El Che: “Al imperialismo no le podemos dar ni un tantico así”
Por Ernesto Gómez Abascal - Especial para Alahednews
La utilización de las campañas de prensa para lograr objetivos
políticos, económicos o de cualquier otro tipo, no es nada nuevo,
pero con la llegada y la introducción masiva de modernas tecnologías
de comunicación, la utilización de la desinformación como arma de
guerra, ha pasado a ocupar un lugar preeminente.
Durante el pasado siglo XX, los jefes militares, por lo general
planificaban el inicio de las hostilidades mediante un ablandamiento
de las posiciones enemigas utilizando masivos bombardeos aéreos o de
la artillería. Hoy, los dirigentes políticos, en especial los de
las grandes potencias, cuentan para ello con instituciones
especializadas en guerras mediáticas. Ellas son las responsables de
llevar al campo que se proponen atacar, ocupar y dominar, las ideas
que supuestamente crearán las premisas para su derrota y para tratar
de convencer a la opinión pública internacional de que la criminal e
ilegal acción que emprenderán, persigue defender la libertad, la
democracia y los derechos humanos.
Estaba como embajador en Iraq en el 2003 cuando lanzaron su
genocida guerra contra esa nación árabe y pude comprobar cómo los
grandes medios de prensa occidentales se plegaron a la campaña de
mentiras que utilizaron previo a la invasión: el peligro de armas de
destrucción masiva, los vínculos con terroristas de Al Qaeda, etc.
Fueron informaciones de primera plana de las grandes cadenas de
televisión, incluso de periódicos que se consideraban por algunos
como serios y objetivos, como fue el caso del New York Times, que
tiempo después tratando de limpiar su imagen publicaría una
autocrítica. La campaña de terror, concebida con el nombre de
“Conmoción y Pavor”, perseguía hacer deponer las armas al pueblo
iraquí y rendirse antes de defender su tierra.
Cuba posee una larga experiencia gracias al interés
estadounidense de impedir su independencia y apoderarse de nuestro
territorio, tan cercano a sus costas y al cual concedían (y
conceden) un valor estratégico. A finales del siglo XIX, cuando
después de casi treinta años de lucha, los patriotas cubanos tenían
al borde de la derrota al colonialismo español, el gobierno
estadounidense intervino militarmente para impedirlo. Al menos dos
años antes del desembarco de sus tropas y de declararle la guerra a
España, la prensa yanqui, especialmente los periódicos New York
Journal y New York World, lanzaron una furibunda campaña dirigida a
crear condiciones para el inicio del conflicto, el cual sería
calificado por Vladimir Ilich Lenin, como la primera guerra
imperialista.
Cuando la revolución dirigida por Fidel Castro derrotó a la
dictadura pro imperialista de Fulgencio Batista y llegó al poder el
1ro. de enero de 1959, no perdieron mucho tiempo antes de lanzar una
feroz campaña para desprestigiarla y utilizaron todos sus poderosos
medios para acusarla de dictadura represiva violadora de los
derechos humanos y tratar de impedir se hiciera justicia con los
asesinos del pueblo, y los torturadores del régimen derrocado. La
Revolución lanzó una primera contraofensiva llamada “Operación
Verdad”, invitando al país a cientos de periodistas y representantes
de medios de prensa de todas partes del mundo, especialmente de
EEUU, para que presenciaran los juicios e informaran objetivamente
sobre lo que ocurría en el país. Sin embargo, sus propósitos
difamatorios persistieron, para dejar al descubierto que su
verdadero objetivo era desprestigiar la Revolución, que aun en esos
meses iníciales de 1959, solo proclamaba su vocación independentista
y justiciera y no había adoptado medidas que afectaran los intereses
económicos de Washington.
