo para la planta eléctrica
para tres meses."
Dice que el día más intenso de bombardeo fue el segundo, iniciado a
las 20:09 de la noche del viernes 21, y también se dieron cuenta
entonces que el perro de un vecino iraquí "se volvía loco ladrando
unos 10 ó 15 minutos antes de que llegaran las bombas, así que
terminamos haciéndonos amigos, dándole de comer cuando su dueño
partió hacia un lugar más seguro, y hasta lo bautizamos con el
nombre de Radar". Abascal nos lee sus notas de esa larga noche, de
ese segundo día del golpe masivo:
"A las 20:09 comenzó el bombardeo, hasta ahora no es cercano, hay
fuego antiaéreo, sonaron como ocho impactos de bombas o cruceros. Se
detuvo unos minutos. Se oye de nuevo, pero en la lejanía. 20:20 se
detuvo después de alejarse las explosiones, parece que el ataque fue
en los suburbios. Se observa a los lejos fuego antiaéreo en barrera,
este ataque no fue contra lugares del centro de Bagdad, se oyeron
unos 15 impactos en dirección norte, hacia los suburbios. Se escucha
a las 20:50 bombardeo lejos. A las 20:59 se intensifica el bombardeo,
ahora más cercano a la ciudad. Se oyen los cohetes volar, estos son
los más cercanos que han estallado, han estado cayendo a menos de un
kilómetro. Todo se estremece. Han hecho impacto en la cercanía unos
diez cohetes. Están cayendo muy cerca. Se escucha el vuelo de los
cruceros cuando pasan. El más cercano a unos cien metros."
Abascal nos hace una acotación: "Después comprobamos que cayó a 150
metros, en la casa de un dirigente iraquí, en la otra cuadra", y
continúa la lectura:
"Es el más violento, el más cercano e intenso bombardeo. En unos
minutos han caído entre 25 y 30 cohetes Crucero en zonas cercanas en
torno a uno y dos kilómetros. Uno cayó a menos distancia. Estamos en
el refugio, cuando termine veremos si rompió cristales o algo en el
edificio. Uno de los más cercanos, la onda expansiva nos abrió la
puerta. 21:13 continua el bombardeo, volvió a caer otro muy cercano,
intenso. Increíble, no se ha ido la electricidad. Hasta ahora hemos
contado unos 60 impactos en las cercanías, en torno a menos de cinco
kilómetros. 21:20 se detuvo el bombardeo. 21:22 comenzó de nuevo en
las cercanías, dos cayeron cercano. 21:24 cayeron cinco muy cerca,
los más cercanos de todos, la onda expansiva nos estremeció. 21:26
cayó uno en las inmediaciones de la embajada, se apagó la luz, todo
se estremeció. Otro muy cerca. Explotaron por todo el entorno. La
onda expansiva nos abrió una puerta del refugio. 21:28 se había
detenido, cayó otro, continuó el golpe, pero más alejado ahora."
"Entre el bombardeo de las 21:26 y el otro puse esto: "Me tomé un
trago y encendí un tabaco por si acaso", dice ahora casi sonriente.
La solidaridad reciprocada
Habla con mucho énfasis de la actividad solidaria con Iraq y su
pueblo que pudo presenciar durante los siete meses al frente de la
misión diplomática cubana. Esos hombres y mujeres amantes de la paz,
que no fueron ajenos a la amistad con Cuba, la que fue reciprocada
por nuestra delegación:
"Venía gente de todas partes del mundo, grupos de solidaridad,
pacifistas, gente que venía como escudos humanos, periodistas de
todo tipo de órganos de prensa. Bagdad se convirtió en los días, en
las semanas, en los meses previos a que estallara la guerra en un
hervidero de gente que iba allí por solidaridad.
"De Europa, muchos italianos, el grupo español del Comité de
Solidaridad con la Causa Árabe [3], gente con un valor tremendo, que
incluso los días de bombardeo salían a las calles para visitar a los
heridos en los hospitales, ver los destrozos y la situación
humanitaria que se estaba creando en los barrios populares.
Trabajamos muy intensamente también con esa gente. Muchos venían a
vernos. Gente con un desprendimiento por la vida, porque estaban
jugándose la vida allí, en medio de la guerra. De América Latina
fueron algunos grupos también, de Brasil, de México en cuyo grupo
había una monja, de mucho valor como escudos humanos.
"Cuando se enteraban de que la embajada de Cuba estaba todavía allí,
muchos nos visitaban. La embajada se convirtió casi en un lugar de
peregrinaje de la lucha de esta gente. Iban a visitarnos, a
mostrarnos solidaridad mutua, ellos con nosotros y nosotros con
ellos, incluso a pedir consejo en los días antes de la guerra sobre
qué debían hacer si estallaba el conflicto, nos pedían la
posibilidad de refugiarse en la embajada.
"La embajada siempre mantuvo abierta esta posibilidad. Hay que decir
que no teníamos las mejores condiciones para eso y se le decía a
ellos también. La embajada de Cuba era un lugar también peligroso en
una guerra donde iban a participar las tropas estadounidenses. No
era un lugar como para buscar refugio. Pero, desde el punto de vista
político, de ánimo, a todos les dimos aliento e incluso la
posibilidad, en último caso, de que fueran allí. No podíamos hacer
otra cosa que recibirlos y atenderlos, y esa era la orientación que
teníamos también."
