Ernesto Gómez Abascal
Alahednews.lb
El presidente estadounidense Barack Obama acaba de realizar una
rápida visita a Arabia Saudita, donde el pasado viernes 28 sostuvo
conversaciones con el Rey Abdulah bin Abdelaziz, para tratar de
solucionar las discrepancias que se han puesto de manifiesto en las
últimas semanas, con su acaudalado socio petrolero. Con este,
Estados Unidos ha mantenido privilegiadas relaciones desde que, a
principios de los años cuarenta del pasado siglo, el presidente
Franklin D. Roosevelt firmara con el rey Abdelaziz bin Saud, a bordo
del acorazado “Quincey”, fondeado en el mar Rojo, un “Acuerdo de
Protección, Colaboración y Seguridad”, que se ha ampliado y
perfeccionado hasta nuestros días, dando lugar a una alianza que a
pesar de grandes diferencias culturales y religiosas, ha parecido
indestructible.
La despótica monarquía, ha gozado desde entonces de una
incondicional protección de Washington, quien se toma el derecho
─no
otorgado por nadie─,
de hacer listados y sancionar a aquellos países que a su entender no
respetan los derechos humanos, no cumplen las normas democráticas
dictadas por ellos o apoyan supuestamente el terrorismo. Sin
embargo, en ninguna de estas listas, han incluido al régimen de Ryad.
Los políticos de Washington han recibido enormes beneficios de estas
relaciones especiales, las cuales después fueron extendidas,
mediante acuerdos similares, a otros países de la región, hasta
llegar a formar el Consejo de Cooperación del Golfo, especie de
subsidiaria menor de la OTAN. El Complejo Militar Industrial
estadounidense, uno de los principales resortes del poder real en
Estados Unidos, se ha nutrido y continúa haciéndolo, con las cifras
incalculables de armamentos que vende a éstos, sus socios
incondicionales.
Dichas relaciones fueron decisivas para derrotar y expulsar de
Afganistán a las fuerzas militares soviéticas que se encontraban en
ese país, a finales de los años setenta del pasado siglo, lo cual ha
sido considerado como un factor muy importante que influyó en el
posterior derrocamiento del socialismo en la URSS. De la
colaboración estadounidense con los países del Golfo, quienes se
dice financiaron en gran medida esta guerra, surgirían los ahora
llamados “hijos de Frankestein”, fanáticos extremistas y terroristas
integrados primero en Al Qaeda, quienes levantaban la bandera de la
“jihad islámica”, basados en la variante wahabita de esta religión
que patrocinan los sauditas. Entrenados y pertrechados por la CIA y
Tropas Especiales estadounidenses, son los mismos que se extenderían
posteriormente, en diferentes estructuras, con mayor o menor
capacidad y fuerza, por todo el Oriente Medio, el norte de África,
Asia Central y aún más allá.
Con la experiencia combativa y terrorista obtenida en Afganistán y
con recursos económicos que provienen lo mismo del comercio de la
droga, que de donaciones de organizaciones y creyentes fanáticos y
jihadistas, o incluso de financiamientos gubernamentales, han pasado
a convertirse en pequeños ejércitos de mercenarios capaces de
desestabilizar y derrocar gobiernos.
El criminal ataque contra las Torres Gemelas en New York y contra el
edificio del Pentágono en Washington, aún no esclarecidos
totalmente, fueron solo estremecedoras muestras, del peligro que
constituyen la creación y el uso de estas organizaciones, aún para
aquellos que les dieron vida. Otros grandes países occidentales,
miembros de la OTAN, aliados de EEUU y de Ia entidad sionista, han
sido expuestos también a sus terroristas acciones.
Más recientemente, los gobernantes estadounidenses y sus socios de
las grandes potencias occidentales, buscando disminuir las bajas
entre sus propias tropas, han venido aplicando nuevos conceptos para
lograr los objetivos que le permitan someter a los gobiernos que
consideran enemigos, en guerras que califican de “nuevo tipo o
cuarta generación”. Los principales pilares en que se basan estas
guerras son:
1-la utilización de campañas de prensa especialmente diseñadas para
intimidar y promover la confusión del enemigo, y llevar a la mente
de la opinión pública nacional e internacional, que las acciones
bélicas que se van a lanzar, son justas y persiguen la defensa de
los derechos humanos, la libertad, la democracia, etc. En este
sentido, los medios de información masiva pasan a ser considerados
“armamento de guerra”
2-Nuevos medios y técnicas de movilización que puedan ser utilizados
de acuerdo con sus intereses, sobre el propio territorio considerado
enemigo, como redes de comunicación por satélite y otros.
3-Utilización de armamento “inteligente”, distintos tipos de drones,
misiles, bombas guiadas por laser, para las cuales no sea necesario
el despliegue de tropas propias sobre el terreno de operaciones
militares.
4-La introducción en combate, donde sea necesario, de tropas de
países de la región, (no de los países amigos o llamados
occidentales), así como de las organizaciones terroristas tipo Al
Qaeda, buscando y promoviendo a la vez, si fuera conveniente, el
desgaste de estas a través de luchas internas.