La prensa cubana, casi toda vinculada a intereses reaccionarios
y estadounidenses, rápidamente se sumó a la campaña de difamación
orientada desde EEUU, publicando evidentes mentiras y falsedades, en
algo muy parecido a lo que ocurre actualmente en Venezuela y otros
países latinoamericanos que han emprendido un camino independiente y
progresista. El gobierno revolucionario entonces, aprobó una ley
mediante la cual otorgaba el derecho a los periodistas y
trabajadores de la prensa, a publicar una nota debajo de la
información falsa o tergiversada,, que se llamó “coletilla”, donde
aclaraban no estar de acuerdo con esta por considerarla dirigida a
confundir y perjudicar los intereses del pueblo.
La lucha entablada fue de tal intensidad, que los dueños de los
periódicos, revistas, publicaciones, radios y televisión, no
pudieron resistir la confrontación, cerraron estos medios, que
después se continuarían publicando, pero ya en manos de los obreros,
y se fueron casi todos a Miami con la esperanza de que el gobierno
estadounidense invadiera militarmente a
Cuba y por esa vía volver a instaurar el régimen corrupto
anterior. Eso ocurrió hace más de 50 años y casi todos han muerto
en la espera volver a Cuba para instaurar de nuevo el poder
mediático subordinado a los intereses imperiales.
Por supuesto que los gobiernos estadounidenses no se conformaron
con esta situación y crearon varias emisoras de radio para
transmitir, desde la Florida y otros lugares del Caribe, sus
mentiras contra Cuba, y más adelante inventaron la mal llamada
Televisión Martí, en la que malgastaron en estos últimos cincuenta
años, cientos de millones de dólares de los contribuyentes
estadounidenses en campañas de propaganda dirigidas a difamar a
Cuba para derrocar la Revolución. Esta situación ha sido más
contradictoria, si se tiene en cuenta, que las transmisiones de su
famoso canal de televisión no pueden ser captadas en la isla debido
a la interferencia técnica que aquí se le hace y al poco interés en
ella de nuestro pueblo.
La Revolución Cubana, mediante la cual los intereses populares
alcanzaron por primera vez el poder, tuvo que enfrentarse a una
batalla donde el enemigo imperialista utilizó todos los medios para
tratar de destruirla, no solo la guerra mediática, que lejos de
concluir tratan de perfeccionar con todos sus adelantos técnicos y
científicos, internet y redes de todo tipo incluidos. Ahora se
habla incluso de la utilización de “drones mediáticos”.
Por supuesto que a Cuba la han acusado y la acusan diariamente a
través de cualquier vocero, internauta o blogueros, de
antidemocrática, de represora de la libertad de prensa, violadora de
derechos humanos, etc. Seguimos defendiéndonos como es natural y
tratamos de vencer siempre apoyándonos en la verdad y la justicia,
que son principios inviolables en nuestra Revolución. Pero tampoco
nos acomplejamos y por ello, en todo lo que esté a nuestro alcance,
no le abrimos espacio al hipócrita enemigo imperialista, principal
represor, y violador de los derechos de los pueblos, así como a sus
agentes, para que envenenen y confundan con sus campañas a través de
la utilización de sus poderosos medios, equivalentes a “armas de
destrucción masiva”. Recientemente hemos visto como utilizan sin
ningún pudor, fotos falsas, escenarios fabricados y todo tipo de
engaños y subterfugios contra la Revolución Bolivariana. Método
gastado por haberlo utilizado reiteradamente.
La Revolución en el poder, si se decide a defender los verdaderos
derechos del pueblo y enfrentar al poderoso enemigo imperialista,
debe liquidar sin temor a sus destacamentos de avanzada, sus
poderosos medios masivos de desinformación. De cualquier forma la
van a acusar de antidemocrática, violadora de los derechos humanos y
de la libertad de prensa. Ellos cuando están en el poder, no tienen
ninguna compasión con el pueblo. Actuemos pues.
Bien lo decía el Che: “Al imperialismo no le podemos dar ni un
tantico así” |