Con los periodistas hospedados en el Hotel Palestina hubo un intenso
intercambio. Era lugar de visita diaria del embajador Abascal antes
de la invasión y después de la ocupación de Bagdad. Conoció a José
Couso, el camarógrafo de la española Tele 5 muerto, junto con otros
dos periodistas, cuando un tanque estadounidense disparó contra el
hotel desde el puente de la República [en la mañana del día 8 de
abril]. Luego el mando estadounidense no tuvo a menos poner su
cuartel general en ese mismo edificio, lo que le permitió constatar
al jefe de la misión diplomática cubana algo muy singular: vio temor
en esos soldados muy jovencitos, con cascos sofisticados, chalecos
antibalas, fuertemente armados y granadas colgándoles por todas
partes.
La experiencia de la guerra
¿Qué experiencia trae Abascal de esta guerra de agresión? La pausa
es larga porque estoy segura que se ha trasladado de nuevo a las
calles de Bagdad: "patrulladas por tanques y vehículos blindados que
solo se atreven a recorrer a gran velocidad las grandes avenidas de
un lado a otro de la ciudad, y poner puntos de control en las
principales plazas. Cuando salimos de Bagdad había barrios donde no
había entrado un solo soldado estadounidense y, aunque no hablaban
de ello, en aquellos primeros días de la ocupación se habían
producido cuatro ataques suicidas".
El embajador ha revivido también la terrible visión de los
hospitales, de los heridos y de la muerte; ha recordado las
conversaciones de sus vecinos solidarios, los que hacían guardia
para que nadie tocara la embajada de Cuba, cuando ya se extendían
los saqueos de la rica herencia cultural e histórica de Iraq, de las
naciones árabes y del Islam.
Esos bagdadíes -que entonces supo que eran todos shi'íes- rompieron
la tradición y le abrieron las puertas de sus casas. Cuando ya no
estallaban las bombas pero sabían de su ciudad ocupada,
resueltamente le dijeron algo similar a lo que ya sabían por el
electricista cristiano Aramís y el jardinero musulmán Alí: "Ahora va
a empezar la guerra y ustedes esperen nada más un poco. Somos
shi'íes y no queríamos a Sadam, pero menos queremos a los
estadounidenses aquí. Y este no es el sentimiento nuestro, este es
el sentimiento del pueblo iraquí".
Por eso el embajador Ernesto Gómez Abascal nos responde así:
"Todavía a veces me vienen a la mente,... a veces me despierto por
la noche pensando en las cosas que pasaron y las estoy analizando.
Yo se lo he dicho a mucha gente: ha sido un privilegio en el orden
personal estar allí. Un triste privilegio estar en medio de una
guerra de este tipo, ¿no? Pero es un privilegio al fin [y al cabo
por] poder vivir una cosa como esta y poder contarlo.
"Traje muchas experiencias y muchas reflexiones, desde todos los
puntos de vista: desde el punto de vista político, incluso militar -aunque
yo no soy militar-, pero no he podido menos que preocuparme por
muchas cosas de las que he visto y sacar incluso conclusiones e
ideas de lo que es una guerra de este tipo en el mundo actual.
"Conocí el poderío tecnológico, pero también la debilidad moral que
tiene esa tropa si se le hace resistencia de forma consecuente.
"Te puedo decir que la guerra no terminó. Bush hizo declaración de
victoria, dando por concluida la guerra, pero esta guerra todavía no
ha terminado. El pueblo iraquí va a desarrollar ahora su propia
guerra, de resistencia contra la ocupación, y no me cabe duda de que
van a expulsar a las tropas estadounidenses de Iraq. Ya de hecho no
están ocupando el país, ellos ocupan parte del país, lugares del
país, pero necesitarían un millón de soldados para ocupar Iraq. Su
situación es todavía precaria y tiene debilidades. Estoy convencido
de esa resistencia porque los conozco y porque he hablado con todo
tipo de gente, gente que no estaba dispuesta a luchar por el
gobierno; pero esa misma gente está dispuesta a luchar contra la
ocupación militar extranjera. Es un pueblo con mucho patriotismo,
muy educado, con cultura e historia de lucha contra el colonialismo,
con motivaciones de todo tipo -patrióticas, religiosas- para
enfrentar la agresión y la ocupación, y derrotarla. Y no se van a
dejar poner la bota arriba por mucho tiempo".
Notas de CSCweb:
1. Una primera columna de carros de combate y vehículos de
transporte de tropas estadounidenses, pertenecientes a la Primera
División de Marines, se estacionó entre las plazas al-Fatah (donde
se encuentran el Teatro Nacional y el -por dos veces bombardeado-
ministerio iraquí del Aire) y Aqba bin Nafi, a primera hora de la
tarde del día 9 de abril, ya en la ribera izquierda de la ciudad,
denominada ar-Rasafah. Ese día, las tropas estadounidenses ocuparon
muy precariamente la totalidad de Bagdad, después de haber ocupado
la ribera derecha (al-Kar) y alcanzado el río Tigris el día
anterior.
2. En realidad, residencia del embajador, situada en el meandro que
hace el río Tigris, en su ribera izquierda.
3. Abascal se refiere así al grupo de
brigadistas presente en Bagdad durante la guerra. |