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       Nabil Khalil PhD Sitio Web - Versión en Español

 
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 Templo al coraje y al arrojo.

 

 

Foto: Matt Roberts / flickr.com

Los arquitectos Blanca Hernández y Jorge Cao se estremecieron cuando se les encomendó diseñar el Memorial Comandante Ernesto Guevara. En ese instante comprendieron que nunca habían sentido ni ausente ni muerto al Che.

Aún no era pública la noticia del hallazgo e identificación de los restos del Guerrillero Heroico y sus compañeros de lucha por el equipo multidisciplinario de investigadores que dirigió el doctor Jorge González, treinta años después del asesinato de Guevara en La Higuera.

Blanca y Cao habían sido los proyectistas de la Plaza del Che, construida casi diez años antes del descubrimiento. Tenían la misión urgente de idear un templo al coraje y al arrojo latinoamericano.

La creación

Los arquitectos recuerdan que ambos estuvieron horas meditando.

“Era un gran reto creativo, algo verdaderamente difícil. Debíamos vencer la sorpresa, la conmoción, y tratar de encontrar el sentido conceptual que fuera la guía para todo el trabajo que se avecinaba. La palabra consecuencia, principio inalterable en la vida y la obra del Che, aparecería como hilo conductor”, afirman.

Los arquitectos Blanca Hernández y Jorge Cao proyectistas del Memorial.

Las palabras y las imágenes se interrelacionan y así sucedió en este caso. “Para entender lo que queríamos buscamos expresiones sintéticas que pudieran ayudar en el proceso de crear imágenes. Estos entretejieron con las palabras. Así surgieron estas ideas que fueron casi un poema:

                                          Que la muerte no me asuste,

                                          que la tristeza no me aplaste,

                                          que podamos recordarte como vida,

                                        esa vida consecuente que viviste.

 

“Había que resolver, en primer lugar, cómo y dónde ubicar el Memorial. Decidimos no crear un nuevo edificio, ni hacer algo grande, de ahí la solución de reducir el Salón de Protocolo y concentrar en un área relativamente pequeña, la expresión de un espacio que, ante todo, debía mostrar sobriedad y sintetizar la personalidad y la vida del Che”, precisan.

Con un simple boceto, que solo ellos podían entender, dieron a conocer sus ideas al Comandante de la Revolución Ramiro Valdés y a Miguel Díaz Canel, actual Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en aquel entonces primer secretario del Partido en Villa Clara.

“Concebimos el Memorial como un campamento en medio de la selva boliviana, es un alto en el camino para reponer las fuerzas. Por esa razón se utilizaron materiales en estado natural: en el piso lajas, mármol rugoso en las paredes, un entramado irregular de vigas de madera en el falso techo, textura y asimetría como expresión de fuerza. La iluminación, escondida y puntual, vendría a completar la atmósfera, sería la luz del sol penetrando la fronda de los árboles”, explica Cao.

“En el centro el nicho del Che, comandando la tropa, solo esa ligera diferenciación entre sus hombres y la estrella de luz, medio inclinada, tal como se veía en su boina. La vegetación completa la atmósfera y entonces nos acercamos a ese ambiente total, consecuente, como el Che mismo”, puntualiza Blanca.

Ambos recibieron la satisfacción de que días antes de terminar la obra Díaz Canel les confesó: “Sabía que la profesionalidad de ustedes saltaría el poco tiempo y cualquier dificultad, pero nunca me imaginé que aquellas primeras ideas llegaran a ser tan impactantes”, rememoran con orgullo.

En su ejecución colaboraron de forma incondicional entidades de todo el país, trabajadores del Ministerio de la Construcción de la provincia, combatientes y especialistas de diferentes ramas. Se realizó en alrededor de cuatro meses.

El Memorial hoy

El Memorial recompone, en él se conjuga vigencia y presencia. El Comandante en Jefe Fidel Castro al inaugurarlo el 17 de octubre de 1997 expresó que el Che y sus hombres eran un destacamento de refuerzo.

Así lo asumieron los villaclareños. Desde ese momento consideraron el recinto como lugar de inspiración para proponerse metas, exponer resultados, realizar reconocimientos.

Este ocho de octubre jóvenes y trabajadores destacados realizarán el cambio de flores, se inaugurará una muestra transitoria con pertenencias de los guerrilleros que cayeron los días 8 y 9 y se impartirán charlas y conferencias por la efeméride, en horas de la noche artistas del territorio protagonizaran una gala cultural.

 
 
 
 

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