Este tipo de guerra ya fue ensayada en Libia, donde utilizando sus
aliados del Golfo, introdujeron un ejército de mercenarios
jihadistas y salafistas, quienes llevaron el peso de los combates y
solo participaron especialistas de los EEUU y de la OTAN como
consejeros a distancia. La aviación de la OTAN fue la que llevó este
simulacro de guerra, donde a partir de mantener pleno control del
aíre, mataron impunemente a miles de inocentes “en defensa de los
derechos humanos”. Una de las pocas bajas estadounidense que hubo,
fue precisamente el embajador de Washington, quien había sido el
coordinador en Benghazi con estos grupos jihadistas y según ha
trascendido, no tomó las medidas de seguridad necesarias que le
debió orientar la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, la que fue
relevada de su cargo por este hecho.
Ahora, la rápida estancia de Obama en Arabia Saudita, perseguía
enmendar la crisis de confianza creada con este país, producto de
los siguientes incidentes:
-Desde hacía meses existían negociaciones secretas entre Estados
Unidos e Irán, con sede en el sultanato de Omán, lo cual no había
sido informado a los dirigentes sauditas, quienes continuaban por su
cuenta, empeñados en promover acciones de todo tipo contra Teherán y
al parecer habían establecido un canal de coordinación para ello con
el gobierno israelí. Los sauditas llegaron a hacer el ridículo
cuando enviaron a su jefe de Inteligencia, príncipe Bandar bin
Sultán a Moscú para tratar de intimidar y chantajear a los rusos,
buscando que estos retiraran su apoyo a Siria, considerando este un
paso necesario para después ir sobre Teherán.
-El príncipe Bandar bin Sultán, coordinador de la introducción en
Siria, de los mercenarios terroristas y salafistas, había asegurado
a los dirigentes estadounidenses que el derrocamiento de Bashar al
Assad se produciría en cuestión de pocos meses. Sin embargo, la
guerra ya ha durado más de tres años y el gobierno sirio no solo
resiste, sino que parece estar ganando la confrontación. Por todo
ello tratando de salvar la situación, los sauditas discutieron con
Washington para que introdujera aviación y fuerzas de la OTAN,
considerando que en el caso de Libia, ello había sido el factor
decisivo de la guerra. Al parecer, Obama había prometido acceder a
ello, si el ejército sirio utilizaba armas químicas, por lo que
montaron la provocación con el falso ataque en las cercanías de
Damasco. Sin embargo, Rusia puso al descubierto el plan y amenazó
con involucrarse a fondo en la guerra, si los EEUU atacaban con sus
fuerzas.
-Estados Unidos, al ser presionado por Arabia Saudita, acusó a este
país de no ser cuidadoso y selectivo en la introducción de los
mercenarios islámicos terroristas, quienes han pasado a formar la
principal fuerza que combate en Siria y constituyen un verdadero
peligro, incluso para Occidente, si llegaran a tomar el gobierno de
Damasco, pues han trascendido muestras de su sanguinario accionar.
Arabia Saudita estimó casi como una traición la decisión de EEUU de
no atacar a Siria, pues esto los ha expuesto y dejado en evidencia
su interés, coincidente con los sionistas, de atacar a Irán, al que
consideran su principal enemigo en la región.
-La resistencia del ejército y el gobierno de Siria, que se ha
perfeccionado y fortalecido también con la ayuda de Hizbulá; la
decisión de EEUU de no involucrarse por el momento directamente en
la guerra; y la firme posición de Rusia, han creado una nueva
situación en el región, repercutiendo en el incremento de las
contradicciones dentro de los miembros de la Liga Arabe y el Consejo
de Cooperación del Golfo, que en la práctica se ha dividido. Catar,
lidera un grupo que se enfrenta a los sauditas y promueve acciones
contrarias a los intereses de estos en la región, incluido el apoyo
a las organizaciones de los Hermanos Musulmanes.
-Al debilitamiento de la guerra contra Siria, Irán y Hizbulá, se han
sumado también, además de los factores anteriormente mencionados, el
derrocamiento del gobierno de los Hermanos Musulmanes en Egipto; los
conflictos internos en Turquía, donde el gobierno del AKP ha sufrido
cierto deterioro por acusaciones de corrupción, represión, y por el
rechazo mayoritario del pueblo turco a hacer la guerra sucia contra
Siria. El traspaso de la cercana península de Crimea a Rusia,
fortalece la posición de esta en la región.
-El anuncio hecho por el gobierno estadounidense de que el aumento
de su producción energética, utilizando las nuevas técnicas del
“cracking” los llevará a la autosuficiencia en un futuro no tan
lejano, ha preocupado sobremanera a sus suministradores del Golfo,
quienes ya están considerando que pueden verse relegados a un
segundo plano de importancia debido a esta realidad.
Todos estos temas y otros que pueden haber estado sobre la mesa de
discusión del presidente Obama y el rey Abdulah, dan una idea de lo
compleja que se torna la situación en toda la región y los peligros
que se ciernen sobre los pueblos de la misma. Muchos conflictos no
tienen todavía solución justa a la vista, incluido el Palestino, que
para beneficio de los sionistas, ha quedado relegado a un segundo
plano gracias a la acción de la reacción árabe.
Ojalá surjan gobernantes sensatos en la región que se den cuenta de
ello y en lugar de promover nuevas guerras y trabajar en función de
intereses hegemónicos y colonialistas del imperio, busquen acciones
basadas en la justicia y la legalidad internacional, que conduzcan a
la tan ansiada y necesaria paz.
Se suponía que esta debía ser alcanzada después de terminada la
Guerra Fría, ¿No?
Ernesto Gómez Abascal, escritor y periodista, fue embajador de Cuba
en Turquía y en otros países del Cercano Oriente.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor
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