Demócratas y republicanos, no son otra cosa que alas de un gran
partido sionista
Por Ernesto Gómez Abascal, Especial para Alahednews
Cada cuatro años, presenciamos el gran espectáculo que los medios
masivos occidentales califican como “elecciones democráticas” en los
Estados Unidos, un ejercicio que además pretenden imponer como
fórmula ideal a otros estados. En este caso, como en otros de los
países occidentales, dos partidos proponen candidatos a la
presidencia, así como a miembros de la Cámara de Representantes y el
Senado. Sólo una minoría de la población con derecho al voto, que no
excede del 30%, concurre a votar por aquellos que se gastan millones
de dólares en propaganda y que reciben el respaldo de grandes
intereses económicos.
Pero el ejercicio sirve para crear la ilusión óptica de que el
pueblo estadounidense participa en la elección de sus dirigentes y
estos a su vez, serán los que detenten el poder en el país durante
los próximos cuatro años. Lamentablemente, la verdad es que esa
corrupta estructura política, sólo es un instrumento que responde al
poder real, integrado por la gran Industria Armamentista (Complejo
Militar Industrial), al cual se han ido integrando otros sectores
decisivos de la economía: petróleo y energía; finanzas y
especulación financiera; industria química-farmacéutica (drogas); y
últimamente por la industria informática. Son realmente estos los
que componen el núcleo del poder imperialista, al cual se subordinan
los más importantes medios de la llamada “prensa libre”, constituida
por las grandes cadenas de televisión, con la Fox News de R. Murdoch
a la cabeza; pero también integrada por una amplia red de periódicos
y revistas, presentados ellos mismos como portadores de “información
objetiva”; y la industria cinematográfica, casi todas ellas en manos
de intereses sionistas.
Fue nada menos que el propio General Dwigh Eisenhower, quien en su
discurso de despedida de la presidencia, el 17 de enero de 1961,
alertaría sobre el peligro de la deformación de la democracia en su
país. En aquella ocasión afirmó: “La conjunción de un sistema
militar inmenso y de una gran industria armamentista es algo nuevo
en la experiencia estadounidense. En los Consejos de Gobierno
debemos guardarnos bien de que el Complejo Industrial Militar,
llegue a tener una influencia injustificable, sea o no alentada,
para (evitar) que se produzca ese desastroso aumento del poder a
todas luces injustificado.”
Sin embargo, cuando el general-presidente pronunció estas palabras,
ya se encontraba en pleno auge la “guerra fría”, que argumentando la
necesidad de la lucha contra el comunismo, expandía el poder del
imperio por todo el mundo, llegando a alcanzar en la actualidad, un
aproximado de 737 bases militares.
El sistema corrupto creado en los Estados Unidos, se nutre a través
de las guerras, cuyos costos hace recaer sobre sus propios
ciudadanos y sobre otros países. Por ello, después de finalizada la
Segunda Guerra Mundial, han promovido la necesidad casi permanente
de estas: Corea y Viet Nam, seguidas por conflictos limitados en
África y Medio Oriente, pero estimulados por ellos.
Aparentes diferencias entre demócratas y republicanos, constituyen
sólo acciones de publicidad. No existen en absoluto diferencias
ideológicas o políticas entre unos y otros. Desde que en 1942, se
celebró en el Hotel Biltmore, de New York, el Congreso Judío
Mundial, el centro del poder sionista, se trasladó de Londres a los
Estados Unidos y rápidamente comenzó a insertarse en toda la
estructura política-económica de este país, sin distinción de
partidos políticos, convirtiéndose poco a poco, en un gran partido
que ejerce su influencia dominante sobre los anteriores. En la
actualidad, demócratas y republicanos, no son otra cosa que alas de
un gran partido sionista. Ningún político estadounidense puede
actuar sin la aprobación de la American-Israelí Public Affairs
Committee (AIPAC) y otras de sus organizaciones estructuradas por
todo el país.
Ello ha sido un factor decisivo para que las guerras se hayan
trasladado al escenario Medioriental, con el falso argumento de
luchar contra el terrorismo y el islamismo. El ataque contra las
Torres Gemelas del World Trade Center en New York, fue el pretexto
perfecto, que vino como “anillo al dedo” de George W. Bush y Dick
Chenney, para implementar un plan de guerras que comenzaban por
Afganistán e Iraq, continuarían con Irán, Siria y Líbano, y
permitirían al poder sionista-imperialista, extender su control por
toda la región euroasiática, donde se encuentran aproximadamente el
70% de las reservas mundiales de petróleo y gas. El Estado Islámico,
también conocido como DAESH en árabe, ha sido un instrumento creado
en el marco de este proyecto.
El plan era (o es), acorralar a Rusia y China, debilitarlos
creándoles problemas internos y evitar que le hagan competencia al
gran poder sionista-imperialista. La situación fomentada en Ucrania
es parte de este proyecto, al igual que la especulación actual con
los precios del petróleo.
Sin embargo, no todo le es favorable al sio-imperialismo para
cumplir con estos propósitos. Siria, Irán y Líbano resisten y
continúan contando con el apoyo de Rusia, país que no se ha dejado
chantajear; otros pueblos árabes no se subordinan y en algunos de
ellos, que han sido aliados tradicionales de Washington se les puede
complicar la situación; China continúa su impetuoso desarrollo
económico y parece que no podrá ser detenida en su empeño de
constituirse en una gran potencia con la cual será imprescindible
contar; en América Latina se confirman y fortalecen los cambios
progresistas y de izquierda, que apuntan hacia un nuevo mundo
multipolar junto al grupo de países llamados BRICS.
Estados Unidos no debía sobrestimar sus posibilidades, podría
cometer un grave error. El mundo cambia y no precisamente a favor de
sus intereses. |