Si estar recluido en una cárcel fuera un trabajo, en EE.UU. sería
uno de los empleos más comunes. En 2012 había aproximadamente
1.570.000 presidiarios en prisiones estatales y federales en ese
país, según recientes datos del Departamento de Justicia.
En comparación, para el mismo año se contabilizaron aproximadamente
1.530.000 ingenieros, 815.000 obreros de la construcción y 1 millón
de profesores de escuela secundaria, según la Oficina de Estadística
del Trabajo.
Hay que aclarar que algunas ocupaciones son mucho más populosas que
los reclusos: Más de 4 millones de estadounidenses trabajan en
ventas minoristas, y más de 6 millones son meseros. De todos modos,
el número de reclusos del Departamento de Justicia no incluye a
presidiarios que se encuentran en cárceles de las ciudades y los
condados, una cifra difícil de estimar, ya que los condados y las
ciudades manejan sus propios archivos y no informan a las
autoridades federales, según ‘Huffington Post’.
Aun así, hay casi cinco veces más personas en las cárceles que en
1980, cuando la guerra contra las drogas estaba tan solo empezando.
“Casi la mitad de los presidiarios que llenan nuestras prisiones
federales son encarcelados por delitos de drogas”, aseguró Raúl
Labrador, representante del estado de Idaho, durante una declaración
la semana pasada.
Labrador y el representante demócrata Bobby Scott formaron un equipo
para introducir una ley destinada a reformar las leyes condenatorias
del país. La iniciativa ha sido respaldada por otros representantes
de ambos partidos.
“Concederles a los jueces federales más discreción a la hora de
condenar los delitos no violentos relacionados con la droga es lo
que se debe hacer”, dijo Scott en una declaración. “Los estudios de
los mínimos obligatorios concluyen que estos no han reducido el
delito, gastan el dinero de los contribuyentes y, a menudo,
requieren la imposición de sentencias que violan el sentido común”,
agregó.
Las cárceles privadas en EE.UU. y los imigrantes
En su lucha contra la superpoblación de las prisiones estatales, la
Administración estadounidense dio permiso a empresas privadas para
abrir sus propias instituciones penitenciarias. Se sobrentiende que,
a diferencia de las instituciones financiadas con el dinero público,
estas cárceles tienen fines de lucro.
Entre los años 1999 y 2001 las cárceles privadas experimentaron
dificultades graves y tuvieron que encontrar nuevas fuentes de
ingresos para sobrevivir. Y la oportunidad no se hizo esperar:
concentraron su atención en la detención de inmigrantes. Tras la
adopción en 1996 de la Ley de Responsabilidad para Inmigrantes, que
cambió la política de EE.UU. respecto a la inmigración, la cantidad
de arrestos se triplicó. Además, después de septiembre de 2001, la
detención de inmigrantes se volvió a disparar creando amplias
posibilidades para el negocio de las prisiones, que se encargó de
recoger a casi la mitad de los inmigrantes arrestados.
(Tomado de RT en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/110919-eeuu-reclusos-profesores-drogas?utm_source=browser&utm_medium=aplication_chrome&utm_campaign=chrome |